martes, 26 de enero de 2010

EL PRI PELEA EXCLUSIVIDAD EN LAS ALIANZAS CON EL PAN

Sin autoridad moral ninguna, distinguidos priístas se han lanzado en santa cruzada contra las publicitadas alianzas electorales proyectadas para los próximos comicios entre el PAN y el PRD. La plana mayor del ex revolucionario, actuando cual cónyuges heridos por la infidelidad del PAN ha sacado la casta ante la opinión pública reclamando la exclusividad en las alianzas con la derecha.
Según la óptica de los priístas ofendidos, el ya maduro matrimonio entre el prianismo, inaugurado en el amanecer del salinismo, debe ser inalterable, no admite los coqueteos de un tercer amante, representado en esta discordia conyugal por la izquierda desteñida de un sector del PRD, porque esto pone en peligro la institucionalización del prianato, que tan buen papel ha desempeñado como fuerza legitimadora de la dictadura oligárquica.
Hemos leído que, lo mismo Manlio Fabio Beltrones, Mario Marín, gobernador de puebla, el agudo analista político Eduardo Andrade, y una pléyade de priístas haciendo coro con su dirigente nacional, doña Beatriz Paredes, no han dudado en calificar las posibles alianzas PAN-PRD como negociaciones “contra natura”, dada la enorme diferencia entre sus respectivas plataformas. Tienen razón, entre otras cosas, por lo que apunta el columnista Eduardo Andrade, “las vinculaciones tácticas entre enemigos ideológicos conducen al sacrificio de una de sus partes, y todo indica que el PRD no tiene una carta fuerte en ninguno de los estados donde pretenden efectuar tan grotesco connubio. Así, el esfuerzo de quienes vislumbraron la organización de una izquierda viable habrá sido inútil ante el pragmatismo suicida en que se ha embarcado la dirigencia perredista; de ahí el valor de posicionar al PRI como una opción de izquierda hecha por su presidenta”.
Seguramente que el columnista referido hace alusión al discurso pronunciado en Boca del Río, Veracruz, el pasado 22 de enero, por Beatriz Paredes. La misma flamante dirigente tricolor que le exige a los diputados locales de su partido aprobar las leyes estatales antiaborto promovidas por el PAN, y cuyo retroceso histórico ya alcanza a 17 estados del país. Sí, la misma lideresa que cree engañar al pueblo con su doble discurso, la que en ese magno evento político sacó frases olvidadas de su desván para presentar su florido, como hueco y sin sustento, discurso ante los legisladores de su partido ahí reunidos.
En su alocución se atrevió a sentenciar: “nosotros somos progresistas, y si me permiten reivindicar un concepto de un gran mexicano, Adolfo López Mateos, nosotros somos de izquierda dentro de la Constitución mexicana”. Ya entrada en gastos siguió diciendo: “es momento no sólo de reivindicar nuestra estirpe independentista, nuestra raigambre revolucionaria, nuestra convicción política de cuidar la armonía, el diálogo con todas las fuerzas y la construcción progresista de la estabilidad del país, nuestra ideología de avanzada”.
De manera tal que, según lo dicho por Beatriz Paredes el PRI es de izquierda, y tenemos que también el PRD es de izquierda. Aquí habría que aclarar que estamos hablando del sector que comanda Jesús Ortega, que en su esencia representa la izquierda desteñida, colaboracionista, los “moderados” que no tienen empacho en comulgar con la derecha. Esto nos da como resultado que el PAN, como fuerza preponderante, hace alianzas con las llamadas “izquierdas”, llámense del PRI o PRD, en cada tiempo según convenga a sus intereses. Desde ayer hasta hoy, con el priísmo para imponerle al país los retrocesos políticos y económicos; hoy con el PRD, cometiendo adulterio al serle infiel al PRI, todo con tal de ganar más espacios.
Tan fraudulentas son las alianzas del PAN-PRD, como el discurso engañoso del PRI y su dirigente Beatriz Paredes, su florida pieza oratoria en Boca de Río hay que tomarla como lo que es, puras palabras que se lleva el viento. Más que el discurso, lo que define el perfil de un partido son sus hechos, ¡por sus frutos los conoceréis!
El caso es que, como dicen en mi pueblo que la zorra no se ve la cola, los distinguidos priístas no han reparado en sus propios pecados, deben lubricar más su memoria porque si ellos olvidan el pueblo no. Por lo menos durante las últimas décadas las alianzas entre el PRI y el PAN han sido de uso cotidiano, recordemos que las concertacesiones salinistas fueron el inicio de las santas alianzas; la privatización del ejido fue un fruto de la misma alianza; el desmantelamiento de la economía nacional, fruto de la alianza; la privatización de ferrocarriles, puertos, aeropuertos y carreteras, fruto de la alianza; la criminal política salarial, fruto de la alianza; el alza al impuesto del IVA, fruto de la alianza; la privatización de la seguridad social (IMSS-ISSSTE), fruto de la alianza; todas las excluyentes y antidemocráticas reformas electorales, fruto de la alianza; la legitimación de Felipe Calderón en 2006, fruto de la alianza; la reforma fiscal de 2009, que eleva los impuestos al pueblo y castiga sus bolsillos, fruto de la alianza. Amén.
Toda esa interminable letanía de alianzas entre el PRI y el PAN no son vergonzantes ni contra natura, como señalan los tricolores en el caso de las proyectadas alianzas que combaten. Los hechos han demostrado que tales conjunciones se han dado por identidad ideológica y comunión de intereses. Cuando el priísmo abandonó la ideología original que les dio sustento para aceptar el engendro ideológico que promueve el llamado PRI del Siglo XXI, el que cambió la revolución por la armonía, todo fue posible, y los resultados están a la vista.
No se puede entender el caos que vive el país en todos sentidos sin la participación del PRI, por eso, la perspectiva del pueblo de México frente a los próximos procesos electorales de este año y en los que siguen es, ni alianza con el PRI ni alianza con el PAN, porque éstas fuerzas políticas están claramente identificadas como custodios de la feroz dictadura oligárquica que padecemos. Es de una importancia insoslayable que cada mexicano adquiera la plena conciencia de su condición, para que ubique razonadamente a los enemigos del pueblo y pueda liberarse de su esclavitud. La tarea de nuestro tiempo es bien clara, hay que derribar el estatus de zozobra que nos ahoga, junto con sus lacayos.

sábado, 23 de enero de 2010

LA OTRA VERDAD SOBRE LA TRAGEDIA EN HAITI

Hago un alto en el camino para reflexionar sobre la tragedia centenaria que vive el hermano pueblo de Haití, hoy multiplicada por el terremoto ocurrido hace unos días. El tercer capítulo que correspondería entregar a ustedes esta semana del extenso artículo que estoy escribiendo bajo el título: “El año 2010, como en 1910 y 1810; ha llegado el tiempo de desatar las fuerzas del pueblo”, tendrá que esperar hasta la próxima semana, para darle cabida en este espacio a un artículo escrito por el periodista José Luis Vivas, que a su vez envió a mi correo el compañero Luis Langarica, dada la gran importancia que reviste el que la comunidad conozca la otra verdad sobre los problemas que hoy afronta el pueblo haitiano. Desde aquí nuestro dolor y solidaridad por el sufrimiento que cubre esa región de nuestro continente.
El título de este artículo es, “Haití: Estrategia del caos para una invasión” ALAI AMLATINA, 18/01/2010.- El terremoto que arrasó Puerto Príncipe el 12 de enero pasado ofrece una pretexto inmejorable para justificar la enésima invasión y ocupación militar del Haití, ya ocupado desde 2004, pero ahora directamente por los principales promotores de esa ocupación, sin intermediarios. Motivos, políticos y estratégicos, no faltan. De paso, serviría para escarmentar al principal intermediario de la actual ocupación, Brasil, que a pesar de los buenos servicios prestados en Haití no se ha portado de la misma forma en relación al reciente golpe de Estado en Honduras.

Lo que hemos observado hasta el momento parece corroborar la tesis de que se está preparando una nueva ocupación militar, no humanitaria. Varios elementos lo indican como: fricciones con los actuales ocupantes, la Misión de Paz (MINUSTAH) de la ONU, especialmente con Brasil, que tiene el mando militar; entorpecimiento de la ayuda humanitaria y fomento de una situación de caos; y una campaña mediática consistente en la creación de una imagen de caos y violencia, que justificaría una ocupación ante la opinión pública. Como veremos abajo, todos esos componentes parecen estar presentes.
Hay motivos para sospechar que se está permitiendo deliberadamente el deterioro de la situación humanitaria en Haití. Por ejemplo la reconocida descoordinación en las tareas de rescate, ampliamente difundida por los medios. En teoría, correspondería a la ONU dirigir tales tareas, pero al parecer ésta ha sido desautorizada por los Estados Unidos, que ocupó desde primera hora uno de los puntos claves para la coordinación de las tareas de rescate, el aeropuerto. Sin el liderazgo de la ONU, y con un Estado haitiano “fallido” o, en lenguaje menos Orwelliano, quebrado de forma premeditada, no queda nadie que pueda dirigir las tareas de rescate eficientemente. Ciertamente tampoco las ONGs, que han venido recibiendo fondos internacionales para ejercer muchas de las funciones que deberían corresponder al gobierno haitiano. A las ONGs no se les puede exigir las mismas responsabilidades que a un gobierno, un hecho tal vez muy conveniente en estos momentos.
Otro elemento es la escasa prisa en el envío de ayudas por parte de EEUU, en contraste con la rapidez demostrada en a movilización militar. Incluso la distante China parece haberse adelantado a los Estados Unidos en el envío de auxilio. Así, el teniente general retirado del ejército estadounidense, Russell Honoré, que participó en las tareas de rescate tras el huracán Katrina en 2005, declaraba acerca de la situación de Haití tras el terremoto: “pienso que eso ya hemos aprendido durante el Katrina, llevemos agua y alimentos y comencemos a evacuar a la gente… Pienso que deberíamos haber comenzado con más premura” Por ejemplo, mientras las fuerzas armadas de EEUU parecen haber sido movilizadas con bastante rapidez, un buque hospital de la marina se está preparando con más parsimonia: “es un buque lento, algo viejo, tardará una semana en llegar una vez que lo hayamos puesto a punto”, aclara un portavoz del Pentágono. Quizá no puedan hacer nada mejor con el viejo buque, pero deberían existir otros medios para acelerar las ayudas. Por ejemplo, se podría seguir la sugerencia algo herética de Lawrence Korb, ex secretario asistente de Defensa de EEUU, de aprovechar los conocimientos de los cubanos en las tareas de rescate: “debemos pararnos y pensar que nuestro vecino Cuba cuenta con algunos de los mejores médicos del mundo… Deberíamos tratar de trasladarlos allí en nuestros vuelos “.

Todo eso nos deja la impresión que, en el mejor de los casos, las tareas de rescate no son una prioridad para el gobierno de EEUU, al contrario de las puramente militares, como el envío de “3500 soldados de la 82 División Aerotransportada de Fort Bragg”, cuya misión “no está clara”, según el Christian Science Monitor. Pero quizá quede más clara con esta explicación del portavoz del Departamento de Estado de EEUU Philip Crowley: “Nosotros no estamos adueñándonos de Haití. Estamos ayudando a estabilizar el país. Estamos ayudando en el suministro de material y socorro para salvar vidas, y vamos a permanecer allí a largo plazo para ayudar a reconstruir Haití.” Y también las palabras posteriores de la secretaria de Estado Hillary Clinton, asegurando que las fuerzas norteamericanas se quedarían en Haití “hoy, mañana, y previsiblemente en el futuro”.
Las fricciones diplomáticas con otros países, especialmente Brasil, que está al mando de las tropas de la ONU en Haití, no tardaron en manifestarse, lo que parece indicar también que la “misión” norteamericana en Haití va mucho más allá de lo puramente humanitario. Hasta hoy Brasil había cumplido diligentemente con el papel que le fue designado en Haití. Sus tropas se dedicaban a controlar y, en ocasiones, aterrorizar a la población haitiana, especialmente a los más pobres, de una forma que ya habían perfeccionado en las favelas de Brasil. Como informa en una entrevista el periodista Kim Ives, de Haití Liberté, la presunta misión de la paz de la ONU en Haití, liderada por brasileños, “es extremadamente mal vista [por la población haitiana]. La gente está harta y cansada de que se estén gastando millones en ella, de observar como los muchachos se la pasan dando vueltas por todas partes dentro de tanques gigantescos y apuntándoles con los fusiles. Y es que, como sabes, esta es una fuerza cuya misión es la de someter al país”.
Cabe esperar que los EEUU entrarían en conflicto con Brasil si la intención del primero es la de asumir un papel militar en Haití. El conflicto no tardó en producirse. En palabras del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, el 14 de enero, “sería absolutamente deseable que todas esas fuerzas estuvieran coordinadas por el comandante de la MINUSTAH allí” (3). Pero los EEUU no aceptaron esta propuesta. Funcionarios del gobierno de EEUU han indicado que sus fuerzas “coordinarán” sus acciones con la dirección de la MINUSTAH, y nada más: “Vamos a actuar bajo comando de los EEUU en apoyo a una misión de la ONU en nombre del gobierno y del pueblo haitiano”, declara Crowley.
Como esa “coordinación” está funcionando se puede deducir de la reacción del ministro de defensa de Brasil, Nelson Jobim, criticando el control “unilateral” de EEUU sobre el aeropuerto de Puerto Príncipe, que según él se tomó sin que otros países fueran consultados, y que estaría entorpeciendo el aterrizaje de aviones de la FAB (Fuerza Aérea Brasileña) cargados de personal y mantenimientos. Como indica el diario brasileño Folha de São Paulo, esa situación “ha causado un pequeño problema diplomático entre Brasil y EEUU. Además de entorpecer el aterrizaje de los aviones de la FAB, los brasileños se quejan de que el control norteamericano habría impedido el acceso de la MINUSTAH (Misión de paz de la ONU en el Haití, liderada por brasileños) al local [el aeropuerto]”
A pesar de declaraciones posteriores de Hillary Clinton a Jobim, asegurando que “las fuerzas norteamericanas van a cumplir funciones esencialmente humanitarias, sin interferir en la seguridad pública del país”, el hecho es que tales funciones “humanitarias” estarán comandados “no por agencias civiles del gobierno… sino por el Pentágono” , a través de SOUTHCOM (Comando Sur de los Estados Unidos), cuya misión es la de “conducir operaciones militares y promocionar la cooperación en seguridad para lograr los objetivos estratégicos de los Estados Unidos”, como señala Michel Chossudovsky, del Global Research,.
Otro elemento importante es la aparente instrumentalización de un supuesto estado de caos en Haití, al que también podría contribuir la quizás premeditada descoordinación en la distribución de la ayuda humanitaria. El objetivo aquí sería el de crear una imagen de caos y violencia que justifique la invasión ante la opinión pública, y para eso hay que contar con la colaboración estrecha de los grandes medios de información. Al menos los medios más afines al gobierno norteamericano parecen no haber perdido tiempo en este sentido. Desde el primer momento han tratado de dramatizar la situación, por ejemplo a través de la difusión de rumores de ráfagas de supuestos tiroteos, que nadie más en Puerto Príncipe parece haber oído, o de la formación de nuevas bandas criminales. Así, ya un par de días después del terremoto podíamos leer, en un artículo intitulado “¿Tomarán las bandas criminales el control del caos haitiano?”, las siguientes ominosas palabras: “cuando la oscuridad cubrió la ciudad de Puerto Príncipe, asolada por el terremoto, moradores informaron que habían oído tiros. Eso difícilmente constituía una sorpresa: en Haití, durante las emergencias – naturales o políticas – tiros pueden ser tan omnipresentes por la noche como el ladrido de los perros, con bandas armadas adueñándose de las calles”. El hecho de que nadie parece haber oído esos tiros ni visto tales pandillas adueñándose de las calles, puede indicar que la intención aquí es la de crear una falsa imagen de caos que haga más aceptable para la opinión pública una eventual invasión y ocupación del país.
La mayor parte de los medios machacan ahora con imágenes de caos y violencia. Pero hay excepciones. Así, como explica el coordinador del Canadian Haití Action Network, Roger Annis, refiriéndose a un reportaje de la BBC que no muestra nada de esa supuesta violencia, este “contrasta fuertemente con las advertencias de saqueo y violencia que llena las ondas de canales de noticias tales como la CNN”, y que “están siendo reproducidas por el secretario de Defensa de EEUU Robert Gates”. Indagado por los medios acerca del motivo por el cual no se estaban lanzando provisiones desde el aire, Gates contesta que “me parece que lanzamientos desde el aire simplemente van a provocar disturbios”, que por lo visto Gates considera peor que la falta de provisiones.
Lo más macabro de todo esto es que las ayudas podrían no estar llegando a los damnificados debido a una intención deliberada de provocar ese mismo estado de caos y violencia que parece no existir hasta el momento. Según Roger Annis “está creciendo la evidencia acerca de una negligencia monstruosa hacia el pueblo haitiano tras el catastrófico terremoto de 3 días atrás. A medida que provisiones médicas vitales, alimentos, substancias químicas para purificación del agua y vehículos se están amontonando en el aeropuerto de Puerto Príncipe, y que los medios están informando de un esfuerzo internacional masivo para suministrar ayuda de emergencia, los moradores de la ciudad destrozada se preguntan cuándo podrán ver algún tipo de ayuda”.
El reportero de la BBC Andy Gallaguer declara también que anduvo por todas las partes de la capital durante el viernes, 15 de enero, y que “no observó nada más que cortesía de parte de los haitianos que encontró. En todas partes fue llevado por los moradores a ver lo que había sucedido en sus vecindarios, sus casas y sus vidas. Y entonces preguntaban: ¿dónde están las ayudas?” A la declaración del secretario de defensa norteamericano que motivos de “seguridad” estarían impidiendo la distribución de ayuda, Gallaguer contesta que “yo no estoy viendo nada de eso”. Sobre la situación en el aeropuerto, informa que “hay una gran cantidad de material en el suelo y mucha gente allí. Yo no sé qué problemas hay con la entrega”. Igualmente, según palabras de un observador local, “los agentes de los medios están buscando historias de haitianos desesperados que estén actuando de forma histérica. Cuando en realidad lo más común es verlos actuar de forma sosegada, mientras que la comunidad internacional, la élite y los políticos están desquiciados con ese tema, y ninguno parece tener la mínima idea de lo que está pasando”
No solamente no hay planes de transportar a médicos cubanos a la isla, sino que la ocupación del aeropuerto se dio inmediatamente después de la llegada de 30 médicos cubanos para reunirse con los cerca de 300 que ya estaban en la isla desde hace más de un año. Y muchos sospechan que algo podría tener que ver con la ocupación del aeropuerto. Trinidad & Tobago Express, por ejemplo, informa que “una misión de ayuda emergencia de la Comunidad Caribeña [CARICOM] a Haití, incluyendo a jefes de gobierno y funcionarios técnicos de relieve, no pudo obtener permiso este viernes para aterrizar en el aeropuerto de ese país devastado, ahora bajo control de los Estados Unidos.” Además, “indagado acerca de si las dificultades encontradas por la misión de CARICOM podrían estar relacionadas con informes de que las autoridades norteamericanas no estarían ansiosas en facilitar el aterrizaje de naves procedentes de Cuba y Venezuela, el primer ministro Golding [de Jamaica] contestó que ‘solamente espero que no haya ninguna verdad en ese tipo de pensamiento inmaduro, a luz de la espantosa extensión de la tragedia de Haití’…”.
El siguiente testimonio del director del Ciné Institute de Jacmel, David Belle, también contradice radicalmente la imagen de caos y violencia difundida por los medios. “Me han contado que muchos medios informativos norteamericanos pintan Haití como un polvorín a punto de explotar. Me han dicho que los reportajes principales de los grandes medios solo hablan de violencia y caos. Nada hay más lejos de la realidad… Ni una sola vez he sido testigo de un solo acto de agresión o violencia. Al contrario, hemos visto a vecinos ayudando a vecinos y amigos ayudando a amigos y extraños. Hemos visto a vecinos excavando en los escombros con las manos desnudas para encontrar a supervivientes. Hemos visto a curanderos tradicionales tratando a los heridos; hemos visto ceremonias solemnes ante entierros colectivos, y a moradores esperando pacientemente, bajo un sol abrasador, con nada más que unas pocas pertenencias que les quedaron. Una ciudad mutilada de dos millones de seres esperando ayuda, medicina, alimento y agua. La mayoría no ha recibido nada. Haití puede enorgullecerse de sus sobrevivientes. Su dignidad y decencia frente a esta tragedia son en sí mismas asombrosas”.
Todos esos elementos justifican la sospecha de que está en marcha una macabra estrategia del caos para justificar una invasión y ocupación que por lo visto nada tendrá de humanitaria”. Hasta aquí el artículo de José Luis Vivas.
(CONTINUACION)
EL AÑO 2010, COMO EN 1910 Y 1810
HA LLEGADO EL TIEMPO DE DESATAR LAS FUERZAS DEL PUEBLO

1810, 1910 Y 2010. Las realidades de ayer y hoy son inocultables, se imponen frente al espectáculo, la frivolidad y el oropel que promueve la dictadura de derecha con el fin de ocultar la realidad y desnaturalizar el ciclo histórico de nuestro proceso revolucionario. Muchos son los planes y estrategias que elabora de manera permanente la clase social satisfecha, buscando mantener sus privilegios y burlar las demandas y exigencias populares, pero el año que comienza reviste especial importancia dado que los planes y programas de los festejos en marcha, están encaminados a evitar que el pueblo compare las realidades de ayer y descubra en las de hoy, las mismas contradicciones sociales que han desencadenado los movimientos libertarios más importantes de nuestra evolución, y esto lleve a las clases oprimidas a actuar en consonancia con sus luchas predecesoras.
El año del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana debe ser el año de los revolucionarios, no de las clases reaccionarias hoy en el poder, porque éstas se han distinguido en su lucha por frenar el avance de la sociedad, sus propósitos nunca han variado. Los que luchan por reinstaurar el pasado hoy pretenden montarse en un festejo popular que no les pertenece y contra cuyos fundamentos han combatido históricamente.
Se pretende vender la idea al pueblo que los gobernantes actuales rinden homenaje a los mexicanos que han construido la patria en sus diferentes etapas, programando la celebración de 400 actos oficiales, según nos informa la reportera Nidia Marín, de OEM, donde reinará el espectáculo, la frivolidad y el oropel. A estos eventos “culturales, deportivos y artísticos” hay que agregar los que llevarán a cabo los gobiernos estatales, municipios, monopolios televisivos y otras entidades de la iniciativa privada.
Todos esos espectáculos tienen la finalidad de destacar los acontecimientos históricos de manera superficial, separando a los efectos de su causa, para presentarlos al pueblo como si hubieran surgido por generación espontánea. El propósito es bien sabido: “quitarle lo revolucionario a la revolución”, como lo dijera el intelectual de la derecha Jorge Castañeda Gutman; esto equivale a adaptar y reinventar nuestra historia nacional para dejarla hueca y sin sentido, propia de un argumento de telenovela.
Veamos de manera breve cuáles son las realidades de ayer y hoy que subyacen en lo más profundo de la conciencia nacional, cual lava ardiente a punto de hacer explosión en el volcán mexicano por tercera vez, en este año 1020. ¿Cuál era la realidad objetiva previa a la revolución de Independencia? El régimen colonial no desarrolló la agricultura. Todo el esfuerzo de la colonia consistió en explotar los fondos mineros, para exportar el oro y la plata. Por esta causa, la población importante de la Nueva España fue la congregada alrededor de las minas y, en consecuencia, la agricultura concebida como un simple instrumento para sustentar a la población, sólo surgió alrededor de las minas, en zonas no siempre propicias a la producción.
Un rasgo característico del régimen colonial fue el monopolio del comercio. Monopolio de los dos puertos únicos con los que contábamos: Veracruz y Acapulco; el acaparamiento de las exportaciones y de las importaciones, y la función del préstamo del dinero de una manera usuaria –igual que sucede hoy en día con la banca privada- para las escasas actividades productivas de la Colonia.
A las trabas para el desarrollo de la agricultura nativa hay que agregar otra característica del régimen colonial: los estancos, los impedimentos para el desarrollo de la industria. La única actividad industrial existente estaba confiada a los artesanos. Pero seguramente, la realidad fundamental del régimen de la colonia fue el latifundio, como el que se está creando en la actualidad a raíz de la privatización del ejido. El latifundio colonial tenía dos aspectos, según sus poseedores: el latifundio eclesiástico y el latifundio que podemos llamar laico. Los propietarios de las haciendas estaban endeudados con la iglesia terrateniente, de tal manera que así pudo llegar la Iglesia Católica a las postrimerías del régimen colonial poseyendo las tres cuartas partes de la tierra laborable del país.
Fue José María Morelos y Pavón, el que interpretó de mejor manera la realidad que ahogaba al pueblo al momento de formular los ideales reivindicatorios más importantes que se enarbolaron durante la lucha por la Independencia, sintetizándolos en Los Sentimientos de la Nación. En uno de sus numerales consagró: “Que se solemnice el 16 de septiembre como el día en que la nación abrió sus labios y empuñó la espada para ser oída”
¿Cuál era la realidad objetiva, previa al estallido de la Revolución Mexicana? Durante el régimen del porfiriato, el uno por ciento de la población rural era dueña del 97 % de la superficie censada del país. El 3% poseía el 2% de la tierra censada. Había cuatro categorías vinculadas a la tenencia de la tierra: los hacendados, los rancheros, los pequeños propietarios y los pueblos. Entre los hacendados y los rancheros poseían el 9% de la tierra censada; los pequeños propietarios el 2%; los pueblos y comunidades que todavía tenían algo, el 1%; en tanto que los peones, los esclavos disfrazados de asalariados, constituían el 96% de la población rural. De éstos peones, un millón y medio eran acasillados y dos millones en su mayor parte eran aparceros. De 70 mil comunidades rurales que existían en el país, 55 mil vivían dentro de terrenos pertenecientes a los hacendados.
Y por lo que toca a la característica de nuestro país en su intercambio internacional, el régimen porfirista era esencialmente éste: exportación de materiales e importación de artículos de lujo. Durante la misma época se constituyó un mecanismo idéntico al que operaba durante la Colonia. Allá hemos visto que había prohibición para el desarrollo de la industria, porque era menester depender de España. En el porfirismo había también influencia de afuera para impedir el desarrollo de la industria nacional. Una lucha tremenda por abatir los aranceles, por impedir que naciera una industria propia, con capital mexicano. Sólo la industria textil existía en nuestro país con fisonomía propia; pero bien visto, la industria textil mexicana, no fue durante casi toda su vida, más que un apéndice del régimen de la hacienda, del régimen latifundista.
Alrededor de 1880 aparece en nuestro país el fenómeno del imperialismo, exigiendo, no ya aranceles bajos, sino concesiones para explotar los recursos y establecer industrias. La manifestación inicial más notable de esta fuerza nueva injertada en la vida mexicana, la primera obra del imperialismo, es la construcción de los ferrocarriles de México, un simple apéndice de la gran red ferroviaria de los Estados Unidos, y como un camino que condujera al puerto de Veracruz para comerciar con Europa.
En 1910, aproximadamente la quinta parte del suelo estaba ya en manos de empresas extranjeras; hoy en 2010 se siembran anualmente 20 millones de hectáreas de las 130 cultivables, el campo ha sido abandonado por el gobierno de derecha. Se liquidaron las instituciones encargadas de apoyar la agricultura con créditos e insumos a bajo costo, escasa inversión pública y bajos precios a los productos agropecuarios, todo con el fin deliberado de beneficiar –como la doctrina porfirista—las importaciones de los Estados Unidos, en el marco del TLCAN.
En este año de festejos, el gobierno oligárquico hace lo mismo que se hacia durante la Colonia y el porfiriato: impedir el desarrollo de la agricultura nacional y la industria propia, con el fin de proteger el interés del imperio del norte. Ayer nos ahogaba la Corona española, desde Porfirio Díaz hasta la fecha, es el imperialismo norteamericano el que nos explota con funestas consecuencias.
En 1910, los trabajadores no tenían derechos. No existían los sindicatos, las huelgas estaban prohibidas, incluso se castigaba el sólo intento de pedir un alza de salarios. Hoy la realidad de los trabajadores no es muy diferente, durante 2009 el desempleo alcanzó más del 6 por ciento, y la situación económica es casi igual a la que sufrían los peones acasillados durante la dictadura porfirista.
Hoy la clase trabajadora sufre un gobierno antisindical, que restringe sus salarios y su poder de compra, el porfirismo como el calderonismo, son los peores enemigos de los asalariados. La concentración de la riqueza que hoy se vive sólo es comparable a la existente en la etapa previa a la Revolución Mexicana; la brutal crisis económica que golpea al pueblo ha generado ya un rencor social suficiente para desencadenar otro estallido social de incalculables dimensiones.

sábado, 9 de enero de 2010

EL AÑO 2010, COMO EN 1910 Y 1810
HA LLEGADO EL TIEMPO DE DESATAR LAS FUERZAS DEL PUEBLO

Para el sector revolucionario y las fuerzas progresistas de México, el año que recién comienza deberá ser el tiempo de las acciones transformadoras. Los tiempos de los espectadores y las acciones puramente contestatarias deben quedar atrás para dar paso a la toma de posiciones de combate, para participar decididamente en la batalla por la liberación del pueblo de esta ignominiosa dictadura neoliberal que nos ha hundido en la zozobra más prolongada de los últimos tiempos.
El adagio popular nos dice que no hay mal que dure cien años ni pueblo que los aguante, y en efecto, la evolución histórica de nuestro país así lo confirma, es en los albores de cada siglo cuando se han desatado los movimientos sociales más importantes de nuestro proceso revolucionario. Las acciones a emprender por las fuerzas progresistas durante el año 2010, deben quedar unidas al mismo hilo conductor por el que han transitado las principales demandas y aspiraciones populares desde la Revolución de Independencia en 1810, la Reforma, encabezada por Benito Juárez y, la Revolución Mexicana iniciada en 1910. La lucha infatigable del pueblo y su experiencia histórica acumulada durante su evolución, nos muestra el camino que debemos de seguir recorriendo para alcanzar los objetivos fundamentales enarbolados por las generaciones de mexicanos que nos antecedieron, los cuales son: la plena soberanía e independencia nacionales, tanto política como económica; el establecimiento de un régimen democrático verdadero, que termine con la actual dictadura uniclasista que nos gobierna y, la elevación constante de los niveles de bienestar del pueblo. El dramático diagnóstico de la realidad actual así lo demanda.
La comunidad internacional observa con preocupación la tragedia que vive nuestro país en todos los ámbitos de la vida nacional, se pregunta cuál será el desenlace a los ingentes problemas que no admiten más postergación; cómo se resolverán las enormes contradicciones sociales en un escenario dominado por una alineación brutal entre la oligarquía, su comité encargado de gobernar, y las fuerzas políticas legitimadoras (PRI-PAN), que son de su propiedad también, quienes se niegan rotundamente a corregir el rumbo que nos lleva directo al precipicio.
Varios premios nobel de economía han advertido que, el régimen que encabeza Felipe Calderón camina a contracorriente de cómo lo hace el resto de las economías en el mundo para enfrentar la crisis financiera que ha provocado el colapso del modelo de capitalismo salvaje y depredador, el cual concibe al planeta entero y sus ocupantes como parte de la propiedad privada aprovechable sólo para las clases privilegiadas. El régimen de derecha al servicio de la oligarquía, por ceñirse a los dogmas fundamentalistas que promueven la globalización neoliberal ha hecho exactamente lo contrario a lo requerido para lograr un estado de bienestar.
El aumento de la pobreza y la desigualdad social causada por las políticas criminales y excluyentes de la derecha, han causado que la comunidad internacional tenga sus ojos puestos sobre lo que sucede en nuestro país. La última advertencia corrió a cargo de la prestigiada revista inglesa “The Economist”, pues en uno de sus artículos centrales sentenció que México es el país con más alto riesgo de turbulencia social en América Latina, dadas las políticas erróneas y la insensibilidad social con que se ha distinguido el gobierno panista.
Ha excepción de los economistas que trabajan para el gobierno reaccionario, todos los demás coinciden en que los niveles de bienestar aumentan en la población cuando la proporción del ingreso aumenta. Si ésta es una verdad ineluctable, entonces habrá que preguntarse ¿en qué libro de economía encontró Calderón y sus cortesanos la piedra angular y el sustento de sus programas para afirmar que, aumentar los impuestos y elevar el costo de las mercancías son medidas necesarias “para vivir mejor”, como lo pregona insistentemente en su propaganda ofensiva a la inteligencia popular?
El año 2010 ha iniciado con la prolongación de una dramática realidad que se acentúa día con día, y que abate las esperanzas de un pueblo que ya quiere ver el fin de su martirio para levantar la mirada hacia un mejor porvenir. El gobierno elevó los impuestos legitimados en el Congreso por las bancadas legislativas del prianato, al mismo tiempo que subió el precio de los energéticos, detonando con ello el alza a los transportes, la tortilla, el pan, la leche, el fríjol. Toda una cascada incontenible de aumentos generalizados que castigan severamente el bienestar del pueblo y anulan de inmediato el miserable aumento salarial dictado para este año. El trabajo es la única mercancía controlada por el gobierno, tal es la política oficial que ahoga al pueblo: por un lado, se ataca el poder adquisitivo del salario mediante la liberación indiscriminada de precios en bienes y servicios, y al mismo tiempo, se impone una política salarial criminal que restringe el crecimiento del ingreso de la clase trabajadora.
¿Y quiénes son los culpables de la tragedia que hoy vivimos? Desde luego que hay delincuentes de peso que decidieron la votación escondidos tras los ropajes de la democracia de mercado, pero los culpables que pueden ser juzgados a la vista del ciudadano común, son los que votaron –engañados o no- por Felipe Calderón.
Si éstos no pensaron en el daño que causarían al país votando por el partido de las “acciones irresponsables”, y hoy castigados en su bienestar material por el mismo gobierno por el que otorgaron su voto de confianza quieren reivindicarse, están a tiempo de hacerlo en la próxima sucesión presidencial de 2012. Los tiempos de los cambios cualitativos, incluidos los que suceden de manera súbita, ya están con nosotros; las grandes masas explotadas deben adquirir ya la conciencia de su condición para dejar de ser reserva de la plutocracia, y ése es el reto de las fuerzas progresistas, conducir esos cambios hacia la victoria definitiva.