jueves, 30 de abril de 2009

PRIMERO DE MAYO
JORNADA DE LUCHA DE LA CLASE OBRERA

* Cananea, primer chispazo de la Revolución Mexicana
y símbolo de lucha de la clase obrera
* Que nadie gane más que el Presidente,
Incluida la iniciativa privada
* La clase trabajadora no demanda “oportunidades”,
¡Lo que exige es justicia!




El primero de mayo es una jornada de lucha para la clase obrera a nivel internacional. Es un día propicio para mostrarle a las clases opresoras el descontento generalizado de los que con el sudor de su frente fabrican la riqueza. Momento oportuno, no para celebrar, porque hace años que no hay nada que festejar, pero sí para combatir las enormes desigualdades sociales a que está sujeto el trabajador, cuyo enojo y preocupación es plenamente justificable por su bajo poder adquisitivo.

El primero de mayo, es también momento oportuno para rendir un merecido homenaje a Karl Marx, Federico Engels, Vladimir Lenin y Vicente Lombardo Toledano, los creadores y continuadores de la doctrina emancipadora del proletariado internacional. Doctrina revolucionaria que ilumina el camino a la clase trabajadora para que tome su papel de vanguardia y entienda el papel histórico que le corresponde desempeñar. Filosofía que busca elevar la conciencia de los trabajadores, mejorar su convicción de clase, su sentido de pertenencia a una causa y su militancia clasista para lograr la liberación definitiva y construir con fe infinita en el porvenir un mundo libre de explotados y explotadores.

Sin duda alguna, el día internacional del trabajo también es momento oportuno para rendir un merecido homenaje a todos los trabajadores que han caído en la legítima defensa de sus intereses; a los obreros mártires de Chicago, a los mártires de Cananea y Río Blanco, y a todos los trabajadores que enfrentaron la persecución de las tiranías de ayer y hoy en cualquier parte del mundo. Momento oportuno también para enviar un saludo fraternal y solidario a todas las centrales obreras y sindicatos de México.

La jornada de este primero de mayo se da en condiciones por demás deplorables. Estamos a mediados del quinto sexenio neoliberal que padecemos los mexicanos. Un neoliberalismo depredador y salvaje que ha ocasionado una enorme concentración de la riqueza y el crecimiento insultante de la miseria. En ese abismo de la desigualdad social, el régimen de la derecha en se da el "lujo" de contar entre sus hombres de negocios a uno de los hombres más ricos del mundo: Carlos Slim Helú. Según los datos de la revista Forbes, este peculiar empresario amasa una fortuna cercana a los 60 mil millones de dólares, y sus empresas y negocios representan casi la mitad del mercado bursátil mexicano. Estamos ya a un nivel similar de concentración de la riqueza a la que provocó el estallido de la Revolución Mexicana en 1910.

Duele a los obreros y campesinos su miseria, pero les hiere hasta el agravio la brutal concentración de la riqueza en México, la que se ha agudizado en los 5 sexenios de neoliberalismo y 15 de Tratado de Libre Comercio. En este lapso nuestro país destronó a Brasil arrebatándole el campeonato de la desigualdad social en América Latina. Antes del estallido de la Revolución Mexicana la concentración de la riqueza se daba a través de la propiedad de la tierra y, 100 años después, la realidad parece ser la misma, sólo que ahora es por medio de la liquidez y los instrumentos financieros. Al analizar la descarnada realidad nos damos cuenta que el Estado fundamentalista neoliberal sólo gobierna para los ricos, y se declara enemigo de las demandas y reivindicaciones históricas de la clase trabajadora de nuestro país.

El Estado paternalista y benefactor de las clases privilegiadas, personificado en Felipe Calderón, busca alargar la agonía y la explotación inmisericorde de la clase obrera, violentando el principio de la autonomía sindical, persiguiendo a sus líderes y declarando la nulidad del derecho de huelga. Trata por todos los medios de borrar la conciencia histórica de los trabajadores; su propósito: debilitar, diezmar y quebrantar su conciencia unitaria, sus sentimientos de solidaridad a las luchas de su clase social, impulsando el individualismo, y el autosuficientismo para restarle fuerza al movimiento obrero organizado.
Estamos a pocas semanas de celebrar el 103 aniversario de los heroicos acontecimientos de la huelga de los trabajadores de la mina Oversight de la Cananea Consolidated Copper Company, en Sonora. El hecho en sí mismo, es un suceso que debe ser recordado por los activistas actuales del movimiento obrero, pero su celebración adquiere una mayor connotación por el momento que atraviesa la lucha de clases en México y en el mundo.
Sin hacer una comparación mecánica, hay similitudes históricas que se nos presentan relevantes. La huelga de Cananea se dio en el sector pesado de la clase obrera que representan los mineros, un sector que día a día vive el espasmo de la amenaza de terribles condiciones de trabajo: decenas de metros bajo tierra, con una oscuridad, polvo y un ambiente asfixiantes que vienen a otorgar un peligroso aderezo a las condiciones laborales, con consecuencias funestas que se han repetido decenas de veces en la historia, con miles de mineros muertos y heridos, como la reciente tragedia de la mina Pasta de Conchos, en Coahuila. Sin duda, una de las actividades más riesgosas, es precisamente la de los mineros.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que en el mundo cada año mueren más de 15 mil mineros, además de que esta actividad laboral provoca en los mineros enfermedades como silicosis –de hecho, 37 por ciento de los mineros de América Latina sufre de silicosis causando 5 mil muertes por año–, neumoconiosis, sordera, secuelas por las vibraciones e invalidez. Según datos de la OIT, a escala mundial las minas emplean a más de 30 millones de trabajadores, y de éstos, unos 10 millones laboran en vetas de carbón como en el caso de Pasta de Conchos. También calcula que otros 13 millones trabajan en lo que se denominan minas pequeñas, las cuales son artesanales y en las que los accidentes son hasta siete veces más frecuentes que en las grandes minas. Todo de conjunto hace una combinación de hechos que resuena fuertemente, como un golpe de un martillo en la roca, en la conciencia de clase de los mineros. Eso provoca que se armen de valor para luchar por sus derechos, que cuestionen, en primera instancia, su entorno inmediato y también el funcionamiento del sistema en el que viven. Es por eso que los mineros de 1906 como los de ahora, tras un letargo de años de inmovilidad y sometimiento a la clase dominante, vencen el miedo a luchar, a perder el empleo, a pasar hambre, se atreven a organizarse y saltan a la lucha. Así como en 1906 fueron los mineros quienes expresaron el fermento revolucionario de los trabajadores mexicanos del campo y la ciudad, en 2009, con el encadenamiento de una decena de huelgas en los últimos años y el terremoto que ha significado la tragedia de Pasta de Conchos, han sido los mineros quienes están expresando el hartazgo de las masas y la cercanía del límite físico y moral a la explotación capitalista y la ausencia de un futuro digno de ser vivido bajo el capitalismo.
Durante los últimos meses, en la minera de Cananea se libra una batalla más entre las fuerzas del capital y el trabajo. Por un lado, la fuerza económica del Grupo México, junto a la fuerza política del régimen de derecha, enemigo histórico de las conquistas de los trabajadores; por el otro, los mineros en huelga en demanda del respeto al Contrato Colectivo de Trabajo, apoyados moral y económicamente por más de 2 mil sindicatos, tanto nacionales como extranjeros, sumando a su causa la solidaridad y el apoyo político de las fuerzas progresistas de México, encabezadas por el presidente legítimo de México, Andrés Manuel López Obrador, los partidos políticos PRD, PT, PC y las agrupaciones políticas agrupadas en el Frente Amplio Progresista. Una batalla de grandes dimensiones porque se está configurando un paralelismo histórico entre las condiciones imperantes en la huelga de 1906 con el movimiento huelguista de hoy.
He aquí algunos datos: producto de una privatización, en 1990, el Grupo México recibe la concesión del gobierno salinista. La minera emplea a 1800 trabajadores sindicalizados, mil administrativos y mil 200 contratistas, todos ellos representan el 16.71 por ciento de la población del municipio. Durante 2006, las utilidades de la minera crecieron en un 148 por ciento con respecto al año anterior. Antes del paro huelguista, los trabajadores producían un capital para la empresa estimado en 3 millones de dólares diarios; al bajar los brazos los obreros, el capitalista deja de ganar. El 30 de julio de 2007, el sindicato minero inicia la huelga en demanda de cumplimiento al Contrato Colectivo de Trabajo; el 7 de agosto de 2007, la JFCA, declara inexistente la huelga. El 17 de diciembre de 2007, el Primer Tribunal Colegiado en Materia de Trabajo, determinó legal la huelga minera. Sin embargo, ante la presión ejercida por el Grupo México y el régimen de derecha, el pasado 14 de abril, la JFCA, declaró por segunda ocasión inexistente la mencionada huelga.
El fondo del problema que se vive en Cananea, igual que en todo el país, es el tipo de gobierno que padece el pueblo, un gobierno que trabaja sólo para los empresarios y que nunca escuchará las demandas obreras. La ideología panista despacha en el municipio de cananea. Se dice que el pueblo eligió como su diputado local en 1997 a Guillermo Padrés Elías, con 9 mil 468 votos, ¿qué hizo por problemas de los mineros? ¡Nada!; en el año 2000 fue electo diputado federal por el II distrito, con 68 mil 712 sufragios. ¿Qué hizo por los mineros en huelga? ¡Nada!; y el 2006, fue electo senador, con 411 mil votos, ¿Qué ha hecho éste hombre a favor del conflicto minero, durante su trayectoria como supuesto “representante popular”? ¡Por los mineros nada! Por Germán Larrea y el Grupo México ¡Todo! A favor siempre de la clase explotadora y sus privilegios; esa ha sido su trayectoria.
Las “victorias” electorales de que se ufana Guillermo Padrés son anti históricas y no pueden entenderse sino como producto de la democracia de mercado, la mercadotecnia electoral y el patrocinio de los intereses a los que sirve. Resulta inentendible que un considerable porcentaje de obreros mineros le haya otorgado su voto; si en Cananea tenemos la cuna de la Revolución Mexicana, de la misma tierra nació la contrarrevolución con el nombre de Guillermo Padrés. Como legislador del PAN, él ha luchado por la cancelación de las conquistas históricas del movimiento obrero, contenidas en la Ley Federal del Trabajo y el espíritu avanzado del artículo 123 de la Constitución, pues es un lacayo de los intereses del gran capital.
Ahora, el mismo Guillermo Padrés se presenta ante el pueblo como candidato a gobernador de Sonora por el Partido Acción Nacional. Los mineros en huelga, el pueblo de Cananea y los municipios sonorenses todos, están bajo la artillería promocional de un producto de mercado, que se pretende sea tan eficaz como para no permitir el razonamiento del pueblo en torno al origen de sus problemas. La derecha gobernante –desde Salinas el privatizador de la minera- hasta nuestros días, son el fondo del problema que afrontan los mineros de Cananea y todo México. La solución definitiva, es el arribo de un régimen progresista que sirva a los intereses del pueblo, que cancele la concesión y renacionalice la minera de Cananea.
¡Qué nadie gane más que el Presidente! Hace unos días, la Cámara de Diputados aprobó una ley para regular los salarios de los funcionarios públicos, fijando como tope de los mismos el salario que recibe el titular del Poder Ejecutivo. Con esta medida, los señores legisladores se quisieron robar un pedazo de gloria, querían recibir un aplauso del pueblo ante su dignidad. Es un paso positivo pero muy limitado, porque no resuelve el problema de fondo de la desigualdad social y la concentración de la riqueza. Se queda en una medida administrativa para regular los salarios de la servidumbre de las clases privilegiadas que han sido instaladas en el aparato estatal para beneficio de las mismas.
La medida sería plausible si se legislara para que nadie gane más que el presidente, pero incluyendo a todos los hombres de la iniciativa privada; es decir, una legislación diseñada no para frenar la avaricia de un sector de los mercenarios de la política, sino una ley general aplicable a todos los estratos de la sociedad, encaminada a evitar la insultante concentración de la riqueza en pocas manos. Una ley que distribuya la renta nacional en forma más equitativa entre las fuerzas productivas, como única alternativa real para combatir de fondo el crecimiento de la pobreza. Si los legisladores quieren obtener la gracia del pueblo y sentirse dignos, que comiencen por elaborar una ley para imponerle topes a la ganancia, igual que se hace con los topes salariales. Esto es, amarrar las ganancias privadas a los salarios. Si la iniciativa privada quiere ganancias dignas, que haya salarios dignos y remuneradores como lo consagra la Carta Magna; debe desaparecer la actual Comisión Nacional de los Salarios Mínimos para consagrar en su lugar una ley de salarios, reglamentaria del artículo 123 de la Constitución y la Ley Federal del Trabajo. Este primero de mayo es una fecha propicia para recordarle al régimen de derecha y a las clases opresoras, que los trabajadores de México ya no demandan “oportunidades”, lo que exigen es ¡justicia! En esta jornada histórica, clasista por excelencia, digamos: ¡Vivan los maestros del proletariado! ¡Vivan los mártires de Chicago, de Cananea y Río Blanco! ¡Proletarios del mundo, uníos!

lunes, 13 de abril de 2009

DECIMO ANIVERSARIO DE UNA PRISION INJUSTA
PARA LOS CINCO CUBANOS DETENIDOS EN ESTADOS UNIDOS
¡LIBERTAD INMEDIATA!

En una modesta contribución para hacer conciencia entre los hombres libres de América, me permito dar cabida en este espacio al excelente artículo de denuncia escrito por la camarada Aleida Godinez, en relación con la injusta detención, arbitraria y violatoria de los derechos humanos, de los cinco ciudadanos cubanos en una cárcel de los Estados Unidos. En apego a los principios del internacionalismo proletario y como muestra de solidaridad del servidor que escribe en este espacio, me sumo a la exigencia general del pueblo cubano demandando la inmediata liberación de los presos políticos.
El citado artículo denuncia lo siguiente: “A lo largo de estos 50 años de Revolución, Cuba ha sido victima de ataques terroristas, sabotajes y asesinatos. Grupos paramilitares asentados en la Florida con el apoyo y consentimiento del Gobierno de Estados Unidos han arremetido contra nuestro pueblo, ocasionando la muerte a 3 478 personas y daños a la integridad física a 2 099.
A pesar de que el Gobierno de Cuba ha puesto al corriente a las autoridades norteamericanas sobre tales prácticas, este no ha tomado medidas para evitar tales ataques. En virtud de ello y con todo el derecho moral que le asiste, Cuba ha enviado hombres desarmados con el objetivo expreso de monitorear las actividades y advertir a Cuba de los planes agresivos de estos grupos de mercenarios y terroristas, muchos de los cuales se involucraron en un pasado reciente a escándalos de tráfico de armas, de seres humanos, de drogas u otras prácticas inmorales.
Cuba ha puesto a disposición del Gobierno de Estados Unidos a través de su Sección de Intereses en La Habana contundentes notas diplomáticas acerca de los planes contra nuestro país.
En discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz el 20 de mayo de 2005, ante más de un millón de cubanos en la Tribuna Antiimperialista y que tituló “La conducta diferente” fueron denunciadas las patrañas y manipulaciones orquestadas por esa administración, que en lugar de hacer justicia y evitar prácticas asesinas contra nuestro pueblo, ordenó al Buró Federal de Investigaciones la detención y aislamiento por espacio de 17 meses antes de que su caso fuera presentado al tribunal en la madrugada del 12 de septiembre de 1998 de cinco de esos valerosos hombres: Antonio Guerrero, Fernando González, Gerardo Hernández, René González y Ramón Labañino, conocidos en el mundo entero por Los Cinco Cubanos. El caso, a pesar de ser fuertemente objetado por la defensa, se llevó a juicio en Miami, donde encontraron albergue más de medio millón de emigrados cubanos, salidos de Cuba en la década de los años 60, con una larga historia de hostilidad, pertenecientes ellos mismos como soldados de fila de los propios grupos mercenarios que ocasionaron en sus ataques la muerte a más de tres mil cubanos.
Después de más de seis meses quedó probado que la presencia de estos cinco cubanos no dañaba la seguridad nacional de ese país, evidencias recogidas en mas de 119 volúmenes y 20 000 paginas de documentos, que incluyeron el testimonio, a solicitud de la defensa, de tres generales retirados del ejército, un almirante retirado, el ex asesor del Presidente Clinton para asuntos cubanos y de altos oficiales cubanos.
Cuando ya el caso estaba listo para consideración del Jurado el gobierno norteamericano presentó una apelación extraordinaria ante una corte superior, alegando que enfrentaba un “obstáculo insuperable” para ganar el caso cuando en realidad se trataba de la imposibilidad de probar el cargo principal de conspiración para cometer asesinato.
Tres posibles jurados previstos anteriormente que habían expresado neutralidad acerca de Cuba fueron descalificados; el jurado seleccionado fue presionado por los medios locales, siendo perseguidos hasta sus autos con el objetivo de filmar sus números de placas y debieron soportar la tensión de los miembros de esos mismos grupos terroristas asentados en la propia localidad donde nunca debió celebrarse el juicio. Aún rechazada la apelación del Gobierno el jurado encontró culpables a nuestros compatriotas y fueron sentenciados a crueles condenas sin precedentes, confinándolos en cinco cárceles de máxima seguridad.
Antonio Guerrero fue condenado a 1 cadena perpetua mas 10 años, Fernando González a 19 años, Gerardo Hernández a 2 cadenas perpetuas mas 15 años, René González a 15 años y Ramón Labañino a 1 cadena perpetua mas 18 años.
En medio de un dilatado proceso de apelaciones, que en estos momentos espera la decisión de la Corte Suprema, en cuanto a si atiende o no el caso, el Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre Detenciones Arbitrarias, luego de un exhaustivo análisis de los documentos presentados por la familia y el Gobierno de Estados Unidos determinó que su privación de libertad es arbitraria y exhortó a ese Gobierno a rectificar tal arbitrariedad, dejando probado teniendo en cuenta las circunstancias del caso, la naturaleza de los cargos y las exageradas sentencias la injusticia cometida con los Cinco Cubanos. La privación de libertad de Los Cinco viola el Articulo 14 de la Convención Internacional sobre Libertades Civiles y Políticas de la cual Estados Unidos es signatario.
A pesar de que los familiares obtienen del Gobierno de Estados Unidos a través de su Sección de Intereses de Norteamérica en La Habana al menos una visa para visitarlos cada 12 meses o año y medio, a Olga Salanueva, esposa de René González, el Gobierno de Estados Unidos le ha negado desde el 2002 hasta la fecha el derecho a viajar a ese país y visitar a su esposo, mientras que Adriana Pérez, esposa de Gerardo Hernández no ha vuelto obtener más permisos para viajar a ese país desde que a su llegada al aeropuerto de Houston, Texas, el 25 de Julio de 2002, las autoridades locales la mantuvieron detenida arbitrariamente durante 11 horas, negándole el acceso a los funcionarios consulares cubanos y revocando su visa, impidiéndole así la entrada a territorio norteamericano, gesto que en ambos casos se considera una condena adicional para René y Gerardo.
Los Cinco, desde sus celdas en Estados Unidos reciben a diario el apoyo de un número indeterminado de personas de buena voluntad en todo el mundo, del pueblo cubano, así como de organizaciones religiosas, de abogados, intelectuales, personalidades, incluidos varios premios Nóbel, de parlamentos, parlamentarios, senadores y organizaciones de derechos humanos, que han denunciado las violaciones cometidas. Una oleada de solidaridad se levanta por el mundo a favor de la liberación de estos cinco hombres presos injustamente por luchar contra el terrorismo.
¡Ábranse las puertas de sus celdas! Solo así podremos confiar en la justicia norteamericana. Aquí termina el artículo de Aleida Godínez. La denuncia pone de manifiesto las flagrantes violaciones a los derechos humanos que ejecuta el policía del mundo, el mismo que se abroga el derecho de juzgar a los pueblos con el sólo argumento de su fuerza más no de autoridad moral ni política ¡Viva José Martí! ¡Viva Fidel! Viva el heroico pueblo de Cuba!
SIN JUSTICIA SOCIAL NO HAY PAZ SOCIAL
EL SALARIO Y SU PODER ADQUISITIVO
ANTE LA COYUNTURA ELECTORAL

El pueblo de México está inmerso en un proceso electoral que lo llevará a elegir el próximo 5 de julio a sus representantes populares. La efervescencia política propia de estas coyunturas se apodera de la opinión pública; las diversas corrientes del pensamiento, las ideologías y las fuerzas políticas se tensan en la disputa por el poder. La exaltación de la conciencia de la sociedad para obtener el sufragio favorable es la mercancía en disputa que todos los contendientes quieren comprar para su causa.
Por eso declaro desde este modesto espacio de la clase trabajadora que, ha llegado el momento de la reflexión serena como ejercicio necesario para emitir un voto razonado y de calidad. Justamente igual que las clases privilegiadas ejercen el derecho de examinar con sumo cuidado el perfil de los candidatos y partidos que cuidarán la continuidad de sus prebendas, las clases laboriosas y desprotegidas tienen el mismo derecho -en teoría- a examinar con pulcritud la oferta electoral de los partidos y candidatos para poder asegurar un voto razonado y de calidad que mejore su nivel de vida a que tiene derecho.
Para no ser despojado de la conciencia y caer sucesivamente como víctima del robo de su sufragio, resulta indispensable el análisis riguroso del marco histórico en que se desenvuelve el proceso electoral y los propios contendientes y sus programas. Si el albañil que construye casas no es propietario de un hogar para alojar a su familia; si el obrero textil invierte su jornada en confeccionar ropa y sin embargo él y su familia andan en harapos; si el obrero fabrica calzado y anda descalzo; si el obrero produce una plusvalía suficiente mediante su jornada de trabajo y hace posible la concentración de insultantes fortunas, y a cambio se le impone un miserable salario que lo condena a vivir en la miseria, entonces es seguro que su participación en los “ejercicios democráticos” no han servido a su causa, lo han engañado y robado, lo han utilizado sólo para legitimar su propia desgracia.
De esa amarga situación el trabajador tiene que tomar clara conciencia y obrar en consecuencia. Si quiere dejar de ser víctima, si quiere superar su estado de postración, tiene que esforzarse para conquistar su propia liberación. Debe visualizar con claridad el por qué la vida es tan fácil para pocos y tan difícil para muchos, antes de decidir su sufragio.
Hay que aprender a desnudar a los partidos y candidatos tramposos en sus insanas pretensiones. A aquellos que acuden a los métodos de la mercadotecnia electoral para posicionar al candidato cursi, hueco de cerebro y sin programa. El mismo procedimiento que utilizan los mercados para promocionar sus productos, usando modelos de sonrisa fingida y muñecos de telenovela, al ser aplicado a la ciencia social de la política se convierte en lo que se llama democracia de mercado. Un modelo light que sustituye con eslogan publicitarios los análisis serios y profundos, el debate de las ideologías y sus programas, los compromisos puntuales ante la sociedad, para convencer y no para sustraer el sufragio del pueblo.
“Por el México que todos queremos”, ¿Qué demonios me dice a mí como trabajador éste eslogan publicitario tan cursi y tan general, utilizado por los politicastros que eluden los compromisos claros? Nada, absolutamente nada. ¿Qué nos quieren decir los candidatos que recurren a este eslogan? Que están con dios y con el diablo, con todos y con ninguno a la vez, dejando abierta la posibilidad de venderse al mejor postor y adoptar –como el agua- la forma del recipiente que lo contenga.
Siendo los salarios y su poder adquisitivo, el tema de mayor importancia para la absoluta mayoría de las clases laboriosas del país, las fuerzas políticas de avanzada tienen la responsabilidad histórica de enarbolar ésta demanda legítima de la clase trabajadora que redunda en el bienestar general del país. Sobre las fuerzas progresistas recae la responsabilidad de articular un compromiso serio ante la clase trabajadora de luchar por la liquidación total de la criminal política salarial que se sostiene hasta hoy, la cual restringe el desarrollo y la calidad de vida del pueblo.
No será la derecha en el poder la que lleve al debate la importancia de los salarios y su poder adquisitivo, pues los vasallos de las clases privilegiadas y el capital financiero son precisamente los autores de la restricción salarial que se aplica rigurosamente año con año. Esas fuerzas retardatarias nunca entenderán que la actual política criminal aplicada a la clase asalariada es el detonante principal del caos y la zozobra que se vive en el país.
Se puede afirmar con toda seguridad que, hablar de la restricción salarial es hablar de la contracción del mercado, del cierre de comercios y la consecuente caída en la producción industrial, terminando el círculo vicioso en el aumento del desempleo. Hablar de los salarios miserables, es hablar del aumento de la violencia social y la ingobernabilidad, porque no hay paz social sin justicia social. Cualquier Estado que se precie de serlo, no se justifica si no proporciona bienestar a su pueblo. Y no podrá haber bienestar mientras el salario, como medio para distribuir el producto del trabajo, y como pilar fundamental sobre el cual descansan las relaciones de producción esté severamente castigado.
Fundamentemos esta posición mediante las cifras del propio gobierno. La producción industrial en México disminuyó 11.1 por ciento en términos reales a tasa anual a enero de 2009, respecto del mismo periodo del año anterior, informó el INEGI. En su comunicado, el organismo público detalló que el sector de las industrias manufactureras tuvo una reducción de 14.9 por ciento anual, derivado de la menor producción en la mayoría de las actividades que la integran. Destacaron las caídas en la fabricación de equipos de transporte, industrias metálicas básicas, equipo de computación, comunicación, medición y otros equipos, componentes y accesorios electrónicos, productos a base de minerales no metálicos, y maquinaria y equipo, principalmente.
Y la correspondencia en la caída de la producción industrial, el cierre de empresas y el despido masivo de trabajadores lo encontramos rápidamente con los siguientes datos: el 60 por ciento de las personas encarceladas en los reclusorios están acusadas de delitos patrimoniales menores a dos mil 500 a tres mil pesos, por eso, ante el aumento de robos, la Comisión de Derechos Humanos del DF propondrá reformas a los códigos penales a fin de no poner en riesgo a quienes se encuentran ahí por pobreza, pues hay quienes sí entienden que las acciones punitivas por sí mismas no frenarán la delincuencia. Antes que seguir invirtiendo en la construcción de miles de cárceles para contener el robo impulsado por la pobreza, lo que debe construirse es un orden material y económico más justo para que el jefe de familia pueda resolver el sostén de su familia mediante su trabajo honrado.
El problema es que la descomposición social que está generando el abismo social abierto por la derecha en el poder está en aumento todos los días. Crece en forma piramidal; una parte de la delincuencia menor asciende a otras etapas donde se organiza en bandas delincuenciales, con mayor experiencia, más técnica y armamento sofisticado. Vea usted lo que produce el modelo económico aplicado por el calderonismo y sus “acciones responsables”. Durante el año pasado los secuestros en México crecieron en 50.9 por ciento con respecto al 2007, al totalizar 943 casos denunciados, principalmente de comerciantes y empresarios. De acuerdo con un estudio elaborado por el Sistema Nacional de Seguridad Pública, en 2002 hubo 540 secuestros, 582 al siguiente año, y en 2007 subió a 625. El 2008 quedará registrado como el año que más secuestros se cometieron, 943 oficialmente; no obstante, organizaciones como el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal en México afirma que hubo más de mil secuestros, es decir, un aumento de casi 100 por ciento en relación con los registrados en 2005.
Los empleos que no genera el gobierno de derecha los está generando el narcotráfico. Según la nota de OEM-Informex, del miércoles 11 de marzo, en el negocio de las drogas en México participan directamente 150 mil personas, mientras que otras 300 mil se dedican al cultivo y procesamiento de marihuana y opio. La misma nota afirma: “En una audiencia ante el Subcomité de apropiaciones para Operaciones Extranjeras y del Departamento de Estado, de la Cámara de Representantes, se apuntó que el trasiego de las drogas es tan productivo para los cárteles de la droga, que las ganancias procedentes del tráfico de narcóticos, incluyendo al de la cocaína y metanfetaminas, les generan aproximadamente entre 13 mil y 25 mil millones de dólares cada año.
Cuando el Estado neoliberal “fallido” aplica rigurosamente las profecías del mercado y renuncia a sus responsabilidades de elevar el nivel de vida y crear los empleos que el pueblo demanda, el narcotráfico se hace cargo de llenar ese hueco, creando parte de los empleos que demanda la sociedad. El trabajador sin esperanza de resolver sus problemas viviendo del salario mínimo, los que viven en la economía informal y los desempleados que viven en la zozobra diaria, son empujados por el sistema a nutrir las filas del narcotráfico.
Inclusive, hablar de la criminal política salarial y sus nefastos resultados es hablar al mismo tiempo de la soberanía e independencia nacionales, porque la descomposición social que prevalece, capitaneada desde la cima de la pirámide delincuencial por las bandas de secuestradores y narcotraficantes da cabida al descarado injerencismo de la secretaria de Estado de los Estados Unidos, la señora Hilary Clinton, para que nos venga a ofrecer su generosidad de trabajar “hombro con hombro” con el gobierno mexicano a través de la Iniciativa Mérida “para entrenar y equipar a las fuerzas del orden público mexicanos, así como reforzar el sistema judicial y a sus instituciones democráticas”.
La estancia en nuestro país de la alta funcionaria del gobierno norteamericano no podía ser desaprovechada por el calderonato, para hacerle saber que los mexicanos no podemos resolver el problema solos, que imploramos su ayuda. Por órdenes de Los Pinos, la Secretaría de Seguridad Pública distribuyó durante la visita de la funcionaria un documento donde se precisa que en 2008 se detectaron dos mil 437 zonas de impunidad en al menos 16 entidades del país, y en lo que va del año se han sumado otras 233. Indudablemente, Soberanía e independencia nacionales son términos que no se encuentran registrados en la agenda de los vasallos que administran temporalmente el México de Benito Juárez.
.Enarbolar la lucha por la liquidación de la política salarial restrictiva es una legítima demanda del pueblo. La angustia, desesperación e impotencia, es el estado de ánimo de por lo menos 10 millones de mexicanos que perciben de un salario mínimo hacia abajo, incluyendo a los parias que sobreviven con menos de dos dólares diarios, porque para ellos no hay esperanza de un mañana mejor. Tampoco cambiarán las cosas para aquellos que tienen la suerte de recibir entre uno y cinco salarios mínimos diarios, ni en general, para todo el conglomerado de 60 millones de mexicanos que se consideran en el rango de pobreza. La esperanza se consume ante la completa indefensión que hasta ahora se ha observado de este sector mayoritario del pueblo que es entregado con las manos amarradas, año con año, a los intereses del gran capital, por el apego irrestricto a la política salarial del Estado neoliberal.
Desesperanza ante tal estado de indefensión sí, porque por lo menos en el corto plazo no se avizora un horizonte diferente, que le de entrada a un cambio radical en la política salarial por la vía institucional. El “aumento” de 4 por ciento vigente desde el primero de enero, que constituye un promedio de dos pesos por jornada, no fue protestado en su momento, ni siquiera por la representación obrera que integra la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos.
El tema salarial no figura en el proyecto de la Reforma del Estado, presidida por el senador neoliberal Manlio Fabio Beltrones; mucho menos es tema de preocupación para la Suprema Corte de Justicia, la institución que se promociona como garantía de que la Constitución se cumpla cabalmente. Esa actitud de cerrazón, de insensibilidad, pero más que nada, de radicalización de la lucha de clases, está empujando peligrosamente a que, nuevamente, (parafraseando a José María Morelos en los célebres Sentimientos de la Nación) “la nación abra sus labios y empuñe la espada para ser oída”.
En los años setentas el gobierno federal suscribió el Convenio 131 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para regular los salarios mínimos, el cual señala que las necesidades de la población, y no la inflación, deben determinar los aumentos salariales. En el artículo tercero, dicho convenio que México ratificó, señala: “Entre los elementos que deben tenerse en cuenta para determinar el nivel de los salarios mínimos, deberán incluirse (…) I.- las necesidades de los trabajadores y de sus familias habida cuenta del nivel general de salarios en el país, el costo de vida, de las prestaciones de seguridad social y del nivel de vida relativo de otros grupos sociales; II.- los factores económicos, incluidos los requerimientos del desarrollo económico, los niveles de productividad y la conveniencia de alcanzar y mantener un alto nivel de empleo”. Sin embargo, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, en lugar de hacer los cálculos para recuperar lo perdido mantiene amarrado el crecimiento salarial a la expectativa inflacionaria.
La agresiva política salarial violenta flagrantemente la Constitución General de la República, la cual establece, en su artículo 123: “los salarios mínimos deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia en el orden material, social y cultural”. Sin embargo, en vez de apegarse al mandato constitucional, la estrategia económica neoliberal ha agrandado dramáticamente la brecha entre el salario mínimo real y el que ordena nuestra Constitución.
Hemos vivido ya más de un cuarto de siglo bajo la dictadura impuesta por los mercados financieros, y en este largo túnel oscuro de “ajustes estructurales y disciplinas macroeconómicas”, los salarios mínimos han sido reducidos a menos de la tercera parte del poder adquisitivo que tenían en 1982, al descender de $ 32.72 en ese año, a $ 9.74 en 2007, a precios de 1994. Más aún, la política salarial retrógrada situó estas percepciones por debajo de las prevalentes en 1946, cuando el salario mínimo fue de $ 13.37, a precio de 1994; de modo que acumulamos una regresión de más de medio siglo en la mejora del bienestar de los asalariados más desvalidos. Puesto que los incrementos de los salarios mínimos han servido de guía para las negociaciones contractuales, los trabajadores del sector formal de la economía han sufrido también un agresivo deterioro de su poder adquisitivo: los salarios contractuales de las ramas de jurisdicción federal perdieron el 62.2 por ciento de su poder de compra durante el período de 1983-2007, acumulando también una regresión mayor de medio siglo.
Ese es el tan ponderado “Bien Común”, y por sus frutos los conoceréis. En vez de utilizar la política salarial como herramienta para elevar paulatinamente el nivel de vida de los trabajadores y mejorar la distribución del ingreso y la justicia social, la tecnocracia neoliberal la ha utilizado como ancla antiinflacionario: los incrementos del salario mínimo han sido iguales a las tasas de inflación proyectadas, casi siempre superadas por la inflación realmente observada, de manera que se ha provocado un deterioro ininterrumpido del poder de compra del salario. Así es como dicen combatir a la pobreza, sacrificando el bienestar de las clases proletarias para mantener a la plutocracia y sus signos de valor.

La ideología de la desigualdad que ha inspirado esta política salarial afirma: incrementos salariales superiores a la inflación esperada provocaría una carrera entre precios y salarios que acabaría deteriorando aun más al salario real. Desde luego, este dogma no está validado por la experiencia histórica. Hay que recordarlo: durante la época del desarrollo estabilizador (1959-1970), los incrementos nominales del salario mínimo (9 por ciento en promedio anual), fueron siempre superiores a las tasas de inflación (2.5 por ciento anual). Además, los aumentos salariales superaron también la suma de la tasa de inflación más la tasa de incremento de la productividad, la cual creció 4.3 por ciento anual. Como resultado, el salario real se incrementó a una tasa media de 6.3 por ciento anual. No obstante los incrementos salariales jamás desencadenaron una escalada inflacionaria.
Lo anterior ocurrió porque la política de Estado era todavía congruente con el proyecto social de la Revolución Mexicana, consistente en buscar el abatimiento de la desigualdad. Entre los propósitos del desarrollo estabilizador figuraron: “aumentar los salarios reales y mejorar la participación de los asalariados en el ingreso nacional disponible” (Ortiz MENA, el desarrollo estabilizador, FCE, México, 1998). Con firmeza y congruencia, ambos propósitos fueron cumplidos: la participación de los salarios en el ingreso nacional disponible (IND) pasó del 26.3 por ciento en 1950-1958, al 35.2 por ciento en 1959-1967 y al 38.3 por ciento en 1970.
Cabe destacar que, aunque los salarios reales y la distribución del ingreso entre los factores de la producción mejoraron considerablemente, la masa de ganancias empresariales creció aceleradamente, debido al crecimiento también acelerado del PIB, que se incrementó a una tasa media del 6.8 por ciento anual durante el período 1959-1970, sustentado precisamente en un pujante mercado interno. En contraste, el modelo neoliberal ha traído consigo un círculo perverso: empobrecimiento de los asalariados y drástico deterioro de la distribución del ingreso. La participación de los salarios en el ingreso nacional disminuyó del 41.7 por ciento del IND en el período de 1970-1982, al 35.1 por ciento en el período de 1983—2004, e incluso al 33.4 por ciento del IND sólo en 2004, lo cual ha provocado un severo achicamiento del mercado interno, derivando en un raquítico crecimiento del PIB, cuyo incremento apenas ascendió al 2.5 por ciento anual durante el período de 1983-2007. Es la etapa de la pobreza galopante.
Hemos visto pues, la importancia del tema salarial que tiene que ver con el desarrollo general del país, una legítima demanda que tiene que ser enarbolada por las fuerzas progresistas en esta coyuntura electoral. ¡Sin justicia social, no hay paz social!
EMILIANO ZAPATA VIVE EN LA CONCIENCIA NACIONAL



El pueblo de México y en particular el agrarismo del país recuerdan un
aniversario luctuoso más de la muerte del General Emiliano Zapata, producto
de una artera traición en la hacienda Chinameca, Morelos, el 10 de abril
de 1919.

La presente colaboración la dedicaremos para recordar el rompimiento
de Emiliano Zapata con el presidente Francisco I. Madero. Dos personajes
centrales de la Revolución Mexicana que combatieron por intereses
distintos. Madero, siendo miembro de una de las familias más ricas de
México, latifundistas por excelencia, representaba a la burguesía descontenta con la dictadura de Porfirio Díaz, quienes por medio de la revolución
exigían un cambio político, sí, pero sin tocar la estructura económica que
imperaba al momento. Por su parte, Emiliano Zapata, representaba el dolor
del pueblo mancillado y explotado por los hacendados y la propia dictadura
porfirista; deseaban obtener de la revolución, además de un cambio político
un cambio económico, por ello demandaban el reparto inmediato de tierras a
los campesinos. Dos posiciones distintas que chocaron inevitablemente
cuando Zapata le exigió al Presidente Madero el reparto de tierras.

El 7 de junio de 1911, Emiliano Zapata es de los primeros
revolucionarios en entrevistarse con Madero. La comida a la que acude
-llena de aduladores- le deja mal sabor de boca. Días más tarde, Madero
visita Morelos y Guerrero, zona que había soslayado en sus campañas
presidenciales. Su conducta, generosa por igual con hacendados y
revolucionarios, provoca en Zapata sentimientos de duda. No comprende por
qué presta oídos a quienes critican la violencia zapatista en la toma de
Cuautla. Había sido una revolución o no? Muy pronto, los periódicos de la
capital, azuzados, claro, por los hacendados, inician una campaña de
desprestigio contra el "bandido" Zapata, de quien se espera, en cualquier
momento, una sublevación. El periódico Nueva Era de Juan Sánchez Azcona lo
defiende.

Madero lo invita a México. La entrevista entre ambos caudillos tiene
lugar el 21 de junio en la casa de Madero, en la calle de Berlín. Gildardo
Magaña recordaría la forma -a un tiempo parabólica, cortés y terminante-
en que Zapata expuso las razones de su revolución. Había tensión en la
atmosfera. Zapata lo rompió acercándose a Madero. Señaló la cadena de oro
que éste traía en su chaleco y le dijo: Mire señor Madero, si yo, aprovechándome de que estoy armado, le quito su reloj y me lo guardo, y
andando el tiempo nos llegamos a encontrar, los dos armados con igual
fuerza, tendría derecho a exigirme su devolución?. Sin duda -le dijo
Madero-; incluso le pediría una indemnización. Pues eso, justamente
-terminó diciendo Zapata- es lo que nos ha pasado en el estado de Morelos,
en donde unos cuantos hacendados se han apoderado por la fuerza de las
tierras de los pueblos. Mis soldados (los campesinos armados y los pueblos
todos) me exigen diga a usted, con todo respeto, que desean se proceda
desde luego a la restitución de sus tierras.

Al día siguiente, Emiliano Zapata hizo unas declaraciones
conciliatorias al diario católico El País, que no antipatizaba con su
causa: "El General Zapata (manifestó) que si él se afilió al partido
revolucionario no fue guiado por la idea de lucro, sino por patriotismo...
el odio demostrado hacia mí por los hacendados morelenses no me lo explico,
como no sea porque arrebaté a la explotación que por parte de ellos eran
víctimas, los obreros que les enriquecían con el fruto de su sangre y de su
sudor; comprenderán que de ser ciertas las acusaciones que se me dirigían
no hubiera venido como lo he hecho a presentarme al Sr. Madero.

"Ahora voy a trabajar con el licenciamiento de los hombres que me
ayudaron, para después retirarme a la vida privada y volver a dedicarme al cultivo de mis campos, pues lo único que anhelaba cuando me lancé a la
revolución era derrotar al régimen dictatorial y esto se ha conseguido".
Aparte del endoso explícito a Madero, lo que llama la atención de las
declaraciones de zapata es su insistencia en desmentir a los que dudaban de
su desinterés. En ese momento cuando habla de sus "tierras de labor", nada
lo indigna más que la palabra "bandido".

Su deseo, en efecto,, era retirarse a la vida privada y disfrutar de
su inminente matrimonio con la que sería su única mujer legítima: Josefa
Espejo. Pero antes había que licenciar a las tropas y dejar Morelos bajo el
mando de Raúl Madero -o de cualquiera, menos de Ambrosio Figueroa, o de
los federales Blanquet y Huerta. El gobierno interino presiona para el
primer objetivo. Zapata cede, pero no por entero. A mediados de agosto
solicita al presidente De la Barra el retiro de las fuerzas federales a
cambio de la paz "en veinticuatro horas". Ese mismo día escribe -con la
ayuda de Otilio Montaño- a Madero: "Si la revolución no hubiera sido a
medias y hubiera seguido su corriente hasta realizar el establecimiento de
sus principios, no nos veríamos envueltos en este conflicto; ¿ por qué,
pues, por una petición justa, del pueblo y del ejército, se nos trata de
reos de grave delito, cuando no hemos tenido otro que el de haber sido
defensores de nuestras libertades? yo, ni por un momento he dudado de que
usted sostendrá los principios por los cuales el pueblo mexicano derramó su
sangre y en la cuestión a que en este momento me refiero, tengo fe y la he
tenido siempre, en que usted evitará el derramamiento de sangre que se
prepara contra nosotros, me reitero su fiel subordinado".

Estaban dados ya todos los elementos de la discordia, del choque entre
las dos clases sociales a las cuales representaban. Una y otra vez Zapata
repetía las palabras "fe" y "fidelidad" implicando ya, con ellas, su
contraria: traición. Madero lo comprende y escribe midiendo cada palabra: "
Comprendo muy bien los sentimientos que inspiran a ustedes y por eso vine a
México a exponer al Supremo Gobierno la situación, en vista de lo cual se
ha acordado solucionar el conflicto en esa, en forma que estoy seguro será
aceptada por ustedes y que les haré saber a mi llegada a ésa. Para lograr
mis vehementes deseos, la condición esencial es, que ustedes sigan teniendo
fe en mí, como yo la tengo en ustedes. En prueba de lo cual voy a ésa, a
pesar de que han venido noticias de que mi vida peligrará yendo allá. Pero
no creo nada de ello, porque tengo confianza en ustedes".

Al llegar a Morelos el 18 de agosto, en un discurso Madero llama a
Zapata "integérrimo General". Todavía creen uno en el otro, pero actúan en
un marco desfavorable creado por los hacendados, la histeria de la prensa
capitalina, las opiniones racistas de De la Barra y el celo del General
Victoriano Huerta -indio experto en combatir indios, veterano de las
guerras contra Yaquis y Mayas- que avanza sobre Yautepec para "reducir a
Zapata hasta ahorcarlo". A los cuatro días de su estancia, Madero comprende
que las autoridades centrales no le hacen el menor caso y se retira. Temen
con razón, que Zapata se llame a engaño, pero lo único que puede ofrecerle
es una promesa: "aprecio debidamente los servicios que usted prestó a la
Revolución... Cuando llegue al poder le aseguro que le recompensaré sus
servicios".

Durante todo el interinato Zapata sufrió el embate de los fusiles y
las palabras. Estas lo indignaban más que aquéllos. Le revolvía las
entrañas oír que los pelones federales gritaran a sus hombres "bandidos
come vacas". Acaso conoció zapata las alarmas del diputado José María
Lozano en la Cámara de Diputados? “Era el nuevo Atila, la reaparición
atávica de Manuel Lozada, un Espartaco, el libertador del esclavo, el
prometedor de riquezas para todos. Es todo un peligro social, es
sencillamente la aparición del subsuelo que quiere borrar la superficie...
Ya Zapata no es un hombre, es un símbolo"

Era natural que al llegar Madero a la presidencia las relaciones con
Zapata estuviesen irremediablemente deterioradas. Existió sin embargo un
último intento de avenencia por mediación del ingeniero Alfredo Robles
Domínguez. Las condiciones de zapata no podrían ser más razonables: retiro
de Figueroa, nombramiento de Raúl Madero y una pálida mención al problema
de la tierra: "Se dará una ley agraria procurando mejorar la condición del
trabajador del campo". En una decisión que a la postre lamentaría, Madero
lo conmina a "rendirse a discreción y salir del país... su actitud de
rebeldía está perjudicando mucho a mi gobierno".

Es el momento del rompimiento. Días más tarde, zapata describe a
Gildardo Magaña la esencia de su discordia: "Yo, como no soy político, no
entiendo de esos triunfos a medias; de esos triunfos en que los derrotados
son los que ganan; de esos triunfos en que, como en mi caso, se me ofrece,
se me exige, dizque después de triunfante la Revolución salga no sólo de mi
estado, sino también de mi patria... Yo estoy resuelto a luchar contra todo
y contra todos sin más baluarte que la confianza, el cariño y el apoyo de
mi pueblo".

Los "triunfos en que los derrotados son los que ganan" tenían para
Zapata un nombre: traición. Zapata era un hombre de convicciones absolutas.
Por eso no pudo interpretar las reticencias de Madero para repartir la
tierra y su debilidad para imponerse a De la Barra y Huerta, más que como
una traición en el sentido bíblico del término, como el pecado que incluye
todos los pecados, como la falta de Iscariote que provocó la muerte del
redentor.

A aquél último intento conciliador de Madero, Zapata respondió: "Ya
puede ir contando los días que corren pues dentro de un mes estaré en
México con 20 mil hombres y he de tener el gusto de llegar a Chapultepec
y... colgarlo de uno de los sabinos más altos del bosque". Aquel
desencuentro entre dos hombres de fe seria uno de los momentos trágicos de
la Revolución. El propio Madero lo reconoció en sus últimas horas ante
Felipe Ángeles. Quizá entonces la actitud de Zapata le pareció
comprensible: tenía siglos de esperar.

En este 90 aniversario luctuoso de la muerte del general Emiliano
Zapata, es momento propicio para que las generaciones actuales nos
preguntemos si hemos sido capaces de defender las conquistas logradas para
los agraristas mexicanos y el pueblo en general, en base a la sangre
derramada por el caudillo del sur y sus hombres. Ahora que somos gobernados por la derecha y por los nuevos hacendados que gobiernan igual que Porfirio
Díaz, hagamos conciencia de nuestra responsabilidad histórica en defensa
del legado zapatista y los principios de la Revolución Mexicana. El
espíritu de Emiliano zapata debe cabalgar de nuevo!

EL TRIUNFO DE LA REACCION ES MORALMENTE IMPOSIBLE

RECORDEMOS LA OBRA INMORTAL DE BENITO JUAREZ

Cuando “Desde la Fe” se hacen sonar las campanas para llamar al pueblo a emitir un voto de castigo hacia los adversarios políticos, haciendo más que evidentes ante la opinión publica los intereses electorales del clero y su brazo electoral, el Partido Acción Nacional, resulta necesario recurrir a las enseñanzas del patricio oaxaqueño. Cuando la soberanía y la independencia nacionales se ven comprometidas ante el asedio del imperio yanqui, que amenaza con intervenir militarmente en nuestro país para “ayudar” generosamente a erradicar las bandas delictivas de narcotraficantes, resulta imprescindible rescatar la vigencia plena de la obra juarista.

Las circunstancias y el marco histórico que nos rodea son difíciles, igual lo eran en los tiempos juaristas, pero su espíritu indomable, su elevado patriotismo, y su temple ante la adversidad junto al empuje del pueblo fueron determinantes para escribir la epopeya victoriosa en el Cerro de las Campanas. Urge que retomemos sus cualidades de patriota y de guerrero invencible para celebrar cada quien desde nuestro puesto de combate el 203 aniversario del natalicio juarista.

Los pilares fundamentales de la nación mexicana son Hidalgo, Morelos y Juárez. Constituyen la misma lucha, el mismo ideal, el mismo rumbo, Hidalgo ha trascendido al paso del tiempo, porque además de iniciar la lucha por la independencia de la patria, emergió como un profundo reformador social que con gran visión supo determinar que la lucha insurgente debía ser también la lucha para obtener mejores condiciones de vida del pueblo, mediante la destrucción del orden colonial de la Nueva España; caracterizado por la explotación y la discriminación social, en donde la Iglesia Católica jugó un papel preponderante para mantener el dominio español. La historia le dio la razón a Hidalgo, porque a pesar de que se obtuvo la independencia en 1821, pero sin tocarse el régimen económico y social del virreinato, los problemas siguieron vigentes y la lucha continuó. Estaban en pugna dos concepciones sobre la nación: el México con las características de la colonia, para el provecho de una minoría, posición que fue defendida por la corriente clerical y conservadora. De otra parte, el México que defendía la corriente histórica nacionalista, popular y revolucionaria, inspirada en Hidalgo, Morelos y Guerrero. A esta corriente liberal se ligó Benito Juárez desde 1830, en que inició su participación política.

A mediados del siglo XIX, después de tres décadas de enfrentamiento ideológico y político entre esas dos concepciones históricas del país, irreconciliables, la situación hizo crisis, demandando una solución definitiva. Al triunfo de la Revolución de Ayutla, la corriente liberal promulgó la Constitución de 1857 y otras leyes, y aunque esas medidas no tenían la profundidad que se requería, fueron suficientes para motivar la airada rebelión del grupo clerical reaccionario que vio afectados sus fueros y privilegios.

Al Presidente Benito Juárez, le tocó hacer frente a la Guerra de Tres Años, a la Intervención Francesa y al llamado Imperio de Maximiliano, que en rigor constituyeron episodios de un mismo hecho histórico, originado por la ambición del clero y los conservadores. La obra que consumó entonces Benito Juárez, como líder ideológico indiscutible de los hombres de La Reforma es enorme: estableció la plena soberanía del Estado Mexicano sobre todas las corporaciones, entidades y personas del país y recuperó para el Estado el control directo de todas sus atribuciones y facultades, creando al respecto las instituciones jurídicas necesarias para el buen desarrollo de la vida social.

Asimismo, Juárez destruyó los vestigios de la colonia mediante la promulgación de las Leyes de Reforma e instituyó la completa independencia del Estado y al Iglesia, y en consecuencia, el fin de las relaciones de México con el Vaticano y la prohibición de la presencia de funcionarios públicos en las ceremonias religiosas. El benemérito defendió con patriotismo ejemplar la independencia, la soberanía y la integridad de la nación hasta derrotar en forma aplastante a los invasores franceses, destruyendo en forma definitva los apetitos imperiales sobre nuestro país. El juarismo entregó a la nación y a los pueblos del mundo los principios de una política exterior justa: el respeto a la autodeterminación de los pueblos y la no intervención. Decretó la libertad de conciencia, el derecho a creer o no creer y la completa liberta religiosa; creó el sistema educativo nacional fundado en la escuela científica y laica, gratuita y obligatoria, base de la democracia y de la plena formación del hombre. De ésta forma quedó unido indisolublemente, el nombre de Juárez a México.

Décadas más tarde, ya entrado el siglo XX, la Revolución Mexicana ratificó y enriqueció los fundamentos trazados por el Presidente Juárez y vigorizó esta concepción de nación, estableciendo los derechos sociales y mayores atribuciones al Estado para intervenir en la economía del país, con objeto de impulsar el desarrollo económico y crear mejores formas de vida del pueblo. Sin embargo, este rumbo histórico que viene desde Hidalgo, Morelos, Guerrero, Juárez y la Revolución Mexicana, al que podríamos calificar como de nación independiente y soberana, comprometida con el bienestar del pueblo, ha sido interrumpido y fracturado por la ascensión de la derecha al poder, quienes han continuado y profundizado la política neoliberal que tantos y severos daños ha causado a nuestro sufrido pueblo. El propósito fundamental de estas fuerzas negativas que nos gobiernan, es sustituir el modelo de nación creado por el pueblo a través de sus tres revoluciones, para imponerle a la nación el rancio conservadurismo de sus antepasados.

Al efecto, los gobiernos de derecha han vulnerado la función histórica del Estado revolucionario mexicano como promotor del desarrollo y ha cedido este papel a una minoría enriquecida. A su vez, se ha pretendido minar la conciencia patriótica de los mexicanos, con la tesis falsa de que sólo conciliando los intereses de México con los del imperialismo norteamericano podremos progresar; en esta embestida antinacional, el clero ha tomado su lugar en el terreno ideológico para disipar del pueblo la posibilidad de construir una sociedad justa y digna.

Esta concepción distinta de nación que postula la derecha tiene como protagonistas al clero, a la minoría enriquecida y a los yanquis, los cuales despliegan febrilmente todos sus esfuerzos para deteriorar los cimientos históricos, sociales y políticos de nuestra nación. Ahora mismo, los intereses imperiales atacan de nuevo presionando a sus personeros domésticos para adueñarse de lo que nos queda de patrimonio nacional.

De nueva cuenta están en pugna dos concepciones irreconciliables de nación: una es la que se sustenta en las luchas y principios históricos de nación independiente, comprometida con el bienestar del pueblo, la otra es la de estos sectores que quieren borrar la conciencia de los mexicanos y destruir la nación transformándola en una entidad subordinada a los Estados Unidos, donde los principios de soberanía, independencia, justicia social y patria dejan de tener sentido. En la celebración de un aniversario más del natalicio del héroe más grande de México, Benito Juárez, y ante las actuales acechanzas del exterior que se llevan a cabo en contubernio con las fuerzas retardatarias y conservadoras, vencidas ayer por Juárez, y que por desgracia hoy nos gobiernan, es útil recordar las palabras de Juárez en su memorable carta al embajador de México en los Estados Unidos, Matías Romero, cuando el país se encontraba en circunstancias difíciles por la ocupación de nuestro territorio por las fuerzas francesas.

"Qué el enemigo nos venza y nos robe si tal es nuestro destino; pero nosotros no podemos legalizar ese atentado, entregándole voluntariamente lo que nos exige por la fuerza. Si la Francia, los Estados Unidos o cualquiera otra nación se apodera de algún punto de nuestro territorio y por nuestra debilidad no podemos arrojarlo de él, dejemos siquiera vivo el derecho para que las generaciones que nos sucedan lo recobren. Malo sería dejarnos desarmar por una fuerza superior, pero sería pésimo desarmar a nuestros hijos privándolos de un buen derecho, que más valientes, más patriotas y sufridos que nosotros lo harán valer y sabrán vindicarlo algún día": Benito Juárez García