sábado, 28 de mayo de 2011

DEL DESCREDITO HACIA EL SISTEMA POLITICO
¿A QUIEN LE COLGAMOS LAS MEDALLAS?

A menudo se escuchan las quejas del pueblo en contra de la clase política integrada en los partidos y los gobernantes que produce, el ánimo colectivo es de malestar generalizado y no encuentra a quién culpar de su desgracia. Hace un buen rato que leí un artículo del político y periodista Eduardo Andrade Sánchez, publicado por el diario Tribuna de San Luis de la OEM, bajo el título Oportunidad Perdida, en donde aborda el análisis sobre el fallo de la Suprema Corte de Justicia en torno al novedoso esquema contenido en la reforma electoral de Coahuila, la cual propone dotar a la ciudadanía de herramientas para exigir a los partidos y candidatos el cumplimiento de sus promesas de campaña “para que éstos no continúen burlándose de los ciudadanos”.
Generalmente me gusta leer sus artículos en razón de ser un exponente de ideas avanzadas, algo no muy común en el priísmo neoliberal actual, lástima que en ése artículo citado le falló el subconsciente y le dio cabida a las joyas del pensamiento burgués que desdibujan al autor por completo.
Dice el articulista que: “uno de los principales problemas de nuestro sistema democrático, en general de todas las democracias modernas, es el descrédito en que han caído los partidos o los políticos en general, pues los ciudadanos se sienten defraudados por ellos al no hacer realidad lo que prometen y como éste defecto alcanza a todos, sucede que el expediente de cambiar de partido para la siguiente elección no es solución satisfactoria, además de que en otras plataformas quizá no se contenga la acción gubernamental que fue ofrecida y no cumplida por un determinado partido”.
Yo me pregunto, a qué se referirá don Eduardo cuando habla de las “democracias modernas”. Quizás se está refiriendo a las democracias capitaneadas por Washington y los centros financieros internacionales, las que abrazan el modelo diseñado por éstos en su afán de uncir el modelo político al modelo económico. La globalización neoliberal, como estructura económica, tenía que imponer su propio modelo, y este fue la democracia de mercado, un sistema hegemónico acotado donde hay cabida únicamente para un pluripartidismo uniclasista y excluyente.
La verdad sea dicha, cuando habla el autor del artículo sobre las “democracias modernas”, no creemos que se esté refiriendo al modelo de democracia concebido por el Constituyente de Querétaro y asentado en el Artículo 3º. Numeral II, inciso a), el cual establece que: “considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”. Imposible que se esté refiriendo en su artículo a esa tesis revolucionaria del Constituyente porque su partido, el PRI, se ufana de haber impulsado desde adentro -léase la tecnocracia neoliberal- los cambios democráticos que según ellos requería el país, mismos que resultaron en la entrega de los organismos electorales a la derecha a través de la falacia de la “ciudadanización” de los procesos electorales. Entiendo que para don Eduardo es ésta, la que estamos padeciendo, una democracia moderna, la herramienta perfecta que requiere el Estado neoliberal para legitimar la profunda desigualdad social existente junto a la insultante concentración de la riqueza.
En cuanto al descrédito en el que han caído los partidos y los políticos en general, al que alude el autor en su artículo, debemos precisar que éste no es tanto por las ideas o programas que sustentan sino por sus resultados al frente del poder. Sin mayor problema, un ciudadano en un acto de fe puede creer o no en un proyecto de gobierno, el descrédito viene cuando siente en carne propia los resultados que produce puesto en práctica dicho programa. La validez de toda teoría se sustenta al ponerla en práctica, igual que las medallas se cuelgan por los resultados obtenidos. Dicho de otra manera, el descrédito es un efecto que se desprende de una causa. La incultura política que prevalece en el pueblo no permite diferenciar al votante entre las diferentes ideologías y programas de los partidos políticos; la idea popular tan arraigada de que “todos los políticos son iguales” es en función de los resultados negativos que pesan sobre las espaldas del pueblo y no por la lectura y el conocimiento de los idearios políticos.
Si como dice el articulista “no hay nada más incierto que la promesa de campaña”, lo que sí es palpable, lo que sí son ciertos, son los resultados que producen las acciones de gobierno encabezadas por quienes hicieron las ofertas demagógicas -lo que ofrecieron y lo que no ofrecieron- en sus respectivas campañas. Eso debiera bastar para que el ciudadano común calificara al gobierno en turno y por lo menos a toro pasado rectificara durante la emisión de su siguiente sufragio.
Lo ideal sería que todo ciudadano conociera las ideologías y los programas de todos los partidos políticos existentes, y además un mínimo de la historia de México, para que pudiera analizar y ubicar perfectamente donde se encuentran representados sus intereses para poder votar; éste es el ideal por el cual debemos seguir luchando. Lamentablemente esa incultura que padecemos todavía no lo ha permitido, por ahora lo único que puede hacerse es juzgar los resultados de la acción gubernativa de las fuerzas políticas que han ocupado el poder y en razón de ello sufragar. Premiar o castigar. Si ya lo engañaron con las promesas de “cambio” y resultó en involución; si le prometieron empleo y le dieron desempleo; si le ofrecieron acciones responsables y resultaron irresponsables, que no lo vuelvan a engañar, que no le roben su voto una vez más.
En un sistema de democracia acotada como el nuestro, que sólo permite la existencia de un pluripartidismo uniclasista, donde ningún partido con registro promueve la transformación revolucionaria de la sociedad, si concebimos que las organizaciones partidarias son las máquinas a través de las cuales el ciudadano puede acceder al poder, entonces la verdadera solución no radica en combatir a esas máquinas sino al propietario de las mismas. Lo que aprobó el Congreso de Coahuila es similar al movimiento del “maquinismo” del siglo XVIII, a resultas de la Revolución Industrial, cuando se consideraba que las máquinas eran las causantes del desempleo; luego el marxismo se encargó de descubrir que la causa del problema no es la máquina sino el propietario de la misma.
En el caso que nos ocupa, no son los partidos en el poder “los que se burlan del ciudadano al no cumplir sus promesas de campaña”, sino los propietarios de estos que son las clases privilegiadas. Son éstas las que imponen el modelo político y económico y a quienes hay que combatir a fondo.
Entonces, ¿a quién le colgamos las medallas del descrédito hacia el sistema político? A las “mayorías políticas” pastoreadas por el PRI y el PAN, por la dictadura económica feroz que han impuesto sobre los hombros del pueblo; por la criminal política salarial que sostienen; por el desempleo, la pobreza y la violencia social resultante. Esas son las medallas que les deberán ser reconocidas por el pueblo en las próximas jornadas del calendario electoral.

sábado, 21 de mayo de 2011

LA INICIATIVA PRIVADA
FUENTE Y ORIGEN DE TODA CORRUPCION
El pasado 10 de mayo, la organización Transparencia Mexicana informó que ´´…en 2010 los hogares mexicanos gastaron más de 32 mil millones de pesos en actos de corrupción para obtener resultados en 35 trámites y servicios a nivel federal, estatal y municipal. De acuerdo a los datos presentados en la conferencia de prensa, es una cifra que representa un impuesto de 165 pesos por cada hogar y un 14% de su ingreso promedio, señalaron los representantes Federico Reyes Heroles, Roy Campos, Edmundo Berúmen y Eduardo Bohórquez.
Los representantes de Transparencia Mexicana detallaron que ´´…en más de de 15 mil 300 hogares entrevistados se reportaron más de 200 millones de actos de corrupción , cifra superior a la reportada en 2007, cuando se reportaron 197 millones de actos de corrupción…´´
Desde el punto de vista de las clases proletarias, este informe nos debe llevar a una reflexión completa sobre sus alcances y objetivos, a realizar un enjuiciamiento crítico sobre su procedencia, no podemos caer en el error de aceptar el informe como una verdad absoluta, máxime cuando se trata de un estudio organizado y financiado por personeros de las clases dominantes.
El fenómeno de la corrupción es analizado desde un punto de vista diferente según sea la clase social que lo realiza, entendidas éstas como las categorías económicas en que se divide la sociedad. El estudio de referencia es incompleto y profundamente parcial, porque no va al fondo del asunto, se detiene en las minucias y soslaya la causa verdadera y la sustancia. Si lográramos abatir toda la corrupción que se señala en dicho informe, que le cuesta al pueblo la cantidad de 32 mil millones pesos en un año, aún quedaría intacto el fenómeno corruptor que surge desde las entrañas del inmoral e injusto modo de producción capitalista.
Dice el informe citado que, por ejemplo, ´´…el trámite que más mordidas representa es el evitar ser detenido por un agente de tránsito, trámites ante el ministerio público y la recolección de basura…´´ cuestiones que de resolverse no cambiarían en mucho el drama general que abate las esperanzas del pueblo. Puedo afirmar en razón de ello que, ese estudio superficial es en el mejor de los casos de tipo moralista, porque se abstiene de estudiar la verdadera causa que origina tales efectos. Es el punto de vista tradicional de las clases privilegiadas, acostumbradas siempre a repartir culpas de la problemática que ellas mismas generan.
A los militantes de las clases proletarias nos interesa educar nuestra conciencia examinado los problemas desde la raíz. En primerísimo lugar hay que señalar que, la mayor de todas las corrupciones se encuentra encubierta bajo los ropajes del propio sistema de la producción económica y las superestructuras que se derivan de la misma, encubrir y legitimar es el trabajo tanto del poder político burgués como de su aparato ideológico. Lo que se trata de esconder a los ojos de las clases sufrientes es la apropiación de la plusvalía que generan los trabajadores a cargo de las clases propietarias de los medios de la producción económica.
En segundo lugar, esa misma clase corrupta y adinerada, la élite empresarial y financiera, no satisfecha con robarle la plusvalía al trabajador, no paga los impuestos que debiera al fisco en razón de sus altísimas utilidades, y todavía endereza querellas para obtener devoluciones en su favor de lo poco que paga. Le roba también al Seguro Social y al Infonavit al no registrar a sus trabajadores y cuando lo hace no declara su verdadero salario para pagar las cuotas más bajas. Corrompe con su dinero todo cuanto quede al alcance de su mano corruptora.
En nuestro país, las 400 empresas más grandes no pagan impuestos en la proporción de sus utilidades por una razón muy sencilla, son los dueños del país. El Estado corruptor es propiedad de las clases corruptoras, no del proletariado. La raíz del fenómeno de la corrupción se encuentra en el modo de producción capitalista, es inherente al mismo. La llamada ´´iniciativa privada´´ es la fuente y el origen de toda corrupción. El pueblo y la clase trabajadora en particular son víctimas de este oprobioso sistema, no culpables; en su papel de súbditos y esclavos asalariados están libres de cualquier sospecha. Solamente nuestra lucha organizada por la construcción de una sociedad superior nos librará del fenómeno de la corrupción y de las clases corruptas y explotadoras.

sábado, 14 de mayo de 2011

NO A LAS CANDIDATURAS INDEPENDIENTES
SI A LA RESTITUCION DEL REGISTRO CONDICIONADO

Una lección que los militantes de los sectores revolucionarios hemos aprendido es que la oligarquía nunca duerme, de día o de noche siempre está acuartelada, permanece despierta y trabajando, planeando y organizando los distintos medios a su alcance para la prolongación del dominio de su dictadura sobre los hombros del pueblo.
Entendiendo así las cosas resulta que la inútil clase política que padecemos nos quiere vender la falsa idea de que la llamada ´´reforma política´´ que está por estrenarse en el próximo proceso electoral, si la Cámara de Diputados termina de aprobarla y de darle trámite, sea para ´´devolverle el poder al pueblo y reducir los privilegios de la clase política´´, dónde se ha visto tanta estupidez y tanto engaño. Reforma política sin reforma económica es inaceptable, es lo mismo que la libertad de movimiento dentro de la misma celda que nos oprime, es la economía la que nos arrastra al precipicio y cualquier reforma que quiera ser de verdad útil tendrá que plantear al mismo tiempo la necesidad de reformar también la vida económica.
La oligarquía está por cosechar una victoria más con la imposición de otra contrarreforma electoral a su medida, su servidumbre a la que pagan muy bien en el Congreso de la Unión ha hecho bien su papel legitimador. Es del conocimiento público que las cúpulas empresariales y los monopolios televisivos sufrieron pérdidas económicas con la promulgación de la legislación electoral vigente, en parte es cierto. Los primeros se quejaron en todas las instancias posibles, reclamando que dicha ley les coartaba el derecho de libre expresión al no poder contratar libremente espacios en la televisión para opinar sobre los candidatos; la instrumentación de la campaña negra contra López Obrador durante el proceso electoral del 2006, consideran es un derecho que les asiste. Y los segundos en la discordia sobre la norma electoral, las televisoras, se han quejado amargamente porque los ríos de dinero que llegaron a sus manos como producto de esa campaña sucia no llegaron esta vez a sus bolsillos.
Lo cierto es que los sectores quejosos de la oligarquía pusieron en marcha un plan para ordenar a la clase política la instrumentación de nuevas reglas electorales, que les permitan -como lo hicieron en el 2006-, intervenir y definir directamente mediante su poder económico. Puede pensarse cualquier cosa, menos que la oligarquía quiera y acepte quedarse al margen de los procesos electorales.
El gran capital que está detrás de los señores legisladores, el que les da oxigeno, los alimenta y patrocina, tiene los ojos puestos en la batalla por la sucesión presidencial del año 2012, quieren seguir contando con el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo para ellos solos. Todo su capital, todos sus esfuerzos, todos sus planes, proyectos y estrategias, van encaminados a lograr su propósito de prolongar su dictadura el mayor tiempo que les sea posible; ellos planifican su dominación a futuro, por lo menos hasta el año 2030, lo han sentenciado. Sus desvelos van encaminados a resolver en su favor la contradicción existente entre las demandas y exigencias sociales, contra los deseos naturales de la derecha de conservarse en el poder más allá de este sexenio.
¿Y qué es lo que están instrumentando las minorías archimillonarias que integran las listas de la revista Forbes, para la nueva legislación electoral, y que escuchamos en boca de sus marionetas? Lo destacable de esa propuesta, entre otras minucias, es la apertura a las candidaturas independientes, cuestión que de aceptarse nos conducirá inevitablemente a la fase superior de la democracia de mercado, ajena totalmente a las tesis del Constituyente de Querétaro. Ese es el fondo de todo el asunto, ahí es donde enseñan el cobre, donde todo ciudadano debe centrar su atención para descubrir a quiénes sirve esa propuesta, misma que puede sorprender presentándose escondida en un libraco bien empastado y en medio de miles de páginas de oropel.
Las candidaturas independientes se presentan como la salvación de nuestro régimen democrático, ante la reprobación popular del sistema político y sus desastrosos resultados. Abrir los espacios para que compitan en igualdad de circunstancias “los candidatos de la sociedad civil”, es la solución para hacer más atractiva la participación de novedosas y múltiples opciones al electorado, dicen aquí y allá sus promotores.
Todas las fuerzas de avanzada del país deben cerrar filas para evitar un retroceso más en la legislación electoral, todavía hay tiempo. Hay que cerrarle la puerta a la intentona de la derecha de perpetuarse en el poder; nuestra condena debe ser unánime al exclamar un rotundo ¡no! a las candidaturas independientes. Si se quiere organizar una verdadera reforma política tendiente a abrir espacios a la participación de la ciudadanía, restituyamos la figura del registro condicionado, limitando esa prerrogativa sólo a las agrupaciones políticas nacionales registradas ante el IFE y que aspiren a obtener su registro como partido político.
Algunos atacarían de inmediato, alegando que al otorgarse el registro condicionado a las APN para que participen en los procesos electorales, igual que con las candidaturas independientes también se estaría propiciando el divisionismo del electorado, más no es lo mismo. Las clases dominantes buscarían financiar varias candidaturas independientes al estilo del Dr. Simi para dispersar al electorado; las APN con registro condicionado de partido, por el contrario, sobre todo las de corte progresista, buscarían la unidad de las fuerzas democráticas y patrióticas en torno a un solo candidato. Las fuerzas retardatarias buscan la dispersión, las del progreso buscan la unidad.
Dado el complejo marco histórico que vivimos, la restitución de la figura del registro condicionado es ya una necesidad insoslayable para que el desencanto popular pueda expresarse y participar políticamente en otras opciones doctrinarias diferentes al actual régimen de partidos, pero esto no se dará abriendo las candidaturas independientes, sino abriendo los registros condicionados.
El argumento central que sostiene esta demanda es el altísimo grado de abstencionismo que se presenta en cada elección, generado en primer lugar por aquellos ciudadanos que no sienten representados sus intereses por ninguno de los partidos existentes. El actual régimen democrático produce gobiernos ilegítimos, en razón de que son electos por minorías, mientras las mayorías buscan otras formas de expresar su descontento.
Analizar esta peligrosa situación es una responsabilidad política de todas las fuerzas representadas en el Congreso de la Unión. Deben aceptar la urgencia de legislar para conducir ese descontento popular y conservar la precaria paz social; para ello es imprescindible abrir todas las válvulas de presión que fueron cerradas, una tras otra, en las contrarreformas electorales del neoliberalismo de derecha.
Se ha dicho con insistencia que la institucionalización del registro condicionado, surgido por primera vez en la Reforma Política de 1977, promulgada por el presidente José López Portillo, obedeció al desgaste del sistema político, generado entre otras cosas por el conflicto estudiantil de 1968 y la oposición armada de algunos grupos guerrilleros que operaban en ese entonces, como el de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, entre otros. La Reforma Política lopezportillista, a criterio de las fuerzas progresistas, ha sido la más democrática e incluyente que se haya promulgado hasta nuestros días, porque fue la que puso las bases para el retorno a la lucha civil y pacífica de muchos alzados en armas. Gracias a la misma reforma obtuvieron su registro los partidos Comunista Mexicano, Revolucionario de los Trabajadores y Demócrata Mexicano. Esa generación de políticos e intelectuales que hicieron posible esta legislación marcaron toda una época de apertura política que se prolongó hasta 1989, cuando comienzan las contrarreformas electorales que demandaba el modelo económico neoliberal.
Si las mentes lúcidas y visionarias de aquel momento juzgaron la necesidad de la reforma política para darle cause a la inconformidad social, con mayores razones los diputados y senadores de hoy, si actuaran por conciencia propia, haciendo gala de su sensibilidad, tendrían que juzgar la urgente necesidad de la apertura en nuestro régimen democrático. Los mismos factores que avalaron la reforma de 1977, a la fecha de hoy se han elevado a su máximo nivel.
La violencia social que se juzgó peligrosa durante el sexenio de López Portillo no tiene comparación alguna con la que se registra hoy. Se decía, por ejemplo, de la existencia de grupos guerrilleros en número menor a cinco; hoy, las fuentes de inteligencia militar reconocen la existencia de por lo menos 23 grupos guerrilleros, mismos que han elegido los métodos y la estrategia de la violencia armada para desafiar la existencia del Estado neoliberal. ¡Hoy estamos próximos a rebasar la cifra de 40 mil muertos en un estallido de violencia a la alza! México es hoy el país más violento del mundo. Y qué decir del sistema carcelario, el cual se declara impotente para contener en sus celdas a los autores de 15 millones de delitos que se cometen al año, de los cuales la gran mayoría son delitos patrimoniales menores a los tres mil pesos.
Tales son las manifestaciones de un régimen político enfermo y a punto de colapsar, que requiere de la sensibilidad y la visión de sus conductores para darle al país viabilidad a futuro. El pueblo estaría de acuerdo en perdonar la ceguera de aquellos actores políticos ingenuos, que han ofendido la inteligencia del pueblo calificando el drama actual que vive el pueblo con el mote de la “normalidad democrática”, siempre y cuando se reivindiquen y contribuyan con su actitud a abrir los candados que limitan la participación del pueblo en su régimen democrático.
Urge sobremanera desandar el camino excluyente seguido por todas las contrarreformas electorales a partir de 1989. Dichas rectificaciones deben iniciar con la demanda principal que es, la restitución de la figura del registro condicionado para aquellas agrupaciones políticas nacionales registradas en el IFE, y que aspiren a obtener su registro como partido político nacional. Del mismo modo, sería una contradicción absoluta y un error mayúsculo si se avanza por el camino de las candidaturas independientes, y al mismo tiempo se siguen manteniendo los candados impuestos por las últimas contrarreformas para la constitución de los partidos políticos.
No hay que confundir una cosa con la otra. La supuesta apertura hacia las candidaturas independientes es una vieja bandera del gran capital para darle voz a individuos adinerados y por lo mismo es contrarrevolucionaria; al implementarse esa figura seguiríamos transitando el camino de la privatización de la política y arribando a la fase superior de la democracia de mercado. El pueblo no puede avalar esa nefasta figura antidemocrática, la apertura debe ser para darle la bienvenida a otras colectividades doctrinarias, no a los individuos al servicio de la tiranía que se combate.
Esperemos que el tiempo nos alcance para que cada quien cumpla con su responsabilidad, antes de que el drama social se desborde. El pueblo de México no puede esperar más.
San Luis Río Colorado, Sonora, México. 14 de mayo de 2011

sábado, 7 de mayo de 2011

¿Por qué Bin Laden Sí y Posada Carriles no?
La reciente ejecución de Osama Bin Laden ha llenado los espacios informativos proclives al imperio yanqui, la gran mayoría de ellos uniéndose a la festinación y justificando un hecho brutal que nos remite a la era de las cavernas, muy lejana de la civilización que presume abanderar el gobierno estadunidense.
Respecto del derrumbe de las Torres Gemelas en Nueva York, Estados Unidos, hay dos teorías confrontadas, una del Pentágono que sostiene que fue Osama Bin Laden su autor, y otra muy creíble que afirma que fue planeada, organizada y financiada por el propio gobierno estadunidense, con el fin de justificar ante el mundo los escenarios de guerra en Afganistán e Irak, y de esa forma movilizar a los monopolios de la industria militar para poder inflar los presupuestos de la guerra y alentar la recuperación de la economía.
El hecho es que, como si fueran a ver una película de Rambo, de la cual ellos están acostumbrados, el presidente de los Estados Unidos Barack Obama y su círculo cercano de colaboradores, siguió por circuito cerrado de televisión todo el operativo militar montado en aquel país para asesinar al inculpado, ya sea para vengar las muertes ocurridas en las Torres Gemelas o bien para callar la voz del que algún día fuera su agente, y evitar que alguna vez el mundo se enterara por su voz de la autoría real de los atentados en Nueva York.
A raíz del asesinato ´´exitoso´´ del líder árabe frente a su familia aumentó la popularidad del presidente Obama, esa conciencia colectiva gringa que elevó su confianza en él por ése hecho, se deriva de los patrones de conducta establecida por los espectáculos fabricados en Hollywood, que cumplen su papel de moldear la conciencia de masas de los pueblos. La misma ONU, actuando como entidad supranacional al servicio del Pentágono elogió al gobierno yanqui por el exitoso operativo militar, y Felipe Calderón no podría quedarse atrás enviando sus felicitaciones al primer mandatario estadunidense por el mismo acontecimiento. Por el mismo estilo, todos los gobiernos alcahuetes que actúan bajo la égida imperialista se manifestaron y aplaudieron la lucha decidida ´´contra el terrorismo internacional´´ capitaneada por Washington.
Como una más de las formas violentas de la lucha por el poder, la práctica del terrorismo por motivaciones políticas o métodos de lucha revolucionarias han sido de uso común en todos los tiempos por las fuerzas antagónicas que conducen el desarrollo de la sociedad, lo mismo se ha practicado para preservar que para buscar el poder. Ayer, lo practicaron alegremente todos los regímenes de los Estados burgueses, ahora en ésta etapa de la evolución histórica lo practican los Estados neoliberales y el capital financiero, cuya matriz es el imperio yanqui y el Pentágono, en el afán de detener la rueda de la historia y mantener el estatus de privilegios que han construido sobre las espaldas de los pueblos.
Igualmente ha sido utilizado el ´´terrorismo´´ -valido o no- como método de lucha revolucionaria por las fuerzas que buscan desplazar del poder a la tiranía que aplasta a las muchedumbres bajo su fuerza dominante, por ejemplo, el hermano mayor de Lenin participó en el atentado que dio muerte al Zar Felipe II, en Rusia. De tal forma que estas prácticas o métodos no se pueden juzgar desde un punto de vista único, en sentido abstracto, hay que observar objetivamente y con rigor científico los intereses a los que sirven para no caer en el error de festinar una victoria que nos es ajena.
Una vez realizada esta tarea de observación crítica nos daremos cuenta que las fuerzas hegemónicas del imperialismo tienen su propia definición de ´´terrorismo´´, y en base en ese credo se empeñan en calificar y después combatir en todo el orbe las manifestaciones pacíficas o violentas que se opongan a sus intereses. Las denominaciones a cargo del Pentágono van desde ´´el eje del mal´´ para combatir gobiernos hostiles, hasta la llamada ´´narcoinsurgencia´´ para aplastar los verdaderos movimientos sociales y sus conductores que amenacen la estabilidad de las dictaduras neoliberales en sus respectivos países. Es la dominación, es la intervención en todas sus manifestaciones: económica, política y militar.
La reciente ejecución de Bin Laden, líder de la organización islámica Alkaeda, a manos del ejército estadunidense, en territorio pakistaní, y al mismo tiempo la protección de esa fuerza para Posada Carriles, al que se le arropa entre sus vestiduras a pesar de ser un terrorista, nos habla de dos realidades sobre el llamado ´´combate internacional contra el terrorismo´´ capitaneado por Washington. Recientemente exonerado de toda culpa por las leyes americanas, a pesar de ser el autor de la campaña de bombazos en la Habana, Cuba, y de haber derribado un avión de pasajeros en 1976, y negada su extradición a Venezuela, solicitada por la República Bolivariana desde el 2005, donde hay 73 cargos de asesinato contra él en Caracas. Entonces ¿Por qué Bin Laden sí y Posada Carriles no? El primero dejó de servirle y lo asesinaron, el otro -Luis Posada Carriles- le sigue siendo fiel, por eso lo protegen. Esas son las dos caras, los dos raseros con que mide el terrorismo el gobierno yanqui.
San Luis, Río Colorado, Sonora, sábado 7 de mayo de 2011.