viernes, 5 de septiembre de 2008

VALORES COLECTIVOS POR ENCIMA DEL INDIVIDUALISMO

LOS NIÑOS HEROES Y LOS VALORES PATRIOS
El mes de la patria es fecha propicia para reflexionar acerca de los antecedentes que dieron origen a esta conmemoración con la que cada 13 de septiembre se rinde homenaje a los niños héroes de Chapultépec. Los antecedentes se hunden en un largo pasado. México, nuestro país, había venido siendo acechado durante muchos años por los sureños esclavistas norteamericanos, porque ambicionaban extender sus territorios y adueñarse de la tierra mexicana para convertirla en inmensos criaderos de esclavos.
De esa ambición se deriva la brutal guerra, injusta e inicua que el gobierno de los Estados Unidos impuso a México en 1846, valiéndose de mil argucias y pretextos, con la cual el agresor nos arrebató, después de mil sangrientas batallas, más de la mitad del territorio nacional. Muy poco se ha dicho y escrito sobre la defensa heroica de las tropas mexicanas para impedir el avance de los norteamericanos que, en desigual número, se adentraban cada vez más en nuestro inmenso y casi deshabitado territorio.
Los ciudadanos saben poco acerca de los combatientes de la Angostura, de los defensores de Monterrey; del Teniente Coronel de Artilleros Juan Nepomuceno Cano; acerca del heroico coronel Felipe Santiago Xicotencatl y su glorioso Batallón de San Blas; acerca de los anónimos soldados que lucharon ferozmente contra los norteamericanos en la batalla de Molino del Rey, en Casamata y en las mismas faldas del cerro de Chapultépec; acerca de los irlandeses del Batallón de san Patricio que, perteneciendo a las fuerzas invasoras, al descubrir que habían sido reclutados con engaños y la enorme injusticia que se cometía contra México, se unieron en la defensa de nuestro suelo. 30 de ellos fueron ahorcados, formando una macabra avenida de colgados, y otros fueron marcados en la mejilla con un hierro al rojo vivo, en el mismo momento en que se izaba el pabellón norteamericano en sustitución de nuestra sagrada bandera nacional.
La gloriosa epopeya de la defensa del Castillo de Chapultépec, dice en su obra el general Juan Chavarri, se inicia el 7 de septiembre de 1847. Pelean bravamente los Guardias Nacionales de Oaxaca, al mando del valiente general Antonio León, apoyados por el Batallón de Artillería Mina, a las órdenes del aguerrido y patriota Coronel Lucas Balderas; por Echegaray y sus valiosas tropas, poniendo en fuga a los norteamericanos. Combate también con valor admirable el Coronel Felipe Santiago Xicotencatl, al mando del heroico batallón de San Blas, continúa el combate y lo que parecía el principio de una victoria se fue transformando en derrota.
Los cadetes del Colegio Militar, jóvenes casi niños, esperaban con impaciencia su turno. Hay órdenes y contraórdenes, reina la confusión; se oyen las voces de los soldados norteamericanos. Agustín Melgar, al ser perseguido, se parapetó y rompió fuego hasta que las balas norteamericanas lo acribillaron y las bayonetas cruzaron su cuerpo, murió el 14 de septiembre. Vicente Suárez, uno de los más niños del Colegio, de pequeña estatura, sucumbió en desigual combate de bayoneta con soldados norteamericanos. Montes de Oca, fue fusilado desde la azotea, al saltar por la ventana del Castillo para reunirse con sus compañeros que habían salido poco antes. Juan de la Barrera, Teniente de Ingenieros, murió dignamente en su puesto de combate, cumpliendo la comisión de cuidar las fortificaciones del Castillo.
Juan Escutia, en un acto heroico inmortal, arrió la Bandera Nacional y pretendiendo salvarla de las manos enemigas, saltó al vacio. Su cadáver, junto con el de Márquez, fueron encontrados acribillados a tiros. Yacían en la falda situada al este del Castillo. Esta gesta inmortal de los defensores de México está enraizada en lo más profundo de la conciencia de los mexicanos, y no rendirles merecido homenaje equivale a fortalecer la moral del invasor. Por eso nuestra aversión a todo lo que signifique imperialismo, sinónimo de explotación, sumisión y lágrimas.
En la actual entronización de la dictadura neoliberal de derecha, resulta un deber insoslayable de todo mexicano comprometido con su tiempo, combatir por todos los medios a nuestro alcance la exacerbación de los valores que promueve el individualismo empresarial, los cuales persiguen el insano propósito de sepultar la memoria histórica y los valores colectivos que garantizan la cohesión y la integridad de la nación frente a los actuales apetitos imperiales. Frente a la promoción del olvido, una de las batallas más importantes en este momento consiste en fortalecer en nuestro pueblo los valores patrios que hablan de la justicia social, de nuestro acendrado nacionalismo, de nuestra soberanía e independencia, como categorías indispensables de toda nación libre de su ser y de su hacer. Es nuestro deber defender con gallardía los valores nacionales, mismos que fueron elevados a la categoría de normas constitucionales por el Constituyente de Querétaro, el mayor fruto de la sangre derramada durante la Revolución Mexicana.
Las avanzadas tesis contenidas en el artículo tercero de nuestra Carta Magna -aún vigentes- , obligan al Estado mexicano a “desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentar en él, a la vez, el amor a la patria y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y la justicia”. Esto es, los valores patrios por encima del individualismo que promueven las leyes del mercado y el Estado neoliberal.
Es una obligación de las fuerzas sanas de México promover los valores colectivos en las presentes y futuras generaciones, con el propósito de fortalecer nuestra identidad y preservar las lecciones de nuestra experiencia histórica. Compatriotas, este 15 de septiembre, recordemos con veneración las figuras señeras de los niños héroes y de los defensores de la soberanía nacional. Adentrémonos más en la historia de nuestra patria no sólo para reconocerla, sino para consolidarla y hacerla más libre y soberana.
Comentarios: gacetaproletaria@gmail.com
Gacetaproletaria.blogspot.com

No hay comentarios: