viernes, 29 de agosto de 2008

¿LA IMPUNIDAD?

LA FALSA TEORIA DE LA IMPUNIDAD COMO PRINCIPAL CAUSA DE LA INSEGURIDAD Y LA VIOLENCIA
El pasado 21 de agosto, en el patio central de Palacio Nacional, se llevó a cabo la Cumbre Nacional por la Seguridad y la Justicia. A convocatoria de Felipe Calderón se reunieron funcionarios y servidores públicos de los tres órdenes de gobierno y personajes representativos de los distintos sectores de la sociedad, con el fin de adoptar el compromiso de trabajar conjuntamente para erradicar la inseguridad y la violencia social que vive el país.
Estaban presentes, entre otros, el Presidente de la Suprema Corte de Justicia, Guillermo Ortiz Mayagoitia; la presidenta de la Cámara de Diputados, la perredista Ruth Zavaleta; el presidente del Senado de la República, el panista Santiago Creel Miranda, todos los gobernadores y el jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, alcaldes, empresarios, líderes sindicales, representantes del Episcopado Mexicano, de la comunidad judía y otras asociaciones religiosas; representantes de instituciones académicas, de organizaciones ciudadanas y de los medios de comunicación, mismos que firmaron el Acuerdo Nacional por la Seguridad, la justicia y la legalidad.
El ocupante de Los Pinos dijo que “como autoridades no podemos ni debemos renunciar o retroceder ante quienes amenazan la seguridad de la ciudadanía; debemos frenar a la delincuencia y un primer paso es sacarla de nuestra propia casa, mediante la aplicación de estrategias que permitan recuperar a favor del Estado el control territorial en las zonas asoladas por las bandas de delincuentes” Hablar en términos castrenses sobre las medidas tendientes a “sacar la delincuencia de nuestra propia casa, y el llamado a la recuperación territorial a favor del Estado” equivale a la aceptación explícita de la incapacidad para gobernar al pueblo; es el grito desesperado del desgobierno y la ingobernabilidad social, antesala de la capitulación.
En la alocución calderonista se acepta que “la proliferación del crimen no puede entenderse sin el cobijo que durante muchos años le brindó la impunidad; que se abrió camino en medio de las insuficiencias para tener investigaciones del delito rigurosas; impunidad que se aprovechó de una mal entendida división de competencias entre autoridades y órdenes de gobierno para encontrar el camino a sus anchas para delinquir. La impunidad se ha alimentado de deficiencias en la ley o del mal desempeño de las instituciones encargadas de investigar, procurar o de impartir justicia; impunidad que avanza plaza por plaza, debido al miedo, la intimidación y, por desgracia, también a la corrupción, en algunos casos de autoridades o de quienes decidieron darle cobijo a los delincuentes”.
Según el calderonismo y sus beneficiarios, la impunidad es la causa de la ola de violencia que vive el país; todos contra la impunidad fue el compromiso de los participantes de la Cumbre por la Seguridad. Los intelectuales de las clases dominantes sostienen sus argumentos con la siguiente estadística: El 80 por ciento de órdenes de aprehensión no se ejecutan; sólo el uno por ciento de los delincuentes purga condena en la cárcel, mientras el 99 por ciento de los delincuentes sigue libre en la calle delinquiendo todos los días. El crimen organizado roba 130 mil vehículos cada año, y en el DF, 76 de cada cien comerciantes han sido robados o asaltados en el último año; medio millón de personas trabajan vinculados al narcotráfico en este país donde hay otro medio millón de policías, repartidos entre los diferentes órdenes de gobierno, un gendarme por cada narcotraficante. México tiene la corona de campeón mundial en secuestros, y en lo que va del sexenio el crimen ha causado cinco mil 460 muertos. En total, en este país convulsionado se cometen 7 millones de delitos al año.
Supongamos entonces que la impunidad es erradicada mediante la implementación de los 75 puntos previstos por el Consejo Nacional de Seguridad, y que los 7 millones de delincuentes purgaran su condena en la cárcel, ¿de qué tamaño tendría que ser el sistema penitenciario para contener y mantener esa millonaria cifra de convictos? Sí tan sólo con el uno por ciento de delincuentes que son sentenciados hay sobrepoblación carcelaria, quiere decir que, partiendo de la capacidad instalada actual faltaría por construir el 99 por ciento más de espacios carcelarios. Suponiendo que hubiera presupuesto para ello, la idea calderonista de “recuperar el territorio a favor del Estado” equivale a que el pueblo pierda su propio territorio a favor de la construcción de millones de celdas.
Entonces, ¿qué significa acabar con la impunidad? Construir una cárcel tan grande como el país mismo para encerrar al pueblo, a fin de que no se les moleste a las clases poseedoras y puedan salir libremente de sus castillos de marfil y de de sus burbujas de cristal, donde se encuentran encerrados ahora por temor a un posible secuestro. Querer resolver el problema de la violencia generalizada que vive el país empezando por el ataque a la impunidad es totalmente inviable; eso es construir castillos en el aire, es dar palos de ciego a propósito. La política del Estado policíaco y represor corresponde solamente a los regímenes fascistas, que en aras de salvaguardar los intereses del gran capital someten al pueblo bajo una dictadura violenta y represiva. Esa ideología es propia de la derecha; conciben el papel del Estado como un policía con silbato, cuya primer responsabilidad -dicen- es “garantizar la seguridad del individuo”, negando de hecho y de derecho toda participación del Estado en la economía nacional.
Al contrario de la ideología gerencial de la derecha, las fuerzas partidarias del progreso social establecen como principal responsabilidad del Estado la de distribuir la justicia material entre los integrantes de la sociedad; es en la mesa de las clases mayoritarias en donde se mide la eficacia de las políticas de todo régimen, pues en la medida que se cumpla con las necesidades primarias de la familia disminuirá la violencia y el número de cárceles. Hablar de impunidad es hablar del último eslabón de la cadena de la descomposición social; pensar en la impunidad es pensar en un producto acabado sin reflexionar en los componentes que lo integran y lo hacen posible. La teoría de la impunidad como principal causa de la inseguridad y la violencia es falsa, porque con un gramo de inteligencia que se posea es suficiente para saber que tales fenómenos de descomposición no se dan por generación espontánea sino producto de grandes causas sociales.
Todos los mexicanos podemos coincidir en la gravedad del problema de inseguridad y violencia que nos aqueja, pero a la hora de analizar las soluciones y remedios es donde chocan las abismales divergencias de opinión, por tratarse de un asunto que ocupa el centro de la lucha de clases. Se trata de la disputa por la propiedad o apropiación de la riqueza mediante los diferentes medios al alcance del individuo.
Una élite privilegiada por el sistema de producción se apropia de la rebanada más grande del pastel disponible, al amparo de las “normas legales” establecidas por el Estado burgués -expresión superior de la delincuencia organizada-, y depositario de la violencia legítima para consumar el despojo dentro de la normatividad y las instituciones. De esta forma se condena a las mayorías a vivir en la miseria, aplastados por la misma norma que les es adversa; y en razón de ello, una parte considerable de la sociedad no acepta su destino de postración y pobreza y se rebela. Unos canalizan su inconformidad organizándose políticamente para promover los cambios sociales y económicos, y otros, apropiándose de la riqueza con los medios a su alcance. Es en este punto donde se rompen las reglas establecidas y se genera la violencia.
Nada más es cuestión de darle seguimiento a la información diaria en los distintos medios, para descubrir por sí mismo la asociación ineludible que hay entre la crisis económica, pobreza, marginación y el crecimiento de la inseguridad y la violencia. He aquí lo que dicen algunos diarios: Se frena la economía y crece la inflación, acepta Agustín Cartens que no se cumplirá con la meta de crecimiento de 2.8 por ciento prevista para este año; La Comisión económica para América Latina y el Caribe (Cepal) pronosticó que México sólo crecerá en un 2.5 por ciento, el índice más bajo de Latinoamérica; el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) afirma: la actual crisis alimentaria profundiza la pobreza de los países y en México empujará a cerca de 7.5 millones de mexicanos que se sumarán al interior de la pobreza extrema.
Y al mismo tiempo que leemos esas noticias desalentadoras, leemos una nota del periódico Tribuna de San Luis, de OEM, que nos habla de la otra cara de la misma moneda, cuya cabeza dice así: Alarma por violencia; a un paso de “focos rojos”, (29 de agosto). A 24 horas de que México se vista de blanco como manifestación ciudadana en repudio a la hola de violencia que agobia el país, se registraron 27 ejecutados en todo el territorio nacional: 12 personas decapitadas en Mérida, así como cuatro ejecutados en Chihuahua, uno en Tamaulipas, seis en Guerrero, uno en Zamora, Michoacán; dos acribillados en Culiacán y uno en Comitán, Chiapas. Este es el PAN de todos los días: pobreza, miseria, marginación, violencia e inseguridad.
La única forma de solucionar el conflicto social, político y económico que vive el país, y que está generando la violencia y la inseguridad en todos los ámbitos de la sociedad, es combatiendo las verdaderas causas y no los efectos. Para evitar un estallido social y que el pobre no le quite dinero al rico valiéndose de los secuestros, las clases dominantes tienen que entender y acceder voluntariamente a que las fuerzas progresistas y de avanzada construyan una política fiscal revolucionaria, que distribuya la justicia material entre todos los mexicanos. Por esa razón, los partidarios del progreso con bienestar tienen ante sí la alta responsabilidad de organizar la Cumbre por la Recuperación del Salario y el Poder Adquisitivo, en respuesta a la Cumbre Contra la Inseguridad y la Violencia.
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martes, 26 de agosto de 2008

VICENTE LOMBARDO TOLEDANO (mural de Siquieros) EL INTELECTUAL Y FILOSOFO MAS GRANDE DEL SIGLO XX
JUAREZ, SIMBOLO DE SOBERANIA E INDEPENDENCIA

LENIN, FUNDADOR DEL PRIMER ESTADO SOCIALISTA










KARLOS MARX, MAESTRO DEL PROLETARIADO.

viernes, 22 de agosto de 2008

UNA MINA DE ORO...

UNA MINA DE ORO EN MEXICO
PARA LAS TRANSNACIONALES FARMACEUTICAS

No hay nada más inmoral e injusto que la ganancia obtenida mediante el lucro y la explotación desmedida del dolor y la enfermedad del pueblo. El derecho a la salud que debiera ser garantizado plenamente por el Estado mexicano, sobre todo para las clases mayoritarias de la población, se ha hecho nugatorio en la práctica al ceder su lugar a la inescrupulosa ley de la ganancia con el beneplácito de un régimen carente de sensibilidad social; mismo que ha hecho de nuestro país una mina de oro para el saqueo insultante de las transnacionales farmacéuticas al controlar el 80 por ciento del mercado nacional.
De acuerdo con información de la Universidad Autónoma metropolitana (UAM), México ocupa el primer lugar en comercialización en América Latina y el décimo a nivel mundial. La enfermedad en nuestro país genera ingresos de más de 15 mil millones de dólares anuales a los productores de medicamentos por ventas al menudeo, muy por encima de lo que factura Brasil, el segundo país en importancia en la región en este rubro. De acuerdo con los datos de la propia industria, ésta ha venido creciendo entre 7 y 8 por ciento anual, por encima del 3 y 4 por ciento o menos de lo que registra el crecimiento del PIB nacional. A nivel mundial sus ganancias son del orden de 300 mil millones de dólares anuales; la crisis no ha llegado a esta industria.

El hecho de que México cuente con una población de 106 millones de habitantes y el aumento en las enfermedades crónicas como el cáncer, diabetes mellitus, males cardíacos, además de VIH y el papiloma humano, que requieren tratamientos largos, hacen de este país un alto consumidor de medicinas. Recientemente, la misma Secretaría de salud denunció que los laboratorios vendían a México medicamentos antirretrovirales cuatro veces más caros que en otros países de América Latina, los que obtienen precios preferenciales a través de la Organización Panamericana de Salud (OPS). En un estudio que realizó el Instituto Wharton de la Universidad de Pennsylvania, comparando los precios de los medicamentos entre 9 países: Estados Unidos, Japón, Canadá, Chile, Francia, Alemania, Italia, Reino Unido y México, se destaca que los precios de los fármacos en México y Chile son mayores en comparación con su renta percápita media, mientras que para el resto de los países en estudio las diferencias en los precios son consistentes con sus diferenciales de renta.
El mercado de los fármacos en México está en manos de multinacionales como Merck, Abbout, Beringer, Glaxo, Bristol y Bayer, entre otras, las que han venido controlando el mercado nacional desde hace más de 30 años, con algunas fusiones o cambios de nombre. Esta realidad es la que explica el cada vez más difícil acceso a las medicinas por sus altos costos para la mayoría de los mexicanos, pues 40 de cada cien –según la estadística oficial- no cuenta con seguridad social de ninguna especie.
La salud del pueblo es un agudo problema que no resolverá la derecha gobernante en lo que resta del sexenio. Las medidas en este rubro tomadas por el régimen en los últimos meses, en el mejor de los casos, representan mejorales para el cáncer. Siempre con sus dogmas de fe por delante, pretenden remediar el problema de salud pública mediante la utilización de las leyes del mercado. Esto es, aumentar la oferta y la disponibilidad de los medicamentos con el objeto de bajar los precios. En eso consiste la reciente medida de eliminar el requisito de tener una planta establecida en el país para poder vender medicamentos; es la ampliación de la oferta de productos al permitir la participación de nuevos laboratorios. Pretendiendo abaratar los medicamentos abren al mercado interno a otros monopolios farmacéuticos para que igual se llenen los bolsillos a costa del dolor y la enfermedad del pueblo de México. Esa no es la solución.
La solución definitiva es desmontar el régimen reaccionario de derecha por uno progresista y entregado a las causas del pueblo; que no considere la salud pública como una vulgar mercancía sino como una responsabilidad estratégica y prioritaria del Estado. Un régimen comprometido, que se encargue de apoyar y desarrollar la investigación científica para la creación de la medicina innovadora; que se proponga la creación de los laboratorios del Estado como una medida que garantice la autosuficiencia y soberanía en materia farmacéutica. Que el propio Estado se encargue de producir los medicamentos necesarios para cubrir la demanda de todo el sector público de salud, y elimine el intermediarismo y la especulación que hacen de la medicina un producto inalcanzable a la mayoría de los mexicanos. Dicho en otros términos: cerrarle la puerta a las multinacionales farmacéuticas y desarrollar nuestra propia industria nacionalizada; nuestro pueblo merece eso y más.
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jueves, 14 de agosto de 2008

LA VIOLENCIA SOCIAL

LA VIOLENCIA SOCIAL
CAUSA Y EFECTO DE TODA SOCIEDAD ENFERMA


La realidad habla por sí misma, nadie puede negar el rotundo y absoluto fracaso del gobierno de la derecha en la solución de los problemas del pueblo, pues éste sólo ha servido para gobernar la macroeconomía y las grandes fortunas de los potentados. El aumento de la ingobernabilidad y la inestabilidad social se asocian ineludiblemente a la irrupción del panismo reaccionario y la ideología de los mercados en la conducción política del país.

La nación respira violencia por todo su ser, el encono y la descomposición social es generalizada: violencia en la programación cotidiana de la radio y la televisión, particularmente en los noticieros; violencia en la música popular con la proliferación de los “narco corridos”; violencia en la calle; violencia intrafamiliar; violencia y encono social en la conducción política, al imponerse la dictadura neoliberal mediante un escandaloso fraude electoral y; violencia y sometimiento por parte de la clase poseedora al apropiarse del producto del trabajo y sus beneficios.

Hay una intensa campaña mediática sostenida por altos intereses económicos, que se empeña en demandar la solución a una de las partes de la violencia sustrayéndola del contexto social, económico y político en que vivimos, igual como si el remedio fuera extraerle un gajo a una manzana podrida. Los promotores de esta campaña le rehúyen sistemáticamente a estudiar la relación entre causa y efecto del fenómeno de la violencia en general.

Ciertamente, la parte de la violencia que destacan los medios informativos es preocupante. En la supuesta “guerra contra el narcotráfico” la estadística oficial nos habla de más de 4 mil muertos en lo que va del sexenio, entre secuestros y ejecuciones entre las bandas de la delincuencia organizada. De esa cantidad de ejecutados 500 corresponden a fuerzas federales y policíacas en lo que va del calderonato. A las cifras anteriores hay que agregarle 600 levantones y desapariciones forzadas que, en numerosos casos, han sido cometidos por las mismas fuerzas del orden público de la presente administración. Una hola de violencia que ha producido más muertos en solo 20 meses del calderonismo, que bajas del ejército yanqui en 4 años de ocupación en Irak. México es el país donde muere más gente de manera violenta sin estar en guerra declarada.

El crimen ha tomado carta de naturaleza. La estadística oficial nos habla de los muertos en la paz social del neoporfirismo calderonista. La misma violencia que sufre el país tendría suficiente explicación de los ideólogos de la derecha si se diera en Cuba. Si el pueblo cubano sufriera el mismo grado de violencia -que no es así-, se diría que es producto de la “dictadura totalitaria del comunismo y de la falta de democracia”. Pero resulta que ese fenómeno de descomposición se da aquí en México, en el llamado “reino de las oportunidades y de la normalidad democrática”, en donde se supone que todos están contentos con el gobierno que trabaja para que “todos vivamos mejor”.

Las clases poseedoras son sensibles ante los dolores propios pero insensibles ante el dolor ajeno. En una sociedad dividida en clases sociales cada quien le llora a sus muertos. ¿Cuántos niños mueren violentamente en la oscuridad de la pobreza y nadie se acuerda de ellos? Infantes que no disponen de carro, ni de chofer ni de guaruras diariamente mueren en el más absoluto anonimato. Sin embargo, el caso reciente del lamentable secuestro y muerte del niño Fernando Martí, en el DF, fue un hecho de alta resonancia mediática, por tratarse de un integrante de la alta sociedad.

El dolor de las clases altas por la pérdida irreparable de uno de sus miembros se manifestó en todo el país; las cúpulas empresariales, los banqueros y la clase política, se sensibilizaron ante el dolor de la familia del niño muerto en esa trágica circunstancia. ¡Pena de muerte! ¡Cadena perpetua! ¡Leyes más severas para los secuestradores y mejoramiento de los cuerpos policíacos! Han sido los principales pronunciamientos de las clases dominantes para frenar la delincuencia. Sin embargo, estos mismos sectores son insensibles ante las lágrimas y el dolor que sufren los millones de mexicanos que padecen las llagas de la pobreza. Se cierran herméticamente a distribuir la justicia social y cumplir con lo que ordena el artículo 123 de la Constitución en materia salarial, lo que de hacerse, sin duda alguna ayudaría a bajar sustancialmente los índices delictivos.

La violencia social que se vive es causa y efecto a la vez. Es el resultado de las contradicciones internas entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, entendidas éstas como la forma en que se distribuye el capital generado por el trabajo entre quienes participan en el proceso productivo. Es un fenómeno de toda sociedad en descomposición. La violencia social es causa, cuando se da la existencia de un régimen que esclaviza al pueblo bajo una criminal política salarial, y que propicia la alta concentración de la riqueza en pocas manos, separando a la sociedad en una profunda desigualdad social. La misma causa se convierte en efecto, cuando hay en esa decadente sociedad muchos individuos que se rebelan y se niegan a aceptar su destino -el que le han asignado- en la pobreza y marginación, los que no dudan en romper el “estado de derecho” con los medios a su alcance para salir de esa postración. Si una sociedad injusta como la nuestra engendra la fortuna más grande del mundo en manos de un solo hombre quiere decir que es un pueblo enfermo, y esto da lugar a las manifestaciones y consecuencias que estamos viendo.

Ortiz Mayagoitia, el presidente de la Suprema Corte de Justicia, ante la crisis de inseguridad que priva en México, no dudó en culpar a los poderes Ejecutivo y Legislativo de la grave problemática. Tiene razón, pero hay que incluir también en la lista de culpables a la institución que él representa, y por supuesto, a las clases dominantes, que son las que detentan el poder del Estado neoliberal. Lo que estamos viendo ellos lo han creado, no tienen a quién culpar, es el país que conducen y dicen gobernar. Este es el producto de la implementación de sus políticas y estas sus consecuencias. La paz es el fruto más elevado de la justicia social; la violencia y el encono son frutos de la injusticia.

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sábado, 9 de agosto de 2008

DE MANUEL BARTLETT A BEATRIZ PAREDES

LA INVOLUCION DEL NACIONALISMO AL ENTREGUISMO


Hablar de Manuel Bartlett y Beatriz Paredes, es hablar de dos personajes representativos de la involución ideológica que ha sufrido el Partido Revolucionario Institucional a partir de la llegada de la tecnocracia neoliberal y la derecha conservadora al poder. Estos dos personajes de la política son los exponentes más fieles, tanto del nacionalismo que abandonó las filas del tricolor como del entreguismo a las causas de la derecha manifestado por el nuevo PRI del siglo XXI.

Bartlett Díaz es el último sobreviviente que continúa enarbolando las tesis avanzadas del nacionalismo revolucionario y la consecuente política de nacionalizaciones; aquellas que hicieron posible la expropiación y nacionalización de la industria petrolera, las nacionalizaciones de la industria eléctrica, ferrocarriles y Teléfonos de México, entre otras. El político poblano es el representante del priísmo que se fue. Beatriz Paredes es el dirigente actual del tricolor, al cual se le ha denominado “el PRI del siglo XXI”. El hecho de colgarse apellidos después de sus siglas para indicar que son de este siglo, nos habla de la lucha generacional que se llevó a cabo al interior del partido, donde el hijo desobediente desconoció ideológicamente al PNR de Calles, el PRM de Lázaro Cárdenas y el PRI de Manuel Ávila Camacho.

La cúpula neoliberal que hoy gobierna al PRI, encabezado por la tlaxcalteca, están cansados ya de violentar sus propios documentos básicos, ahora están empeñados en adecuarlos “a la nueva realidad” y deshacerse de ese lastre que para ellos significa la filosofía del nacionalismo. Hoy tienen la necesidad de cortar su cordón umbilical y el hilo conductor que los mantenía atados ideológicamente al proceso revolucionario del siglo pasado. Les ha llegado el momento de la congruencia política, necesitan plasmar su conducta entreguista y colaboracionista con las causas de la derecha en los nuevos documentos básicos que surgirán de la XX Asamblea Nacional, próxima a realizarse.

El priísmo ha estado trabajando intensamente en todos los estados de la república en reuniones municipales, distritales y estatales, analizando los anteproyectos que la cúpula les ha presentado; están trabajando duro en la organización de su asamblea nacional de donde surgirá un PRI “ transformado y modernizado”. A buen entendedor pocas palabras; esto significa que los nuevos documentos básicos del tricolor explicarán ante la sociedad su unión conyugal con la derecha y su proyecto de gobierno.

Nadie más autorizado para hablar de lo que hoy sucede al interior del PRI que el propio Manuel Bartlett; un político profesional y de raigambre nacionalista que conoce las entrañas del tricolor desde su propia militancia que abarca varias décadas. Por ello, con la intención de ilustrar este artículo, transcribo textualmente una entrevista que le realizó el extraordinario periodista Miguel Reyes Razo, misma que fue publicada el pasado 22 de abril en los periódicos de la Organización Editorial Mexicana (OEM), en la cual se afirma lo siguiente.

“Grave, ceremonioso, solemne, el político Manuel Bartlett Díaz reveló: Enrique Jackson y compañía fueron el mayor escollo para mi desempeño como senador de la República. La fracción de mí partido -el PRI- en la Cámara alta, mi terco adversario. ¡Por defender la Constitución de 1917! ¡A la República! La soberanía y la dignidad de México que la cúpula del PRI de hoy desdeña y quiere hacer pasar por antigualla.

“¿Quién, qué mexicano puede estar tranquilo a esta hora? –Sondeó angustiado-. Ahí está el PRI en gesto “colaboracionista, entreguista” con el PAN. ¡Uf! ¡Arghhh! ¡Psch! Partido “bisagra”, le dicen. Y sus dirigentes que negocian en secreto para luego forzar a los legisladores a votar dócilmente. Cuidado con los coordinadores del PRI en el Congreso -alertó-. Casi un vigía desde el quinto piso de un edificio de la colonia Roma.

“Este libro llamado El petróleo y Pemex, Despojo a la Nación es, en rigor, la historia de una infamia. Lo escribí -con buenos expertos mexicanos- para ilustrar e informar a legisladores recién llegados al cargo, a mexicanos de bien, a patriotas. Lo hice por primera vez a la mitad de mi tiempo de senador de la República. Divulgué las intenciones de Ernesto Zedillo de privatizar por entero el sector eléctrico nacional, a la medida del deseo del Banco Mundial, ajustado a los intereses más perversos del extranjero.

“Dictaminé en contra, eché abajo la intentona de Zedillo. Fue una gran batalla. Estaba en ella cuando Carlos Salinas de Gortari me invita a desayunar en su bunker “oye Manuel, estás muy duro contra Fox”. Te equivocas, Carlos, le dije. Sólo defiendo la Constitución de 1917. No invento nada. Todo está ahí. Fue esa la única ocasión en que hablé con él desde que dejó la presidencia, estableció Bartlett.

La entrevista continúa con el político poblano: “Era tiempo de Fox. Pero la iniciativa de Zedillo estaba pendiente en el Senado. Por poco y la aprueban en su tiempo. Algo que no le dieron al PAN, y éste hizo berrinche, hizo naufragar la intentona. Zedillo se había propuesto reformar la Constitución para privatizar todo el sector eléctrico. ¡Todo, todo! Desde mi rango de la Comisión de Puntos Constitucionales -figúrate que fui profesor constitucionalista y de teoría general del Estado en la UNAM-, en un largo trabajo e intenso debate, la eché abajo.

“Nada avaro ni egoísta, decidí imprimir una suerte de diario de aquellas jornadas. Tres años de fragorosos combates, están aquí. Aquel acontecimiento demandó un debate técnico complejo y difícil. Tuve que viajar por todo el mundo, a Europa, a distintos países de América Latina. Importaba saber “in situ” cómo había operado la iniciativa privada, el gran capital transnacional, las privatizaciones del sector eléctrico, qué beneficio había logrado la población, y los pobres. Vi palpé, corroboré lo que ya por lecturas, informes y consultas sabía. La privatización del sector eléctrico había empobrecido al país, dócil al Banco Mundial. Los adinerados de las grandes empresas exprimían -como antaño, como siempre- a estos pueblos que ven como colonias.

Sigue hablando Manuel Bartlett: “Tomemos a España para fines de ejemplo. Cuando otro país de la Unión Europea -Alemania o Francia- se propuso adquirir el sector eléctrico de España y formuló una oferta magnífica, el jefe del Gobierno español, Rodríguez Zapatero, no dudó en atajar: “El sector eléctrico de España es estratégico, vital para el desarrollo de nuestro país. Y no se vende. A nadie. Es cosa de soberanía de España y no está en venta. No podemos poner nuestro futuro -su mera posibilidad- en manos ajenas. No, no y no”. Así defendió Zapatero los intereses de España. Contundente. Pero, ¡ah!, si nosotros los mexicanos argumentamos lo mismo, y más y mejor, entonces los súbditos de su majestad don Juan Carlos nos llaman antediluvianos, deschavetados, románticos, trasnochados, fósiles de la historia, obsoletos.

“Se mofan de nuestra idea de nacionalismo. Fingen carcajearse por nuestros afanes de soberanía. Llaman locura a nuestro afán de independencia. ¡Alto ahí! No hay país más nacionalista -y lo defiende a ultranza- que Estados Unidos. Hagan la prueba. Intente alguien comprar una industria estratégica en ese país. ¡Como no! A estas alturas -confió sombrío Bartlett- nuestro sector eléctrico ya está en manos extranjeras. Algo así como el 40 por ciento del consumo nacional ya se privatizó.

“Por el TLC de Salinas empresas extranjeras producen -con nuestros recursos- energía eléctrica que ¡ellos mismos exportan, venden a Estados Unidos! Correspondería a nuestra Comisión Federal de Electricidad hacer ese negocio, ¡imposible! Ahí está el negociazo. Lo hacen los extranjeros con nuestros recursos, nuestra mano de obra y en nuestro territorio. ¿Qué te parece? Y agárrate: la CFE hace la segunda renta nacional

Manuel Bartlett Díaz anda en sus buenos 72 años. Erguido, decidido, fuerte, sano, así batalla. ¿Aspira a dirigir al PRI? Quiero sacudir, estoy de moda. Por doquier hallo priístas inconformes con lo que ven que sucede en el partido. No hay líder en el PRI. Apenas una cúpula interesada en los negocios. Un grupo que hace años guía al PRI hacia una derecha inimaginable en otro tiempo. Priva desde los días de Carlos Salinas la idea del mercado. Vendase, remátese todo. Con su colosal fortuna, Carlos salinas mueve al país. No está sólo. Tiene en un puño al PRI, a su dirigencia. Recuerda, Carlos Salinas se alió con Fox en la repugnante ambición de destruir a Andrés Manuel López Obrador. Una villanía. Universitarios, grupos juveniles, ciudadanos sin partido me invitan, quieren saber, jalan conmigo…

El reportero pregunta: ¿Se reúne con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano? -Nos hemos visto, respondió resueltamente- El debe hacer cabeza en esta defensa por los energéticos, el petróleo nacional. Cuauhtémoc debe estar al frente, al margen del conflicto que vive el PRD. Y también debe estar, ya está, Andrés Manuel López Obrador… ¡Y yo! Y todos los que no queremos la entrega del país. Nada limita. Desde luego que hay miles y miles de mexicanos que quieren luchar. Es que nos venden la idea de que es necesario “globalizarlo” todo. ¡Fuera soberanías! ¡Al cesto de la basura toda esa palabrería hueca del “interés nacional”! Y a ver si Francia, España o Estados Unidos actúan así. Ya los quisiera ver. Tan desprendidos que son.

“Y llega Carlos Salinas y nos adormece con la teoría del mercado. Y Carlos Salinas se da a la tarea de estrangular, destruir, dividir, fraccionar a Pemex. Mi obra, el libro que escribí al término de la primera de las dos legislaturas que vive el Senado de la República, resume mi lucha por la energía eléctrica nacionalizada. ¡Y está fundada, Reyes Razo! La mía no es actitud sectaria, tampoco mito, pues así me tratan los que anhelan -y no pueden- derrumbarme. Esgrimo razones de Estado. Pruebo -sin dudas- que las privatizaciones energéticas devienen en beneficio de intereses transnacionales. No les dejan nada bueno a los países de los que se apoderan.

¿Cómo ve la política nuestra en este momento? -pregunta el reportero- La política en México se ha descompuesto terriblemente. La visión neoliberal la arruinó. Esa filosofía en que todo se reduce al valor del dinero, quién gana más. ¿Y la nación? ¿Y los valores? ¿Y la ideología? Hoy el PRI está secuestrado por una burocracia que lo ha “empanizado”. Carlos salinas da el primer paso en la pulverización del PRI, y de Petróleos Mexicanos. Paralelo al TLC destruye la empresa. Acaba con la petroquímica, las gasolinas y el gas, lo que es el negocio. Mata lo productivo. Continúan su obra Zedillo y Fox. Fox que parece compadre de Salinas. Y está ahora Calderón.

“Mi libro es un ejercicio de la memoria. Platico lo vivido. Narro lo que pasó. Examino todo lo que hoy nos ocurre. Y lo que nos puede acontecer obedece a un plan bien urdido por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Departamento de Estado Norteamericano. The Heritage Foundation. La derecha. Y nos venden la idea de que urge, que es para ya, que es, en fin, i-ne-vi-ta-ble. Una notable reportera aguardaba. Y fotógrafos y camarógrafos también. “Te digo que estoy de moda”, jugueteó Manuel Bartlett, quien desde su ventanal observó el edificio Roma. Por último alertó de la acción de los coordinadores…Sí, verás. Ellos van por su lado, ellos tienen el control. Se apoderan, fuerzan voluntades de congresistas, los someten. Ellos negocian con el poder. En privado. A solas. Doran la píldora. ¡Y a votar!”. Aquí termina la entrevista realizada a Manuel Bartlett Díaz por el periodista Miguel Reyes Razo con su extraordinario y peculiar estilo.

De cara a su asamblea nacional, el Partido Revolucionario Institucional vive momentos definitorios largamente postergados; los nuevos documentos básicos que de ahí surjan serán la expresión oficial del grupo tecnocrático derechizado que gobierna al partido tricolor desde el salinismo hasta nuestros días. Por desgracia para nuestro país, las personalidades progresistas y nacionalistas como es el caso de Manuel Bartlett y otros, hoy están en la banca y relegados de todo puesto de mando. Esa desventaja del sector de avanzada, casi aniquilado, facilitará la concreción de la involución del nacionalismo hacia el entreguismo. El partido todo, su fuerza y su maquinaria, a favor del antinacional proyecto de la derecha.

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sábado, 2 de agosto de 2008



LA INICIATIVA DE REFORMA ENERGETICA PRIISTA
EL PLAN “B” DE LA ESTRATEGIA PRIVATIZADORA

Por fin, el PRI acaba de dar la cara y fijar su postura en torno a la reforma energética al presentar formalmente su iniciativa al Senado de la República. Se despejaron dudas de si el revolucionario haría valer en los hechos su eslogan publicitario de “modernizar a Pemex sin privatizarlo” o se alineaba a la inercia neoliberal que lo ha gobernado durante un cuarto de siglo.

Había cierta ingenuidad de parte de algunos actores políticos y comentaristas que se tragaron el anzuelo sembrado por el discurso demagógico y engañoso de la cúpula priísta, quienes creyeron que con sólo negar la privatización en sus intervenciones era un indicativo del retorno de las banderas nacionalistas y las causas populares al PRI. Pero no fue así, la cúpula tricolor acaba de ratificar su postura, no a favor del pueblo de México, sino su unión conyugal con la derecha y el capital financiero que gobiernan al país desde hace cuatro sexenios.

Solamente cayendo al terreno subjetivo y alejado de la realidad se podría haber esperado una actitud distinta a la observada en la presentación de la iniciativa energética. Manlio Fabio Beltrones, una de las cabezas más visibles del priísmo neoliberal, se encargó de presentar con la firma del partido tricolor el Plan “B” de la estrategia privatizadora comandada por el capital financiero y la derecha.

¿Acaso alguien esperaba otra cosa distinta? Recordemos que Beatriz Paredes, siendo aún candidata a la dirigencia del PRI sostenía que: “es fundamental que levantemos la mirada, avizoremos el horizonte de futuro y le digamos a la nación que somos el partido que tendrá la capacidad de reformarse, de construir su cuarta etapa para ser el PRI del siglo XXI”. ¿Y cuál es esa etapa de la que hablaba la tlaxcalteca? Una etapa priísta que corresponda con la asunción de la derecha al poder, lo que equivale al rompimiento del hilo conductor bajo el cual ese partido mantenía su ideología y su programa desde su génesis. En los hechos, esta etapa corresponde al deslinde definitivo de sus orígenes ideológicos sostenidos en el nacionalismo revolucionario. La etapa a la que se refería Beatriz Paredes es la adecuación definitiva del priísmo a la ideología neoliberal de derecha, y la consecuente muerte de sus referentes históricos.

Sigamos recordando que Beatriz Paredes tenía prisa en mostrar su nueva filiación. Apenas estrenando su papel de dirigente decidió darle color a su investidura y manifestar su entrega; el primer acto con el que inició su mandato debía ser relevante para poder enviar un mensaje a los mercados sobre cuál sería su relación con el gobierno de la derecha. La dirigente y la fracción parlamentaria tricolor, se reunieron el 7 de marzo de 2007 en el salón Adolfo López Mateos de la residencia oficial de Los Pinos para -según una nota de prensa-, degustar un riquísimo menú compuesto por: ensalada de tres quesos, sopa de hongos, arrachera con rajas poblanas y papa al horno; como postre, pastel de tres leches con salsa de rompope.

En plena luna de miel se desbordó el romanticismo. Felipe Calderón, Beatriz Paredes Rangel y los legisladores priístas comieron en el mismo plato, “en un ambiente de tolerancia en la diversidad”, tal como suele llamársele ahora al colaboracionismo, a la complicidad y a la sumisión, términos adecuados para definir la conducta asumida por el PRI del siglo XXI. La prensa dio cuenta de ese encuentro “familiar” cuyo propósito fue preparar el ambiente para acordar las contrarreformas del calderonato, entre ellas, la privatización energética.

La teoría burguesa de que el papel del Estado debe ser neutral, colocándolo al centro y por encima de la lucha de clases está hoy más desprestigiada que nunca, es una teoría insostenible a la luz de los hechos. La actual polarización de la sociedad ha dado muerte al centrismo ideológico donde se auto ubicaba el tricolor. Aquellos defensores del centrismo han sucumbido ante un grupo compacto de neoliberales derechizados y bien definidos; el pluriclasismo y la lucha de clases que se daba al interior del tricolor ha terminado para dar paso a una etapa definitoria donde la derecha del PAN y el PRI se han uniformado totalmente para seguir sosteniendo la dictadura neoliberal en México. Con ello se confirma la teoría científica de que el Estado es la violencia organizada de la clase social en el poder.

La privatizadora y antinacional iniciativa priísta, presentada por el senador Beltrones, no sólo es tanto o más antinacional que la de Calderón, sino que viola también la Declaración de Principios del PRI, los cuales sostienen el principio de que el petróleo es propiedad de la nación y se pronuncia contra todo intento de privatización del patrimonio de los mexicanos. Es un hecho que la iniciativa no representa el sentir de las bases del tricolor donde hay militantes que participan de buena fe, es más bien la determinación exclusiva de la cúpula derechista que lo gobierna desde hace varios lustros.

La iniciativa priísta, constituida en el Plan “B” de la estrategia privatizadora es una copia fiel de la calderonista. Por ejemplo, en la iniciativa de Ley de Administración de Pemex, de 49 artículos que contiene 28 fueron copiados casi textualmente, y todos ellos son profundamente nocivos para la soberanía energética del país. La misma iniciativa sostiene que: “El Ejecutivo federal podrá constituir, por decreto, organismos descentralizados con carácter estratégico, filiales de Petróleos Mexicanos, con el objetivo de realizar, por cuentas de aquél, las actividades de construcción de ductos y los servicios de refinación del petróleo, transporte, almacenamiento y distribución de hidrocarburos y derivados de éstos, que forman parte de la industria petrolera. Dichos organismos filiales serán propiedad exclusiva de Pemex y se constituirán a propuesta de su Consejo de Administración.

“En los términos -sigue diciendo la iniciativa- de su propia Ley Orgánica, Petróleos Mexicanos y sus organismos subsidiarios, así como los organismos filiales referidos en el párrafo anterior, estarán dotados de plena autonomía de gestión y presupuestaria, incluyendo la regulación para la contratación de obras, adquisiciones, arrendamientos y servicios”. De esta manera, la propuesta planteada por el PRI contempla la posibilidad de firmar contratos no sólo por licitación pública, sino también por adjudicación directa, como los que ya existen con las petroleras internacionales Halliburton y schlumberger.

Tenemos ahí, entonces, la generosa puerta de entrada para que las transnacionales reciban todos los contratos que quieran de la paraestatal. A manera de ejemplo, Pemex puede decidir crear una filial que se dedicará a la refinación de petróleo, misma que podría ser una refinería en operación, como la de Cadereyta o Ciudad Madero. En tal virtud, éstas refinerías ya convertidas en una “filial estratégica de Pemex” y dada su autonomía de gestión; podrían asociarse con Exxon, Shell o Halliburton, para ampliar o construir la propia refinería o una nueva en cualquier porcentaje de participación porque al final, serían esas petroleras extranjeras las que llevarían a cabo las actividades de la cadena productiva, y con ello se violaría la Constitución, al transferir esas actividades estratégicas y por tanto, parte de la renta petrolera a la iniciativa privada.

Por las demás cuestiones, como las relativas al Órgano de Gobierno de Pemex, a los llamados Comités de Transparencia, a la “autonomía de la paraestatal”, al manejo de la deuda, ingresos excedentes, bonos ciudadanos y licitaciones, es prácticamente lo mismo que ha propuesto Felipe Calderón. Como bien lo dijera el último exponente del anterior priísmo nacionalista, el patriota Manuel Bartlett Díaz, “la iniciativa del PRI, es la misma jeringa pero con diferente bitoque”.

Después de un largo proceso privatizador, el momento histórico en que vivimos es el más crítico y peligroso para la soberanía energética de la nación. Nunca como ahora, el pueblo había recibido tanta presión de los centros financieros y las petroleras transnacionales para arrebatar un patrimonio público estratégico como lo es el petróleo. Las pinzas se cierran al máximo mediante la fuerza corruptora del capital monopolista, ganando adeptos a través de una inescrupulosa campaña mediática y quebrando resistencias donde las hay.

Los enormes intereses económicos, la avaricia y las bajas pasiones que despierta el petróleo en la iniciativa privada, ha obligado a los vendepatrias a poner a prueba toda su astucia, inteligencia y capacidad coercitiva de que disponen para asegurar el éxito de su encomienda. Están actuando al mismo tiempo en las tres mayorías parlamentarias buscando lograr una carambola de tres bandas, y engañar al pueblo con una supuesta reforma “consensuada” entre las tres fuerzas políticas mayoritarias en el Congreso de la Unión.

Con estas acciones se pone al descubierto ante la opinión pública que la estrategia privatizadora cuenta con tres planes: el Plan A, es la iniciativa presentada por Calderón y su partido; el Plan B, es la iniciativa del PRI presentada por el senador Manlio Fabio Beltrones; y el Plan C, es la iniciativa que presentará en unos días más el PRD, hoy en manos de la facción menchevique, oportunista y colaboracionista, comandada por Jesús Ortega; tres planes en un solo proyecto privatizador. Se pretende que ante el evidente fracaso de la iniciativa calderonista (plan A), el panismo y el perredismo colaborador apoyen la iniciativa presentada por el PRI (plan B); o bien, tanto panistas como priístas apoyen la iniciativa que presentará el PRD de los “Chuchos” (plan C), que tendría que contener las mismas características de las ya presentadas. Según los desnacionalizados, ése sería un mensaje positivo de “civilidad” política a las fuerzas del mercado.

El proyecto privatizador de tres bandas está blindado contra la posibilidad de la toma de las tribunas del Congreso de la Unión, por parte de los legisladores integrantes del Frente Amplio Progresista (FAP), pues se ha ventilado ya que en el eventual “tribunazo” no participarían los integrantes de Nueva Izquierda, liderada por Jesús Ortega, dejando solos en la acción a los partidarios del Presidente Legítimo de México, Andrés Manuel López Obrador.

Tanto Héctor Larios, líder de la bancada del PAN, como Ruth Zavaleta, presidenta de la Cámara de Diputados e integrante de la corriente NI del PRD, han sostenido que la toma de las tribunas legislativas no detendría la reforma energética. A final de cuentas se atienen a los oscuros y antinacionales “acuerdos pactados”, y no necesitan del espacio físico del Congreso de la Unión para llevar a cabo ese atraco a la nación. Dirán que bien pueden sesionar en una sede alterna facilitada gratuitamente por las petroleras transnacionales y la Coparmex.

Ante estos hechos, es urgente revisar con detenimiento la situación patrimonial de la cúpula de integrantes de Nueva Izquierda, entre ellos, Jesús Ortega, Guadalupe Acosta Naranjo, Ruth Zavaleta y Graco Ramírez, pues está circulando en la internet la versión de haber recibido 18 millones de dólares de parte de generosos proveedores y del régimen de derecha, para que cumplan su tarea en favor de la reforma energética privatizadora. En la celebración de los foros de debate organizados por el Senado de la República, los vendepatrias fueron derrotados ampliamente, pero aún así la batalla por el petróleo se encuentra en su fase más crítica y no dudamos en ningún momento del poder de cooptación del dinero, ni de las marrullerías empleadas por los privatizadores.

En ese escenario adverso crece la responsabilidad del nacionalismo defensivo que comanda López Obrador, quien tendrá que hacer acopio de la experiencia histórica para conducir al pueblo a la victoria, frente a las insanas pretensiones de las petroleras transnacionales y los vendepatrias.
(*) Miembro de las brigadas nacionales Vicente Lombardo Toledano, en defensa de la industria petrolera nacionalizada.

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