sábado, 25 de septiembre de 2010

EL CENTENARIO DE LA UNIVERSIDAD Y EL DEBATE CASO-LOMBARDO

Al cumplirse cien años de la existencia de la universidad resulta imperativo confirmar el papel que debe desempeñar la máxima casa de estudios de nuestro país. El debate histórico que protagonizaron en septiembre de 1933 Antonio Caso y Vicente Lombardo Toledano sobre el carácter y la misión de la universidad mexicana, debe ser materia de análisis por la nueva generación de mexicanos a fin de establecer los objetivos y guiar los pasos de la casa de estudios durante el segundo centenario. Por considerar que el planteamiento del maestro Lombardo en aquel Congreso Universitario tiene plena vigencia, les presento a ustedes una parte de su ponencia.
VLT: ¨Estamos de acuerdo en que la esencia de toda comunidad es la subordinación de los intereses individuales a los intereses del grupo. Estamos de acuerdo, asimismo, en que la cultura es creación de valores. Pero no estamos de acuerdo -al menos esta es mi opinión personal- en que los valores culturales tengan todos el mismo valor. No estamos de acuerdo en que el valor estético sea semejante al valor económico. No estamos de acuerdo en que el valor religioso tenga la misma importancia que el valor lógico o intelectual. Dentro de la valoración que hace la cultura, de la vida, existen rangos, jerarquías, grados, relaciones de orden. Y también afirmo que la cultura no ha sido la misma en todas las épocas, porque la cultura no es una finalidad. Aquí estriba quizá la diferencia de opiniones entre el maestro Caso y nosotros. La cultura es una finalidad, según él, y nosotros, yo al menos, sostengo lo contrario: la cultura es un simple instrumento del hombre, no es por consiguiente una finalidad en sí. Y como afirmo que la cultura en sí y por sí no existe, también afirmo que la humanidad abstracta, que el bien en abstracto, no existen, porque ningún valor en abstracto existe. No creo en las entelequias; no creo en los valores abstractos y menos cuando se trata de valores históricos. La cultura ha sido la resultante de diversos factores, de distintas circunstancias a través de la evolución histórica, nada más. Cada régimen histórico ha tenido una cultura especial. ¿Por qué? Porque la cultura es justamente eso, valoración, expresión de juicios colectivos, opinar de la comunidad respecto de la vida, a través de la propia comunidad y para la comunidad misma, para los fines de una comunidad determinada. No hay régimen histórico que no haya tenido a su servicio una manera de pensar la vida, una serie de juicios que tratan, en primer término, de hacer que perseveren, de hacer que se mantengan las instituciones que caracterizan a ese régimen histórico.


Por lo mismo, si entendemos que la cultura es un medio, si aceptamos que los valores culturales no son todos iguales, si creemos que en la época moderna, más que en ninguna otra, no se pueden entender los problemas sociales sino tomando como eje, como base de explicación, el fenómeno económico, entonces, para ser consecuentes con nuestra creencia científica, tendremos que admitir que los otros valores de la cultura están íntimamente vinculados al valor económico. Y esto lo aceptamos no como un "artículo de fe", sino como consecuencia de la propia observación histórica, como resultado de la evolución humana, de tal modo que vale decir que no puede enseñarse en esta época la estructura social, que no se pueden entender los problemas humanos, sino tomando como guía, como linterna para alumbrar el camino, el proceso, los caracteres de las instituciones económicas. Esta categoría superior que representan los valores económicos, no creemos que pueda discutirse seriamente, con seriedad científica, en este tiempo. Su realidad objetiva es tan clara que sólo obcecándose en una creencia religiosa puede negarse con énfasis.
No hay incompatibilidad en sostener una teoría y mañana cambiarla por otra, porque en realidad, señores delegados, yo pregunto ¿cuándo, cuándo, en realidad, ha habido un régimen histórico sin teoría social, cuándo ha habido una enseñanza sin una teoría social, cuándo ha habido una institución que no preconice, abierta o subrepticiamente, una teoría social? Nunca, que yo sepa; por eso no concibo un catedrático, un profesor, que no dé su propia opinión a los alumnos. Por lo mismo tampoco un régimen histórico que no sostenga ninguna teoría científica, filosófica, pedagógica, cualquiera que sea. Lo que sucede es que durante el último siglo de esta gran etapa de nuestra evolución histórica, se ha creído de veras que las escuelas han sido neutrales frente a los problemas sociales, frente a los problemas humanos, y realmente no ha habido tal neutralidad: le hemos estado sirviendo inconscientemente o conscientemente, de modo explícito o implícito, al régimen que ha prevalecido en el país durante mucho tiempo; y esta afirmación no la hago para nuestro país sino para todos los países del mundo.
El siglo XIX que creó el régimen capitalista es una etapa histórica en la evolución de todos los pueblos, etapa que ha formado una pedagogía capitalista. No ha habido, pues, tal neutralidad. La libertad de cátedra ha servido simplemente para orientar al alumno hacia una finalidad política, en relación con las características del Estado burgués. Esa es la realidad, el Estado no ha sido neutral frente a las contiendas de trabajadores, sino que todo él, a través de sus órganos, ha servido a una sola clase, a la clase capitalista; y la enseñanza en las escuelas oficiales no ha sido más que un vehículo para sustentar en la conciencia de los hombres el régimen que ha prevalecido. No ha habido tal libertad de cátedra. Hemos tenido, como siempre, una pedagogía al servicio de un régimen. Siempre ha sido así, siempre ha ocurrido de la misma manera.
No es posible enseñar sin transmitir un criterio, y no es posible tener criterio sin saber cuál va a ser éste. Lo que acontece actualmente es que los estudiantes, por su inteligencia natural, por la edad en que se hallan, son simuladores de todos los pensamientos, según los diversos criterios de los catedráticos, pero sin tener aquéllos una opinión propia. Salen, pues, a la calle sabiendo, como resultado de su paso por la Universidad, un solo principio de moral que es inmoral: la vida depende de la habilidad que se despliegue en la lucha. Yo me enseñé en la escuela a oír a mis profesores en todas las teorías, en todas las doctrinas. Parecía que cada uno de ellos tuviese su doctrina. ¿Quién de todos tenía razón? Yo sólo sé que el que tenía razón, el que tiene razón es siempre el más hábil para sostener su propio credo frente al conjunto. Por eso, la Universidad hace muchos años que arroja simuladores de la vida a la calle, competentes para ejercer una profesión, pero nada más. ¿Por qué? Porque no los han orientado, porque no les han dado rumbo, porque los profesionistas se llevan como único principio político y social el hacer un patrimonio, el de labrarse una fortuna, el de triunfar a todo trance, el de tener éxito. La palabra éxito, la palabra triunfo, ese acicate que nos ha corroído especialmente durante los últimos años, es una de las causas fundamentales de la bancarrota moral que el país sufre, porque sus hombres van tras el éxito personal. Esa es la actitud real de la Universidad y su producto contemporáneo, y no queremos, señores delegados, que esa situación prevalezca.
El afirmar una opinión, el sustentar un credo, el tener un criterio, no significa tenerlo para la eternidad. En esto, justamente, nos diferenciamos de los dogmas de carácter religioso. Los dogmas religiosos, los credos religiosos, son dogmas y credos hechos para siempre; en cambio, nuestra creencia científica de hoy, nosotros mismos nos encargaremos de corregirla mañana.
La peor situación es la del hombre que, tratando de hallar la verdad, cree que la verdad ya fue encontrada. No; nosotros creemos que las verdades son contingentes; y que precisamente por ser contingentes debemos mostrar las verdades de hoy antes de que pasen. Lo que nosotros queremos es que haya libertad de pensar, pero no en función del pasado sino en función del presente y en función del futuro.
Y la verdad debe proclamarse. Mañana se dirá la verdad de mañana, como ayer se dijo la verdad de ayer. Lo grave es no decir ninguna verdad. Lo grave es decir que las verdades pueden ser todas posibles, en el momento en que no es posible decir más que una verdad. Importa saber la verdad de hoy, y nosotros no preconizamos ninguna cosa cerrada, hermética, porque si es cierto que hay muchos matices en la doctrina socialista, también es cierto que todos los socialismos, sin excepción, sin faltar uno, están de acuerdo con este hecho fundamental: hay una injusticia en el mundo y ésta proviene de la falsa forma de la producción y de la mala distribución de la riqueza material. La única manera de acabar con esta crisis, de acabar con este drama histórico, es socializar lo que hoy pertenece a una pequeña y privilegiada minoría, poniendo al servicio de la comunidad lo que hoy es patrimonio de unos cuantos.
Eso no es preconizar ninguna doctrina determinada sino una tesis científica, y al mismo tiempo una tesis moral, nada más. El día en que se nos demuestre que la tragedia histórica que vivimos no va a resolverse socializando los instrumentos de la producción y distribuyendo ésta del mejor modo posible, entonces, indudablemente, entonces sí se dirá: no señores, la solución de la crisis económica actual no depende de la socialización de los instrumentos y de los medios de la producción económica, sino de esta otra cosa. Pero como esa otra cosa no ha venido todavía, y como el éxito hasta estos momentos, por oposición al individualismo desenfrenado, es la socialización de la propiedad, nosotros tenemos que contribuir a que la propiedad se socialice.


¿Que la filosofía se basa en la naturaleza y en la cultura? Estamos de acuerdo: sólo que no es la acepción correcta la que el maestro Caso da al término naturaleza. Nosotros no hemos querido naturalismo, permítaseme la palabra, no hemos querido al hablar de la naturaleza, revivirlo. Sabemos que es doctrina pequeña que alumbró escasamente a los hombres de su época, que se ha extinguido con las cosas transitorias. Lo que queremos es que se tomen en cuenta los progresos de la ciencia, el estado actual de la cultura científica en el mundo, ya que las Matemáticas, la Física, la Química, la Biología han realizado grandes afirmaciones en favor de la cultura humana. Nosotros vinculamos hoy más que nunca la filosofía con la naturaleza: nos vinculamos al mundo en este afán de síntesis, de comunicación íntima, de relación entre el individuo y el mundo.
En cuanto a la historia, allí también diferimos del maestro Caso. El conocimiento del individuo, sin duda interesante, no es más que el resultado del conocimiento de las instituciones históricas, de las instituciones sociales. Dice el maestro Caso que Julio César no es institución social, claro: pero Julio César, como ningún hombre, merece el nombre de institución social: los hombres de excepción son resultante de instituciones sociales. Por eso queremos que la historia no se enseñe como biografía de los héroes o de los hombres de gran valía, de gran envergadura, de gran cultura, individuos superiores en cualquiera de sus formas. Precisamente porque nosotros aprendimos desde hace muchos años la historia en forma falsa, no sabemos la historia de México. Sabemos de las cosas a través de la biografía de hombres superiores; no sabemos la historia a través de las instituciones sociales: no sabemos cómo fue la vida en donde es necesario saberlo; no sabemos de los aztecas, ni de los mayas, ni de las tribus que habitaron en México antes de los siglos XV y XVI; no sabemos más que la historia de emperadores y caudillos; no sabemos que aquella población estaba mal nutrida siempre, que sobre la mesa parda de los indios pesaba una serie de instituciones brutales, que tenían que trabajar los indios para la Iglesia, para la casta sacerdotal, para el emperador y todavía tenían que trabajar para comer, sólo así, conociendo la tragedia en su base se puede explicar por qué hemos llegado hasta este momento siendo país anémico, que da la mayor proporción de sifilíticos y tuberculosos en el mundo. Aprendemos los nombres de Cuauhtémoc y de todos los héroes, pero uno no puede pasarse la vida viviendo en México, sirviendo al país sin saber nada acerca de él en la época prehistórica. No importa saber los nombres de los virreyes, sino cómo fueron evolucionando las instituciones humanas, y por eso queremos saber cuál es la forma social y cuál es la forma individual; si por individuo se entiende la institución social; si es lo típico de la historia; si por historia se entiende, además de las instituciones a los individuos, dándoles el mismo valor que a las instituciones sociales.
No estamos de acuerdo tampoco en cuanto a la ética. Es verdad que la ética debe ser el conocimiento de las opiniones respecto de la cultura humana a través del tiempo; pero cuando uno concluye, y en el transcurso mismo de la exposición histórica, tiene uno que decir cuál es su opinión, indisculpable actitud sería la de un profesor de moral que explica, a partir digamos de Sócrates, lo que se ha opinado en el mundo respecto de la doctrina humana, y que no diga cuál es la conducta humana. Eso no es ser profesor de moral, profesor de filosofía. Tenemos que afirmar una opinión, no individualmente, afirmarla en conjunto los catedráticos, los colegios dentro del bachillerato.
El maestro incurre en una contradicción cuando dice que la Universidad debe ayudar a las clases proletarias saltándolas. Yo pregunto: ¿cómo? ¿Diciéndoles nada más que la vida de hoy es mala y que la vida de mañana debe ser mejor?, no, hasta cierto punto, está bien, pero es inútil. Lo importante es decir cómo y concretamente; cómo y de un modo claro, determinado. Pero decirle a los proletarios: tu situación es muy mala y los intelectuales te vamos a ayudar, es decirles algo que no agradecen. En realidad, no podemos siquiera ir a señalarles determinadas cosas que ellos saben mejor que nosotros. Lo que necesitamos es decirles cómo la Universidad, institución responsable de su misión histórica, puede ayudarles de un modo concreto, claro y definido. Y nosotros creemos que esa acción concreta es procurar que se realice la socialización de todos los instrumentos y de todos los medios de producción económica.
Señores delegados: no deseo cansar más la atención de ustedes, pero creo necesario insistir en la afirmación de que no venimos a hacer propaganda de un credo, puesto que la propaganda se hace en la calle. Por otra parte, esto lo digo al menos por mí, creemos que la Universidad no va a realizar la revolución social. Ojalá, pero es imposible. No puede. No sólo no sabe: no puede. La revolución social la harán las masas. Pero nosotros que queremos servir a la masa, tenemos simplemente que cooperar para que las verdades que consideramos ya aceptadas y que consideramos aceptables, se transmitan, de manera que se forme una noción de responsabilidad en cada uno de los bachilleres, en cada uno de los graduados de la Universidad de México, en cualquiera de las instituciones que la representan a través del país. No queremos establecer nosotros un dogma. Queremos únicamente preconizar la verdad, la verdad de hoy, no la verdad de ayer, ya que la verdad de mañana será obra seguramente de otra generación. Nuestro dogma no es un dogma religioso, es un dogma que surge de las entrañas mismas de la tragedia histórica. Ahora bien, si la Universidad no adopta una actitud definida frente a las tragedias, como dice el maestro Caso, el pueblo entonces acabará con la Universidad y habremos hecho un Cristo de la peor especie. La Universidad no puede ser una torre cerrada, cuyos moradores que siempre van a la zaga, que siempre viven a la zaga, sean el ludibrio de las masas. Cuando se transforma un régimen se hace necesario entonces que la Escuela se transforme. ¿Por qué siempre hemos de ser nosotros el pasado de la historia? ¡Ojalá fuésemos el futuro de la historia! Eso queremos: siquiera corresponder a nuestra época´´.
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sábado, 18 de septiembre de 2010

EL GRITO DE LOPEZ OBRADOR
Estimados camaradas y amigos, el pasado 15 de septiembre el máximo dirigente de las causas populares encabezó la ceremonia del ´´Grito de los Libres´´ en la Plaza de las Tres Culturas, en la ciudad de México, DF. Por esta razón he querido abrir un espacio en esta columna para compartir con ustedes el contenido de esta singular ceremonia conmemorativa de los 200 años de lucha por nuestra independencia nacional. Un largo proceso de desarrollo guiado por el hilo conductor de todas las luchas emancipadoras, interrumpido en 1982 por la llegada al poder de los tecnócratas neoliberales derechizados que impusieron su credo a la economía y la política, haciendo a un lado la vía trazada por nuestro pueblo en sus luchas históricas. El grito de la patria mancillada puede resumirse así: 182 años de lucha por la independencia económica y política y 28 años de involución. Dispongámonos a leer el trabajo excelente de Jaime Avilés, publicado por el periódico La Jornada.

´´Los potentados que tienen secuestradas las instituciones y todo lo subordinan a sus intereses confían en que mediante la teledictadura van a imponer al próximo presidente de México, alertó Andrés Manuel López Obrador la histórica noche del 15 de septiembre de 2010 en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, antes de dar, ante miles de simpatizantes, el Grito de los Libres, donde exclamó: ¡Arriba los de abajo!
Después de loar los nombres de los caudillos que iniciaron y culminaron la lucha por la independencia de nuestro país, el principal dirigente opositor del México actual añadió: ¡Vivan los héroes anónimos! ¡Vivan los indígenas! ¡Vivan los campesinos! ¡Vivan los obreros! ¡Vivan los migrantes! ¡Vivan los artistas! ¡Vivan los maestros! ¡Vivan los profesionistas! ¡Vivan los sectores productivos! ¡Vivan los jóvenes! ¡Vivan las mujeres! ¡Viva la cultura! ¡Vivan los dirigentes sociales y políticos asesinados o desaparecidos por defender las causas populares!
Como músicos de una orquesta ansiosos por volver a tocar en cuanto finalice la intervención del solista, la gente esperó a que Andrés Manuel terminara de leer la larga y emotiva oración, y respondió: ¡Vivan! El líder tabasqueño dijo en seguida: ¡Libertad a los presos políticos!, y la plaza contestó: ¡Libertad! ¡Abajo el mal gobierno! ¡Abajo! ¡Abajo los privilegios! ¡Abajo! ¡Arriba los de abajo! ¡Arriba!

Desde el centro del escenario, al pie del histórico edificio Chihuahua –en algunas de cuyas ventanas había fotografías del presidente legítimo con la banda tricolor sobre el pecho y mensajes de apoyo al movimiento que conduce–, López Obrador culminó así: ¡Viva la nueva República! Y por tres veces consecutivas: ¡Viva México!
López Obrador inició su discurso en punto de las 21:45 y lo concluyó a las 22:00 horas, para protagonizar el ritual del Grito. Dijo de entrada: venimos a recordar que no fueron los acaudalados los que siguieron a Hidalgo y a Morelos en su rebelión contra la tiranía. Fueron los pobres, los desposeídos, los indígenas y los peones acasillados... El pueblo tomó conciencia y supo que era más fuerte que quienes se creían amos y señores, que podía liberarse y derrotar a quienes lo oprimían.

Con ese mismo ideal de justicia y con la esperanza puesta en el despertar del pueblo, hoy, los aquí presentes, y muchos más, estamos luchando para derrotar de manera pacífica a la actual oligarquía, al régimen de corrupción, opresión y privilegios que está destruyendo al país. Después de enumerar las características más notorias del grupo dominante –no pagan impuestos, no crean empleos, imponen salarios de hambre, fomentan la migración–, subrayó que en estos tiempos de mayor sufrimiento, no sólo no hacen nada por el interés público sino que siguen lastimando con saña a la gente.

Al describir los hechos negativos más recientes, mencionó el [enésimo] aumento a la gasolina, las nuevas concesiones a Televisa, la disminución de las pensiones a jubilados, el despido de mineros, electricistas y trabajadores de Mexicana de Aviación y la [nueva] inundación de Tabasco provocada por el desfogue de las presas para favorecer a los productores privados de energía eléctrica.

En sus cálculos, prosiguió, este grupo piensa que tiene todo bajo control. Confía en su dominio de la mayoría de los medios y de la televisión para seguir manipulando al pueblo, y ahora su apuesta es imponer, mediante la teledictadura, al próximo presidente de México.
Pero, advirtió en plan desafiante: desde esta Plaza de las Tres Culturas, donde los estudiantes lucharon por la democracia y fueron sacrificados por el autoritarismo del PRI, les decimos que no les será fácil consumar una nueva felonía. Y reveló cómo, a su juicio, será posible lograrlo:
Si cada mujer y cada hombre consciente se compromete a convencer a cinco ciudadanos entre sus familiares, vecinos, amigos y compañeros de trabajo, no sólo tendremos asegurada la victoria en 2012 sino que, con esa fuerza organizada, con ese poder ciudadano, llevaremos a cabo la renovación tajante que necesita el país.

López Obrador cerró con estas palabras: Tengamos fe en que México se salvará; es cosa de que logremos evitar que nadie sea indiferente al porvenir de la patria. Tenemos de nuestro lado la razón histórica: la patria no la construyeron los héroes para que la mancillaran los ambiciosos. Es el espacio que los héroes nos legaron a nosotros, y a los que vienen, para vivir con dignidad y justicia, para soñar y ser felices.

Y feliz como vino, la gente se fue eufórica, atiborrando los vagones del Metro y cantando una clásica de Tintán, que decía: El Peje tiene... personalidad, personalidad, mientras arriba, la ciudad lucía lúgubre, fantasmagórica, apanicada, desierta´´.

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sábado, 11 de septiembre de 2010

EL HOLOCAUSTO DE CALDERON

Igual que en los años 1810 y 1910, la actual generación de mexicanos se encuentra al límite de su resistencia material y espiritual; en este marco histórico de paralalelismos y analogías entre las realidades de ayer y hoy, mismas que apuntan en la dirección de las grandes conmociones sociales y políticas, el actual régimen de derecha que se apoderó del país, en su cuarto informe de gobierno, antes que reconocer honestamente de cara a la nación el fracaso de su proyecto, ha confirmado sus intenciones de continuar por la ruta hacia el precipicio. La visión oficial enfermiza es que ´´vamos por la ruta correcta´´.
La historia se encargará de caracterizar con justeza al gobierno de Calderón como el sexenio del holocausto. No hay otra forma de calificar el generalizado incremento de la violencia que ha tomado carta de naturaleza en nuestro país; la lucha total contra ´´el crimen organizado´´ que encabeza el que gobierna mediante ´´partes de guerra´´ ha hecho del territorio nacional un gigantesco campo de exterminio, a lo que se añade el caos y la represión política y económica contra las masas mayoritarias de la población.
Según cifras oficiales, 29 mil mexicanos han muerto víctimas de esta imparable escalada de violencia en menos de cuatro años de calderonato; para el cierre del año 2012 es posible que este número de bajas empate o supere la cifra de 52 mil bajas estadunidenses durante la guerra de Vietnam entre 1968 y 1974, la diferencia es que, mientras los yanquis estaban en una guerra intervencionista, por lo cual es entendible el número de bajas, nuestro país vive en ´´paz y en un reino democrático´´, según la opinión de los intelectuales de la derecha.
El país se estremece todos los días ante los niveles de violencia e inseguridad a que se ha llegado, centenares de ciudadanos son ejecutados todos los días. Resulta inconcebible que mientras los gobernantes cacaraquean la supuesta normalidad democrática al mismo tiempo son asesinados hasta setenta personas en una sola masacre, como la sucedida en San Fernando, Nuevo León, hace unos días. Lo mismo candidatos que presidentes municipales en funciones han sido alcanzados fatalmente por la violencia, de la que son responsables por formar parte de la actual clase política que ha hundido al país en la miseria, en la zozobra y en la ingobernabilidad. A como van las cosas en esta escalada de violencia, y si el pueblo de Hidalgo, de Juárez, de Villa y Zapata, no es capaz de detener a tiempo las acciones de este régimen, si el mismo llega a terminar su mandato ilegítimo, es seguro que entregará un país hecho pedazos.
El pueblo no ve solución alguna al caos generalizado mientras perdure en el poder la clase política dominante repartida en el PRIANato. Como empleados bien pagados de la dictadura oligárquica, su papel sólo se limita a ´´condenar y reprobar enérgicamente´´ todos los días los hechos violentos que mantienen a la sociedad aterrorizada. Antes que actuar desde el sitial que ocupan para moderar la opulencia y la indigencia y disminuir el rencor social ante los grados insultantes de desigualdad social, lo que hacen es defender los privilegios de pocos y la injusticia para las masas, resguardando y legitimando el inhumano estatus vigente.
El cuarto informe de gobierno confirma la hoja de ruta trazada desde un principio por el gobernante espurio, en beneficio de la élite que lo impuso en el poder. En el proyecto de presupuesto para el 2011 se plantea que gasolinas, el diesel y el gas continuarán subiendo cada mes; los impuestos que elevó con la ayuda del PRI seguirán inmutables, castigando a la mayoría de los mexicanos. Sin autoridad moral ninguna, el priismo anda diciendo a los cuatro vientos que van a proponer la baja del IVA del 16 al 15 por ciento, el que aprobaron ellos mismos el año pasado, después de ponerle la soga al cuello a la población ahora pretenden erigirse en salvadores de la patria.
Se anuncia que la meta es crear medio millón de empleos durante 2011, aún si lo logran, el déficit del desempleo seguirá creciendo, porque nuestra economía debe generar por lo menos un millón 200 mil puestos de trabajo para absorber la demanda laboral de nuestra población. No se dice nada, pero es un hecho que se mantendrá la política salarial equivalente al crimen de lesa humanidad, porque sacrifica a todo un pueblo a sufrir las llagas de la pobreza.
Algunos ilusos mantenían la esperanza de que el cuarto informe anunciara cambios trascendentales para corregir el rumbo de la nación, pero no fue así; el pueblo quiere cambiar pero calderón prefiere mantener, las condiciones están dadas para el choque frontal entre estas dos percepciones de la realidad. Ese divorcio fatal entre los sentimientos de la sociedad frente a la opinión de la dictadura gobernante puede ser el origen de otra conmoción de grandes dimensiones históricas.
Porfirio Díaz invirtió 21 millones de pesos en la fastuosa celebración del centenario de la Independencia, y dos meses después el pueblo se levantó en armas para terminar con su dictadura. En 2010, Calderón invertirá casi tres mil millones de pesos en las también fastuosas celebraciones del Bicentenario de la Independencia, y no sabemos si correrá la misma suerte, lo que podemos asegurar es que, el holocausto en que vivimos está empujando a que la nación ´´abra sus labios y empuñe la espada para ser oída´´, como quedara asentado en los célebres Sentimientos de la Nación, de José María Morelos y Pavón, figura señera de nuestra lucha por la independencia nacional.
San Luis Río Colorado, Sonora, México. 11 de septiembre de 2010.
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miércoles, 8 de septiembre de 2010

MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA
EL PRIMER INTELECTUAL DE LA PATRIA
El pueblo de México está celebrando el bicentenario de su independencia, el doloroso parto que alumbró a una nueva nación. A doscientos años de distancia de aquellas ansias de libertad, de romper cadenas y acabar con el yugo español, el pueblo se pregunta si no ha llegado la hora de levantarse nuevamente del estado de postración en que se encuentra. Cada año por estas mismas fechas los gobiernos en turno homenajean a nuestros héroes patrios con actos culturales y espectáculos de luces multicolores pero ahí queda, en actos superficiales y frívolos, porque los gobernantes que representan a las castas oligárquicas nunca moverán un solo dedo para modificar la realidad que los llena de privilegios.
¡Que vivan los héroes que nos dieron patria!, y nuestra generación qué patria heredará a nuestros hijos, es la pregunta de hoy. Ante el desempleo creciente, la desigualdad social y el hambre, ante el mayor derramamiento de sangre que ya raya en lo inconcebible durante este sexenio de pesadilla, ante el agravamiento sistemático en todos los ámbitos de la vida nacional urge preguntarse, qué país entregará Felipe Calderón cuando se vaya de Los Pinos.
No podemos dejar pasar esta fecha sin rendir merecido homenaje al primer intelectual revolucionario que surgió en nuestra geografía nacional. Este espacio se complace en compartir con usted, amable lector, un artículo escrito por el maestro Vicente Lombardo Toledano en el año de 1943, bajo el título ´´Miguel Hidalgo, el primer intelectual de la patria´´, comenzamos: EN LA HACIENDA DE SAN DIEGO de Corralejo, jurisdicción de San Francisco de Pénjamo, dependiente, en lo civil, de la alcaldía mayor de León y en lo eclesiástico del obispado de Michoacán, el 8 de mayo de 1753 nació Miguel Hidalgo y Costilla, segundo hijo del matrimonio de Cristóbal Hidalgo y Ana María Gallaga.
Su niñez transcurrió entre labores campestres y conoció de los rudos trabajos agrícolas conviviendo con labriegos y peones, que en ellos entregaban la vida. Sus estudios de primeras letras los cumplió al Iado de su padre.En 1765 marcha a estudiar a la ciudad de Valladolid (hoy Morelia), sede del obispado de Michoacán, uno de los más vastos y ricos del virreinato, donde según los conciliaríos del Seminario Tridentino de Valladolid, para 1784 había un "desmesurado y poco práctico aumento de planteles de enseñanza, en tanto que otras diócesis sólo contaban con una casa de estudios en la capital, la de Michoacán tenía nueve". (Arreola, 1982, p. 172).
Hidalgo ingresa en el Colegio de San Nicolás cuando desempeñaba la rectoría el licenciado Juan José Moreno. En esa época asiste también al Colegio de San Francisco Xavier a oír lecciones de gramática, ya que los educandos de San Nicolás podían acudir al plantel vecino de la Compañía. Posteriormente, en 1767 cursa retórica durante seis meses, hasta la expulsión de la orden en junio de ese año. Es importante detenerse en los antecedentes de estos dos centros de enseñanza forjadores de la personalidad del joven Hidalgo.
En su "Historia de la Filosofía en México'\ Samuel Ramos expresa: "Los colegios de la Compañía de Jesús representaron en Nueva España la vanguardia de las ideas modernas. En ellos empezaron a enseñar las ciencias físico-matemáticas. se conocieron las ideas de Descartes, Newton y Leibnitz y de sus aulas partió la renovación de la filosofía escolástica" . (Mancisidor, 1956, p. 26).
En estos colegios se sentía la acción renovadora de lo que ha llamado la "modernidad" impulsada por un grupo formado principalmente por Clavijero, Alegre. Campoy y Maneiro, inspirados por Feijó, Losada y otros ilustrados españoles. (Cué Cánovas, 1953, pp. 39-41). Francisco Javier Clavijero fue catedrático del Colegio de Valladolid, sus sabias innovaciones tendían a "ahuyentar los errores sistemados a que antes se daba el nombre de Filosofía...que fatigaba la mente de los jóvenes con ninguna o muy poca utilidad..... (Mancisidor, 1956, p. 227). Clavijero, puntual historiador del México precolombino estudia las culturas indígenas en su insustituible "Historia antigua de México".
Hidalgo en su breve paso por las aulas de la Compañía recoge indirectamente las enseñanzas del doctísimo Clavijero. Sin embargo es en el Colegio de San Nicolás donde se forja el Hidalgo intelectual y revolucionario, ahí vive y madura por más de un cuarto de siglo. En 1766 el rector Moreno publica su libro sobre la vida de Vasco de Quiroga. Primer obispo de Michoacán, y "fundador del Real y Primitivo Colegio de San Nicolás Obispo, de Valladolid". Desde su ingreso en él, Hidalgo tuvo oportunidad de conocer la vida y las ideas del humanista Que proclamaba un nuevo orden social basado en el trabajo comunal. Utopías Que el notable "Tata Vasco" materializó al establecer los hospitales-pueblos, superando así a Tomás Moro, con un proyecto real, tangible y práctico con que quiso transformar la sociedad de su tiempo.
Quiroga desde que fundó en Pálzcuaro el Colegio en 1540, le dio carácter y orientación especiales, expresando en su testamento, la norma académica que debería regir la vida del mismo. En su testamento, aquel sabio humanista indica que sean “perpetuamente en él gratis enseñados todos los hijos de los indios y vecinos de esta ciudad de Michoacán y de la laguna". El rector debería nombrar a los capellanes de los hospitales-pueblo, escogiéndolos en lo posible entre los hijos del Colegio, "que conocieran el idioma de los indios y aquellos de quienes tuviese seguridad que amaban a los nativos". (Bonavit, 1958, pp. 11-13).
Sin embargo la más trascendente de las acciones de don Vasco, defendida siempre y repetidamente a lo largo de toda la historia nicolaita, fue la de "conseguir que el Rey de España diera a su Colegio, el título Real, y aceptara el Patronato, para él y sus sucesores". Para asegurar su sostenimiento e independencia económica, su fundador "le donó dos estancias en Hamaqueo,...una hacienda, su casa de Pátzcuaro, su biblioteca y parte de la recolección de diezmos". (Bonavit, 1958, p. 14).
En el primer intento de establecer el Seminario Tridentino, el cabildo, manifestó: "no pudiendo ser el Colegio de San Nicolás Seminario Tridentino, 'porque fue voluntad del señor Quiroga que los Reyes fuesen los patronos ... " (y) " ... no podría ese Colegio sujetarse enteramente al Obispo como lo disponía para los Seminarios Tridentinos, el Concilio (de Trento)". (Bonavit, 1958, p. 50). Gracias a esta celosa tradición y a su autonomía respecto a la autoridad diocesana, este ilustre plantel pudo llegar en el siglo XVIII a ocupar un lugar de primera línea en el proceso innovador y transformador que daría lugar a la revolución popular iniciada en la primera década de la centuria siguiente, por su ilustre rector. El Colegio fue clausurado en 1810 por su franca simpatía a la causa libertaria. Repetidas gestiones empeñó para su reapertura el gobierno del estado de Michoacán después de la independencia; apoyándose en el propio testamento de Quiroga, lo reabre y logra la secularización de este centro de cultura. Esto acontece cuando don Melchor Ocampo lo restaura como institución civil con el nombre de Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidalgo, en enero de 1847.
En sus cortos literarios ejercicios", como los llama el propio Hidalgo, relata haber aprendido primeramente gramática y retórica, obteniendo los primeros lugares. En el Colegio de San Nicolás, hacia 1767 y 1770, hace un curso de artes o filosofía. Retomando sus propios apuntes: Hidalgo añade: "fue presidente de las Academias de sus condiscípulos, tuvo un acto de Física, y lo premió su maestro con el primer lugar". Recibió el grado de Bachiller en Artes el 30 de marzo de 1770, en la Real y Pontificia Universidad de México.
Sus allegados y condiscípulos lo bautizan con el sobrenombre de "el Zorro", por su gran vivacidad, astucia e inteligencia...De retorno a los claustros nicolaitas, de 1771 a 1773 "siguió estudiando Teología", pero fue expulsado temporalmente por abandonar el Colegio una noche saltando por una ventana, "el castigo fue leve y deben haber obrado en su favor los testimonies de su brillante carrera. Era ya becado de oposición (Arreola, 1982, p. 166).
Las becas de oposición se obtenían por examen de competencia, en el cual se demostraba tener conocimientos superiores a otros aspirantes, que obligadamente debían ser bachilleres titulados,”... estos colegiales formaban la parte más selecta, intelectual y distinguida del establecimiento. Era (su) privilegio... examinar anualmente a los demás colegiales, substituir a los profesores. Por esto y sus brillantes estudios el bachiller Hidalgo gozó una de estas becas". (Bonavil, 1958, p. 76). El 24 de mayo de 1773 presenta examen para obtener su segundo grado, el de Bachiller en Teología, en la Universidad de México, única institución autorizada para otorgar bachilleratos y doctorados. Graduado en filosofía y teología tiene abierto el camino para obtener el doctorado, lo cual no hace, según sus declaraciones, porque "no pretendía colocación que lo exigiera". El doctor Bonavit juzga que se tenía en poca estima los grados académicos y había maestros que daban cursos sin tener el título, ni siquiera en la materia que atendía, por lo que los alumnos deberían llamarse "cursantes ilegítimos".
En su proceso inquisitorial se le acusa de haber injuriado y denigrado a los "beneméritos graduados" y tener la osadía de proferir "que no se había graduado de doctor en esta Real Universidad, por ser su claustro una cuadrilla de ignorantes". Hidalgo, en su contestación a la Inquisición critica los "actos literarios" de la Universidad de México al compararlos con los de la Sorbona, donde los doctores presentan todas las teologías, Dogmática, Polémica, Escolástica... ", señalando que si así fuera "pudiera haber menos doctores, o haría que algunos estudiaran más.(Hernández Luna, p. 112).
"Después de recibir su segundo grado de bachiller, opta por dedicarse a la enseñanza y seguir la carrera sacerdotal. En la enumeración de "sus cortos literarios ejercicios" Hidalgo también refiere haber”...sido Pasante de Gramática, Presidente de las Academias de Filósofos y Teólogos, y Sinodal de unos y otros... ", presentando "oposiciones a varias Cátedras y Becas... Catedrático de Mínimos y Menores y Filosofía... "Sustituyó por mucho tiempo la Cátedra de Escolástica... "A pesar de sus múltiples ocupaciones dedica las horas de descanso al estudio de varios idiomas y de obras de filosofía, ciencia y arte. En 1774 recibe las cuatro órdenes menores "a título del idioma otomí" que ya conocía. Un año después se le confieren el subdiaconado y las órdenes mayores. En 1776 obtiene el diaconado a "título de administración". Por fin obtiene el presbiterado el 19 de septiembre de 1778, cuando contaba con veinticinco años de edad. (Cué Cánovas, 1953 p. 56).
En 1782 ocupó en calidad de substituto la cátedra de teología, la disciplina más elevada del plan de estudios de la institución. Luego, como titular, la impartirá hasta el fin de su estadía en el Colegio, pues en 1785 obtuvo, por oposición, la cátedra de prima de teología. Llevaba escasos dos años de impartir esta materia cuando el doctor Pérez Calama convocó a un certamen en latín y castellano, sobre el método más adecuado para estudiar teología, ofreciendo un premio a quien presentara el mejor. Hidalgo envió un amplio trabajo con el título de "Disertación sobre el verdadero método para estudiar Teología Escolástica”. Obtuvo la presea, pero se reveló como "no muy ortodoxo" proponiendo un método nuevo y científico, en oposición al que hasta entonces se seguía. (Cué Cánovas,1953, pp. 57-58).
El deán de la catedral, doctor Pérez Calama, que había sido rector del Colegio Palafoxiano de Puebla, al premiar al bachiller Hidalgo le dirige una muy encomiosa carta: "Ambas piezas convencen que Vmd. es un joven en quien el Ingenio y el Trabajo forman honrosa competencia". “...preveo que llegará a ser Vmd. luz puesta en candelero o ciudad colocada sobre un monte. Veo que es Vmd. un joven que, cual gigante, sobrepuja a muchos ancianos que se llaman doctores y grandes teólogos... “(Bonavit,1958, p. 80). En la disertación presentada en latín y castellano, por el colegial Hidalgo, cita a más de 60 autores: Aristóteles, Tomás de Aquino, Melchor Cano, Graveson, San Agustín, Pitágoras, Anaxágoras, y otros, donde consigna estos conceptos: "La Teología que estaba enteramente obscurecida y reducida a una Dialéctica contenciosa ha comenzado a brillar nuevamente... Olvidadas ya aquellas escolásticas sutilezas que sólo servían para pervertir el buen gusto y perder el tiempo, se ha introducido un nuevo método... el verdadero método de estudiar Teología es juntar la Escolástica con la Positiva". (Hidalgo reformador intelectual y libertador de los esclavos, 1982, pp. 57-58).
En el estudio de las "Disertaciones" el doctor Méndez Planearle comenta: "Lo que Hidalgo -siguiendo a Verney- quiere, por tanto, que se conserve de la Escolástica, no es el contenido filosófico•teológico doctrinal, sino sólo la corteza: el método didáctico, la forma dialéctica "acomodada al uso de la Escuela", y agrega: " ... para Verney y para Hidalgo "metafísica" es una palabra despectiva y casi sinónima de sofisma", de elucubraciones embrolladas y estériles". (Méndez Planearte, 1982, p. 27).
En vista de que Santo Tomás siguió el método de la teología escolástica, Hidalgo lo explica en razón "a la condición de los tiempos" ya que se " ...había servido de la doctrina aristotélica...por afecto a aquel filósofo". El estudioso humanista sintetiza así el contenido de la "Disertación": "Decidida preferencia por la Teología positiva sobre la especulativa. Admisión de la Escolástica sólo en cuanto a forma metódica. Rechazo de la Teología Escolástica en cuanto a su contenido filosófico aristotélico: y rechazo de la doctrina aristotélica-tomista de las formas substanciales y accidentales. Excelente exposición de la importancia de las ciencias fundamentales o auxiliares de la Teología Positiva o histórica: Sagrada Escritura, Patrística, Historia de la Iglesia, Cronología, Geografía y Crítica".
Para Méndez Plancarte, Hidalgo con su "Disertación" participa del movimiento renovador filosófico-científico-literario que impulsaron "el eximio grupo de humanistas jesuitas expulsados a Italia", y además los sabios José Antonio Alzate, Díaz de Gamarra, Clavijero y Alegre. Su espíritu crítico somete a un examen científico libros antiguos, y aboga por el florecimiento del espíritu histórico. (Méndez Plancarte, 1982, pp. 23-37). Sus cargos administrativos en el Colegio los inicia como amanuense. En 1787 fue nombrado tesorero, poco después, vicerrector y en 1788 desempeña el puesto de secretario., Finalmente" en enero de 1790 es nombrado rector~ la máxima jerarquía a que podía aspirar en su casa de estudios, pero continúa con sus cátedras y funciones de tesorero. No obstante compartir ideas liberales, el obispo San Miguel lo separa de la rectoría en 1792 por sus ideas avanzadas y lo nombra cura de Colima~ Veintisiete años había permanecido Hidalgo en el Colegio, su "alma mater" donde a su vez formó y enseñó a cientos de estudiantes que más tarde lo acompañarían en su gesta, como Morelos, "siguiendo a su rector y maestro" en la más difícil de las carreras que un intelectual pueda emprender: la revolución armada.
En Colima sólo estuvo ocho meses, compra una casa y al dejarla la obsequia para establecer una escuela gratuita. Regresa a Valladolid donde el obispo le encarga ahora el curato de San Felipe de los Herreros, después de Torres mochas, donde permanecería hasta 1803. En San Felipe no abandona su actividad intelectual. Su residencia fue popular con el nombre de "Francia chiquita", pues el futuro caudillo además del latín, otomí, náhuatl, tarasco e italiano, dominaba el francés, yen su casa se bailaron y representaron obras de Racine y Moliere, que él mismo tradujo y dirigió, como el "Tartufo", sátira de las costumbres de la aristocracia y el clero francés. En esta época se le denuncia como lector de las fábulas de La Fontaine, del Corán de Mahoma y otros autores jansenistas, y se le presenta haciendo travesuras teológicas sobre los apóstoles ("unos ignorantes"), Santa Teresa ("una ilusa"), y sobre la virgen y los papas. (Hernández Luna, 1981).
En 1803 obtiene su traslado de San Felipe al curato de Dolores, vacante por muerte de su hermano Joaquín. Es la época –según Hernández Luna- en que se aprecia con más claridad al intelectual que supo articular teoría y práctica, saber y realización: "en la que se ve con más precisión que en el intelectual, en el universitario Hidalgo, la inteligencia y el saber tienen, una misión, un destino que cumplir: la de perfeccionar al hombre y las instituciones que le sirven, la de hacer más justa y más humana la vida de su pueblo y de su patria". (Hernández Luna, 1981. p. 128). En Dolores se esforzó por la creación de un sistema de pequeñas industrias que mejoraran la condición económica y social de sus feligreses, formado por talleres de alfarería. Herrería, carpintería. Curtiduría. Talabartería y un telar. Construye una noria. Hace que se planten moreras para fomentar la industria del gusano de seda, manda traer de La Habana abejas para promover colonias apícolas y dispone sembrar millares de vides en las huertas de todo el pueblo. Por la noche lee y explica libros a los artesanos. Con su pariente José Santos Villa organiza una orquesta para que sus parroquianos aprendan música.
Según sus acusadores en el Santo Oficio, es la época en que se contamina del "pus gálico" y lee en francés a Serry, Calmet, Natal, Fleury, Diderot, Voltaire, Rousseau; también a los clásicos grecolatinos Demóstenes, Esquines y Cicerón, al italiano Genovés a los españoles Feijoó y Antier, ya los mexicanos Clavijero, Alzate, Pérez de Rivas y Francisco Xavier Alegre, el gran teólogo. Empieza indudablemente a prepararse para la insurrección. Estudia artillería y fabricación de armas, fundición de cañones y concibe -un "reglamento de la revolución" o "plan de operaciones". A varios de sus amigos y a su futuro asistente militar y Pedro José Sotelo, les hace esta confidencia: "no conviene que siendo mexicanos, dueños de un país tan hermoso y rico, continuemos por más tiempo bajo el gobierno de los gachupines: éstos nos extorsionan, nos tienen bajo su yugo, que ya no es posible soportar por más tiempo; nos tratan como si fuéramos sus esclavos; no somos dueños aún de hablar con libertad, no disfrutamos de los frutos de nuestro suelo".
Sotelo, nativo de Dolores, aprendió alfarería en el taller montado por el párroco y estuvo al Iado de su maestro desde el inicio de la insurrección hasta la acción de Aculeo, pues enfermo se refugió en Acámbaro y retornó a Dolores. Las condiciones estaban planteadas, la gran revolución popular iba a estallar, Hidalgo se agigantaría convirtiéndose en el primer intelectual revolucionario mexicano, el que uniendo su gran capacidad teórica a la práctica, emprende la formidable lucha libertaria, acelerando el destino histórico de su patria. El rector nicolaita escucha, comprende e interpreta a su pueblo, deja su condición de criollo ilustrado y se transforma en portavoz de la conciencia popular, es por ello el arquetipo del intelectual, el más preclaro de México. "En él se dan estas dos condiciones excepcionales: teoría, doctrina lúcida, bien adquirida, bien definida, bien promulgada, bien expresada y realización del pensamiento: la vida entera entregada a una causa suprema que siempre es causa impersonal e histórica. "El es el primer intelectual de la Patria porque es el primer revolucionario de la Patria, y porque es el primer revolucionario de la verdad de México, es el primer intelectual de verdad en nuestro país".
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ESPADA Y CRUZ
EL DOBLE CARACTER DEL ESTADO CONFESIONAL
Restaurado el Estado confessional mediante la contrarreforma salinista al artículo 130 constitucional en diciembre de 1991, y el arribo de la derecha conservadora al poder en el año 2000, resultaba totalmente previsible la actitud engallada de la Iglesia frente al poder público. En la realidad actual es perfectamente comprensible -pero no legal- la actitud del cardenal Juan Sandoval Iñiguez, de sostener la cruz en una mano mientras con la otra empuña la espada, sintiéndose cobijado por todas las fuerzas políticas que avalaron en su momento el atentado salinista contra el espíritu juarista del artículo 130 de la Carta Magna, haciendo excepción solamente de la fracción parlamentaria del Partido Popular Socialista el que consecuente con sus principios votó en contra y tomó la tribuna de la Cámara de Diputados tratando de impedirlo. La actitud de la Iglesia corresponde al Estado confesional que se ha ido conformando paso a paso desde el salinismo hasta nuestros días.
Vaya escándalo que han levantado las injurias lanzadas por el pelado de Guadalajara contra los magistrados de la Suprema Corte y Marcelo Ebrard, Jefe del Gobierno Capitalino; todo con motivo de la sentencia emitida a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo y el derecho de adopción. Las cacayacas lanzadas por el empleado del Estado Vaticano no encontraron mayor respuesta en los que se promueven como garantes del cumplimiento del espíritu y la letra de la Constitución; el asunto quedó oculto entre las sotanas del cardenal y las que usan los magistrados durante sus sesiones públicas. Marcelo Ebrard fue el único que se puso valiente y demandó al cardenal por sus imputaciones y en defensa del Estado laico, según dijo.
La contrarreforma salinista al artículo 130 constitucional abrió la puerta a las ambiciones terrenales desmedidas del clero político, el que nunca ha renunciado a su lucha irreductible por restablecer en México los fueros y privilegios de que disfrutó durante la colonia, cuando por esos tiempos el Estado era espada y cruz y la Iglesia cruz y espada. Sólo en este contexto se pueden juzgar las actitudes de los jerarcas de la Iglesia de abierto rechazo a las normas del derecho positivo dictadas por el poder público.
La implantación de la reforma salinista para otorgar reconocimiento jurídico a las iglesias, que responden a las leyes del Estado Vaticano y desconocen las mexicanas, y el ascenso de la mochería al poder, ha dado como resultado el que vivamos bajo el dominio de un Estado confesional de facto. A partir de Salinas prácticamente se eliminó la separación del Estado y la Iglesia; desde entonces el clero se considera al mismo nivel que el poder civil, es decir como dos poderes paralelos. Las tareas espirituales se colocaron en la agenda pública de la nueva clase política mocha que nos gobierna.
Los hombres de sotana abandonaron el púlpito y los muros de la iglesia para participar en las actividades públicas de los gobernantes. A partir del salinismo el clero ocupa los mejores asientos en las ceremonias de los informes presidenciales y de los gobernadores, los políticos de hoy hacen fila para visitar al Papa. Recientemente, el gobernador mexiquense, Enrique Peña nieto, visitó al jerarca católico para presentarle a su novia y futura esposa –actividades puramente personales- haciéndose acompañar en su comitiva por doce obispos y un cardenal, todos con gastos a cargo del erario público, una actitud del gobernante sólo entendible dentro del marco de un Estado confesional. Hasta inventaron que el día de ´´Santo Tomás´´ es el día de los políticos, los que celebran en una misa especial, ése es el momento en que se congrega el poder civil y se pone de rodillas ante los ministros del Estado Vaticano.
Esta involución histórica que estamos padeciendo a manos del clero y las fuerzas más retardatarias nos está empujando a la confrontación violenta y a la división por motivos religiosos, un hecho que se suma al desastre generalizado del país. Los medios nos informan que el cardenal Juan Sandoval Iñiguez sigue cometiendo actos de provocación que violentan la ley, cobijado por la Secretaría de Gobernación del Estado Confesional. Una nota del pasado 23 de agosto informa que: ´´ayer, en su homilía dominical, ante más de 10 mil personas, llamó a los fieles católicos a manifestarse´´. Es decir, no tiene ni la menor intención de someterse a la ley del poder civil.
La Iglesia sigue empeñada en dictar la moral pública; en encumbrar los derechos ´´naturales´´ por encima del derecho positivo, y elevar de categoría a la religión del ámbito puramente individual al social y colectivo. No por mucho tiempo, porque el pueblo más pronto que tarde comenzará la etapa de las grandes rectificaciones nacionales y tomará el destino en sus manos; muy pronto la clase gobernante retardataria y mocha, saldrá del poder, y entonces, los artículos constitucionales 3, 5, 24, 27 y 130, y la denominada Ley de Asociaciones y Culto Público, regresarán a su estado original, como estuvieron hasta antes de las contrarreformas salinistas. Ese día llegará. Nota del autor: compañeros y amigos, los espero en el canal de GACETA PROLETARIA en YouTube.com
San Luis, Río Colorado, Sonora, México. 28 de agosto 2010.
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