viernes, 4 de junio de 2010

NI CON PEÑA NIETO NI CON NADIE
IMPOSIBLE QUE EL PRI GANE EN 2012

En la antesala de la batalla por la sucesión presidencial, la oligarquía juega nuevamente sus cartas para avasallar y manipular electoralmente a la opinión pública en favor de su causa, ésta es una realidad inobjetable que debemos considerar en todo análisis político si no queremos caer al terreno de la ingenuidad. Los habilidosos cuadros de inteligencia al servicio de las minorías enriquecidas han diseñado para esta batalla sucesional otra de sus acostumbradas estrategias monumentales destinadas a tratar de vencer las resistencias del pueblo y liquidar sus legítimas aspiraciones.
La oligarquía tiene bien definido el papel que deben jugar sus dos fuerzas políticas, el PRI y el PAN. El papel asignado al tricolor es la de conservar fuerza política suficiente en el Congreso de la Unión para cuando necesitan aprobar las llamadas “reformas estructurales”; mientras que el papel asignado al PAN es el de sostenerse en la silla presidencial, para seguir conduciendo el destino del país en beneficio exclusivo de sus intereses.
En el año 2000, con Vicente Fox como candidato, una de las principales estrategias publicitarias que rindió sus “frutos” fue la explotación de la idea del “cambio” ante la prolongación de 70 años del PRI en el poder; en 2006, se instrumentó una multimillonaria guerra sucia a través de los monopolios mediáticos para asustar al pueblo con el fantasma del “peligro para México” y así detener la victoria de López Obrador; hoy con miras en el 2012, se pretende asustar nuevamente al pueblo con el petate del muerto mediante la engañosa amenaza “ahí viene el regreso del PRI”, cuyo fin publicitario es explotar al máximo la obra negativa del priísmo en el ejercicio del poder para amedrentar al pueblo, y al mismo tiempo buscar el apoyo de las fuerzas políticas par frenar su regreso y asegurar su estancia en el poder.
He sostenido en este espacio varias veces que, -aunque sigan perdiendo en procesos locales frente al PRI- la ideología de la derecha es la fuerza política dominante en México. Si no fuera así, cómo podríamos explicar por ejemplo, que a finales de 2009 el PAN haya “convencido” al Tricolor de apoyar su reforma fiscal para subir los impuestos y fregar al pueblo, y tan sólo unos meses después se sienta a “dialogar” también con la izquierda chuchista del PRD y los “convence” de ir juntos por las gubernaturas en disputa en los procesos electorales locales. Les da atole con el dedo a los dos, los somete por igual a sus caprichos e intereses; cuando quieren aprobar “reformas estructurales” toman los votos del PRI en el Congreso de la Unión, y cuando ven amenazado su sitial en Los Pinos convocan a los partidos que se dicen de izquierda para tratar de lograrlo.
La idea del regreso del PRI a los Pinos con Enrique Peña Nieto como candidato presidencial es sólo un mito publicitario más que no tiene sustento alguno, pero sí tiene beneficiarios directos, y éstos son los que le están apostando a asustar al pueblo “con el regreso del PRI” y en función de ello, trabajando para juntar a la izquierda útil con el PAN para la sucesión presidencial de 2012.
Bien por comunidad de intereses o bien por ingenuidad, el hecho es que algunos sectores de la izquierda ya se tragaron el anzuelo y están participando abiertamente en la estrategia que conviene al PAN. Carlos Navarrete Ruiz ha dicho ya que él quiere ser candidato presidencial por los partidos PRD, PT, y PC, que integran el DIA (Diálogo por la Reconstrucción de México), pues bien, este infausto izquierdista dice que: “…para algunos grupos de panistas y perredistas –en los que él se incluye- la principal preocupación es que el PRI retorne a Los Pinos, en virtud de que eso significaría un retroceso de 30 años en la vida pública nacional, que tendría repercusiones no sólo en el ámbito político sino también social”.
Es decir, para este monigote sin cerebro la llamada “regresión autoritaria” amenaza con el retorno del PRI, pero éste todavía no llega y hay que luchar para impedirlo, según sus palabras se desprende que vivimos en un paraíso democrático. Le pasó de noche o no quiso darse por enterado que la larga etapa de regresiones inició desde 1982 con la llegada de los tecnócratas neoliberales y sentó sus reales en el año 2000, con la llegada del PAN al poder, precisamente. Total que, el pensamiento de este perredista sintetiza las opiniones que promueven desde ya la unidad de los “chuchos” con los “panuchos”, ante el supuesto terror del regreso del PRI.
Y los priístas que se dicen políticos profesionales y con experiencia se tragan también el anzuelo publicitario. No sospechan ni tantito que el temor “al regreso del PRI” fue fabricado mediáticamente por la oligarquía, en beneficio exclusivo del PAN, es a la derecha a la que se quiere nutrir, a la que se quiere oxigenar, a la que se le quiere dotar de fuerzas mediante la ayuda de la izquierda oportunista. No, no lo sospechan, al contrario, se ufanan que les tengan miedo y de verdad creen en su arribo a Los Pinos.
Beatriz Paredes, la dirigente nacional del PRI, anda sosteniendo a los cuatro vientos que ganarán las doce gubernaturas en juego, en este proceso electoral de 2010. Y si así sucediera ¿qué con ello?, ¿Acaso esto sería garantía para el mejoramiento del nivel de vida del pueblo, acaso ésta sentencia de la dirigente priísta debe ser motivo de alegría? El caso es que la señora presidenta del tricolor afirma que la victoria en los doce estados de la república es un hecho y que tal es la garantía de triunfo en 2012. El optimismo en las victorias locales lo traslada en automático a la silla presidencial; monumental error, está suficientemente probado que ganar tantas gubernaturas como se quiera no es lo mismo que ganar la Presidencia del país.
Los priístas deben recordar que Roberto Madrazo cometió el mismo error de percepción en los años previos al 2006. Él afirmaba, en virtud de haber ganado el tricolor mayoría en el Congreso de la Unión en 2003, y victorias múltiples en procesos locales, “que el PRI ya tenía medio cuerpo metido en Los Pinos”, y sin embargo quedó en tercer lugar en la contienda presidencial.
La euforia que recorre al priísmo nacional por la creencia de que con el carisma y la juventud, como únicas cualidades, de Enrique Peña Nieto, van a ganar la Presidencia del país, pronto se puede transformar en desilusión. El PRI no puede triunfar en un escenario tan radicalizado como en el que vivimos, donde el pueblo está al límite de su resistencia material y espiritual, exigiendo verdaderas salidas a su miseria, porque el centrismo ideológico que preconiza, tratando inútilmente de defender a los ricos y a los pobres al mismo tiempo, lo lleva a hacer de la ambigüedad su bandera. “Para que las cosas se hagan”, ¿Cuáles cosas? Quién sabe, pero ése era el lema de campaña de Roberto Madrazo. En su afán de quedar bien con dios y con el diablo por igual, el priísmo evita los compromisos definitorios con el pueblo, -hay que aclarar- porque con la oligarquía sí los hace.
La radicalización y profundización de la lucha de clases que vive la sociedad, particularmente a partir de la asunción de la derecha al poder, hace imposible una victoria sucesional para el tricolor. La batalla de 2006 ya es historia, y es ésta la que nos enseña fríamente las razones por las cuales la silla presidencial les será negada. ¿Saben por qué el PRI se fue al tercer lugar con Roberto Madrazo? En lo más alto de la cúpula el partido se dividió en dos; Elba Esther Gordillo, la Secretaria General y número dos del partido, se fue con el PAN, llevándose al sindicato y su militancia a ése partido; lo mismo hizo Diódoro Carrasco, Miguel Ángel Llunes y otros cuadros cupulares. Y a nivel de sus bases sucedió la contraparte, millones de obreros afiliados a la CTM y sindicatos afines se fueron a votar por López Obrador, por encontrar en su programa mayor afinidad en sus intereses. Resultado: el PRI del Siglo XXI se partió en dos, como resultado de la inoperancia del llamado centrismo ideológico, que los lleva por el limbo enarbolando la bandera de la ambigüedad. El partido que recoge el pluriclasismo en sus filas sufrió sus consecuencias, parte importante de los neoliberales de derecha se fueron con el PAN, y otra parte importante del sector ubicado en el campo progresista y democrático se fueron con López Obrador. Es a partir de esa experiencia como quedó comprobado que los centros ideológicos, mientras la realidad no cambie, están condenados a conformarse con victorias locales.
Está suficientemente probado que el PRI, en la actual realidad del país, sólo puede ser exitoso en los comicios intermedios celebrados entre una elección presidencial y otra, en procesos donde no está en juego el proyecto de nación sino meros intereses locales. El destino inmediato del país seguirá siendo disputado entre dos posturas históricas bien definidas, antagónicas e irreconciliables. El campo de batalla será para las fuerzas del progreso social, con independencia y soberanía, representadas por López Obrador, frente a las fuerzas de la oligarquía y los vendepatrias que mal gobiernan.

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