sábado, 20 de septiembre de 2008

LA CLASE EMPRESARIAL...

LA DERECHA EMPRESARIAL EN LA POLITICA
EL ARRIBO DE LAS “OPORTUNIDADES”
Y EL SEPELIO DE LA JUSTICIA SOCIAL

Como resultado del progreso en la investigación científica y su aplicación en la industria, a partir de los años ochentas del siglo XX irrumpe en el escenario mundial la Revolución Científico –Técnica. Un fenómeno equiparable en importancia a la Revolución Industrial del siglo XVIII, cuyas consecuencias económicas y políticas habrían de dar como resultado la instauración de la etapa de la globalización; un hecho objetivo e irreversible porque es producto del desarrollo del capitalismo en su última fase y el progreso de la ciencia y la tecnología.


En lo económico, la globalización adquirió el apellido neoliberal porque rescata para su causa las tesis del liberalismo económico del siglo XVIII, válidas para aquél tiempo porque se trataba de superar las trabas que imponía el modo de producción feudal contra el desarrollo del libre mercado y la naciente clase social de la burguesía. La libertad de comercio fue para su tiempo una teoría revolucionaria porque dio muerte al feudalismo; sin embargo, engendró a la vez el origen de los monopolios, mismos que, al fortalecerse e imponer su dominio, sacrificaron la misma libertad que les dio origen. La misma doctrina de libre comercio, de haber surgido con carácter revolucionario, se convirtió en contrarrevolucionaria en la época actual marcada por el dominio de los monopolios. Quienes defienden hoy en día esa “libertad”, convalidan consciente o inconscientemente la hegemonía y el dominio que imponen sobre el mundo globalizado; lo que resulta en una dictadura económica que nada tiene que ver con la hoy inexistente libertad de comercio.

En lo político, la globalización neoliberal dio como resultado un mundo unipolar dominado por los Estados Unidos. Con la desaparición de la Unión Soviética el campo socialista se vio reducido a su mínima expresión, y los partidos obreros y comunistas sufrieron los embates del capitalismo salvaje fortalecido y sus personeros; algunas organizaciones involucionaron hacia la socialdemocracia y otros desaparecieron. La enorme capacidad adquirida de la industria para producir bienes y servicios, gracias a los progresos de la ciencia y la tecnología, resultó en un fortalecimiento de los partidos de la derecha en todo el mundo. Este fue el hecho que les suministró oxigeno y los catapultó a tomar el poder en la mayor parte del mundo. El péndulo de la historia abandonaba la izquierda, los movimientos progresistas y los “centros” ideológicos y se encaminó a derechizar al mundo bajo el mismo manto doctrinario; lo fue unificando con las mismas reglas e intereses, las del capital financiero y los monopolios transnacionales, fortalecidos exponencialmente a raíz del aumento de la capacidad productiva de las tecnologías de punta aportadas por la revolución científico-técnica.

Los cambios operados en el mundo llegan también a México y se lleva a cabo el desplazamiento de las fuerzas políticas que detentan el poder. El proceso revolucionario y el hilo conductor que lo conduce concluyeron en 1982, al llegar al poder una nueva casta de políticos formados como cuadros dirigentes en las altas escuelas del imperialismo norteamericano. Llegan empapados de la doctrina monopolista y decididos a modificar el modelo de desarrollo imperante en la época, con el fin de entregar la conducción del país de manera franca y abierta a la derecha tradicional, hecho que sucedió finalmente en el año 2000 con el arribo de Vicente Fox y la camarilla reaccionaria de la derecha empresarial.

Un largo camino tuvo que recorrer la derecha empresarial para tomar el poder, pues la mayor parte del siglo XX tuvieron que luchar en oposición a un vigoroso Estado que imponía en sus programas de gobierno el proyecto social surgido de la Revolución Mexicana. Como una primera reacción de la clase adinerada contra el Constituyente de Querétaro, surgió en 1917 la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio (CONCANACO), y la Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN) en 1918. Después, los industriales de Monterrey, más consolidados e independientes, fundaron en 1929 la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX). Nuevas reacciones frente al gobierno progresista del Presidente Adolfo López Mateos los llevaron a crear el Consejo Nacional de la Publicidad, el 24 de noviembre de 1959, y el Consejo Mexicano de Relaciones Públicas, en 1962, que más tarde sería el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (CMHN). El disgusto empresarial por la nacionalización de la industria eléctrica en 1960 era patente; redactaron un documento y lo suscribieron la CONCAMIN, la CONCANACO, la COPARMEX y lo hicieron público para preguntar “¿por cuál camino señor presidente?” De esa manera plantearon su disgusto y protestaron por la política económica de López Mateos de clara tendencia patriótica y nacionalista.

Sin embargo, a pesar de haberse organizado varios sindicatos empresariales para hacer efectiva la lucha de clases y hacerle frente a la política estatal de nacionalizaciones, desde el interior del CMHN surgió la idea de organizarse en una cúpula de cúpulas, en un Estado Mayor representativo de toda la iniciativa privada y sus intereses clasistas, con capacidad suficiente para ofrecer la mayor resistencia a la política social y económica, tutelar y paternalista del Estado surgido de un proceso revolucionario victorioso. Necesitaban ese Estado Mayor para alinear en un solo ejército a los empresarios más poderosos y al conjunto de organizaciones sectoriales dispersas de los hombres de negocios; así surgió el Consejo Coordinador Empresarial (CEE) en 1975.

El último campanazo del nacionalismo revolucionario fue la nacionalización de la banca el primero de septiembre de 1982, por el Presidente José López Portillo, durante su sexto Informe de Gobierno; hecho que causó la histeria de las clases privilegiadas aglutinadas por el Consejo Coordinador Empresarial. Se sintieron heridos en lo más profundo de sus intereses y en su desahogo organizaron un golpe de estado mediático a nivel nacional e internacional para condenar al régimen que -decían- se encaminaba al comunismo.

Ese descontento que se vivía en las filas empresariales y su continua guerra contra el poder público, fue uno de los factores determinantes que obligaron a Miguel de la Madrid a realizar concesiones en su favor, desde el momento mismo en que organizó la composición de su gabinete. Con el fin de dar gusto a la IP incluyó en su equipo a Carlos Salinas de Gortari, como cabeza visible de un grupo de tecnócratas neoliberales educados en los Estados Unidos. Tales concesiones fueron las que abrieron la puerta a otra clase de políticos que llegaron al poder con la finalidad de aplicar las recetas fondo monetaristas globalizadoras, y combatir al mismo tiempo a nuestro proceso revolucionario y su vía nacionalista de desarrollo. Mediante esa intervención fue cambiando el carácter del Estado posrevolucionario para transformarse en una herramienta al servicio exclusivo de la clase empresarial del país.

La nacionalización bancaria y las concesiones obtenidas de la mano de Miguel de la Madrid, representaron un parteaguas de la historia contemporánea del país; con la nacionalización terminó la preponderancia del Estado posrevolucionario y comienza la actitud obsequiosa y proclive con la reacción. Los empresarios en esa coyuntura favorable comenzaron a mostrar ánimo por incursionar en la vida política del país, ya no sólo desde afuera, sino desde adentro. Con la postulación de Manuel Clouthier en 1988, apareció el primer empresario en contender por la presidencia de la república bajo las siglas del PAN. En ese camino la COPARMEX y la CONCANACO se constituyeron como los principales semilleros de empresarios con miras a ocupar algún cargo en el aparato gubernamental.

En 1991 ya los empresarios habían llegado hasta la cocina en el desplazamiento de la clase política. A invitación de Carlos Salinas, en ese año se creó la Coordinadora de Organismos Empresariales para el Comercio Exterior (COECE), con la encomienda de crear el proyecto y asesorar directamente al gobierno en las negociaciones de la apertura comercial y la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Cada vez es mayor el número de empresarios que participan en los procesos electorales mediante las siglas del PAN y del PRI; desde presidentes municipales, diputaciones locales, gobernadores, diputados federales y senadores. Los hombres de empresa también participan en la función pública por designación. Por ejemplo, secretarios de finanzas, de fomento económico y de otras secretarías de gobiernos estatales y municipales. El momento cúspide de la participación del sector privado se presentó durante la administración del presidente Vicente Fox, en donde gran parte de las secretarías de estado quedaron en manos de empresarios o de funcionarios de empresas. Entre ellos, figuró Raúl Muñoz Leos como Director General de PEMEX ; Fernando Canales Clariond en la Secretaría de Economía; Javier Usabiaga en la Sagarpa; Pedro Cerisola en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes; Ernesto Martens en la Secretaría de Energía; y Carlos Abascal Carranza en la Secretaría del Trabajo y posteriormente en la de Gobernación.

En el 2006, ante la alta posibilidad de que las fuerzas patrióticas y nacionalistas llegaran a la presidencia de México mediante la postulación de Andrés Manuel López Obrador, la virulenta y agresiva participación del empresariado en el proceso electoral alcanzó su mayor clímax. De esta forma, ante la posibilidad real de que arribara un gobierno con tesis distintas a las suyas, el Consejo Coordinador Empresarial atacó desde sus posiciones lanzando una campaña negra de desprestigio contra el candidato que representaba “un peligro para México”…y sus bolsillos. Los empresarios colocándose en la primera línea de combate, en defensa de sus “sagrados” intereses, lograron evitar el arribo de un régimen con un modelo económico diferente a la dictadura del capital que ellos han sostenido en su beneficio por varios sexenios.

En la actualidad, el 10 por ciento de la composición de la LX Legislatura del Congreso de la Unión son o tienen antecedentes empresariales. Ocupa una curul, por ejemplo, Gerardo Aranda ex líder de la COPARMEX; Raúl Padilla Orozco expresidente de la CONCANACO; Edmundo Javier Bolaños, vicepresidente de la Asociación Nacional de Empresas de Agua y Saneamiento de México; Carlos Augusto Bracho González, de la Cámara de Comercio de Torreón, y Gerardo Buganza Salmerón, de la Asociación de Industriales del estado de Veracruz. También son diputados, Beatriz Collado Lara, de la CANACO de Altamira Tamaulipas; Cristian Castaño Contreras, de Jóvenes Empresarios por México; Martha Margarita García Muller, de la Asociación de Mujeres Mexicanas Jefas de Empresas; Ángel Rafael Deschamps Falcón, de la CANACINTRA, sólo por citar algunos.

A pesar de que durante los últimos cuatro sexenios los gobiernos neoliberales han trabajado solo para ellos, aún no están conformes, su avaricia es insaciable. El Presidente de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Luis Antonio Mahbub, afirmó que, pese a la “importante colocación estratégica de empresarios en el aparato gubernamental, es necesario agrandar más ese espectro, a fin de que las voces de los empresarios sean escuchadas. Es muy importante que el sector empresarial se involucre en la actividad política, sin duda uno de los actores importantes de este país en la actividad productiva. Los empresarios son los que sufren, los que arriesgan, entonces tener gente dentro de la política que conozcan la actividad empresarial es importante para alcanzar los equilibrios, por ello decimos que es positivo”.

Tal es pues la ideología que se apropió del Estado mexicano a partir de 1982, y tales son sus resultados. Impusieron en el pueblo la idea de que los cuadros políticos que se forjaron a lo largo del régimen posrevolucionario no sabían gobernar; que el gobierno es malo para administrar, y por tanto, la salvación del pueblo sería la participación de los empresarios en la conducción política del país. El Estado benefactor y paternalista contra el cual dirigieron sus baterías desapareció para dar paso a un Estado con otro carácter, igual de benefactor y paternalista pero ahora en beneficio de los empresarios. Se instituyó el principio rector del neoliberalismo: sacrificar los bienes públicos en aras del interés privado y socializar las pérdidas para privatizar las ganancias. Ejemplos hay muchos, pero los podemos ilustrar de manera sobrada con los siguientes: el rescate bancario llamado FOBAPROA; el rescate carretero; la privatización del ejido y la privatización de la banca.

Como era de esperarse, al cambiar el modelo de desarrollo se concentró la riqueza en pocas manos y aumentó la pobreza; la desigualdad social se disparó haciendo más profundo el abismo que separa a ricos y pobres. Tenemos en México al hombre más rico del mundo, Carlos Slim, y sumidos en la miseria a 60 millones de mexicanos, de los cuales se alimenta el caudaloso río de emigrantes que escapan del infierno que les ofrece el paraíso de las “oportunidades”, yéndose a buscar trabajo a los Estados Unidos. Estos son los resultados del “cambio”, de la transformación profunda que opera en nuestro país desde hace cuatro sexenios.

En la conducción del pueblo cambió la ideología, cambiaron los principios, los conceptos y las formas; cambió todo pero en sentido involutivo. Los programas gubernamentales del período posrevolucionario fueron inspirados en la búsqueda de la justicia social, cuando el país crecía a un ritmo promedio anual del 6 por ciento del PIB; al llegar al poder los empresarios de derecha se inspiraron en el concepto “oportunidades”, lo cual es diametralmente opuesto a la justicia social. Oportunidad es un término propio en los juegos de azar, no en la política, pero a la derecha le pareció perfecto asociarlo a la realidad que vive el país. Para que un obrero tenga un buen nivel de vida con empleo digno y bien remunerado, es necesario tener suerte en el sorteo de las “oportunidades” que nos ofrece la derecha empresarial en el gobierno.

Tal es el degradante concepto que permea entre la clase política neoliberal; la caridad, la dádiva y las migajas, no lo que en justicia corresponde a quienes generan la riqueza en base a su esfuerzo diario. Porque las convicciones empresariales que hoy dirigen al país no saben de demandas sociales sino de ganancia, avaricia, lucro y especulación. Lo que la clase trabajadora exige es justicia económica, no la ruleta de las “oportunidades”. Hay que ponerle fin a esa degradación aberrante de la ciencia social que se encarga de dirigir el desarrollo de la sociedad; pongámosle fin a la bisutería de la política.

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¿Por qué Morelia...

¿Por qué Morelia y no Guanajuato?
Los Escuadrones de la Muerte ya están aquí

En Morelia, capital del estado de Michoacán, la cuna del prócer inmortal de la independencia José Ma. Morelos y Pavón; tierra del gran ideólogo de la Reforma Don Melchor Ocampo y del patriota general Lázaro Cárdenas del Río, se vio envuelta en una tragedia que no tiene referente en la historia contemporánea del país. Estando el pueblo reunido, en pleno fervor patrio esa noche del 15 de septiembre, honrando y vitoreando a los héroes que nos dieron patria, manos asesinas guiadas por las fuerzas oscuras de la ultraderecha arrojaron dos granadas de fragmentación, provocando la muerte a 8 personas y quedando heridas más de un centenar por las esquirlas recibidas.
Este hecho delictivo no es un ajuste de cuentas entre las bandas de narcotraficantes ni es terrorismo sin causa, es un crimen con clara motivación política. ¿Cuál es el cuadro social que enmarca la tragedia de Morelia? Cada día que pasa aumentan más los escenarios adversos a la permanencia de la derecha en el poder; se ve muy difícil que concluya su sexenio. La espiral de la violencia social tomó carta de naturaleza en nuestro país; en los medios de comunicación se habla abiertamente de las distintas vías que puede utilizar Calderón para abandonar el poder. En la Cumbre por la Seguridad y la Legalidad, celebrada el pasado 30 de agosto, el señor Alejandro Martí, hablando en representación de la clase empresarial, le dijo directamente y sin tapujos al ocupante de Los Pinos, que si no puede proteger sus vidas y su dinero que renuncie, y le puso un plazo de cien días. Esto es un indicativo del descontento empresarial -sector que lo llevó al poder- contra el gobierno y su clara disposición a recibir la renuncia de su empleado si no puede con el paquete. Desde esa velada amenaza empresarial, cada día que transcurre Calderón se va quedando sólo y sin el apoyo de quienes lo pusieron al mando del país.
Los empresarios del país reclaman amenazantes, al mismo tiempo que la ultraderecha conservadora recibe un golpe demoledor con la resolución definitiva de la Suprema Corte de Justicia que declaró la validez constitucional de la Ley del Aborto, promulgada por el gobierno del DF. Con ello, la mochería conservadora se sintió agraviada en lo más profundo, y según sus propias declaraciones, no dudará en recurrir a otras medidas a su alcance para echar abajo las disposiciones legales en torno al aborto. Han declarado con la espada desenvainada que la lucha no ha terminado.
Mientras tanto, el pueblo sigue organizando su lucha contra la oprobiosa dictadura neoliberal que lo ahoga en la miseria. Como resultado del fraude electoral de 2006 surgió el Frente Amplio Progresista (FAP), con el propósito de institucionalizar la resistencia y darle mayor fuerza. Y siguiendo en la misma estrategia unitaria, hace apenas unos días se dio a conocer la noticia de la integración del Movimiento de Liberación Nacional (MLN), donde participan más de 40 organizaciones de izquierda y del sector progresista, el cual buscará con la organización y la movilización política y social, construir un nuevo proyecto de nación, mediante el cumplimiento de la Constitución y el desplazamiento del actual régimen de gobierno y las camarillas políticas, militares y empresariales que las sostienen.
Anunciaron los participantes del MLN, que como parte de sus primeras acciones convocarán a un paro patriótico para octubre próximo, con el propósito de impedir la privatización de los recursos energéticos. Tanto el FAP como el MLN, constituyen dos movimientos populares enmarcados en la línea estratégica y táctica de nuestra experiencia histórica y enarbolada brillantemente por el maestro Vicente Lombardo Toledano, el cual consiste en la organización del Frente Nacional Democrático y Patriótico para vencer a los enemigos de los intereses de la nación.
Este es el cuadro social que estamos viviendo: espiral inflacionaria e irritación social; violencia generalizada; inconformidad manifiesta del empresariado contra su propio gobierno; el oscurantismo es golpeado por la resolución de la SCJN, que reitera que es legal el aborto y; el pueblo se organiza para defender el patrimonio nacional y para desplazar a la derecha del poder.
La tragedia de Morelia debemos entenderla como una reacción lógica de los grupos radicales de ultraderecha, ante la posibilidad de perder el poder; es la respuesta desesperada al signo de la debilidad del gobierno que se cae. Queda descartado que los autores de la masacre sean vulgares narcotraficantes, a quienes el gobierno culpará de inmediato tratando echar una cortina de humo para tapar y proteger a los verdaderos culpables, porque saben que surgen de sus propias filas. Queda descartado, también, que los autores sean grupos subversivos de izquierda, porque éstos atacan solamente objetivos militares y policiacos, o puntos estratégicos de la economía del país y los reivindican con el fin de que no se culpe a inocentes; nunca van contra los civiles.
Por el contrario, los escuadrones de la muerte, como los que están actuando ahora mismo en Bolivia, matando civiles por el sólo delito de apoyar al gobierno de Evo Morales; como los que actuaron financiados y organizados por la contrarrevolución para combatir al sandinismo, lo mismo en el Salvador, son de ideología ultraconservadora y no dudan en dirigir sus ataques contra la misma población civil, en el afán de amedrentar y frenar el apoyo del pueblo a las luchas libertarias. Son ellos también los que se ocupan del descabezamiento de movimientos sociales.
La motivación política de los francotiradores de la ultraderecha, en clara advertencia eligió Morelia para consumar la masacre, por ser la cuna del cardenismo histórico, y “casualmente” ser un estado gobernado por el PRD desde hace varios lustros; no podría haber sido otro lugar. La rúbrica de los escuadrones de la muerte fue para decirle a los adversarios ¡Aquí estamos para defender a Calderón! Ese acto de barbarie debe de entenderse como un claro mensaje a López Obrador, al Frente Amplio Progresista, y al recién constituido Movimiento de Liberación Nacional. La contrarrevolución ya mostró sus armas.
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sábado, 13 de septiembre de 2008

EL GRITO DE DOLORES Y EL GRITO QUE VIENE

LA DIALECTICA DE NUESTRO PROCESO REVOLUCIONARIO

En cierto grado de su desarrollo, las fuerzas productivas de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes y con las relaciones de propiedad, en el seno de las cuales estas fuerzas productivas se habían movido hasta entonces. Llegado a este punto, tales relaciones, que en otro tiempo constituían las formas del desarrollo de las fuerzas productivas, se convierten en obstáculos para éstas. El cambio de la base económica mina entonces, con más o menos rapidez, toda la superestructura y se produce la revolución, el choque entre las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas y filosóficas que prevalecen, y el nuevo régimen económico que pugna por abrirse paso.

Para que los pueblos puedan lograr avances positivos en el proceso de su evolución histórica, necesitan promover determinados sacudimientos, alterar en alguna forma la “tranquilidad” de la sociedad imperante. En ninguna etapa de la historia de la humanidad, los pueblos han podido superar su nivel de vida mientras han permanecido aparentemente estáticos. Los fenómenos sociales no se producen de manera esporádica ni espontánea o por razones casuales, sino en la medida en que las masas acumulan fuerzas, se producen causas que provocan efectos. Todas las manifestaciones de las luchas sociales obedecen a explosiones que se presentan cuando se ha colmado la paciencia y el aguante de los pueblos. En el caso de México, después de tres siglos de esclavitud y coloniaje, fue en la madrugada del 16 de septiembre, de 1810, con el grito de Dolores del cura Miguel Hidalgo y Costilla, cuando la nación abrió sus labios y empuñó la espada para ser oída.

Al principio se organizó un movimiento a favor de la independencia en Valladolid, pero rápido fue sofocado, sin embargo pronto surgieron otros al frente de Ignacio Allende, el corregidor Domínguez y su esposa Josefa, Abasolo, Aldama y Don Joaquín Arias. El más importante fue el de Querétaro organizado por el corregidor Domínguez, a esta se le unieron intelectuales, oficiales y parte del bajo clero; este grupo estaba formado por el presbítero Sánchez y los licenciados Parra, Altamirano y Laso, así como el capitán Arias. Las reuniones aparentaban ser culturales en la casa de Parra.

Sabiendo que el pueblo mexicano era un fiel seguidor de la iglesia, pensaron en invitar a un sacerdote a fin de convencer a todo el pueblo, por eso Allende propuso a Miguel Hidalgo y Costilla quien era cura de Dolores. Se tenía pensado comenzar el movimiento de independencia el 2 de octubre en San Juan de los Lagos (Jalisco), pero por denuncias hechas ante las autoridades por Mariano Galván, fue necesario adelantarla en septiembre. La corregidora le avisó a Ignacio Pérez y a Aldama que la conspiración había sido descubierta; estos marcharon a avisarle a Allende, y en Dolores fue Miguel Hidalgo quien decidió iniciar la lucha inmediatamente. Primero pusieron en libertad a los presos, aprehendieron a los españoles peninsulares que se encontraban en la población. Luego a las cinco de la mañana del 16 de septiembre de 1810, se llamó a misa, el pueblo acudió al llamado y con el grito de ¡Mexicanos, viva México!, ¡Viva la Virgen de Guadalupe!, ¡Viva Fernando VII y muera el mal gobierno!, Hidalgo incitó al pueblo a levantarse contra los españoles.

Llegando a San Miguel se les unió el ejército de Dragones de la Reyna, y partieron hacia Celaya, donde Hidalgo fue nombrado General del ejército, Allende fue nombrado teniente y Aldama Mariscal, esto con el fin de organizar un poco el contingente. De ahí salieron hacia Guanajuato y en medio de una fuerte lucha entraron a la Alhóndiga de Granaditas y tomaron la ciudad. Luego se dirigieron a Valladolid, ciudad que fue tomada sin ninguna lucha, ya que el ejército que iba a apoyar a los españoles fue sorprendido por el ejército insurgente. Ahí Hidalgo dio las primeras reformas sociales, aboliendo la esclavitud y suprimiendo el pago de tributo de las castas y las cargas, lo que hizo que más gente se le uniera.

Cuando se dirigían a la capital derrotan a las fuerzas españolas al mando de Torcuato Trujillo en el Monte de las Cruces. Allende decide ir a Guanajuato e Hidalgo marcha hacia Valladolid y luego hacia Guadalajara, donde organizó el primer gobierno el cual tuvo dos ministros: Ignacio López Rayón, a cargo del Estado, y José María Chico, en Gracia y Justicia, quedando Hidalgo como magistrado supremo de la nación. También se hizo la primera reforma agraria en la cual se manifestó que los indígenas eran propietarios de la tierra, se suprimieron los tributos y se confirmó la libertad de los esclavos. En Guadalajara se les une Allende y Abasolo, sin embargo fueron derrotados y el ejército insurgente se dispersa. Hidalgo y los demás jefes salieron rumbo a Aguascalientes, y durante el trayecto Hidalgo fue despojado de su cargo de primer magistrado, el cual fue otorgado a Allende. Después decidieron dirigirse a Estados Unidos con la finalidad de pedir ayuda económica y armas.

Elizondo, que era el jefe del movimiento libertador en Coahuila, los traicionó y fueron arrestados en Acatita de Baján (Las Norias). Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez fueron juzgados y condenados a morir fusilados: luego de ser fusilados los decapitaron y sus cabezas las pusieron dentro de jaulas y las colgaron en las cuatro esquinas de la Alhóndiga de Granaditas. La muerte de estos caudillos marcó el final de la primera etapa de la lucha por la independencia.

Hoy el pueblo está a punto de dar un nuevo grito como aquel de Dolores, hace casi dos siglos, por el cura Miguel Hidalgo; los escenarios se están configurando rápidamente para un nuevo grito de inconformidad social, ahora contra la dictadura neoliberal que ahoga al pueblo en la más insultante miseria. La profunda desigualdad social que se vive desde que arribó la ideología de la derecha al poder ha hecho de nuestro país un campo fértil donde la violencia de todo género se está reproduciendo igual o más que en los tiempos previos a la Revolución de Independencia y la Revolución Mexicana.

La distribución de la riqueza hoy en día se encuentra igual o peor que en la antesala de las revoluciones libertarias citadas. Las clases privilegiadas sostienen un modelo económico capaz de producir la fortuna más grande del mundo en manos de un solo hombre, como es el caso de Carlos Slim, y el estado de descomposición que priva en la maquinaria del Estado neoliberal a su servicio es fatal. El pastel de la riqueza está siendo engullido casi totalmente por los poseedores y su aparato administrativo en perjuicio de los desposeídos.

De acuerdo a las cifras del Banco Mundial, la corrupción de servidores públicos representa para el pueblo de México un costo de 60 mil millones de dólares anuales, es decir, cuatro veces los ingresos por exportaciones petroleras y nueve por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). Pero este Estado además de corrupto es también violento. Uno de sus secretarios, Agustín Cartens, titular de hacienda, de manera totalmente impune se burla del pueblo anunciando el aumento semanal a las gasolinas. Bien sabido es, que se trata de presionar al pueblo mediante esa medida para que acepte la privatización de la industria petrolera impulsada por Calderón, pero esa provocación y arrogancia equivale a jugar con cohetes en una gasolinera. Otro ejemplo de esa violencia del Estado es, la criminal política salarial que sostiene el régimen a sabiendas de que es anticonstitucional y no resuelve las necesidades del trabajador. El salario mínimo es un crimen perpetrado por un régimen violento que en aras de servir a los poseedores roba el bienestar a las clases mayoritarias de la población.

Ante estas reiteradas agresiones el pueblo ha manifestado su protesta por diferentes vías; buena parte de la sociedad ya escogió el camino de la violencia para satisfacer sus propias necesidades. Eso es lo que nos dice el hecho de que del universo de los doce millones de delitos que se cometen al año -según la CNDH-, la gran mayoría son delitos de naturaleza patrimonial (robos); sólo una ínfima parte de ellos son delitos de alto impacto cometidos por la delincuencia organizada. Esto nos demuestra que la violencia que vive el país no es un problema de mala conducta del pueblo, corregible en la medida en que se termine con la “impunidad”. En definitiva, no, La violencia en su mayor proporción, es un problema de la desigualdad social, de pobreza e injusticia material.

El ánimo colectivo no es para menos, hasta aquellos ciudadanos que votaron de buena fe por la derecha hoy se sienten defraudados y arrepentidos. Porfirio Muñoz Ledo afirma en una de sus columnas de prensa, respondiendo a sus detractores que lo acusan de tratar de derrocar a Calderón, que “hoy vivimos tiempos de transición que no de revolución”, (niega la necesidad de la revolución); para él los caminos expeditos para que Calderón salga del poder son: la renuncia, el juicio político y la revocación de mandato. Es decir, destaca la vía pacífica, igual Andrés Manuel López Obrador ha sido reiterativo en señalar que su movimiento es pacífico, que sus logros se han obtenido sin romper un solo vidrio.

Hay quienes afirman de manera superficial, que si el año 2000 se pudo dar un cambio pacífico, porqué no habría de darse de ése modo nuevamente. Lo que sucede es que, con el arribo del PAN y Vicente Fox al poder no se dio ningún cambio cualitativo del régimen, fue la profundización del mismo modelo mediante otras siglas y personas, el cual venía funcionando desde 1982. Por eso se llevó a cabo el supuesto cambio en forma “civilizada y pacífica” Existe una enorme diferencia cualitativa entre los procesos electorales de 1988 y 2006, con el del año 2000. Las victorias populares de Cuauhtémoc Cárdenas y López Obrador significaban un verdadero cambio progresista, que desplazaría a las clases directoras imperantes y sus privilegios; a ellos nunca se les hubiera entregado la conducción del país. Si no hubieran prosperado los fraudes electorales, hubieran pasado a tomar las armas con tal de defender su permanencia en el poder. En el 2000 no peligraba ningún interés económico ni político, por eso se llevó a cabo el intercambio del poder sin sobresaltos porque se trataba de la misma familia neoliberal.

La paz social es inexistente; nadie puede cancelar la vía de la violencia por decreto, máxime cuando ya está entre nosotros. Pero las fuerzas del progreso social que promueven el cambio de régimen como requisito indispensable para abrir la puerta a las rectificaciones nacionales, no promueven el golpe de Estado para lograrlo, aunque el cambio pacífico en un país ya violento y convulsionado como el nuestro resulte cada vez más difícil, si tomamos en cuenta el acotado régimen democrático y los escandalosos fraudes electorales. El golpe de Estado, generalmente es la vía que utilizan las clases privilegiadas para recuperar el poder cuando el pueblo ha tomado la soberanía de su destino en sus manos; recordemos los golpes de Estado cometidos contra Francisco I. Madero, y Salvador Allende, en Chile.

Que los lacayos del régimen de derecha entiendan, esos que se quejan de que los quieren derrocar; es ilógico que quienes preconizan la superación de esta larga noche de esclavitud y miseria promuevan un golpe de Estado, el cual es un movimiento sin sustento popular. Por el contrario, lo que necesitamos en estos momentos es construir un golpe del pueblo contra la dictadura neoliberal, que se constituya en la cuarta etapa de nuestro proceso revolucionario. Igual que el grito de Dolores es el grito que se ve venir.

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viernes, 5 de septiembre de 2008

VALORES COLECTIVOS POR ENCIMA DEL INDIVIDUALISMO

LOS NIÑOS HEROES Y LOS VALORES PATRIOS
El mes de la patria es fecha propicia para reflexionar acerca de los antecedentes que dieron origen a esta conmemoración con la que cada 13 de septiembre se rinde homenaje a los niños héroes de Chapultépec. Los antecedentes se hunden en un largo pasado. México, nuestro país, había venido siendo acechado durante muchos años por los sureños esclavistas norteamericanos, porque ambicionaban extender sus territorios y adueñarse de la tierra mexicana para convertirla en inmensos criaderos de esclavos.
De esa ambición se deriva la brutal guerra, injusta e inicua que el gobierno de los Estados Unidos impuso a México en 1846, valiéndose de mil argucias y pretextos, con la cual el agresor nos arrebató, después de mil sangrientas batallas, más de la mitad del territorio nacional. Muy poco se ha dicho y escrito sobre la defensa heroica de las tropas mexicanas para impedir el avance de los norteamericanos que, en desigual número, se adentraban cada vez más en nuestro inmenso y casi deshabitado territorio.
Los ciudadanos saben poco acerca de los combatientes de la Angostura, de los defensores de Monterrey; del Teniente Coronel de Artilleros Juan Nepomuceno Cano; acerca del heroico coronel Felipe Santiago Xicotencatl y su glorioso Batallón de San Blas; acerca de los anónimos soldados que lucharon ferozmente contra los norteamericanos en la batalla de Molino del Rey, en Casamata y en las mismas faldas del cerro de Chapultépec; acerca de los irlandeses del Batallón de san Patricio que, perteneciendo a las fuerzas invasoras, al descubrir que habían sido reclutados con engaños y la enorme injusticia que se cometía contra México, se unieron en la defensa de nuestro suelo. 30 de ellos fueron ahorcados, formando una macabra avenida de colgados, y otros fueron marcados en la mejilla con un hierro al rojo vivo, en el mismo momento en que se izaba el pabellón norteamericano en sustitución de nuestra sagrada bandera nacional.
La gloriosa epopeya de la defensa del Castillo de Chapultépec, dice en su obra el general Juan Chavarri, se inicia el 7 de septiembre de 1847. Pelean bravamente los Guardias Nacionales de Oaxaca, al mando del valiente general Antonio León, apoyados por el Batallón de Artillería Mina, a las órdenes del aguerrido y patriota Coronel Lucas Balderas; por Echegaray y sus valiosas tropas, poniendo en fuga a los norteamericanos. Combate también con valor admirable el Coronel Felipe Santiago Xicotencatl, al mando del heroico batallón de San Blas, continúa el combate y lo que parecía el principio de una victoria se fue transformando en derrota.
Los cadetes del Colegio Militar, jóvenes casi niños, esperaban con impaciencia su turno. Hay órdenes y contraórdenes, reina la confusión; se oyen las voces de los soldados norteamericanos. Agustín Melgar, al ser perseguido, se parapetó y rompió fuego hasta que las balas norteamericanas lo acribillaron y las bayonetas cruzaron su cuerpo, murió el 14 de septiembre. Vicente Suárez, uno de los más niños del Colegio, de pequeña estatura, sucumbió en desigual combate de bayoneta con soldados norteamericanos. Montes de Oca, fue fusilado desde la azotea, al saltar por la ventana del Castillo para reunirse con sus compañeros que habían salido poco antes. Juan de la Barrera, Teniente de Ingenieros, murió dignamente en su puesto de combate, cumpliendo la comisión de cuidar las fortificaciones del Castillo.
Juan Escutia, en un acto heroico inmortal, arrió la Bandera Nacional y pretendiendo salvarla de las manos enemigas, saltó al vacio. Su cadáver, junto con el de Márquez, fueron encontrados acribillados a tiros. Yacían en la falda situada al este del Castillo. Esta gesta inmortal de los defensores de México está enraizada en lo más profundo de la conciencia de los mexicanos, y no rendirles merecido homenaje equivale a fortalecer la moral del invasor. Por eso nuestra aversión a todo lo que signifique imperialismo, sinónimo de explotación, sumisión y lágrimas.
En la actual entronización de la dictadura neoliberal de derecha, resulta un deber insoslayable de todo mexicano comprometido con su tiempo, combatir por todos los medios a nuestro alcance la exacerbación de los valores que promueve el individualismo empresarial, los cuales persiguen el insano propósito de sepultar la memoria histórica y los valores colectivos que garantizan la cohesión y la integridad de la nación frente a los actuales apetitos imperiales. Frente a la promoción del olvido, una de las batallas más importantes en este momento consiste en fortalecer en nuestro pueblo los valores patrios que hablan de la justicia social, de nuestro acendrado nacionalismo, de nuestra soberanía e independencia, como categorías indispensables de toda nación libre de su ser y de su hacer. Es nuestro deber defender con gallardía los valores nacionales, mismos que fueron elevados a la categoría de normas constitucionales por el Constituyente de Querétaro, el mayor fruto de la sangre derramada durante la Revolución Mexicana.
Las avanzadas tesis contenidas en el artículo tercero de nuestra Carta Magna -aún vigentes- , obligan al Estado mexicano a “desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentar en él, a la vez, el amor a la patria y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y la justicia”. Esto es, los valores patrios por encima del individualismo que promueven las leyes del mercado y el Estado neoliberal.
Es una obligación de las fuerzas sanas de México promover los valores colectivos en las presentes y futuras generaciones, con el propósito de fortalecer nuestra identidad y preservar las lecciones de nuestra experiencia histórica. Compatriotas, este 15 de septiembre, recordemos con veneración las figuras señeras de los niños héroes y de los defensores de la soberanía nacional. Adentrémonos más en la historia de nuestra patria no sólo para reconocerla, sino para consolidarla y hacerla más libre y soberana.
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