domingo, 16 de agosto de 2009

(segunda entrega)
CONVULSION SOCIAL O EMANCIPACION PACIFICA
¿COMO SE RESOLVERAN LAS CONTRADICCIONES SOCIALES EN MÉXICO?

El proceso revolucionario en nuestro país está plenamente vigente, sigue su marcha. La teoría de la armonía entre las clases sociales -entendidas éstas como categorías económicas en que se divide la sociedad- sólo será posible en la medida en que desaparezca la causa que les dio origen, la propiedad privada.
A pesar de quienes piensan que el hablar del proceso revolucionario es anticuado y fuera de moda, por el hecho de que la actual clase política gobernante sacó de su vocabulario habitual esas palabras profanas y obscenas que ofenden los oídos de las clases opulentas, no es así, todo el proceso histórico y nuestra vía nacionalista de desarrollo están hoy más vigentes que nunca.
Cada vez hay más mexicanos descontentos, las contradicciones sociales van en aumento; ésta realidad concreta está organizando el campo de batalla donde habrán de colisionar las fuerzas en pugna. Cuando el abismo que separa la sociedad es tan profundo que no deja lugar más que para muy pobres o muy ricos; cuando las clases medias se proletarizan y son obligadas por su precariedad a hacer causa común con los marginados, entonces hay que prepararnos y tomar posiciones, porque lo que viene no es precisamente la “armonía” entre las clases sociales que pregona muy seguido la derecha en el poder, ni los huecos y cursis promocionales de la H. Cámara de Diputados, que ofenden la inteligencia del pueblo con el estribillo que afirma que “todos somos México”; lo que viene es el rompimiento de lo que ya está roto y la separación de lo que ya está separado, porque con las contradicciones insalvables que se viven la política no puede unir lo que la economía divide.
Para resumir y sintetizar esta idea, podemos afirmar que vivimos la conmoción del presente, el cual dará su lugar al porvenir. Para nuestro país esto significa la construcción de la cuarta etapa del proceso revolucionario; una transformación social, política y económica de tal envergadura y profundidad como lo fueron las tres etapas que le precedieron, a saber: la Revolución de Independencia, La Reforma, y la Revolución Mexicana.
Por lo que escribo y sostengo en estas líneas, lo más probable es que se me descalifique con el grado de “catastrofista”, por lo regular así sucede siempre en estos tiempos cuando alguien fija su postura en oposición al régimen de la derecha. Por lo que a mí respecta no tengo inconveniente en que se me llame como se quiera, sólo quiero recordar en este espacio que no soy el único en advertir la maduración del proceso del desarrollo en el cual estamos inmersos. Carlos Slim Helú, el mayor exponente de la concentración de la riqueza en nuestro país, dueño de más de la mitad de las acciones bursátiles que se mueven en la Bolsa de Valores de México, el mayor contribuyente del fisco, y el mayor explotador con más de 350 mil empleados que le entregan su plusvalía diariamente, el segundo hombre más rico del mundo, es también el mayor “catastrofista” que se opone a las medidas económicas implementadas por el calderonato. Ha criticado y cuestionado las políticas gubernamentales no tanto porque esté a favor de los pobres, sino porque ha percibido con claridad que las medidas que sostiene la dictadura neoliberal llevan al país directo al despeñadero, y en ese caos y zozobra también sus altísimos intereses peligran.
Este singular empresario fue quemado en leña verde por los golpeadores a sueldo del régimen, en campaña mediática organizada y financiada desde Los Pinos, por lo que se atrevió a sentenciar durante su participación en el foro “México ante la crisis: ¿Qué hacer para crecer?, organizado por el Senado de la República en septiembre del año pasado. El hombre de negocios enumeró que entre los problemas que enfrentaría la economía del país por motivo de la crisis, estarían el decrecimiento del PIB, el desempleo masivo y la quiebra de empresas.
Carlos Slim, investido ya con el anatema de “catastrofista”, hace seis meses, sugirió al gobierno federal no utilizar lo que definió como “monopolios del Estado” para sustituir la recaudación fiscal. Dijo que compañías como Luz y Fuerza, Comisión Federal de Electricidad o Pemex, deben manejarse de manera autónoma y fuera de la constitución del presupuesto federal. Y agregó: que no se suba la energía para recaudar fiscalmente, que no se use la gasolina, eso debe ser aparte, deben ser empresas que se manejen con autonomía y fuera del presupuesto para evitar que cuando no se autorice un ingreso no se suban los precios y se obtenga esa recaudación”.
El 9 de febrero, al anticipar que el caos financiero mundial traería consigo gran desempleo y quiebra de empresas, Slim Helú llamó a volcarse a la economía interna para enfrentar la situación. Una posición contraria a los cánones establecidos por la dictadura neoliberal; nadie lo escucha, ponen oídos sordos a las sugerencias del empresario. Que lo hace en defensa de sus propias empresas es cierto, pero el pueblo es el mayor perjudicado. Los alimentos siguen al alza, el Pan y la azúcar acaban de subir, las cuotas de peaje en las autopistas, el costo de la energía eléctrica, y ya por ahí se habla otra vez de eliminar los subsidios a los combustibles como gas y gasolina y el cobro de IVA en alimentos y medicinas.
Un artículo anterior, escrito a principios del año, lo titulé “catarrientos y catastrofistas, las dos versiones sobre la realidad nacional”. En el mismo hablaba del optimismo gubernamental para tratar el tema de la crisis financiera; el secretario de Hacienda acostumbraba por ese entonces decir que nuestra economía si acaso le daría un simple “catarrito” como repercusión de la crisis mundial, era muy dado en sostener que la macroeconomía estaba sana y que no había de que preocuparse. Pues para sorpresa de muchos ese mismo funcionario se ha colocado ya del lado de los “catastrofistas” porque ya no pudo seguir sosteniendo la teoría de los catarros.
El titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Agustín Cartens, afirmó recientemente en su comparecencia ante los senadores que México está enfrentando actualmente el shock financiero más fuerte de los últimos 30 años. Durante el inicio de las audiencias públicas organizadas por el Senado de la República expuso asustado que hay una brecha de 480 mil millones de pesos respecto de la Ley de Ingresos aprobada para este año, la cual equivale a más del 4.0 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). De éstos recursos, refirió, 211 mil millones de pesos corresponden al impacto de la caída del precio del petróleo y la plataforma de producción (¿dónde quedaron los excedentes de los altos precios petrolíferos?), y casi 270 mil millones de pesos por el efecto de la caída en la actividad económica. ¿Pues no que no había de qué preocuparse? Por lo menos en los últimos 30 años nunca se había tenido una contingencia económica tan grande, como la que estamos enfrentando ahora, afirma el secretario. La pregunta es cómo se tapará ese enorme hueco y quién pagará las consecuencias; la respuesta es automática, sangrando al pueblo, es de la única manera que saben hacerlo los fundamentalistas neoliberales.
Diciendo y haciendo, con el hacha al lado el secretario de Hacienda ha comenzado a cercenar el presupuesto en perjuicio de los estados y municipios. Todas las entidades de la República Mexicana están en una situación de emergencia económica, la falta de recursos puede desencadenar una crisis en la gestión básica de servicios públicos, pues algunos de éstos se tendrán que suspender, al igual que obras prioritarias para la población. Marcelo Ebrard, el jefe del gobierno capitalino, puso el dedo en la llaga al afirmar que la caída de recursos estatales ya rebasó el 28 por ciento. En un pronunciamiento el mismo funcionario demandó a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, así como a los diputados de la próxima legislatura, “rescatar a los ayuntamientos con la utilización de fondos ociosos, porque algunos presidentes municipales se van a quedar con dos o tres empleados, ante la falta de dinero.
Rechazó abiertamente la propuesta planteada por las autoridades hacendarias, en el sentido de bursatilizar recursos, porque, señaló, sólo alcanzarían para menos de la mitad de lo que resta de 2009. Por eso digo que, -sigue señalando Ebrard-, estamos en una emergencia. Y debe ser la más absoluta prioridad resolver esto, a la brevedad posible, por los impactos que tiene en las entidades federativas. Si esto no se resuelve, se tendrán que suspender obras, reducir programas sociales, o ajustar de tal manera los programas que actualmente están en curso en materia de agua, en materia de transporte público, etcétera. Manifestó el gobernante que se pretende endosarles la factura a los gobiernos estatales, cuando las decisiones que llevaron al actual estado de cosas nunca les fueron consultadas a pesar de su grave impacto social”. Alertó Ebrard Casaubón. Los recortes presupuestales están profundizando las contradicciones entre los municipios, entidades federativas y la federación.
(Continuará en la tercera entrega)

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