lunes, 24 de noviembre de 2008

INSENSIBILIDAD

LOS PROBLEMAS QUE NO VE CALDERON
CAE EL SALARIO AL PEOR NIVEL EN 20 AÑOS

Es bien sabido que a cada posición social corresponde una forma de interpretar el mundo y la vida. Quienes se cuentan en el reducido mundo de los satisfechos la vida es color de rosa, casi paradisíaca, mientras las grandes mayorías insatisfechas, para quienes la sobrevivencia diaria es elevada a la categoría de milagro, la vida llena de carencias y necesidades los conduce inevitablemente al rencor social y a buscar salidas a su precaria existencia. En los pueblos se dice que cada quien cuenta las cosas según le va en la feria.
La total insensibilidad social de la derecha gobernante ante el drama que vive el pueblo es insultante y raya en el cinismo. Últimamente, en todos los lugares donde le ponen un micrófono al frente, Felipe Calderón se ha atrevido a sostener con desmedido triunfalismo que la actual crisis financiera no empezó en los países emergentes sino en los desarrollados, queriendo afirmar que en México no hay crisis, lo cual quiere decir que no está enterado o desconoce que el pueblo mexicano está en crisis continua desde que se implantó el modelo económico neoliberal. Inclusive arrancó aplausos de la concurrencia cuando al inicio de su disertación, en el marco de la XVI Cumbre de la APEC sobre “el impacto de la crisis global en Latinoamérica” sostuvo que en la actual crisis los países subdesarrollados pueden lavarse las manos de toda culpabilidad. Miente el señor Calderón, lo cierto es que la tragedia económica que se vive en la mayoría de nuestros hogares no inició hace tres meses con el cataclismo financiero iniciado en Estados Unidos, sino desde hace ya varios sexenios de gobiernos dóciles y vendepatrias que han hecho del Palacio Nacional su guarida.
Justamente, el pasado 20 de noviembre, encabezando la ceremonia oficial del aniversario de la Revolución Mexicana, Calderón, el comandante en jefe de las fuerzas retardatarias, las que han vituperado y anatemizado todo el proceso histórico de nuestro país, se sirvió convocar a los mexicanos a “honrar los ideales de la revolución”. El pueblo no necesita de esa convocatoria para honrar sus movimientos libertarios, pues la conciencia colectiva nunca olvida su proceso histórico; mucho menos necesario es tal convocatoria viniendo de quien viene, nada menos que del jefe político del régimen hambreador y enemigo de los intereses populares.
¿Cuáles son los verdaderos problemas que afronta el pueblo y que el calderonismo se niega aceptar? Este año, el salario mínimo en México se situó en el nivel más bajo de las últimas dos décadas, con un nivel de compra de apenas una quinta parte de los 42 productos que integran la canasta básica, lo que ha provocado un descenso en las ventas y la modificación abrupta de los hábitos de consumo de la población hacia alimentos de menor precio y calidad.
Un estudio de la Comisión Nacional de Protección al Salario (Conapros), del Congreso del Trabajo, indica que el poder adquisitivo de la población asalariada alcanzó en este año su punto más bajo ante el encarecimiento de los productos de consumo elemental, como son aceite comestible, huevo, arroz, fríjol y cárnicos, que entre febrero y octubre aumentaron entre 40 y 80 por ciento sus precios de venta.
Al incesante aumento en los precios de los alimentos se suman las alzas a las tarifas eléctricas, gas, gasolina, transporte y servicios públicos en general, que han dado el golpe mortal a uno de cada tres trabajadores que subsisten con el equivalente al salario mínimo de $ 52.50 pesos diarios.
La representación obrera, que en los primeros días de diciembre iniciará negociaciones para la retabulación del salario mínimo que aplicará en las tres zonas geográficas a partir del primero de enero de 2009, precisa que la situación es ya insostenible para la clase trabajadora, por lo que exigirá un incremento de cuando menos 10 por ciento, pago de bonos de productividad y el firme compromiso de congelar durante todo el próximo año los precios de productos de consumo necesario.
En ese mismo sentido se pronuncio la Universidad Obrera de México -fundada por Vicente Lombardo Toledano- revelando que con un salario mínimo de $ 52.50 pesos sólo se pueden adquirir productos en cantidades milimétricas como es el aceite comestible, cuyo precio por litro oscila entre los 26 y 33 pesos, o por gramos, como es el kilogramo de pollo que cuesta 45 pesos, como también de arroz o fríjol que tiene un precio de entre 18 y 24 pesos.
El académico de la facultad de economía de la UNAM, Luis Lozano Arredondo, subraya que esa pérdida abrupta del poder adquisitivo de los trabajadores se reflejará necesariamente en un aumento en las tasas de desnutrición y obesidad que ya están presentes en el 60 por ciento de la población. El mismo especialista dijo que “estamos ante una situación delicada si tomamos en cuenta que el precio de la canasta básica es de $ 310 pesos diarios y 30 millones de mexicanos que perciben entre uno y cuatro salarios mínimos no están en posibilidad de adquirir los nutrientes o alimentos necesarios para el buen desarrollo físico y mental de ellos y sus familias”
Expuso que la situación más complicada es para los 9.3 millones de trabajadores que están sujetos al salario mínimo, que trabajan por su cuenta o están subempleados, cuyo universo se estima en 14 millones, “lo que habla de un saldo social excesivamente preocupante”.
Las cifras del Congreso del Trabajo y de los investigadores académicos las convalida el reciente informe del Banco Mundial, que cataloga el potencial de compra del grueso de la población mexicana entre los 70 más bajos del mundo, incluso inferior a los salarios de Argentina, Chile, Colombia y Brasil, países que también afrontan crisis económicas. El organismo financiero apunta que las presiones inflacionarias recientes y la inflexible estrategia de topes salariales cíclicamente aplicada, sitúan el ingreso promedio del mexicano con lo que se paga en Botswana, en África.
El encarecimiento de los alimentos como efecto del alza internacional en el precio de los granos y las presiones inflacionarias por la crisis financiera mundial, repercutió ya en una baja en el consumo de los mexicanos de 6.5 por ciento, que es la mayor contracción registrada desde 1994, en que se enfrentó una crisis devaluatoria.
El alza en los precios de los alimentos ha impactado a tal grado el bolsillo de los mexicanos que en tan sólo seis meses registraron una modificación drástica en los hábitos de consumo hacia productos de menor precio y calidad. Análisis de la propia Comisión Nacional de Protección al Salario revelan que hasta junio, el promedio de compra de un trabajador era de 18.7 productos en tiendas de autoservicio o mercados públicos; en octubre, sólo estaban adquiriendo 12.6 productos de más bajo costo.
En el rubro de quienes perciben un salario mínimo, disminuyeron o cancelaron de su dieta el consumo de pollo, huevo y lácteos, para consumir vísceras, hueso y pellejos. Así están las cosas en éste país, el reino de la “normalidad democrática y la igualdad de oportunidades”, donde se construyen los “acuerdos” entre las fuerzas políticas mayoritarias para apuñalar y despojar al pueblo. Esas “mayorías” que pastorea el régimen de derecha son las culpables del drama en que vive el pueblo, y serán las responsables ante la historia de un eventual estallido social.
Comentarios: gacetaproletaria@gmail.com; gacetaproletaria.blogspot.com

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