sábado, 7 de mayo de 2011

¿Por qué Bin Laden Sí y Posada Carriles no?
La reciente ejecución de Osama Bin Laden ha llenado los espacios informativos proclives al imperio yanqui, la gran mayoría de ellos uniéndose a la festinación y justificando un hecho brutal que nos remite a la era de las cavernas, muy lejana de la civilización que presume abanderar el gobierno estadunidense.
Respecto del derrumbe de las Torres Gemelas en Nueva York, Estados Unidos, hay dos teorías confrontadas, una del Pentágono que sostiene que fue Osama Bin Laden su autor, y otra muy creíble que afirma que fue planeada, organizada y financiada por el propio gobierno estadunidense, con el fin de justificar ante el mundo los escenarios de guerra en Afganistán e Irak, y de esa forma movilizar a los monopolios de la industria militar para poder inflar los presupuestos de la guerra y alentar la recuperación de la economía.
El hecho es que, como si fueran a ver una película de Rambo, de la cual ellos están acostumbrados, el presidente de los Estados Unidos Barack Obama y su círculo cercano de colaboradores, siguió por circuito cerrado de televisión todo el operativo militar montado en aquel país para asesinar al inculpado, ya sea para vengar las muertes ocurridas en las Torres Gemelas o bien para callar la voz del que algún día fuera su agente, y evitar que alguna vez el mundo se enterara por su voz de la autoría real de los atentados en Nueva York.
A raíz del asesinato ´´exitoso´´ del líder árabe frente a su familia aumentó la popularidad del presidente Obama, esa conciencia colectiva gringa que elevó su confianza en él por ése hecho, se deriva de los patrones de conducta establecida por los espectáculos fabricados en Hollywood, que cumplen su papel de moldear la conciencia de masas de los pueblos. La misma ONU, actuando como entidad supranacional al servicio del Pentágono elogió al gobierno yanqui por el exitoso operativo militar, y Felipe Calderón no podría quedarse atrás enviando sus felicitaciones al primer mandatario estadunidense por el mismo acontecimiento. Por el mismo estilo, todos los gobiernos alcahuetes que actúan bajo la égida imperialista se manifestaron y aplaudieron la lucha decidida ´´contra el terrorismo internacional´´ capitaneada por Washington.
Como una más de las formas violentas de la lucha por el poder, la práctica del terrorismo por motivaciones políticas o métodos de lucha revolucionarias han sido de uso común en todos los tiempos por las fuerzas antagónicas que conducen el desarrollo de la sociedad, lo mismo se ha practicado para preservar que para buscar el poder. Ayer, lo practicaron alegremente todos los regímenes de los Estados burgueses, ahora en ésta etapa de la evolución histórica lo practican los Estados neoliberales y el capital financiero, cuya matriz es el imperio yanqui y el Pentágono, en el afán de detener la rueda de la historia y mantener el estatus de privilegios que han construido sobre las espaldas de los pueblos.
Igualmente ha sido utilizado el ´´terrorismo´´ -valido o no- como método de lucha revolucionaria por las fuerzas que buscan desplazar del poder a la tiranía que aplasta a las muchedumbres bajo su fuerza dominante, por ejemplo, el hermano mayor de Lenin participó en el atentado que dio muerte al Zar Felipe II, en Rusia. De tal forma que estas prácticas o métodos no se pueden juzgar desde un punto de vista único, en sentido abstracto, hay que observar objetivamente y con rigor científico los intereses a los que sirven para no caer en el error de festinar una victoria que nos es ajena.
Una vez realizada esta tarea de observación crítica nos daremos cuenta que las fuerzas hegemónicas del imperialismo tienen su propia definición de ´´terrorismo´´, y en base en ese credo se empeñan en calificar y después combatir en todo el orbe las manifestaciones pacíficas o violentas que se opongan a sus intereses. Las denominaciones a cargo del Pentágono van desde ´´el eje del mal´´ para combatir gobiernos hostiles, hasta la llamada ´´narcoinsurgencia´´ para aplastar los verdaderos movimientos sociales y sus conductores que amenacen la estabilidad de las dictaduras neoliberales en sus respectivos países. Es la dominación, es la intervención en todas sus manifestaciones: económica, política y militar.
La reciente ejecución de Bin Laden, líder de la organización islámica Alkaeda, a manos del ejército estadunidense, en territorio pakistaní, y al mismo tiempo la protección de esa fuerza para Posada Carriles, al que se le arropa entre sus vestiduras a pesar de ser un terrorista, nos habla de dos realidades sobre el llamado ´´combate internacional contra el terrorismo´´ capitaneado por Washington. Recientemente exonerado de toda culpa por las leyes americanas, a pesar de ser el autor de la campaña de bombazos en la Habana, Cuba, y de haber derribado un avión de pasajeros en 1976, y negada su extradición a Venezuela, solicitada por la República Bolivariana desde el 2005, donde hay 73 cargos de asesinato contra él en Caracas. Entonces ¿Por qué Bin Laden sí y Posada Carriles no? El primero dejó de servirle y lo asesinaron, el otro -Luis Posada Carriles- le sigue siendo fiel, por eso lo protegen. Esas son las dos caras, los dos raseros con que mide el terrorismo el gobierno yanqui.
San Luis, Río Colorado, Sonora, sábado 7 de mayo de 2011.

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