sábado, 13 de diciembre de 2008

Las prestaciones sociales

ES TIEMPO DE RECIBIR NUESTRO AGUINALDO Todos los compañeros trabajadores están ahora en el tiempo fijado por la Ley Federal del Trabajo, de recibir sus aguinaldos correspondientes a las labores desempeñadas durante el año que termina. Esta es una época especial porque cada trabajador espera con ansia ésta temporada para cobrar el aguinaldo y mermar en alguna forma las múltiples carencias y necesidades de la familia. Todo trabajador debe entender que ésta es una prestación obligatoria a la que están sujetos los patrones por la legislación laboral, y de ninguna manera debe tomarse como una recompensa generosa o una dádiva del patrón. El aguinaldo, como todas las prestaciones de ley, son exigibles en los términos de la Ley Federal del Trabajo, y por éso mismo en ningún hogar de la familia proletaria debe faltar un ejemplar de la ley laboral para acudir a ella cuantas veces sea necesario; exigir nuestros derechos con la ley en la mano es también una obligación moral de cada uno de los trabajadores, pues sin el conocimiento mínimo de éstos resulta imposible defenderse ante el patrón. Cuando se tiene por lo menos la inquietud de saber cuánto le corresponde y si no tiene una ley laboral a la mano, le sugiero que acuda a las procuradurías de la defensa del trabajo, donde se tiene la obligación de asesorarlo y de tutelar sus derechos de manera gratuita. En efecto, todo trabajador tiene el derecho de exigir en su beneficio el cumplimiento del artículo 87 de la citada ley laboral, que a la letra dice: "los trabajadores tendrán derecho a un aguinaldo anual que deberá pagarse antes del día veinte de diciembre, equivalente a 15 días de salario, por lo menos. Los que no hayan cumplido el año de servicios, independientemente de que se encuentren laborando o no en la fecha de liquidación del aguinaldo, tendrán derecho a que se les pague la parte proporcional del mismo, conforme al tiempo que hubieren trabajado, cualquiera que fuere éste". Hay muchos patrones voraces en el país que regatean el pago justo de las prestaciones a los trabajadores; se aprovechan de la desinformación, de la enajenación y de la falta de conciencia de clase de sus trabajadorespara robarles lo que les pertenece por derecho. En tanto que, una parte importante de los asalariados que disfrutan de una estabilidad laboral, con salarios y prestaciones regulares, que año tras año reciben sus aguinaldos y vacaciones de manera "cómoda" y sin esfuerzo alguno, han perdido la noción a través del tiempo de lo que significa el disfrute de las garantías sociales y hasta pueden perderse en la autocomplacencia pensando que tales conquistas son por generación espontánea. Hoy un obrero puede exigir con la ley en la mano el cumplimiento de sus derechos de una manera normal, pero no todo el tiempo ha sido así, las nuevas generaciones de trabajadores tienen que saber que durante las primeras décadas del siglo XX no fue fácil. Antes de la Revolución Mexicana no existían los derechos que ahora podemos reclamar como nuestros. No existía ninguna ley que amparara y tutelara los derechos de la clase proletaria. Lo que hoy los jóvenes asalariados pueden reclamar con toda normalidad, son los frutos alcanzados por una generación de mexicanos que tuvo que batirse en los campos de batalla; una generación de valientes hombres y mujeres tuvieron que entregar su vida para que hoy las conquistas laborales sean una exigencia de ley. Los trabajadores tienen que luchar cada día por esclarecer su conciencia de clase; es el único patrimonio valioso al que puede aspirar un proletario para saber el lugar que le corresponde dentro de las relaciones de la producción económica, y en razón de ello, poder exigir que la distribución de la riqueza que él produce sea cada día más justa. Los trabajadores debemos luchar diariamente contra toda la propaganda burguesa enajenante, que se empeña en igualarnos a todos en la norma pero no en la distribución del ingreso. Los proletarios tienen la obligación de luchar contra esa propaganda enajenante que despoja a los asalariados de su conciencia histórica con el fin de que olviden el origen de sus conquistas. En el poco tiempo de que se dispone para descansar, en lugar de sentarse a ver las telenovelas hay que ponerse a estudiar -por lo menos- la historia de México y la Ley Federal del Trabajo; hay que emplear nuestro tiempo en adquirir el conocimiento para beneficio de nuestra propia causa. Se trata de no vivir en la penumbra, hay que saber cuáles son las razones de nuestra precaria existencia, investiguemos porqué la vida es tan fácil para unos pocos y tan difícil para la mayoría. Muchos dirán que de nada nos sirven las garantías que concede la Ley Federal del Trabajo, si en la práctica no se cumple ni en la letra ni en el espíritu. Los pesimistas nunca han faltado, pero hay que hacerles saber que aunque no se cumpla en su totalidad, mantiene todavía su poder de exaltación para las masas populares y en su articulado sobreviven tesis valiosas que siguen siendo ideales por los cuales debemos seguir luchando. Esa ley que nos otorga la garantía de poder cobrar un aguinaldo y otras prestaciones, mantiene un profundo contenido social que debemos seguir defendiendo contra sus detractores. Con mayor razón desde que la ideología de los monopolios y del capital financiero se apropiaron del poder a través del PAN, pues siguen teniendo el firme propósito de borrar todas las conquistas históricas de la clase obrera para poner la legislación laboral a la medida de sus intereses. Así pues, hay que cobrar el aguinaldo con toda oportunidad, pero ¿tú, compañero trabajador, qué harías para preservar éstas conquistas que hoy te benefician?

sábado, 6 de diciembre de 2008

revolución y contrarrevolución

HACE YA DOS AÑOS DE LA BATALLA DE SAN LAZARO
Hace ya dos años de la batalla épica registrada el primero de diciembre de 2006 en el Palacio Legislativo de San Lázaro, en la que las fuerzas progresistas emanadas de la Coalición por el Bien de Todos enfrentaron decididamente, apropiándose de la tribuna de la Cámara de Diputados, a las fuerzas retardatarias en su empeño por imponer a cualquier costo a su candidato surgido del escandaloso fraude electoral, en el interés de continuar beneficiando desde el poder a las clases privilegiadas del país y el extranjero.
Todas las opiniones que he visto hasta el momento son meramente reduccionistas, porque reducen el problema a un asunto de modales, de conducta, comportamiento y de buenas costumbres de los diputados. Aquellos que presumen con título de "politólogo" pero que son mediocres y flojos para pensar, en su mayoría llegaron a las sesudas conclusiones de que tales hechos bochornosos nos habían exhibido ante la comunidad internacional como una "República bananera". Resulta por demás lamentable que al abordarse estos temas tan importantes para el país, se haya olvidado por completo la relación dialéctica existente entre causa y efecto. Se limitaron casi exclusivamente a la narración de hechos sobre quién golpeó a quién y en los problemas de conducta; no supieron descubrir las causas que las motivaron y se quedaron con los puros ropajes y las envolturas que pudieron ver sus ojos; los supuestos analistas miraron y se ocuparon de los efectos y se olvidaron de abordar las profundas causas que provocaron tales acontecimientos. El problema comienza cuando la opinión pública ignora lo que son las funciones de un legislador y lo que representa la Cámara de Diputados y el Congreso de la Unión en su conjunto. La mayoría les asigna todavía a los diputados el oficio de "gestor" como su principal actividad; el que recorre las distintas secretarías de Estado para picar piedra y conseguir "camas para el hospital del pueblo y unos gises, unas pizarras para la escuela de su distrito, etc., etc.". Está bien que se aproveche su personalidad jurídica como diputado, pero ésa es una categoría que no les corresponde; ser procurador del pueblo es interesante pero esa no es su función; tampoco lo es el ser ayudantes o auxiliares del gobernador de sus correspondientes estados para conseguir cualquier gestión ante el gobierno federal, no, de ninguna manera, el papel del legislador es, valga la redundancia, legislar ¿y en beneficio de quién? se entiende que del pueblo. Pero se da el caso que el diputado es militante de un partido político, y si éstos representan a las diversas clases sociales, entonces su actuación en la cámara obedecerá en todo momento a una forma "parcial" de concebir las solución de los problemas del país. Mientras tanto, la Cámara de Diputados en su conjunto representa al pueblo mexicano en general, pero si la población vive en la actualidad una crisis política, de polarización y de vigorosa lucha de clases como resultado de la lucha por la sucesión presidencial, es lógico que ésta batalla se traslade inevitablemente al interior del Congreso. Ahí se da el choque de fuerzas a través de sus representantes. La batalla que se libra al interior del Palacio Legislativo puede darse en el puro terreno de las ideas cuando hay paz y tranquilidad social en el país, o hasta llegar a la violencia física, cuando las posiciones e intereses son tan irreductibles como la batalla que se libra en el exterior de sus muros. Dicho en otras palabras, lo que vimos el primero de diciembre en San Lázaro equivale a una nueva etapa de la Revolución, ya no es con carabinas30-30, pero es la continuación del mismo proceso revolucionario que ha vivido nuestro pueblo en otras etapas de su evolución histórica, sólo que adaptada a la circunstancia y al momento actual, con otros medios y otras formas, pero aunque algunos se asusten, eso es la revolución. El choque y enfrentamiento cuerpo a cuerpo entre dos facciones antagónicas que tratan de imponer el interés parcial y unilateral que representan, sin admitir concesiones al adversario. El proyecto social y económico que defienden cada cual es el poderoso motor que los impulsa a chocar físicamente contra el adversario en pleno debate, y naturalmente que en esa batalla pueden perderse las formas y hasta la vida misma. Durante la toma de posesión de Calderón, el primero de diciembre de 2006 fue una etapa más del enfrentamiento entre la revolución y la contrarrevolución bajo el mismo techo cameral, teniendo como testigos a los "demócratas" priístas portando la bandera de la paz. La participación de la diputación priísta en la batalla de San Lázaro, se redujo a la calidad de testigos presenciales de una lucha que se libró fundamentalmente entre los partidarios del porvenir y las clases conservadoras patrocinadas por el capital financiero. La fracción parlamentaria priísta optó por acomodarse del lado de la derecha por su cercanía y afinidad ideológica; ese es el problema de los priístas que se autodenominan "demócratas" y defienden la supuesta neutralidad arropada en el centrismo ideológico; los que quieren servir a dios y al diablo al mismo tiempo. Según sirva a sus intereses personales, un día sirven descaradamente al proyecto de la derecha y al otro se autodenominan “socialdemócratas”. En los momentos cruciales y definitorios nunca han sabido interpretar los profundos reclamos sociales.
Habiendo tomado posesión el candidato de la derecha en una ceremonia hecha pedazos, dividida, radicalizada y confrontada, igual que toda la sociedad mexicana, una de las alternativas para frenar el proyecto antipopular del presidente espurio fueron los llamados “tribunazos”, táctica utilizada por los legisladores de las fuerzas patrióticas en varias ocasiones. Entre ellos pueden destacarse la toma de la tribuna legislativa durante los debates por la contrarreforma a la Ley del ISSSTE, y la reciente de este año para evitar el madruguete entre el PRI y el PAN para entregar el sector petrolero a las transnacionales; se logró que se abriera un debate nacional sobre los energéticos y se detuvo buena parte de la embestida. Gracias a esas acciones, Felipe Calderón no ha podido imponer a totalidad su proyecto.
¿Y cuál es el balance general que arroja la espuriedad desde el gobierno?: un país al borde del despeñadero y sin capitán que lo conduzca, cual nave algarete en medio de la tempestad. Todos los indicadores habidos y por haber son negativos. Como producto de los bajos niveles de bienestar se ha recrudecido alarmantemente la ola de violencia social que cubre todo el país; México es el país que sin estar en guerra declarada mueren más personas violentamente que en Irak, un país hollado por la ocupación militar yanqui.
La generación masiva de empleos quedó sólo en un eslogan demagógico. Cada vez se crean menos puestos de trabajo y son de menor calidad y peor pagados; los empleos existentes se reducen; las tasas de desocupación registradas en esta administración son las más altas de las últimas décadas. No hay día que no se registren despidos, cierre de empresas, hombres y mujeres a la calle. Los datos más recientes del INEGI no dejan lugar a dudas. El 13 de noviembre el instituto informó que la tasa de desempleo en el tercer trimestre del año se ubicó en 4.2 por ciento de la Población Económicamente Activa, lo cual significa que en tres meses, de julio a septiembre, se sumaron a las filas del desempleo 316 mil 421 personas. El desempleo abierto, tan sólo en septiembre, fue de 4.25 por ciento, tasa no vista desde la peor crisis económica a mediados de los años noventa.
Lo peor es que la administración que cacaraquea la era de los “acuerdos políticos” entre las fuerzas políticas del país, no ha convocado a un acuerdo nacional para rescatar y elevar la calidad de vida del pueblo, mediante la instrumentación de una política salarial justa y remuneradora que acabe con los topes y las restricciones al crecimiento del salario. No, para eso no hay “acuerdos”, seria contra natura que el régimen de derecha lo hiciera. Será la misma clase trabajadora la que tendrá que ponerse de pie y exigir el cumplimiento de sus demandas, antes de que la violencia social estalle en todas sus dimensiones. El régimen de derecha que se apropió del poder no entiende que sin justicia laboral no hay democracia ni país viable.
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lunes, 1 de diciembre de 2008

más pronto que tarde...

LA NACIONALIZACION DE LAS PENSIONES
UNA DEMANDA DE LA CLASE TRABAJADORA

Ha quedado demostrado hasta la saciedad, que las garantías sociales no pueden estar sujetas a la especulación y la voracidad de la iniciativa privada, pues la ley de la oferta y la demanda no puede garantizarle a nadie sus propias bondades, mucho menos cuando se trata de explotar los rendimientos del dinero ajeno. Es el Estado, el único que debe salvaguardar y proteger tales garantías al margen de las leyes del mercado, máxime cuando se trata del manejo del fondo de pensiones de la clase trabajadora.
Así debería ser, pero el Estado surgido del proceso revolucionario cambió de carácter a partir de 1982 con la llegada de la tecnocracia neoliberal; las responsabilidades sociales fueron puestas en manos de la iniciativa privada para que se lucrara con ellas, éste es el caso específico de las pensiones. Los diputados neoliberales del PRI y el PAN, en 1996 reformaron la Ley del Seguro Social y en 2007 la del ISSSTE, mediante el engaño de buscar la viabilidad financiera de los institutos de salud.
Para los entreguistas, el principal argumento de la inviabilidad financiera, sostiene que los avances en la medicina han propiciado que haya cada vez más jubilados, y que al poco tiempo habría más pensionados que trabajadores en activo que paguen las cuotas. Una tesis frívola, muy similar a aquella que combatía el surgimiento del maquinismo durante la Revolución Industrial del siglo XVIII, la cual afirmaba que las máquinas dejarían sin trabajo al proletariado.
Con las tesis neoliberales impuestas por el Consenso de Washington y los centros financieros a todo el mundo, las soberanías de los Estados nación sucumbieron ante las leyes del mercado; cambiaron de carácter al Estado en su beneficio, y entregaron las garantías sociales ejercidas hasta entonces por el mismo a la especulación y enriquecimiento de la iniciativa privada.
En Chile se instaló el plan piloto, utilizando la tesis del economista José Piñera, quien propuso un sistema en el que los trabajadores pueden optar por una cuenta personal manejada por instituciones privadas “confiables” y supervisadas por el Estado. La dictadura de Pinochet convirtió dichas tesis en ley y privatizó de un plumazo el sistema de pensiones en el año de 1980. Enseguida tomaron el ejemplo todos los gobiernos neoliberales de Latinoamérica, incluido México que adoptó e instrumentó el modelo en 1996.
En ese debate legislativo, las fuerzas progresistas lucharon a contracorriente contra la aplanadora de los diputados neoliberales del PRI y el PAN; alertaron al pueblo de México y a la clase trabajadora en especial, contra el despojo que sufrirían al imponer la privatización del fondo de pensiones. Se expusieron razones históricas por las cuales el Estado no podía abdicar a una de sus principales responsabilidades, como es la de asegurar una pensión digna después de la vida productiva, desafortunadamente el atraco se impuso.
El balance de los resultados es devastador en perjuicio de la clase trabajadora. Se ha registrado un escandaloso aumento de las comisiones sobre saldo de 274 por ciento, y sólo en lo que va del año se han perdido 64 mil millones de pesos en detrimento del patrimonio de los trabajadores. El valor de los recursos para el retiro administrados por las afores registraron en junio pasado una pérdida de 50 mil millones de pesos, y al corte de octubre se sumó la tercera caída consecutiva en lo que va del año. Esos son los resultados desastrosos de la especulación y la avaricia del mercado, donde sólo unos cuantos se enriquecen a costa de la explotación de los ahorros para el retiro de los trabajadores.
Ante el rotundo fracaso de ese modelo de pensiones, los gobiernos de corte progresista tendrán que ir tomando cartas en el asunto para rectificar el camino. Argentina está dando el primer paso en la nacionalización del sistema de pensiones; la presidenta de ese país, Cristina Fernández de Kirchner anunció a finales de octubre la recuperación de los 30 mil millones de dólares de los fondos privados de pensiones para terminar con el negocio inmoral que se ejerce a costa del futuro de los trabajadores.
En México, tarde o temprano, tendremos que recorrer el mismo camino hacia la nacionalización de las pensiones; tal vez durante la presente legislatura no, porque está dominada por las mismas fuerzas neoliberales que instrumentaron los despojos en 1996 con la Ley del IMSS, y en 2007 con el ISSSTE. En la actualidad la Consar se limita a hacer ridículos exhortos a las afores para que bajen sus comisiones, y los actuales diputados preparan una iniciativa tímida para “acotar la Junta de Gobierno de la Consar”. Después del niño ahogado quieren tapar el pozo; sucede que ahora, los mismos legisladores verdugos se asombran de los desastrosos resultados de las leyes creadas por ellos mismos.
La nacionalización de las pensiones es una legítima demanda de la clase trabajadora, y tendrá que darse tarde o temprano, cuando las fuerzas progresistas echen a patadas a la reacción del poder y recuperen el control del país.
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lunes, 24 de noviembre de 2008

INSENSIBILIDAD

LOS PROBLEMAS QUE NO VE CALDERON
CAE EL SALARIO AL PEOR NIVEL EN 20 AÑOS

Es bien sabido que a cada posición social corresponde una forma de interpretar el mundo y la vida. Quienes se cuentan en el reducido mundo de los satisfechos la vida es color de rosa, casi paradisíaca, mientras las grandes mayorías insatisfechas, para quienes la sobrevivencia diaria es elevada a la categoría de milagro, la vida llena de carencias y necesidades los conduce inevitablemente al rencor social y a buscar salidas a su precaria existencia. En los pueblos se dice que cada quien cuenta las cosas según le va en la feria.
La total insensibilidad social de la derecha gobernante ante el drama que vive el pueblo es insultante y raya en el cinismo. Últimamente, en todos los lugares donde le ponen un micrófono al frente, Felipe Calderón se ha atrevido a sostener con desmedido triunfalismo que la actual crisis financiera no empezó en los países emergentes sino en los desarrollados, queriendo afirmar que en México no hay crisis, lo cual quiere decir que no está enterado o desconoce que el pueblo mexicano está en crisis continua desde que se implantó el modelo económico neoliberal. Inclusive arrancó aplausos de la concurrencia cuando al inicio de su disertación, en el marco de la XVI Cumbre de la APEC sobre “el impacto de la crisis global en Latinoamérica” sostuvo que en la actual crisis los países subdesarrollados pueden lavarse las manos de toda culpabilidad. Miente el señor Calderón, lo cierto es que la tragedia económica que se vive en la mayoría de nuestros hogares no inició hace tres meses con el cataclismo financiero iniciado en Estados Unidos, sino desde hace ya varios sexenios de gobiernos dóciles y vendepatrias que han hecho del Palacio Nacional su guarida.
Justamente, el pasado 20 de noviembre, encabezando la ceremonia oficial del aniversario de la Revolución Mexicana, Calderón, el comandante en jefe de las fuerzas retardatarias, las que han vituperado y anatemizado todo el proceso histórico de nuestro país, se sirvió convocar a los mexicanos a “honrar los ideales de la revolución”. El pueblo no necesita de esa convocatoria para honrar sus movimientos libertarios, pues la conciencia colectiva nunca olvida su proceso histórico; mucho menos necesario es tal convocatoria viniendo de quien viene, nada menos que del jefe político del régimen hambreador y enemigo de los intereses populares.
¿Cuáles son los verdaderos problemas que afronta el pueblo y que el calderonismo se niega aceptar? Este año, el salario mínimo en México se situó en el nivel más bajo de las últimas dos décadas, con un nivel de compra de apenas una quinta parte de los 42 productos que integran la canasta básica, lo que ha provocado un descenso en las ventas y la modificación abrupta de los hábitos de consumo de la población hacia alimentos de menor precio y calidad.
Un estudio de la Comisión Nacional de Protección al Salario (Conapros), del Congreso del Trabajo, indica que el poder adquisitivo de la población asalariada alcanzó en este año su punto más bajo ante el encarecimiento de los productos de consumo elemental, como son aceite comestible, huevo, arroz, fríjol y cárnicos, que entre febrero y octubre aumentaron entre 40 y 80 por ciento sus precios de venta.
Al incesante aumento en los precios de los alimentos se suman las alzas a las tarifas eléctricas, gas, gasolina, transporte y servicios públicos en general, que han dado el golpe mortal a uno de cada tres trabajadores que subsisten con el equivalente al salario mínimo de $ 52.50 pesos diarios.
La representación obrera, que en los primeros días de diciembre iniciará negociaciones para la retabulación del salario mínimo que aplicará en las tres zonas geográficas a partir del primero de enero de 2009, precisa que la situación es ya insostenible para la clase trabajadora, por lo que exigirá un incremento de cuando menos 10 por ciento, pago de bonos de productividad y el firme compromiso de congelar durante todo el próximo año los precios de productos de consumo necesario.
En ese mismo sentido se pronuncio la Universidad Obrera de México -fundada por Vicente Lombardo Toledano- revelando que con un salario mínimo de $ 52.50 pesos sólo se pueden adquirir productos en cantidades milimétricas como es el aceite comestible, cuyo precio por litro oscila entre los 26 y 33 pesos, o por gramos, como es el kilogramo de pollo que cuesta 45 pesos, como también de arroz o fríjol que tiene un precio de entre 18 y 24 pesos.
El académico de la facultad de economía de la UNAM, Luis Lozano Arredondo, subraya que esa pérdida abrupta del poder adquisitivo de los trabajadores se reflejará necesariamente en un aumento en las tasas de desnutrición y obesidad que ya están presentes en el 60 por ciento de la población. El mismo especialista dijo que “estamos ante una situación delicada si tomamos en cuenta que el precio de la canasta básica es de $ 310 pesos diarios y 30 millones de mexicanos que perciben entre uno y cuatro salarios mínimos no están en posibilidad de adquirir los nutrientes o alimentos necesarios para el buen desarrollo físico y mental de ellos y sus familias”
Expuso que la situación más complicada es para los 9.3 millones de trabajadores que están sujetos al salario mínimo, que trabajan por su cuenta o están subempleados, cuyo universo se estima en 14 millones, “lo que habla de un saldo social excesivamente preocupante”.
Las cifras del Congreso del Trabajo y de los investigadores académicos las convalida el reciente informe del Banco Mundial, que cataloga el potencial de compra del grueso de la población mexicana entre los 70 más bajos del mundo, incluso inferior a los salarios de Argentina, Chile, Colombia y Brasil, países que también afrontan crisis económicas. El organismo financiero apunta que las presiones inflacionarias recientes y la inflexible estrategia de topes salariales cíclicamente aplicada, sitúan el ingreso promedio del mexicano con lo que se paga en Botswana, en África.
El encarecimiento de los alimentos como efecto del alza internacional en el precio de los granos y las presiones inflacionarias por la crisis financiera mundial, repercutió ya en una baja en el consumo de los mexicanos de 6.5 por ciento, que es la mayor contracción registrada desde 1994, en que se enfrentó una crisis devaluatoria.
El alza en los precios de los alimentos ha impactado a tal grado el bolsillo de los mexicanos que en tan sólo seis meses registraron una modificación drástica en los hábitos de consumo hacia productos de menor precio y calidad. Análisis de la propia Comisión Nacional de Protección al Salario revelan que hasta junio, el promedio de compra de un trabajador era de 18.7 productos en tiendas de autoservicio o mercados públicos; en octubre, sólo estaban adquiriendo 12.6 productos de más bajo costo.
En el rubro de quienes perciben un salario mínimo, disminuyeron o cancelaron de su dieta el consumo de pollo, huevo y lácteos, para consumir vísceras, hueso y pellejos. Así están las cosas en éste país, el reino de la “normalidad democrática y la igualdad de oportunidades”, donde se construyen los “acuerdos” entre las fuerzas políticas mayoritarias para apuñalar y despojar al pueblo. Esas “mayorías” que pastorea el régimen de derecha son las culpables del drama en que vive el pueblo, y serán las responsables ante la historia de un eventual estallido social.
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sábado, 15 de noviembre de 2008

Recordando la historia

NOVIEMBRE, EL MES DE LA REVOLUCION MEXICANA
LA DIVISION DEL NORTE NO HA DESENCILLADO

Estamos a pocos días de celebrar el XCVIII Aniversario de la Revolución Mexicana, el movimiento social, político y económico más importante del siglo pasado. Una tradicional celebración arraigada en lo más profundo de la conciencia popular que sobrevive, aun contra los deseos de quienes quisieran haberla borrado de la historia por decreto. La conmemoración ocurrirá, como sucede desde que gobierna la derecha, en un marco histórico adverso, porque los enemigos de la Revolución Mexicana están en el poder, y el sector revolucionario del país está hoy en oposición al régimen de las fuerzas retardatarias que nos gobierna. Aun en esa difícil circunstancia, sabemos que la flama revolucionaria no se extinguirá y continuará alumbrando el camino a los combatientes de hoy y a las nuevas generaciones en su lucha por el porvenir.

Por esa razón, considero importante recordar y compartir con usted, que me hace el honor de leer estas líneas, una breve síntesis -por cuestión de espacio- que realicé con mucho esfuerzo, tratando de no alterar el sentido original, de una pieza oratoria del diputado Vicente Lombardo Toledano, pronunciada el 8 de noviembre de 1966, con el propósito de apoyar el Proyecto de Acuerdo para inscribir con letras de oro, en los muros del Salón de Sesiones de la Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, el nombre del general Francisco Villa.

Decía el maestro Lombardo: "Hay dos maneras de examinar la historia de un pueblo. Una consistente en usar el método que podríamos llamar anecdótico, y la otra, empleando el método del análisis crítico de los hechos dentro del cuadro del desarrollo de las fuerzas que presiden la evolución de un pueblo y de un país. Hemos escuchado ya varios discursos llenos de anécdotas. Yo usaré otro método: el de examinar, críticamente; es decir, objetivamente; es decir, científicamente; es decir, técnicamente (aplausos), la figura de Francisco Villa dentro del momento en que aparece y se presenta en el panorama de México. Pero, como Villa no puede ser juzgado sin examinar la fuente de la cual apareció, es indispensable, ante todo, decir unas palabras respecto de los motivos que produjeron la Revolución Mexicana. Sin eso, sin recordar las causas del movimiento de 1910 no se podría llegar a conclusiones válidas. ¿Qué ocurría en 1910 en nuestro país?

"Se habían ido acumulando, como acontece con el discurrir histórico, una serie de fuerzas sociales que, cada una, desde su ángulo propio, trataban de cambiar la situación de México, la estructura económica, las relaciones humanas, la vida política y el pensamiento de los hombres. Una revolución se produce sólo cuando los antagonismos de las clases y sectores sociales antagónicos no se pueden resolver por la vía pacífica, y cuando a la clase social que se halla en el poder la reemplaza otra clase social más progresista. Mientras esos dos hechos no acontecen puede haber grandes conmociones políticas, pero no revoluciones.

"La segunda mitad del siglo XVIII había trabado de una manera imposible de resolver o de evitar por la vía pacífica, el desarrollo progresivo de México. Crecía la población, empezaban a aparecer las nuevas fuerzas productivas; pero no había, en la mayor parte de la población activa ningún poder de compra; no se podía formar el mercado interno nacional; no podían desarrollarse, con libertad y amplitud, las industrias; no podían, tampoco, las grandes masas rurales incorporarse por su voluntad y conscientemente en la obra de construir un país nuevo. Por esta causa, el obstáculo que unió a las clases y sectores sociales en una pelea que terminó siendo colectiva, vieron en la concentración de la tierra, en el latifundismo, el obstáculo que era indispensable destruir, si se quería abrir la puerta al desarrollo material de México, al desarrollo político y al desarrollo cultural.

Más adelante en su discurso, el maestro Lombardo señalaba que: "...Todos han dicho o recordado una verdad elemental: sin la División del Norte la Revolución no hubiera cambiado su cauce (aplausos); pero, sin la División del Norte, más sangre hubiera derramado nuestro pueblo que la que vertió; sin la División del Norte la Revolución se habría retrasado o se habría prolongado de manera trágica.

"Francisco Villa era como una fuerza de la naturaleza: vigoroso, implacable, duro, inconciliable con la traición y sanguinario; si las revoluciones no se han hecho nunca con flores, jamás (aplausos prolongados). Y el jardín nuestro estaba yermo hacía muchos siglos. Nuestra tierra había perdido ya su capa fundamental, que era la libertad humana. Para que volviera a florecer, era indispensable regarla. Y como dice Balzac: de todas las semillas que se depositan en el surco de la tierra, las que mejores frutos dan son siempre las semillas que representan la sangre humana.

“­­Eso era Villa, un huracán humano. Pero no hay ningún hombre que se lance a una lucha de esa magnitud sin que lo empujen factores, que son más importantes que todos los factores materiales; los factores de adentro, los sentimientos y las ideas, aún cuando estas se expresen de una manera incompleta o superficial. Un hombre, que frente a la traición era capaz de matar sin juicio previo, porque le bastaba el hecho comprobado de la traición, y que a muchos les parecía un crimen inaudito, era capaz de derramar sus lágrimas frente a la tumba de Madero o ante otros muchos acontecimientos (aplausos). Un Hombre que llora cuando es hombre no puede ser catalogado como un bandido ni como una fiera (aplausos prolongados). Pero se forjó la leyenda de Pancho Villa dentro y fuera. ¿Quienes hicieron esa leyenda de Pancho Villa el bandido? Las fuerzas sociales trituradas por la División del Norte: los latifundistas, sus aliados, el clero político, las capas sociales de intelectuales al servicio de la dictadura de Porfirio Díaz y, a la postre, los yanquis.

Más adelante, en su larga intervención señalaba: "...estamos, pues, juzgando una figura extraordinaria. Yo no soy afecto a los elogios hiperbólicos porque se convierten no en elogios, sino en juicios palaciegos infecundos y ruines. Pero si, la figura de Villa es de las grandes figuras de la historia de México. No diría: el guerrillero más grande que ha surgido en este país, porque hubo otro antes que se llamó, casi es inútil decirlo, José María Morelos (aplausos), y porque en la Reforma también surgieron guerrilleros geniales.

"...Esta tabla de héroes estaba incompleta. El movimiento revolucionario de México tenía una gran deuda con Francisco Villa, y nuestro pueblo también. Hoy se paga, en parte, esa deuda; no totalmente, porque la única manera de pagar totalmente una deuda, si se quiere y se reconoce que existe tal, es no formular loas a los personajes, sino cumplir su mandato histórico (aplausos prolongados). Al colocar el nombre de Francisco Villa se paga esa deuda en parte; pero también se adquiere una responsabilidad.

"Que los ánimos se serenen. Contra Carranza se podrían decir mil cosas, como las que vino a decir aquí el señor diputado Páez contra Villa. Contra Zapata, lo mismo; pero eso sería empequeñecer no a Villa ni a Zapata ni a Carranza. Sería empequeñecer al pueblo mexicano, en su conjunto. Este pueblo, que no ha cesado de luchar en ningún tiempo; que cuando permaneció, por impotencia circunstancial, callado, seguía acumulando hambre, odio y esperanzas.

"Por eso hemos dicho que la Revolución de 1910 es el tercer tiempo de una sola Revolución: la de Independencia, de la Reforma y la Revolución antifeudal (aplausos) y agrarista de comienzos de este siglo. Porque la Revolución, señoras y señores diputados, fue, es, y si ha de ser Revolución en el futuro, tendrá que seguir siendo un movimiento parcial; si, unilateral. La Revolución no se hizo para contentar a todos los mexicanos, sino para descontentar a algunos y para contentar a los más (aplausos). Y mientras no contentemos a las mayorías habrá movimiento revolucionario. El día que todos los mexicanos aplaudiéramos a la Revolución sin excepción, deberíamos, en lugar de aplaudirla, convocar a una misa de difuntos.

“Y hoy volvemos a decir que la Revolución Mexicana no está para contentar a la iniciativa privada, sino para contentar a las masas rurales hambrientas de México (aplausos, gritos), a la clase trabajadora y a la clase media (continúan los aplausos). Que la Revolución sigue siendo un movimiento popular unilateral, unilateral. Algunos la quieren enterrar, convirtiéndola en un movimiento de armonía. Eso no es posible. Otros la quieren enterrar, diciendo que ya pasó, y que hay que comenzar de nuevo, que hay que levantarse en armas en el acto, ahora mismo, en este país, a semejanza de lo que ocurre por ahí en el sur, en Guatemala, y que es necesario dar por muerta la Revolución y comenzar otra vez, haciendo caso omiso del pasado.

“Nosotros no compartimos esa opinión. Decimos que en cada pueblo se construye la vía propia para ir adelante; que respetamos las experiencias ajenas; que debemos ayudar, con todo a nuestro alcance, con todo lo posible, a los movimientos de emancipación, a los movimientos revolucionarios donde quiera que se provoquen; pero el camino de México está trazado. No podemos declarar cancelada la Revolución Mexicana, ni concluida. Nosotros no consideramos liquidada la Revolución y por eso aceptamos que el nombre de Francisco Villa viene a ocupar por derecho propio un sitio en este recinto (aplausos). Los que se opongan a ello, por espíritu pequeño de fracción, o por espíritu reaccionario encubierto de hipocresía y de fórmulas insustanciales, que sepan que la División del Norte no ha desensillado. (aplausos prolongados) ". Aquí termina la breve síntesis del discurso del maestro Vicente Lombardo Toledano, en la Cámara de Diputados, el martes 8 de noviembre de 1966
El estallido social de 1910 fue, como toda revolución, un movimiento unilateral. Nunca esperemos que las clases explotadoras honren la memoria de este gran acontecimiento histórico que pertenece a las clases laboriosas del país, por el contrario, su objetivo siempre ha sido el borrarlo de la conciencia colectiva. Nunca lo lograrán, porque la flama de la revolución es inextinguible y seguirá alumbrando las luchas libertarias y emancipadoras de las presentes y futuras generaciones.
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viernes, 14 de noviembre de 2008

Recordando la obra de...

VICENTE LOMBARDO TOLEDANO
XL ANIVERSARIO LUCTUOSO

El próximo 16 de noviembre se cumple el 40 aniversario luctuoso del maestro Vicente Lombardo Toledano. Por ese motivo, en éste espacio hemos procurado ir recordando por partes, poco a poco, de manera sintetizada, los rasgos principales de su vida y obra año con año en la celebración de sus aniversarios, con el propósito de coadyuvar a que las presentes y futuras generaciones conozcan la aportación teórica y práctica de este intelectual de excepción al desarrollo contemporáneo de nuestro país
En esta ocasión recorreremos los datos curriculares del maestro y la etapa final de su combate. Los grados académicos conseguidos por el Dr. Vicente Lombardo Toledano son: Bachillerato. Escuela Nacional Preparatoria de la Universidad Nacional Autónoma de México (1o. de junio de 1914). Licenciado en Derecho (abogado). Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (15 de marzo de 1919). Profesor Académico. Facultad de Altos Estudios de la Universidad Nacional de México (13 de junio de 1920). Doctor en Filosofía, Universidad Nacional de México (18 de agosto de 1933).
Dentro de los grados académicos honoríficos, el Dr. Vicente Lombardo Toledano fue Miembro Honorario del Colegio de Abogados de la República de Costa Rica (13 de mayo de 1933). Dr. Honoris Causa de la Universidad de Guadalajara (18 de enero de 1943). Dr. Honoris Causa de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (8 de mayo de 1943).
En lo que se refiere a sus servicios docentes, fue Secretario de la Universidad Popular Mexicana, creada por el Ateneo de México en septiembre de 1917. Secretario de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Nacional en abril de 1919. Jefe del Departamento de Bibliotecas de la Secretaría de Educación Pública en octubre de 1921. Dos veces Director de la Escuela Nacional Preparatoria de la Universidad Nacional Autónoma de México en marzo de 1922 y Fundador de la Preparatoria Nocturna en abril de 1923. Director de la Escuela Central de Artes Plásticas de la UNAM (Academia de San Carlos) en mayo de 1930. Director de la Escuela Preparatoria "Gabino Barreda" creada a iniciativa del Dr. Vicente Lombardo Toledano en febrero de 1933 y transformada en la Universidad "Gabino Barreda" en febrero de 1934. En 1936 funda y dirige la Universidad Obrera de México, hasta su fallecimiento.
En cargos públicos, se desempeño como Oficial Mayor del Gobierno del DF en febrero de 1921. Gobernador provisional del Estado de Puebla en 1923-1924. Regidor del Ayuntamiento de la Ciudad de México (electo en enero de 1924, se responsabilizó del cargo en 1925, después de dejar el gobierno del estado de Puebla). Diputado al Congreso de la Unión (septiembre de 1924, desempeño el puesto a fines de 1925, renunciando al de Regidor del Ayuntamiento de la Ciudad de México).Diputado al Congreso de la Unión por el Partido Laborista por segunda vez (1926-1928). Diputado al Congreso de la Unión en la XLVI Legislatura (1964-1967).
Como dirigente obrero, fue Secretario General de la Liga de Profesores del DF en agosto de 1920. Secretario General del Grupo Solidario del Movimiento Obrero en febrero de 1922. Miembro del Comité Central de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), de 1923 a 1932. Como Secretario de Educación General de la Federación Nacional de Maestros en enero de 1927. Secretario General de la Federación de Sindicatos Obreros del DF, en abril de 1923. Organizador y dirigente de la Confederación General de Obreros y Campesinos de México (CGOCM) en octubre de 1933. Organizador del Comité Nacional de Defensa Proletaria en junio de 1935. Organizador, Fundador y Secretario General de la Confederación de Trabajadores de México (CTM, desde 1936 hasta 1940).
Por otra parte, el Dr. Vicente Lombardo Toledano en su militancia política, fue miembro del Partido Laborista Mexicano de 1921 a 1932. En septiembre de 1938 unifica a los trabajadores de cada país de América Latina y funda la Confederación de los Trabajadores de América Latina (CTAL). Organizador y Presidente de esta central obrera continental desde 1938 hasta el 31 de diciembre de 1963, fecha en que esa gloriosa organización obrera concluyó su misión histórica. Vicepresidente de la Federación Sindical Mundial (FSM) desde septiembre de 1945 hasta enero de 1964, fecha en que da por concluidas sus actividades como militante del movimiento sindical.
Fue el promotor, Fundador y Dirigente del Partido Popular (desde junio de 1948 hasta su fallecimiento). El Partido Popular reestructura su nombre en Partido Popular Socialista, por acuerdo de la III Asamblea Nacional, realizada en el mes de octubre de 1960. Candidato a la República por éste partido en 1952. Con motivo de las reformas iniciadas por el Presidente Adolfo López Mateos en 1964, se introdujo el sistema de los diputados de partido. Vicente Lombardo Toledano, con otros nueve compañeros suyos, formaron la diputación del Partido Popular Socialista, en la XLVI Legislatura del Congreso de la Unión; siendo éste el último cargo público que desempeño con brillo en el parlamento mexicano.
El último día de agosto de 1967, Lombardo Toledano terminó su mandato como diputado federal. Pero siguió sus actividades de luchador con la misma entrega de siempre. Su pluma no descansaba. Continuaba sus colaboraciones en la revista Siempre y redactaba documentos para su partido. Asistía a las reuniones del PPS a diferentes lugares de la República. Pronunciaba discursos y dictaba conferencias. Si no estamos mal informados, en 1964 escribió un libro: Summa, el resumen de su credo filosófico, y su último gran mensaje a la juventud. Su ensayo "El hombre, la tierra y el cosmos", que es la síntesis de las últimas aportaciones de la ciencia en relación con el universo, lo redactó a principios de 1968.
Con entusiasmo juvenil dirigió la campaña de su organización para la renovación de los Poderes Federales en 1967. Enjuició con dureza el movimiento estudiantil surgido en Francia, completamente ajeno, según su opinión, a la línea del proletariado. Redactó manifiestos y escribió artículos sobre el movimiento estudiantil de México, que terminaría con los hechos del 2 de octubre de 1968. Según sus puntos de vista, la juventud tenía problemas y derechos que reclamar; pero por desgracia, los agentes de la Central de Inteligencia (CIA), de la policía política de los Estados Unidos, así como elementos de la derecha más recalcitrante de México, se habían infiltrado en las filas del movimiento juvenil para desvirtuarlo y convertirlo en una provocación contra el Estado Mexicano, con el fin de desestabilizarlo.
En 1994, al cumplirse el primer centenario de su natalicio, el Comité Nacional encargado de organizar dicha celebración, se encargó de recopilar la monumental obra teórica del intelectual poblano; su gran legado ideológico quedó condensado en 104 libros que están a disposición de la clase trabajadora y del pueblo de México.
En la noche del 16 de noviembre de 1968, la radio y la televisión transmitieron la noticia de la muerte de Vicente Lombardo Toledano. El PPS envió un mensaje a todos los partidos de la clase obrera del mundo para informarles que su conductor había dejado de existir. El Presidente Díaz Ordaz con todo su gabinete rindió homenaje al ilustre poblano. Lázaro Cárdenas hizo guardia ante el féretro, así como otras personalidades de la política, de la ciencia y la cultura. Una multitud lo acompañó a su última morada, en el Panteón Jardín de la Ciudad de México. Para despedirlo hicieron uso de la palabra: un representante de la Federación Sindical Mundial; el pintor David Alfaro Siqueiros; el representante de la Central Única de Trabajadores de Chile, Salvador Ocampo, y Jorge Cruickshank García, en nombre del Partido Popular Socialista.
A Lombardo se le pueden dedicar las mismas expresiones que dijo él para Hidalgo: "Y murió como había vivido, optimista, lleno de fe en el porvenir de su patria y de la humanidad". De ésta manera murió una lumbrera intelectual que iluminó el camino a la clase trabajadora y a su pueblo para la construcción de su porvenir. En ésta etapa de penumbras que vive el país bajo el régimen reaccionario de la derecha, hace falta la participación de verdadero “capitán de tormentas”, como lo fue el ilustre intelectual poblano para conducir las luchas libertarias del pueblo mexicano.
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viernes, 7 de noviembre de 2008

EN EL CORAZON DEL IMPERIALISMO

EL MUNDO SIGUE CAMBIANDO
LA EVOLUCION HISTORICA LLEGA A LA CASA BLANCA

La historia la hacen los pueblos, pero es la sociedad la que se encarga de engendrar y alumbrar a sus conductores cuando tiene más necesidad de ellos. El proceso histórico da a luz a sus hijos más preclaros cuando se conmociona con los saltos de más largas dimensiones; por eso, en el devenir de la humanidad hay seres afortunados que nacen y se desarrollan en momentos de grandes transformaciones sociales. Este es el alto significado de la contundente victoria electoral del candidato demócrata, el senador Barack Obama, el pasado 4 de noviembre, quien será a partir del 20 de enero del año próximo el presidente de los Estados Unidos.
Del brazo de este hombre de origen afro americano llega la esperanza del pueblo estadounidense de iniciar una nueva etapa de paz y prosperidad, a la vez que una nueva orientación en la política exterior. Con este singular hombre surgido de la raza milenariamente humillada y esclavizada, la evolución histórica de la sociedad norteamericana toca las puertas de la Casa Blanca.
La victoria electoral de Obama queda en el registro de la historia de la manera siguiente: En total, más de 130 millones de personas concurrieron a las urnas, el número más alto jamás registrado en una elección general estadounidense. Los archivos señalan que la cifra obtenida por el candidato demócrata, de 63.25 millones de votos, es la más alta alcanzada por un candidato; mientras que, tratándose de los llamados “votos electorales”, con resultados divulgados en 48 estados y el Distrito de Columbia, Obama acumulaba 349 frente 163, del candidato republicano John McCain, en proporción de dos a uno.
La comunidad internacional recibió con beneplácito la victoria del pueblo norteamericano sobre los actuales halcones de la guerra y su política belicista, apadrinados por la extrema derecha, quienes llevaron al borde del precipicio a la economía mundial. Nelson Mandela, el insigne conductor de las luchas libertarias del pueblo sudafricano, en su mensaje de felicitación afirmó que la elección de Obama demuestra que se puede soñar con un mundo mejor. Los países latinoamericanos, entre los que destacan Venezuela, Bolivia y Cuba, se sumaron calurosamente a las felicitaciones a Obama, a quien pidieron que distienda y cambie los vínculos de su país con el subcontinente; cuestión que puede lograr, en principio, terminando con el criminal bloqueo económico impuesto unilateralmente desde hace más de 46 años contra el hermano pueblo cubano.
La presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, dijo que la elección de Obama es un gran hito y una de las epopeyas más apasionantes de la historia, al haberse cristalizado la victoria electoral de las fuerzas que simbolizan la lucha contra la discriminación y la igualdad de las oportunidades.
Habrá tiempo para observar de cerca los acontecimientos que se sucedan de aquí al momento de la toma de poder del candidato triunfante. Hay quienes afirman, a primera vista y de manera superficial, que la “transición” será civilizada y pacífica, tomando como sustento el pronto reconocimiento de la derrota por parte de MaCain y el propio Bush, y la respectiva felicitación por parte de ambos al candidato triunfante la misma noche de la elección. Sin embargo, habrá que esperar las reacciones soterradas -por el momento- de los derrotados reales en esta contienda: la poderosa industria bélica y la extrema derecha. En el discurso ante sus seguidores, la noche de la contienda, John McCain reconocía su derrota y llamaba a la concurrencia a la unidad, a lo que respondieron a gritos algunos de los presentes: ¡Unidad, nunca! ¡Unidad, nunca!; ¡Bienvenidos a la Unión Soviética!, en clara alusión al disgusto por el programa político de Barack Obama.
Sin duda que los altísimos intereses económicos de las clases dominantes de la sociedad norteamericana se sienten amenzadas con el triunfo de Obama. Temen que el discurso de cambio y esperanza convierta al próximo presidente en un moderno Espartaco; temen que el próximo inquilino de la Casa Blanca lleve “contaminada” la mente con la obra inmortal del indio zapoteca Benito Juárez; de Nelson Mandela, el conductor de las luchas libertarias del pueblo sudafricano; de Evo Morales, el líder indigenista y presidente de Bolivia; y de Martín Luther King, el mártir de la lucha contra la segregación racial y los derechos civiles del pueblo norteamericano. Es un hecho, con el triunfo de Obama, la evolución histórica de la sociedad ha llegado ya al corazón del imperialismo.
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domingo, 2 de noviembre de 2008

LA PRIMER DERROTA DEL CALDERONISMO

LA NACION SE REENCUENTRA CON LA VICTORIA

Con los escenarios de la reciente aprobación de la reforma energética una larga noche de penumbras está llegando a su fin. Comienza el amanecer de una nueva alborada y el retorno de la esperanza. Después de que el pueblo ha tenido que sufrir durante varios sexenios los efectos devastadores de la hegemonía de la ideología monopolista hecha gobierno mediante las siglas del PAN, nuevamente la nación se reencuentra con la victoria.
Las numerosas derrotas del pueblo sufridas a manos del bipartidismo neoliberal pripanista, que hicieron posible los despojos a la nación mediante la implantación de la política de privatizaciones; el Fobaproa primero, y después el Ipab; la elevación de la tasa impositiva del IVA del 10 al 15 por ciento; la privatización del ejido; las contrarreformas a la ley del IMSS y del ISSSTE, sólo por citar algunas, han llegado a su fin, porque el pueblo se ha reencontrado finalmente con el camino de su experiencia histórica y el instrumento de su vía de desarrollo: la unidad del pueblo en torno al Frente Nacional Democrático y Patriótico, que es en esencia la estrategia y la táctica que ha utilizado el pueblo para lograr la victoria frente a sus enemigos históricos.
La amplia movilización popular comandada por el presidente legítimo Andrés Manuel López Obrador y el Frente Amplio Progresista (FAP), cuyo objetivo de alertar al pueblo sobre el despojo del patrimonio energético que se pretendía hacer a la nación, logró poner en evidencia a las fuerzas políticas enemigas de la soberanía nacional, obligándolas a recular en la mayor parte de sus pretensiones ante la seguridad de que serían castigadas con el sufragio popular en el cercano proceso electoral del año próximo.
Desde luego que las petroleras transnacionales no quedaron satisfechas y han hecho sonar sus cascabeles a través de los poderes mediáticos, para enderezar una campaña de linchamiento contra López Obrador y las fuerzas insurgentes, a quienes ubican como el principal obstáculo a sus ambiciones.
Ante la estrepitosa derrota, a Felipe Calderón no le ha quedado otra opción que hacer suya de manera oportunista la bandera permanente del sector nacionalista y patriótico. Así, de la noche a la mañana anunció la construcción de una nueva refinería con una inversión pública inicial de 12 mil millones de pesos; lo que echa por tierra sus propios argumentos privatizadores que sostienen que el Estado no cuenta con recursos para invertir y resolver el problema energético. ¿Dónde quedó pues la teoría de la derecha que sostiene que los capitales privados, nacionales y extranjeros, son los únicos que pueden resolver los problemas nacionales? Si hay dinero para construir una refinería, seguro es que lo hay para construir todas las que hagan falta, lo mismo que para financiar el desarrollo general del país sin necesidad de ceder a los caprichos y ambiciones de la voracidad empresarial.
Aunque no se logró eliminar la totalidad de los elementos privatizadores, lo que obliga a no bajar la guardia y continuar la lucha, quiérase o no, la reforma energética aprobada es un triunfo indiscutible del Movimiento Nacional por la Defensa del Petróleo comandado por Obrador. A pesar de ser en la actual circunstancia una minoría legislativa, se impuso con el apoyo del pueblo sobre las mayorías legislativas del prianismo; esas mayorías parlamentarias que representan a las minorías privilegiadas fueron derrotadas porque no pudieron imponer el madruguete ni los reclamos de sus patrocinadores. Ante este hecho trascendental justo es decir que la nación se ha reencontrado con la victoria.
A continuación, doy cabida en este espacio a un documento del Partido Popular Socialista que circuló a través de volanteo, en el mitin de López Obrador y el Frente Amplio Progresista (FAP), el domingo 27 de octubre, en el cual se afirma lo siguiente:
Una Primera Victoria Del Movimiento En Defensa Del Petróleo, ¡La lucha continúa...!
La derecha neoliberal instalada en Palacio Nacional y su brazo electoral, el PAN, han sufrido su primera gran derrota. El esquema privatizador de Calderón para PEMEX fue rechazado por la movilización popular. Aún así, el Senado maniobró para dejar una grieta privatizadora en la concesión de bloques a las corporaciones transnacionales.
Hoy mas que nunca debemos cerrar filas en torno al Movimiento en Defensa del Petróleo y continuar la resistencia hasta la victoria
La movilización popular en defensa del petróleo y de la soberanía nacional, expresión concreta de que solo la unidad de las mejores fuerzas democráticas y patrióticas podrán enfrentar con éxito al imperialismo, ha derrotado la Iniciativa privatizadora que, Felipe Calderón, envió al Congreso de la Unión con el objetivo de entregar los hidrocarburos en bandeja de plata al capital transnacional, hipotecando el futuro de nuestro país.
Pese a la utilización masiva de los medios de comunicación, cómplices del proyecto privatizador impulsado desde Palacio Nacional y defendido a ultranza por el PAN y la derecha neoliberal incrustada en el PRI, erogando inmensos recursos del erario, la labor de orientación y convocatoria dirigido al pueblo, puesto en práctica por los brigadistas, para defender la soberanía nacional, logró romper el cerco informativo llegando a la conciencia de los mejores mexicanos, hombres y mujeres, comprometidos con México.
Si bien, la Iniciativa aprobada por el Senado, en una función circense, retoma ocho de las trece propuestas esenciales del FAP (Frente Amplio Progresista) y resuelve parcialmente tres mas, pasa por alto dos propuestas importantes, entre estas se deja en el aire la posibilidad de que el capital transnacional participe en la asignación de bloques geográficos del territorio nacional a contratistas nacionales o extranjeros en materia de exploración y producción de hidrocarburos. lo que implicaría no solo la violación constitucional de actividades exclusivas de la nación, sino que en la práctica se estarían entregando extensiones de territorio nacional al control de las corporaciones transnacionales. Este riesgo alcanza proporciones alarmantes ante la negativa de la mayoría de los senadores de que se prohíba expresamente la entrega de áreas exclusivas en los contratos de exploración y producción.
Estas “ambigüedades”, denunciadas desde el principio por el Movimiento en Defensa del Petróleo, y la intención manifiesta de los senadores de no corregirlas, deben alertarnos y ponernos en guardia, pues mientras permanezcan en la Iniciativa servirán, en lo futuro, como trampolín al capital trasnacional para despojar a la nación de uno de sus recursos naturales mas valiosos y privarlo de la posibilidad de que sirvan como palanca del desarrollo económico y elevar el nivel de vida de la población.
Amargas experiencias en el pasado nos han enseñado que las pretensiones privatizadores en otros sectores energéticos han aprovechado estos resquicios, omisiones o ambigüedades, con la complacencia gubernamental, para adueñarse “silenciosamente” de áreas estratégicas de desarrollo. Un ejemplo evidente lo demuestra la privatización de la generación eléctrica en nuestro país ya que actualmente mas del 35% de la electricidad es generada principalmente por capital extranjero, Iberdrola, Gas Natural y FENOSA, las tres de capital español, además de la francesa EDF y la japonesa Mitsubishi, han hecho jugosos negocios, despojando a la Comisión Federal de Electricidad (CFE). No podemos permitirnos el lujo de que se vuelva a repetir la misma historia con PEMEX. La movilización del pueblo en defensa del petróleo es de suma preocupación para el gobierno entreguista y sus cómplices, pues esta les ha impedido cumplir sus compromisos privatizadores con el capital transnacional, razón por la cual han desatado una intensa campaña calumniadora, con el objetivo concreto de restar autoridad a su principal dirigente, Andrés Manuel López Obrador y debilitar al Movimiento.
El Partido Popular Socialista considera que solo la unidad de las mejores fuerzas, democráticas, patrióticas y antiimperialistas, en un gran Frente Democrático Nacional, elemento esencial de su línea estratégica y táctica, establecida por su fundador, el Maestro Vicente Lombardo Toledano, nos puede conducir al logro de una patria independiente, libre y soberana. El Movimiento en Defensa del Petróleo es una manifestación de ese frente y solo a través de su fortalecimiento e impulso podrá cumplir cabalmente con sus objetivos. Por esa razón el PPS llama a cerrar filas en torno a este movimiento popular y a su dirección, el Frente Amplio Progresista (FAP) y Andrés Manuel López Obrador e impedir, mediante la resistencia pacífica, la aprobación de los dictámenes, mientras no se reafirme de manera expresa la soberanía nacional en materia de hidrocarburos.
¡VIVA EL MOVIMIENTO EN DEFENSA DEL PETRÓLEO ¡
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viernes, 31 de octubre de 2008

sábado, 25 de octubre de 2008

¿Sólo una crisis financiera?

¿Crisis financiera o crisis del modelo económico?
¿Quién rescatará a los pobres?

“Los inversionistas huelen la recesión mundial”, decía una nota informativa, refiriéndose al terremoto financiero que sacude al mundo; los cuadros de inteligencia del imperialismo dicen que se superará tan pronto los gobiernos retomen su papel regulador. Encerrados en la discusión del problema en términos técnicos financieros olvidan reflexionar sobre el contexto general en que se desarrolla la economía mundial, el proceso histórico y la evolución de las instituciones económicas. Cual náufragos encerrados en una isla sin conexión alguna hacen del problema financiero una cuestión técnica sin conexión con la realidad objetiva. Si la falta de regulación del Estado para prevenir los desastres financieros es un efecto, entonces la causa es el modelo económico neoliberal.
Es el agotamiento natural de un modelo de la economía el que está en crisis. Recordemos que la teoría del neoliberalismo se nutre del liberalismo económico surgido en los siglos XVII y XVIII, como una demanda revolucionaria y justiciera enarbolada por la naciente burguesía. El grito libertario de la clase burguesa buscaba barrer con todos los obstáculos que imponía el caduco y decadente sistema feudal para el desarrollo de la industria y el comercio; los estancos las alcabalas y toda suerte de restricciones hacían imposible el desarrollo de las fuerzas productivas. La libertad de comercio y la libre concurrencia como piedras angulares de la teoría del liberalismo económico, una vez conquistadas, enterraron para siempre el sistema de producción feudal y nació el capitalismo.
El triunfo definitivo del capitalismo podríamos decir que se dio con la Revolución Industrial del siglo XVIII. El surgimiento del telar mecánico y la máquina de vapor, entre otras, sustituyeron la industria artesanal y surgió la producción en serie, y con ella, surge al escenario de la historia el proletariado como clase social, con necesidades e intereses propios. Al mismo tiempo que se sientan las bases para la concentración del producto del trabajo y la exportación de capitales, dando lugar al surgimiento del fenómeno de los monopolios.
Ya en el siglo XX, en los años treinta, particularmente en los Estados Unidos, el capitalismo afronta su primera gran crisis que pone de manifiesto sus grandes contradicciones internas. Un desastre económico que cubrió de pobreza el suelo norteamericano, mismo que no sería superado hasta después de la II Guerra Mundial. La victoria aliada contra el fascismo alemán comandado por Hitler fue el oxigeno que alimentó la recuperación de la economía norteamericana y del capitalismo en boga
Pero el imperialismo, como fase superior del capitalismo, y la fuerza política y económica de los monopolios –corporaciones multinacionales- no sería tal sin el surgimiento a principios de los años ochenta de lo que hemos dado en llamar Revolución Científico-Técnica. Un verdadero salto cualitativo producido por los portentosos avances en la ciencia aplicada a la tecnología. Surgen las tecnologías de punta, entre ellas la robótica, la cibernética, y se inicia una nueva etapa de superproducción de bienes y servicios; la capacidad industrial instalada actual es tal que puede surtir otros tres o cuatro planetas igual al nuestro, lo mismo en ropa, electrodomésticos o automóviles. La informática se expande con el internet y la antes inmensidad del mundo se reduce hoy a una aldea global.
Esos cambios de calidad surgidos de la Revolución Científico-Técnica traen como resultado la era de la globalización. El mundo se hace pequeño y la economía mundial se conecta bajo un solo mando, el de los monopolios y los centros financieros. Debido a la interconexión financiera global surgen los llamados efectos “domino”, que se encargan de trasladar hasta los confines del planeta lo mismo el optimismo que el pesimismo de los dueños del capital; las economías del mundo exportan en cuestión de segundos la euforia que hace subir las bolsas lo mismo que los terremotos financieros que no respetan fronteras geográficas. Otro de los frutos de la llamada globalización es la economía ficticia y especulativa, compuesta de capitales golondrinos que saltan de país en país en busca de ganancias fáciles a través del mercadeo de acciones, los cuales tienen la capacidad de desequilibrar la economía de cualquier país.
En lo político, la Revolución Científico-Técnica y su producto la globalización neoliberal produjo la derechización del mundo. La mega industrialización, la fuerza económica de los monopolios y los centros financieros catapultaron a los partidos políticos de derecha y tomaron el poder en casi todo el mundo. El campo socialista colapsó y la Unión Soviética se desintegró. Surge entonces la etapa actual en la que nos encontramos: el mundo unipolar, dominado por la hegemonía del imperialismo norteamericano. Un orden económico dominado por la potencia del norte que gobierna el mundo sin contrapesos que puedan equilibrar los intereses multilaterales de los pueblos. Una dictadura monopolista global que impone un modelo concentrador de la riqueza; que promueve la desigualdad social y la pobreza; que impone las políticas del mercado, los acuerdos de libre comercio, y el modelo político sostenido por la democracia de mercado.
Con todas estas reflexiones previas ya podemos sostener que la actual crisis financiera no surge por sí sola ni se da por generación espontánea. Esta crisis que arrastra a la economía del mundo al precipicio es uno de los efectos devastadores de una crisis general del modo de producción capitalista. No es en modo alguno una crisis aislada, sino que tiene que ver con todo el contexto general del desarrollo de la economía.
Recordemos sólo tres crisis que se han juntado en una sola al mismo tiempo. Primera. A principios del año estalló la crisis alimentaria; crisis a la que nos ha llevado el abandono presupuestal del campo, el desmantelamiento de las instituciones oficiales que se encargaban de la producción del campo (Fertimex, Conasupo, Etc.,), dejando la política de la producción de alimentos en manos de las corporaciones multinacionales. El abandono del campo y de nuestra soberanía alimentaria trajo sus consecuencias; se dejó sentir el alza generalizada de los artículos de la canasta básica de consumo popular y la caía general de la economía.
Sólo por citar algunos incrementos tenemos los siguientes: el precio de la tortilla ha aumentado en 42 por ciento; el pan 60 por ciento; la leche 35 por ciento; el huevo 80 por ciento; el fríjol 100 por ciento; la lenteja 130 por ciento; el arroz 130 por ciento; el aceite 113 por ciento; la carne de res 60 por ciento; la carne de cerdo 50 por ciento; el café 65 por ciento; el azúcar 40 por ciento; las pastas para sopa 62 por ciento; la gasolina 10 por ciento; el diesel 18 por ciento; el gas 20 por ciento; y la luz, sólo en lo que va del año, 100 por ciento. El Banco Mundial estimó en enero pasado, que a la cifra actual de mexicanos en pobreza extrema, se le sumarían otros 7.5 millones más como producto de la crisis alimentaria.
Segunda. Hay que sumar a ese panorama la crisis energética, vinculada estrechamente con el capital especulativo que se mueve en las bolsas de valores alrededor del mundo. El precio del barril de petróleo crudo llegó a cotizarse hace unos meses en cerca de los 150 dólares, y ahora mismo anda por debajo de los 60 dólares por barril. La crisis energética es otro elemento desestabilizador de las economías emergentes.
Y tercera. A este panorama devastador se le suma el estallido de la crisis financiera, la cual comenzó en los Estados Unidos con los terremotos bursátiles y grandes bancos declarados en quiebra - dicen allá- por el problema inmobiliario. El pueblo norteamericano se declaró en quiebra porque no puede pagar su tarjeta de crédito, sus casas ni sus automóviles, por insolvencia económica total de la clase trabajadora del vecino país del norte.
Aquí es donde debemos aclarar que la quiebra económica de los Estados Unidos no surgió hace un mes, sino que ha ido a la baja de manera sostenida desde hace por lo menos diez años, desde el final de la bonanza clintoniana. Esa debacle financiera se debe en buena parte al fenómeno de la globalización; las grandes corporaciones multinacionales, la gran industria y hasta parte de la agricultura, fueron empujadas a producir fuera del territorio geográfico de los Estados Unidos, en busca de mano de obra barata, casi esclava, infraestructura gratuita y condonación de impuestos, en los países subdesarrollados, para mejorar lo que ellos llaman “competitividad en la producción”. En ese proceso la clase obrera norteamericana se queda sin trabajo, porque sus empleos se los llevan a otros lados; se declaran insolventes para pagar sus deudas, y el gobierno tiene que desembolsar más dinero en los programas sociales y cubrir el desempleo.
Además, por si fuera poco, hay que recordar que el déficit fiscal del gobierno de los EU es el más grande del mundo, con cerca de 800 mil millones de dólares. Es la norteamericana una economía ficticia, irreal, especulativa, que gasta más de lo que produce, y que tarde o temprano estallaría la mega crisis financiera que estamos viendo. Lógicamente que, siendo EU la cabeza del caduco y obsoleto orden financiero internacional, en su caída estrepitosa se lleva por delante a las economías del mundo; es el efecto dominó que opera por medio de la interconexión financiera del mundo globalizado.
Las bolsas de valores del mundo ya venían desplomándose desde hace meses, he aquí solo unos datos. De enero a la fecha, Londres ha registrado a la baja pérdidas por el 39 por ciento; París, 43.4 por ciento; Francfort, el Dax, 43.6 por ciento; Nueva York, el Dow Jones, 38.9 por ciento; Hong Kong, 46.8 por ciento; Tokio, el índice Nikkei, 45.9 por ciento. Ante el cataclismo financiero y el pánico de los especuladores y agiotistas, de inmediato se reunieron en los grandes foros la alta representación del sistema financiero y los gobiernos neoliberales; el G7, el G20, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Eurogrupo. Acordaron inmediatamente disponer de los erarios públicos y el saqueo de los pueblos para resarcir las grandes pérdidas privadas. Sólo los gobiernos de los países europeos anunciaron planes de apoyo al sector bancario por la cantidad de 2.2 billones de dólares; al mismo tiempo que el Banco Mundial anunciaba el paquete financiero por la ridícula cantidad de 1200 millones de dólares para apoyar a las economías emergentes, a afrontar la pobreza que producirá la crisis financiera.
Algunos han dado en calificar esos escandalosos rescates con fondos públicos como “nacionalizaciones”, lo que es un total contrasentido, un barbarismo. Nunca podrá equipararse –por ejemplo- la nacionalización del petróleo o de la industria eléctrica, verdaderas reivindicaciones patrimoniales a favor del pueblo, con un vulgar saqueo a favor de intereses particulares, como lo fue y sigue siendo el desafortunado Fobaproa.
Las grandes cadenas informativas del imperialismo dan cuenta del estallido de la crisis financiera que inició hace unas semanas, para ellos apenas comienza, pero habrá que recordarles que la clase obrera tiene más de 20 años sufriendo sobre sus espaldas una infame y criminal política salarial restrictiva; el salario mínimo oficial es apenas de 52 pesos por jornada, pero ésta crisis que viven las grandes mayorías de la población no les interesa. Los trabajadores ya están hartos y cansados de vivir en esta esclavitud oprobiosa, por eso ven en la presente convulsión, no una amenaza a su precaria existencia, sino una oportunidad de precipitar la construcción de un porvenir más justo y luminoso para todos los seres humanos.
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viernes, 17 de octubre de 2008

ANIVERSARIO DEL NATALICIO DE JOHN REED

CXXI ANIVERSARIO DEL NATALICIO DE JOHN REED
UN PERIODISTA REVOLUCIONARIO


La primera ciudad norteamericana en que los obreros se negaron a cargar armas y municiones para el ejército de Koltchak fue la ciudad de Portland, en la costa del Pacífico. En esta ciudad nació John Reed el 22 de octubre de 1887.
Su padre era uno de aquellos recios pioneros, de espíritu recto, que Jack London pinta en sus relatos sobre el Oeste norteamericano. Hombre de aguda inteligencia que odiaba la falacia y la hipocresía, en vez de ponerse, como tantos otros, al lado de las gentes ricas e influyentes, se enfrentó a ellas y, cuando los monopolios, como pulpos gigantescos, se apoderaron de los bosques y otras riquezas naturales del Estado, emprendió una lucha encarnizada en contra de ellos. Fue perseguido, combatido a muerte, despedido de su empleo. Pero jamás capituló ante sus enemigos.
John Reed recibió de su padre una buena herencia: una inteligencia despierta y aguda, un temperamento de luchador, un espíritu intrépido y valeroso. Sus brillantes dotes se manifestaron desde edad temprana, y al terminar sus estudios secundarios fue enviado a Harvard, la más famosa Universidad de los Estados Unidos. Allí enviaban a sus hijos los reyes del petróleo, los barones de la hulla y los magnates del acero, sabiendo perfectamente que al cabo de cuatro años de deportes, de lujo y de "aburrido estudio de una serie de ciencias tediosas" volverían a casa con el espíritu depurado de la más leve sospecha de radicalismo. De este modo se moldean en los colegios y universidades decenas de millares de jóvenes norteamericanos, que salen de las aulas convertidos en aguerridos defensores del orden establecido, en guardias blancos de la reacción.
John Reed pasó cuatro años detrás de los muros de Harvard, donde sus atractivos personales y sus dotes lo hicieron querido de todos. Convive diariamente con los jóvenes vástagos de las clases ricas y privilegiadas. Sigue las lecciones grandilocuentes de los reflexivos y ortodoxos profesores de sociología; escucha los sermones de los sumos sacerdotes del capitalismo, los profesores de Economía Política. Y acaba organizando un club socialista en el corazón de esta fortaleza de la plutocracia. Fue un verdadero bofetón asestado en la cara de estos sabios ignaros. Sus profesores se consolaron pensando que sólo se trataba, sin duda, de una travesura de muchacho. "El radicalismo -se dijeron- se le pasará apenas cruce las puertas del colegio y se encare con la realidad de la vida."
Terminados sus estudios y habiendo obtenido su grado universitario, John Reed se lanzó al amplio mundo, y en un período de tiempo increíblemente breve lo conquistó, gracias a su amor a la vida, a su entusiasmo y su pluma. Siendo todavía estudiante había colaborado en un periódico satírico titulado Latroon (El Burlón), haciendo gala de un estilo ingenioso y brillante. De su pluma brotó ahora un torrente de poemas, de relatos, de dramas. Los editores lo asaltaban con proposiciones, las revistas ilustradas le ofrecían sumas casi fabulosas, los grandes diarios le pedían crónicas sobre los acontecimientos más importantes de la vida en el extranjero.
Se convirtió así en peregrino de los grandes caminos del mundo. Quien quisiera estar al corriente de la vida contemporánea no tenía más que seguir a John Reed; como el albatros, el ave de las tempestades, estaba presente dondequiera que sucedía algo importante.
En Paterson, una huelga de los obreros textiles fue creciendo hasta convertirse en una tempestad revolucionaria: allí estaba John Reed, en el corazón de la tormenta. En Colorado, los esclavos de Rockefeller salieron de sus fosas y se negaron a volver a ellas, desafiando las macanas y los fusiles de los guardias: allí estaba John Reed, al lado de los rebeldes.
En México, los peones oprimidos levantaron el estandarte de la revuelta y, con Pancho Villa a la cabeza, marcharon sobre el Palacio Nacional; John Reed cabalgaba mezclado con ellos. El relato de esta lucha vio la luz en la revista Metropolitan y más tarde en el libro México en armas. Con patetismo auténticamente poético, John Reed pintó en estas páginas las montañas de color púrpura y los inmensos desiertos "defendidos, todo en torno, por las espinas de los cactus gigantes". Le gustaban las llanuras infinitas, pero amaba sobre todo a los hombres que moraban en ellas, explotados sin compasión por los terratenientes y la Iglesia católica. Reed los describe bajando con sus rebaños de los pastizales de las montañas para unirse a los ejércitos libertadores, cantando al atardecer junto a las hogueras del campamento y combatiendo aguerridamente por la tierra y la libertad, a despecho del frío y el hambre, descalzos y cubiertos de harapos.
Estalla la guerra imperialista. Dondequiera que truena el cañón, allí está John Reed: en Francia, en Alemania, en Italia, en Turquía, en los Balcanes, en Rusia. Por haber denunciado la traición del funcionario zarista y recogido documentos que demostraban su participación en la organización de las matanzas antisemitas fue detenido por los esbirros en unión del célebre pintor Bordman Robinson. Pero, como de costumbre, valiéndose de una hábil intriga, de un azar afortunado o de un astuto subterfugio, logró escapar de sus garras y lanzarse riendo a la nueva aventura. El peligro jamás lo detuvo. Era su elemento natural. Siempre se las arreglaba para llegar a las zonas prohibidas, a las líneas avanzadas de las trincheras.
¡Cuan vivo permanece en mi recuerdo el viaje que hice con John Reed y Boris Reinstein por el frente de Riga, en septiembre de 1917! Nuestro automóvil se dirigía al Sur, hacia Venden, cuando la artillería alemana comenzó a bombardear un pueblo situado al Este. De pronto, este pueblo se convirtió para John Reed en el lugar más interesante del mundo. Se empeñó en que fuésemos allí. Marchábamos prudentemente a rastras. De pronto estalló detrás de nosotros un enorme proyectil, y en el sitio por el que acabábamos de pasar brotó una columna negra de humo y polvo.
Llenos de miedo, nos agarramos unos de los otros, pero minutos después John Reed estaba radiante. Parecía como si hubiese satisfecho una necesidad imperiosa de su naturaleza.
Así recorría el mundo, de un país a otro, de un frente a otro, de una a otra aventura extraordinaria. Pero John Reed no era simplemente un aventurero, un periodista, un espectador indiferente, un observador impasible de los sufrimientos humanos. Lejos de ello, estos sufrimientos eran los suyos propios. El caos, el lodo, los sufrimientos y la sangre vertida ofendían su sentimiento de la justicia y del decoro. Trataba obstinadamente de descubrir la raíz del mal, para extirparla.
Cuando regresaba a Nueva York de sus andanzas por el mundo no era para descansar, sino para seguir trabajando en defensa de sus ideas. A su vuelta de México declaró: "Sí, México se halla sumido en la revuelta y el caos. Pero la responsabilidad de ello no recae sobre los peones sin tierra, sino sobre los que siembran la inquietud mediante envíos de oro y de armas, es decir, sobre las compañías petroleras inglesas y norteamericanas en pugna..."
Regresó de Paterson para montar en la sala más capaz de Nueva York, en Madison Square Garden, una grandiosa representación dramática titulada "La batairífclel proletariado de Paterson contra el capital".
Trajo de Colorado el relato de los asesinatos de Ludlow, cuyo horror casi superaba al denlos fusilamientos del Lena, en la Siberia. Contó cómo los mineros eran arrojados de sus casas, cómo vivían en tiendas de campaña, cómo estas tiendas eran rociadas de gasolina e incendiadas, cómo los soldados disparaban contra los obreros que corrían, y cómo perecieron entre las llamas una veintena de mujeres y niños. Dirigiéndose a Rockefeller, rey de los millonarios, declaró: "Esas son tus minas, esos son tus bandidos mercenarios y tus soldados. ¡Sois unos asesinos!"
Regresaba de los campos de batalla no con triviales charlas acerca de las ferocidades de tal o cual beligerante, sino maldiciendo la guerra en sí, como una carnicería, un baño de sangre organizado por los imperialismos rivales. En el Liberator, revista progresiva de carácter revolucionario, a la que entregaba gratuitamente sus mejores escritos, publicó un virulento artículo antimilitarista bajo los titulares: "Prepara una camisa de fuerza para tu hijo soldado". Fue llevado con otros autores ante un Tribunal de Nueva York, acusado de alta traición. El fiscal hizo lo indecible por arrancar de los jurados patriotas un veredicto que sirviera de escarmiento; llegó incluso a situar cerca de los edificios del tribunal una banda que estuvo tocando himnos nacionales todo el tiempo que duraron las deliberaciones. Pero Reed y sus compañeros defendieron valientemente sus convicciones. Después de que Reed hubo declarado gallardamente que consideraba como su deber luchar por la transformación social bajo la bandera revolucionaria, el fiscal le dirigió esta pregunta:
-Pero, en la actual guerra, ¿combatiría usted bajo la bandera norteamericana? -¡No! -contestó Reed en forma categórica. -¿Y por que?, a manera de respuesta, John Reed pronunció un discurso apasionado en el que pintaba los horrores de que había sido testigo en los campos de batalla. Su narración fue tan elocuente, tan impresionante, que incluso algunos de los jurados miembros de la pequeña burguesía y ya prevenidos contra los acusados no pudieron contener las lágrimas. Todos los redactores fueron absueltos.
En el momento en que los Estados Unidos entraban en la guerra, John Reed hubo de sufrir una operación quirúrgica. Le extirparon un riñón. Los médicos lo declararon inútil para el servicio militar. La pérdida de un riñón -decía irónicamente- me puede librar de hacer la guerra entre dos pueblos. Pero no me exime de hacer la guerra entre las clases.
En el verano de 1917, John Reed salió apresuradamente para Rusia, donde había percibido, en los primeros combates revolucionarios, la proximidad de una gran guerra de clases.
Un rápido análisis de la situación le llevó a la conclusión de que la conquista del poder por el proletariado ruso era lógica e inevitable. Todas las mañanas, al despertarse, comprobaba, con una pena rayana en la irritación, que la revolución no había comenzado todavía. Por último, el Smolny dio la señal y las masas se lanzaron a la lucha revolucionaria. De la manera más natural del mundo, John Reed se lanzó con ellas. En todas partes, como dotado del don de ubicuidad, se halló presente: en la disolución del parlamento, en el levantamiento de las Barricadas, en el delirante recibimiento tributado a Lenin y a Zinoviev al salir de la clandestinidad, en la caída del Palacio de Invierno... Pero todo esto lo ha referido él en su libro.
Por dondequiera que pasaba iba recogiendo documentos. Reunió colecciones completas de la Pravda y la Izvestia, proclamas, bandos, folletos y carteles. Sentía una especial pasión por los carteles. Cada vez que aparecía uno nuevo no dudaba en despegarlo de las paredes si no podía obtenerlo de otro modo.
Por aquellos días, los carteles aparecían en tal profusión y con tal rapidez, que los fijadores tropezaban con dificultades para encontrar sitio donde pegarlos en las paredes. Los carteles de los kadetes, de los socialrevolucionarios, los mencheviques, los socialrevolucionariós de izquierda y los bolcheviques, eran pegados unos encima de otros, en capas tan espesas, que un día Reed desprendió dieciséis sobrepuestos. Me parece verle en mi cuarto mientras tremolaba la enorme plasta de papel, gritando: "¡Mira! ¡He agarrado de un golpe toda la revolución y la contrarrevolución!"
Fue formando así, por los procedimientos más diversos, una colección formidable de documentos. Tan formidable que, al desembarcar en el puerto de Nueva York, después de 1918, los agentes de la Procuraduría de los Estados Unidos le despojaron de ella. Logró, sin embargo, rescatarla y ponerla a buen recaudo en el cuartucho neoyorquino donde, entre el estruendo de los trenes aéreos y los subterráneos corriendo sobre su cabeza y debajo de sus pies, escribió su libro DIEZ DÍAS QUE ESTREMECIERON AL MUNDO
Como es natural, los fascistas norteamericanos no tenían el menor deseo de que este libro llegase a conocimiento del público. En seis ocasiones se introdujeron en las oficinas de la casa editora, tratando de robar el manuscrito. Una fotografía de John Reed lleva esta dedicatoria: "A mi editor, Horace Liveright, que ha estado a punto de arruinarse por lanzar este libro".
No fue este libro el único fruto de su actividad literaria relacionado con la propaganda de la verdad sobre Rusia. La burguesía no quería, naturalmente, oír hablar de esa verdad. Odiaba y temía a la Revolución rusa, a la que trató de ahogar en un torrente de mentiras. Las tribunas políticas, las pantallas de los cines, las columnas de los periódicos y de las revistas desparramaban oleadas interminables de repugnantes calumnias. Las revistas que antes se desvivían por obtener artículos de Reed se negaban ahora a publicar ni una sola línea escrita por él. Pero no podían impedirle que hablara. Y John Reed tomaba la palabra en mítines donde las multitudes se apretujaban.
Fundó una revista. Se incorporó a la redacción de la revista socialista The Revolutionary Age ("La Edad Revolucionaria") y después a la del Communist. Escribió artículo tras artículo para el Liberator, recorrió el país, participó en conferencias, atiborrando de datos a cuantos le escuchaban, contagiándoles su pasión combativa, su ardor revolucionario. Por último, organizó con su grupo, en el mismo corazón del capitalismo norteamericano, el Partido Obrero Comunista, lo mismo que diez años antes había organizado un club socialista en el propio corazón de la Universidad de Harvard.
Como de costumbre, los "sabios" se habían equivocado. El radicalismo de John Reed había sido cualquier cosa menos un "capricho pasajero", una "travesura de muchacho". Contra sus pronósticos, el contacto con el mundo exterior no había curado a John Reed de sus "locuras". Por el contrario, sólo había servido para reafirmar y reforzar su radicalismo,. Cuan firmes y profundas eran las convicciones de John Reed pudo comprobarlo la burguesía norteamericana leyendo The Voice of Labour, el nuevo órgano comunista que se publicaba bajo la dirección de nuestro autor.
La burguesía de los Estados Unidos comprendió que, por fin, su patria contaba con un auténtico revolucionario. La sola palabra "revolucionario" la hace temblar. Es cierto que Norteamérica ha conocido revolucionarios en el remoto pasado y todavía hoy existen en el país sociedades como las que se adornan con los nombres de Hijos de la Revolución Norteamericana, que recuerdan aquellos tiempos. Es la forma que tiene la burguesía reaccionaria de rendir homenaje a la revolución de 1776. Pero aquellos revolucionarios hace ya mucho tiempo que dejaron este mundo.
En cambio, John Reed era un revolucionario viviente, increíblemente vivo y dinámico, ¡un verdadero desafío para la burguesía! Había que encerrarlo a toda costa detrás de las rejas de la prisión. John Reed fue, pues, detenido y encarcelado. Y no una vez, ni dos, sino veinte veces. En Filadelfia, la policía clausuró el local donde John Reed iba a tomar la palabra en un mitin. John Reed se subió a una caja de jabón y, desde esta tribuna improvisada, en plena calle, habló a un nutrido auditorio. El mitin tuvo tanto éxito, despertó tal simpatía que, detenido el orador por "alteración del orden público", no fue posible convencer al jurado de que pronunciase un veredicto condenatorio. Parecía como si las autoridades de todas las ciudades de los Estados Unidos no se sintieran contentas hasta haber detenido a John Reed una vez por lo menos.
Pero siempre lograba salir en libertad bajo fianza o un aplazamiento del juicio que aprovechaba para ir a librar otra batalla en un nuevo terreno. La burguesía occidental ha hecho ya un hábito el achacar todas sus desgracias y todos sus reveses a la Revolución rusa. Uno de sus crímenes más nefastos es haber sacado de quicio a este joven norteamericano, de dotes tan brillantes, convirtiéndolo en fanático de la revolución. Así piensa la burguesía. La realidad es un poco diferente.
La verdad es que no fue Rusia quien hizo de John Reed un revolucionario. Desde el día en que nació corría por sus venas sangre revolucionaria norteamericana. Por mucho que constantemente y en todas parte se considera a los norteamericanos como gentes orondas y bien nutridas, satisfechas de sí mismas y reaccionarias, todavía circula por sus venas el espíritu de inconformidad y de rebeldía. Basta recordar a los grandes rebeldes de otros días: Thomas Paine, Walt Whitman, John Brown, Parsons. Y ahí están también, en fecha más cercana, los camaradas de armas de John Reed: Bill Haywood, Robert Minor, Rootenberg y Foster. Basta recordar los sangrientos conflictos de los distritos industriales de Homestead, Pullman y Lawrence y las luchas de la I.W.W. Todos ellos -los dirigentes y las masas- eran hombres de pura estirpe norteamericana. Y aunque en la hora actual los hechos parecen desmentirlo, la sangre de los norteamericanos está fuertemente impregnada de espíritu de rebelión.
No vale decir, por tanto, que fue Rusia la que hizo de John Reed un revolucionario. Sí hizo de él, es verdad, un revolucionario consecuente y de mentalidad científica. Este es su mérito. Rusia llevó a su mesa de trabajo los libros de Marx, Engels y Lenin. Le ayudó a comprender el proceso histórico y la marcha de los acontecimientos. Le ayudó a cambiar sus puntos de vista humanistas un poco vagos por los hechos escuetos y rudos de la economía política. Le ayudó a convertirse en un educador del movimiento obrero americano y a esforzarse por situarlo sobre aquellos cimientos científicos en los que él mismo había asentado sus convicciones.
-La política no es tu fuerte, John -le decían algunas veces sus amigos-. Tú no has nacido para propagandista, sino para artista. Debes consagrar tu talento exclusivamente al trabajo literario creador. Reed sentía con frecuencia la verdad de estas palabras, pues en su mente brotaban sin cesar nuevos poemas, nuevos dramas, que buscaban a cada paso su expresión, que aspiraban a revestir forma poética. Y cuando sus amigos insistían en que abandonara la propaganda revolucionaria y se entregara a su pluma, les contestaba sonriendo: Está bien, en seguida os daré gusto.
Pero ni por un memento interrumpía sus actividades revolucionarias. Aquello era superior a sus fuerzas. La Revolución rusa se había adueñado de él en cuerpo y alma, lo cautivaba, lo obligaba, quisiera o no, a someter su temperamento anárquico, vacilante, a la rigurosa disciplina mental del comunismo. Lo había enviado, como una especie de profeta, con la antorcha encendida a las ciudades de Norteamérica. Hasta que, un buen día, la Revolución lo llamó a Moscú para trabajar en la Internacional Comunista por la unificación de los dos partidos comunistas existentes en los Estados Unidos.
Pertrechado con nuevos conocimientos de la teoría revolucionaria, John Reed emprendió un viaje clandestino rumbo a Nueva York. Denunciado por un marinero, lo obligaron a desembarcar y fue recluido en la celda de una cárcel de Finlandia. Desde allí logró llegar de nuevo a Rusia, escribió en las páginas de la Internacional Comunista, reunió documentos para un nuevo libro, fue enviado como delegado al Congreso de los pueblos de Oriente, celebrado en Bakú. Pero habiendo contraído el tifus (probablemente en el Cáucaso) y agotado por el exceso de trabajo, la enfermedad lo abatió, y murió el domingo 17 de octubre de 1920.
Muchos combatientes del temple de John Reed han luchado contra el frente contrarrevolucionario, en los Estados Unidos y en Europa con la misma determinación con que el Ejército rojo peleó frente a la contrarrevolución en la U.R.S.S. Unos han caído víctimas de la furia homicida; otros han enmudecido para siempre en las cárceles; uno perdió la vida en una tempestad desatada en el Mar Blanco, de regreso a Francia; otro se estrelló en San Francisco con el avión desde el que lanzaba proclamas protestando contra la intervención. El asalto del imperialismo contra la revolución ha sido furioso, pero más todavía habría podido serlo de no haber existido estos combatientes.
No cabe duda de que hombres como éstos han contribuido en algo a contener los embates de la contrarrevolución. La Revolución rusa no ha contado solamente con la ayuda de los rusos, los ucranianos, los tártaros y los caucasianos; también han aportado a ella sus esfuerzos, siquiera sea en menor medida, los franceses, los alemanes, los ingleses, los norteamericanos y otros pueblos. Entre estos hombres "no rusos" descuella en primer plano la figura de John Reed, hombre de dotes excepcionales, arrebatado por la muerte cuando se hallaba en la plenitud de sus fuerzas...
Cuando de Helsingfors y de Reval llegó la noticia de su muerte estábamos convencidos, en los primeros momentos, de que era una mentira más de las muchas que salen a diario de las fábricas de falsedades contrarrevolucionarias. Pero cuando Louise Bryant nos confirmó la desconcertante noticia tuvimos que abandonar, pese a nuestro dolor, la esperanza de verla desmentida.
A pesar de que la muerte sorprendió a John Reed en el exilio, desterrado de su patria y condenado a una pena de cinco años de cárcel, la misma prensa burguesa se vio obligada a rendir tributo al artista y al hombre. Un suspiro de alivio se escapó del pecho de los burgueses: ¡John Reed, el gran desenmascarador de sus mentiras y de su hipocresía, el hombre cuya pluma era para ellos un azote, ya no existía!
Los revolucionarios de los Estados Unidos han sufrido una pérdida irreparable. Es muy difícil para los camaradas que viven fuera de Norteamérica calibrar el profundo duelo provocado por su muerte. Los rusos consideran como algo perfectamente natural y lógico el que un hombre muera por sus convicciones. No hay por qué derramar lágrimas sobre una muerte así. Miles y decenas de miles de hombres han dado su vida por el socialismo en la Rusia soviética. En los Estados Unidos, las vidas así inmoladas no abundan. Si se quiere, John Reed fue el primer mártir de la revolución, el que marcó el camino seguido luego por miles. El brusco final de su vida, verdaderamente meteórica, en la lejana Rusia cercada por el bloqueo, fue un golpe terrible para los comunistas norteamericanos.
Un consuelo les queda a sus viejos amigos y camaradas; los restos de John Reed reposan en el único lugar en el mundo donde él quería encontrar su último descanso: en la Plaza Roja de Moscú, al pie de las murallas del Kremlin.
Sobre su nicho se ha colocado una piedra sepulcral a tono con su carácter, una piedra de granito sin pulir en la que aparecen grabadas estas palabras: JOHN REED, DELEGADO A LA TERCERA INTERNACIONAL, 1920.
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martes, 14 de octubre de 2008

viernes, 10 de octubre de 2008

LA CRISIS

LA CRISIS DEL CAPITALISMO JAMAS VISTA
¿ES EL FIN DE LA HISTORIA?

Cuando en 1989 caía el muro de Berlín, después la desintegración de la Unión Soviética y el colapso del campo socialista a principios de los noventas del siglo pasado, el asesor financiero de la Casa Blanca, Francis Fukuyama, elaboró su teoría que llamó “el fin de la historia”, mediante la cual sostenía que, sin oposición al frente y con el colapso de los países que construían el socialismo, el triunfo del capitalismo capitaneado por los Estados Unidos era definitivo y estaba destinado a prolongarse a perpetuidad por los siglos de los siglos.
Hoy, después de pocos años de borrachera triunfalista de los ideólogos de los mercados financieros y el sistema expoliador del capitalismo salvaje la euforia ha terminado. Los comunistas condenados por aquel ideólogo norteamericano a desaparecer de la faz de la tierra pueden sentenciar objetivamente que la crisis actual del sistema financiero internacional será más pronto que tarde el colapso total del capitalismo, y con él, el fin de la historia profetizada por el asesor financiero de la Casa Blanca, pero al revés. El modo de producción económica sentenciado a muerte hoy es otro.
Quiérase o no, estamos ante el umbral de una nueva etapa en la historia de la humanidad, seguramente más luminosa y próspera para los pueblos, porque la convulsión actual obligará a precipitar el porvenir. Cuando la noche es más negra es porque está a punto de un nuevo amanecer. Una nueva etapa que se construirá sobre la misma globalización que nos ha dejado el progreso de la ciencia y la técnica, sólo que ahora será en beneficio de los pueblos y no de los explotadores y saqueadores de los pueblos subyugados.
Las bolsas de valores y el sistema bancario internacional están en caída libre, sin ningún poder sobrenatural que los salve de la catástrofe. En los Estados Unidos, la recesión económica y la crisis de 1929 serán una etapa de progreso comparada con los devastadores escenarios que afrontará el pueblo norteamericano y el mundo entero, pero especialmente los países subdesarrollados con capitalismo dependiente. Ni los cuadros de inteligencia financiera forjados en las altas escuelas del imperialismo norteamericano, como son las universidades de Harvard y la de Yale, en Washington, han sabido explicarse objetivamente el porqué no ha cesado la incertidumbre entre los dueños del dinero, a pesar de que el gobierno de Bush acudió generoso al rescate y llamado de auxilio con 700 mil millones de dólares, con cargo a los impuestos que paga el pueblo. Ni rescates voluminosos a favor del agiotismo y la especulación -que algunos por ignorancia llaman “nacionalizaciones”- ni bajas en los tipos de interés han logrado calmar el pánico de los mercados. Los expertos financieros están fracasando y no encuentran la explicación del terremoto financiero.
La campaña mediática que da a conocer esta crisis está en su clímax, la caja de resonancia aturde a los pueblos con los problemas que hoy afronta el mundo financiero. Se habla mucho y de forma parcial del problema de liquidez del capital especulativo, pero de la infame crisis que vive la clase trabajadora desde hace más de 20 años, soportando sobre sus espaldas una criminal política salarial restrictiva, los accionistas de las bolsas nunca se han acordado, para ellos la crisis apenas ha comenzado. No cabe duda de que en esta lucha de clases cada quien entierra a sus muertos, porque la clase poseedora es sensible sólo al dolor propio, pero insensible ante el ajeno.
A los banqueros y bolsistas los gobiernos neoliberales los rescatan y les resarcen sus pérdidas, ellos no pierden, mientras que los esclavos del salario mínimo lo único que los salva de seguir sufriendo es la tumba. El saqueo de los pueblos se llevará hasta el límite para salvar a los negociantes particulares; en los pueblos la irritación y la violencia social crecerá ante los despojos que sufrirán sus mermados bolsillos. El tiempo de las transformaciones mundiales ha llegado ya.
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