miércoles, 8 de septiembre de 2010

MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA
EL PRIMER INTELECTUAL DE LA PATRIA
El pueblo de México está celebrando el bicentenario de su independencia, el doloroso parto que alumbró a una nueva nación. A doscientos años de distancia de aquellas ansias de libertad, de romper cadenas y acabar con el yugo español, el pueblo se pregunta si no ha llegado la hora de levantarse nuevamente del estado de postración en que se encuentra. Cada año por estas mismas fechas los gobiernos en turno homenajean a nuestros héroes patrios con actos culturales y espectáculos de luces multicolores pero ahí queda, en actos superficiales y frívolos, porque los gobernantes que representan a las castas oligárquicas nunca moverán un solo dedo para modificar la realidad que los llena de privilegios.
¡Que vivan los héroes que nos dieron patria!, y nuestra generación qué patria heredará a nuestros hijos, es la pregunta de hoy. Ante el desempleo creciente, la desigualdad social y el hambre, ante el mayor derramamiento de sangre que ya raya en lo inconcebible durante este sexenio de pesadilla, ante el agravamiento sistemático en todos los ámbitos de la vida nacional urge preguntarse, qué país entregará Felipe Calderón cuando se vaya de Los Pinos.
No podemos dejar pasar esta fecha sin rendir merecido homenaje al primer intelectual revolucionario que surgió en nuestra geografía nacional. Este espacio se complace en compartir con usted, amable lector, un artículo escrito por el maestro Vicente Lombardo Toledano en el año de 1943, bajo el título ´´Miguel Hidalgo, el primer intelectual de la patria´´, comenzamos: EN LA HACIENDA DE SAN DIEGO de Corralejo, jurisdicción de San Francisco de Pénjamo, dependiente, en lo civil, de la alcaldía mayor de León y en lo eclesiástico del obispado de Michoacán, el 8 de mayo de 1753 nació Miguel Hidalgo y Costilla, segundo hijo del matrimonio de Cristóbal Hidalgo y Ana María Gallaga.
Su niñez transcurrió entre labores campestres y conoció de los rudos trabajos agrícolas conviviendo con labriegos y peones, que en ellos entregaban la vida. Sus estudios de primeras letras los cumplió al Iado de su padre.En 1765 marcha a estudiar a la ciudad de Valladolid (hoy Morelia), sede del obispado de Michoacán, uno de los más vastos y ricos del virreinato, donde según los conciliaríos del Seminario Tridentino de Valladolid, para 1784 había un "desmesurado y poco práctico aumento de planteles de enseñanza, en tanto que otras diócesis sólo contaban con una casa de estudios en la capital, la de Michoacán tenía nueve". (Arreola, 1982, p. 172).
Hidalgo ingresa en el Colegio de San Nicolás cuando desempeñaba la rectoría el licenciado Juan José Moreno. En esa época asiste también al Colegio de San Francisco Xavier a oír lecciones de gramática, ya que los educandos de San Nicolás podían acudir al plantel vecino de la Compañía. Posteriormente, en 1767 cursa retórica durante seis meses, hasta la expulsión de la orden en junio de ese año. Es importante detenerse en los antecedentes de estos dos centros de enseñanza forjadores de la personalidad del joven Hidalgo.
En su "Historia de la Filosofía en México'\ Samuel Ramos expresa: "Los colegios de la Compañía de Jesús representaron en Nueva España la vanguardia de las ideas modernas. En ellos empezaron a enseñar las ciencias físico-matemáticas. se conocieron las ideas de Descartes, Newton y Leibnitz y de sus aulas partió la renovación de la filosofía escolástica" . (Mancisidor, 1956, p. 26).
En estos colegios se sentía la acción renovadora de lo que ha llamado la "modernidad" impulsada por un grupo formado principalmente por Clavijero, Alegre. Campoy y Maneiro, inspirados por Feijó, Losada y otros ilustrados españoles. (Cué Cánovas, 1953, pp. 39-41). Francisco Javier Clavijero fue catedrático del Colegio de Valladolid, sus sabias innovaciones tendían a "ahuyentar los errores sistemados a que antes se daba el nombre de Filosofía...que fatigaba la mente de los jóvenes con ninguna o muy poca utilidad..... (Mancisidor, 1956, p. 227). Clavijero, puntual historiador del México precolombino estudia las culturas indígenas en su insustituible "Historia antigua de México".
Hidalgo en su breve paso por las aulas de la Compañía recoge indirectamente las enseñanzas del doctísimo Clavijero. Sin embargo es en el Colegio de San Nicolás donde se forja el Hidalgo intelectual y revolucionario, ahí vive y madura por más de un cuarto de siglo. En 1766 el rector Moreno publica su libro sobre la vida de Vasco de Quiroga. Primer obispo de Michoacán, y "fundador del Real y Primitivo Colegio de San Nicolás Obispo, de Valladolid". Desde su ingreso en él, Hidalgo tuvo oportunidad de conocer la vida y las ideas del humanista Que proclamaba un nuevo orden social basado en el trabajo comunal. Utopías Que el notable "Tata Vasco" materializó al establecer los hospitales-pueblos, superando así a Tomás Moro, con un proyecto real, tangible y práctico con que quiso transformar la sociedad de su tiempo.
Quiroga desde que fundó en Pálzcuaro el Colegio en 1540, le dio carácter y orientación especiales, expresando en su testamento, la norma académica que debería regir la vida del mismo. En su testamento, aquel sabio humanista indica que sean “perpetuamente en él gratis enseñados todos los hijos de los indios y vecinos de esta ciudad de Michoacán y de la laguna". El rector debería nombrar a los capellanes de los hospitales-pueblo, escogiéndolos en lo posible entre los hijos del Colegio, "que conocieran el idioma de los indios y aquellos de quienes tuviese seguridad que amaban a los nativos". (Bonavit, 1958, pp. 11-13).
Sin embargo la más trascendente de las acciones de don Vasco, defendida siempre y repetidamente a lo largo de toda la historia nicolaita, fue la de "conseguir que el Rey de España diera a su Colegio, el título Real, y aceptara el Patronato, para él y sus sucesores". Para asegurar su sostenimiento e independencia económica, su fundador "le donó dos estancias en Hamaqueo,...una hacienda, su casa de Pátzcuaro, su biblioteca y parte de la recolección de diezmos". (Bonavit, 1958, p. 14).
En el primer intento de establecer el Seminario Tridentino, el cabildo, manifestó: "no pudiendo ser el Colegio de San Nicolás Seminario Tridentino, 'porque fue voluntad del señor Quiroga que los Reyes fuesen los patronos ... " (y) " ... no podría ese Colegio sujetarse enteramente al Obispo como lo disponía para los Seminarios Tridentinos, el Concilio (de Trento)". (Bonavit, 1958, p. 50). Gracias a esta celosa tradición y a su autonomía respecto a la autoridad diocesana, este ilustre plantel pudo llegar en el siglo XVIII a ocupar un lugar de primera línea en el proceso innovador y transformador que daría lugar a la revolución popular iniciada en la primera década de la centuria siguiente, por su ilustre rector. El Colegio fue clausurado en 1810 por su franca simpatía a la causa libertaria. Repetidas gestiones empeñó para su reapertura el gobierno del estado de Michoacán después de la independencia; apoyándose en el propio testamento de Quiroga, lo reabre y logra la secularización de este centro de cultura. Esto acontece cuando don Melchor Ocampo lo restaura como institución civil con el nombre de Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidalgo, en enero de 1847.
En sus cortos literarios ejercicios", como los llama el propio Hidalgo, relata haber aprendido primeramente gramática y retórica, obteniendo los primeros lugares. En el Colegio de San Nicolás, hacia 1767 y 1770, hace un curso de artes o filosofía. Retomando sus propios apuntes: Hidalgo añade: "fue presidente de las Academias de sus condiscípulos, tuvo un acto de Física, y lo premió su maestro con el primer lugar". Recibió el grado de Bachiller en Artes el 30 de marzo de 1770, en la Real y Pontificia Universidad de México.
Sus allegados y condiscípulos lo bautizan con el sobrenombre de "el Zorro", por su gran vivacidad, astucia e inteligencia...De retorno a los claustros nicolaitas, de 1771 a 1773 "siguió estudiando Teología", pero fue expulsado temporalmente por abandonar el Colegio una noche saltando por una ventana, "el castigo fue leve y deben haber obrado en su favor los testimonies de su brillante carrera. Era ya becado de oposición (Arreola, 1982, p. 166).
Las becas de oposición se obtenían por examen de competencia, en el cual se demostraba tener conocimientos superiores a otros aspirantes, que obligadamente debían ser bachilleres titulados,”... estos colegiales formaban la parte más selecta, intelectual y distinguida del establecimiento. Era (su) privilegio... examinar anualmente a los demás colegiales, substituir a los profesores. Por esto y sus brillantes estudios el bachiller Hidalgo gozó una de estas becas". (Bonavil, 1958, p. 76). El 24 de mayo de 1773 presenta examen para obtener su segundo grado, el de Bachiller en Teología, en la Universidad de México, única institución autorizada para otorgar bachilleratos y doctorados. Graduado en filosofía y teología tiene abierto el camino para obtener el doctorado, lo cual no hace, según sus declaraciones, porque "no pretendía colocación que lo exigiera". El doctor Bonavit juzga que se tenía en poca estima los grados académicos y había maestros que daban cursos sin tener el título, ni siquiera en la materia que atendía, por lo que los alumnos deberían llamarse "cursantes ilegítimos".
En su proceso inquisitorial se le acusa de haber injuriado y denigrado a los "beneméritos graduados" y tener la osadía de proferir "que no se había graduado de doctor en esta Real Universidad, por ser su claustro una cuadrilla de ignorantes". Hidalgo, en su contestación a la Inquisición critica los "actos literarios" de la Universidad de México al compararlos con los de la Sorbona, donde los doctores presentan todas las teologías, Dogmática, Polémica, Escolástica... ", señalando que si así fuera "pudiera haber menos doctores, o haría que algunos estudiaran más.(Hernández Luna, p. 112).
"Después de recibir su segundo grado de bachiller, opta por dedicarse a la enseñanza y seguir la carrera sacerdotal. En la enumeración de "sus cortos literarios ejercicios" Hidalgo también refiere haber”...sido Pasante de Gramática, Presidente de las Academias de Filósofos y Teólogos, y Sinodal de unos y otros... ", presentando "oposiciones a varias Cátedras y Becas... Catedrático de Mínimos y Menores y Filosofía... "Sustituyó por mucho tiempo la Cátedra de Escolástica... "A pesar de sus múltiples ocupaciones dedica las horas de descanso al estudio de varios idiomas y de obras de filosofía, ciencia y arte. En 1774 recibe las cuatro órdenes menores "a título del idioma otomí" que ya conocía. Un año después se le confieren el subdiaconado y las órdenes mayores. En 1776 obtiene el diaconado a "título de administración". Por fin obtiene el presbiterado el 19 de septiembre de 1778, cuando contaba con veinticinco años de edad. (Cué Cánovas, 1953 p. 56).
En 1782 ocupó en calidad de substituto la cátedra de teología, la disciplina más elevada del plan de estudios de la institución. Luego, como titular, la impartirá hasta el fin de su estadía en el Colegio, pues en 1785 obtuvo, por oposición, la cátedra de prima de teología. Llevaba escasos dos años de impartir esta materia cuando el doctor Pérez Calama convocó a un certamen en latín y castellano, sobre el método más adecuado para estudiar teología, ofreciendo un premio a quien presentara el mejor. Hidalgo envió un amplio trabajo con el título de "Disertación sobre el verdadero método para estudiar Teología Escolástica”. Obtuvo la presea, pero se reveló como "no muy ortodoxo" proponiendo un método nuevo y científico, en oposición al que hasta entonces se seguía. (Cué Cánovas,1953, pp. 57-58).
El deán de la catedral, doctor Pérez Calama, que había sido rector del Colegio Palafoxiano de Puebla, al premiar al bachiller Hidalgo le dirige una muy encomiosa carta: "Ambas piezas convencen que Vmd. es un joven en quien el Ingenio y el Trabajo forman honrosa competencia". “...preveo que llegará a ser Vmd. luz puesta en candelero o ciudad colocada sobre un monte. Veo que es Vmd. un joven que, cual gigante, sobrepuja a muchos ancianos que se llaman doctores y grandes teólogos... “(Bonavit,1958, p. 80). En la disertación presentada en latín y castellano, por el colegial Hidalgo, cita a más de 60 autores: Aristóteles, Tomás de Aquino, Melchor Cano, Graveson, San Agustín, Pitágoras, Anaxágoras, y otros, donde consigna estos conceptos: "La Teología que estaba enteramente obscurecida y reducida a una Dialéctica contenciosa ha comenzado a brillar nuevamente... Olvidadas ya aquellas escolásticas sutilezas que sólo servían para pervertir el buen gusto y perder el tiempo, se ha introducido un nuevo método... el verdadero método de estudiar Teología es juntar la Escolástica con la Positiva". (Hidalgo reformador intelectual y libertador de los esclavos, 1982, pp. 57-58).
En el estudio de las "Disertaciones" el doctor Méndez Planearle comenta: "Lo que Hidalgo -siguiendo a Verney- quiere, por tanto, que se conserve de la Escolástica, no es el contenido filosófico•teológico doctrinal, sino sólo la corteza: el método didáctico, la forma dialéctica "acomodada al uso de la Escuela", y agrega: " ... para Verney y para Hidalgo "metafísica" es una palabra despectiva y casi sinónima de sofisma", de elucubraciones embrolladas y estériles". (Méndez Planearte, 1982, p. 27).
En vista de que Santo Tomás siguió el método de la teología escolástica, Hidalgo lo explica en razón "a la condición de los tiempos" ya que se " ...había servido de la doctrina aristotélica...por afecto a aquel filósofo". El estudioso humanista sintetiza así el contenido de la "Disertación": "Decidida preferencia por la Teología positiva sobre la especulativa. Admisión de la Escolástica sólo en cuanto a forma metódica. Rechazo de la Teología Escolástica en cuanto a su contenido filosófico aristotélico: y rechazo de la doctrina aristotélica-tomista de las formas substanciales y accidentales. Excelente exposición de la importancia de las ciencias fundamentales o auxiliares de la Teología Positiva o histórica: Sagrada Escritura, Patrística, Historia de la Iglesia, Cronología, Geografía y Crítica".
Para Méndez Plancarte, Hidalgo con su "Disertación" participa del movimiento renovador filosófico-científico-literario que impulsaron "el eximio grupo de humanistas jesuitas expulsados a Italia", y además los sabios José Antonio Alzate, Díaz de Gamarra, Clavijero y Alegre. Su espíritu crítico somete a un examen científico libros antiguos, y aboga por el florecimiento del espíritu histórico. (Méndez Plancarte, 1982, pp. 23-37). Sus cargos administrativos en el Colegio los inicia como amanuense. En 1787 fue nombrado tesorero, poco después, vicerrector y en 1788 desempeña el puesto de secretario., Finalmente" en enero de 1790 es nombrado rector~ la máxima jerarquía a que podía aspirar en su casa de estudios, pero continúa con sus cátedras y funciones de tesorero. No obstante compartir ideas liberales, el obispo San Miguel lo separa de la rectoría en 1792 por sus ideas avanzadas y lo nombra cura de Colima~ Veintisiete años había permanecido Hidalgo en el Colegio, su "alma mater" donde a su vez formó y enseñó a cientos de estudiantes que más tarde lo acompañarían en su gesta, como Morelos, "siguiendo a su rector y maestro" en la más difícil de las carreras que un intelectual pueda emprender: la revolución armada.
En Colima sólo estuvo ocho meses, compra una casa y al dejarla la obsequia para establecer una escuela gratuita. Regresa a Valladolid donde el obispo le encarga ahora el curato de San Felipe de los Herreros, después de Torres mochas, donde permanecería hasta 1803. En San Felipe no abandona su actividad intelectual. Su residencia fue popular con el nombre de "Francia chiquita", pues el futuro caudillo además del latín, otomí, náhuatl, tarasco e italiano, dominaba el francés, yen su casa se bailaron y representaron obras de Racine y Moliere, que él mismo tradujo y dirigió, como el "Tartufo", sátira de las costumbres de la aristocracia y el clero francés. En esta época se le denuncia como lector de las fábulas de La Fontaine, del Corán de Mahoma y otros autores jansenistas, y se le presenta haciendo travesuras teológicas sobre los apóstoles ("unos ignorantes"), Santa Teresa ("una ilusa"), y sobre la virgen y los papas. (Hernández Luna, 1981).
En 1803 obtiene su traslado de San Felipe al curato de Dolores, vacante por muerte de su hermano Joaquín. Es la época –según Hernández Luna- en que se aprecia con más claridad al intelectual que supo articular teoría y práctica, saber y realización: "en la que se ve con más precisión que en el intelectual, en el universitario Hidalgo, la inteligencia y el saber tienen, una misión, un destino que cumplir: la de perfeccionar al hombre y las instituciones que le sirven, la de hacer más justa y más humana la vida de su pueblo y de su patria". (Hernández Luna, 1981. p. 128). En Dolores se esforzó por la creación de un sistema de pequeñas industrias que mejoraran la condición económica y social de sus feligreses, formado por talleres de alfarería. Herrería, carpintería. Curtiduría. Talabartería y un telar. Construye una noria. Hace que se planten moreras para fomentar la industria del gusano de seda, manda traer de La Habana abejas para promover colonias apícolas y dispone sembrar millares de vides en las huertas de todo el pueblo. Por la noche lee y explica libros a los artesanos. Con su pariente José Santos Villa organiza una orquesta para que sus parroquianos aprendan música.
Según sus acusadores en el Santo Oficio, es la época en que se contamina del "pus gálico" y lee en francés a Serry, Calmet, Natal, Fleury, Diderot, Voltaire, Rousseau; también a los clásicos grecolatinos Demóstenes, Esquines y Cicerón, al italiano Genovés a los españoles Feijoó y Antier, ya los mexicanos Clavijero, Alzate, Pérez de Rivas y Francisco Xavier Alegre, el gran teólogo. Empieza indudablemente a prepararse para la insurrección. Estudia artillería y fabricación de armas, fundición de cañones y concibe -un "reglamento de la revolución" o "plan de operaciones". A varios de sus amigos y a su futuro asistente militar y Pedro José Sotelo, les hace esta confidencia: "no conviene que siendo mexicanos, dueños de un país tan hermoso y rico, continuemos por más tiempo bajo el gobierno de los gachupines: éstos nos extorsionan, nos tienen bajo su yugo, que ya no es posible soportar por más tiempo; nos tratan como si fuéramos sus esclavos; no somos dueños aún de hablar con libertad, no disfrutamos de los frutos de nuestro suelo".
Sotelo, nativo de Dolores, aprendió alfarería en el taller montado por el párroco y estuvo al Iado de su maestro desde el inicio de la insurrección hasta la acción de Aculeo, pues enfermo se refugió en Acámbaro y retornó a Dolores. Las condiciones estaban planteadas, la gran revolución popular iba a estallar, Hidalgo se agigantaría convirtiéndose en el primer intelectual revolucionario mexicano, el que uniendo su gran capacidad teórica a la práctica, emprende la formidable lucha libertaria, acelerando el destino histórico de su patria. El rector nicolaita escucha, comprende e interpreta a su pueblo, deja su condición de criollo ilustrado y se transforma en portavoz de la conciencia popular, es por ello el arquetipo del intelectual, el más preclaro de México. "En él se dan estas dos condiciones excepcionales: teoría, doctrina lúcida, bien adquirida, bien definida, bien promulgada, bien expresada y realización del pensamiento: la vida entera entregada a una causa suprema que siempre es causa impersonal e histórica. "El es el primer intelectual de la Patria porque es el primer revolucionario de la Patria, y porque es el primer revolucionario de la verdad de México, es el primer intelectual de verdad en nuestro país".
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