viernes, 22 de agosto de 2008

UNA MINA DE ORO...

UNA MINA DE ORO EN MEXICO
PARA LAS TRANSNACIONALES FARMACEUTICAS

No hay nada más inmoral e injusto que la ganancia obtenida mediante el lucro y la explotación desmedida del dolor y la enfermedad del pueblo. El derecho a la salud que debiera ser garantizado plenamente por el Estado mexicano, sobre todo para las clases mayoritarias de la población, se ha hecho nugatorio en la práctica al ceder su lugar a la inescrupulosa ley de la ganancia con el beneplácito de un régimen carente de sensibilidad social; mismo que ha hecho de nuestro país una mina de oro para el saqueo insultante de las transnacionales farmacéuticas al controlar el 80 por ciento del mercado nacional.
De acuerdo con información de la Universidad Autónoma metropolitana (UAM), México ocupa el primer lugar en comercialización en América Latina y el décimo a nivel mundial. La enfermedad en nuestro país genera ingresos de más de 15 mil millones de dólares anuales a los productores de medicamentos por ventas al menudeo, muy por encima de lo que factura Brasil, el segundo país en importancia en la región en este rubro. De acuerdo con los datos de la propia industria, ésta ha venido creciendo entre 7 y 8 por ciento anual, por encima del 3 y 4 por ciento o menos de lo que registra el crecimiento del PIB nacional. A nivel mundial sus ganancias son del orden de 300 mil millones de dólares anuales; la crisis no ha llegado a esta industria.

El hecho de que México cuente con una población de 106 millones de habitantes y el aumento en las enfermedades crónicas como el cáncer, diabetes mellitus, males cardíacos, además de VIH y el papiloma humano, que requieren tratamientos largos, hacen de este país un alto consumidor de medicinas. Recientemente, la misma Secretaría de salud denunció que los laboratorios vendían a México medicamentos antirretrovirales cuatro veces más caros que en otros países de América Latina, los que obtienen precios preferenciales a través de la Organización Panamericana de Salud (OPS). En un estudio que realizó el Instituto Wharton de la Universidad de Pennsylvania, comparando los precios de los medicamentos entre 9 países: Estados Unidos, Japón, Canadá, Chile, Francia, Alemania, Italia, Reino Unido y México, se destaca que los precios de los fármacos en México y Chile son mayores en comparación con su renta percápita media, mientras que para el resto de los países en estudio las diferencias en los precios son consistentes con sus diferenciales de renta.
El mercado de los fármacos en México está en manos de multinacionales como Merck, Abbout, Beringer, Glaxo, Bristol y Bayer, entre otras, las que han venido controlando el mercado nacional desde hace más de 30 años, con algunas fusiones o cambios de nombre. Esta realidad es la que explica el cada vez más difícil acceso a las medicinas por sus altos costos para la mayoría de los mexicanos, pues 40 de cada cien –según la estadística oficial- no cuenta con seguridad social de ninguna especie.
La salud del pueblo es un agudo problema que no resolverá la derecha gobernante en lo que resta del sexenio. Las medidas en este rubro tomadas por el régimen en los últimos meses, en el mejor de los casos, representan mejorales para el cáncer. Siempre con sus dogmas de fe por delante, pretenden remediar el problema de salud pública mediante la utilización de las leyes del mercado. Esto es, aumentar la oferta y la disponibilidad de los medicamentos con el objeto de bajar los precios. En eso consiste la reciente medida de eliminar el requisito de tener una planta establecida en el país para poder vender medicamentos; es la ampliación de la oferta de productos al permitir la participación de nuevos laboratorios. Pretendiendo abaratar los medicamentos abren al mercado interno a otros monopolios farmacéuticos para que igual se llenen los bolsillos a costa del dolor y la enfermedad del pueblo de México. Esa no es la solución.
La solución definitiva es desmontar el régimen reaccionario de derecha por uno progresista y entregado a las causas del pueblo; que no considere la salud pública como una vulgar mercancía sino como una responsabilidad estratégica y prioritaria del Estado. Un régimen comprometido, que se encargue de apoyar y desarrollar la investigación científica para la creación de la medicina innovadora; que se proponga la creación de los laboratorios del Estado como una medida que garantice la autosuficiencia y soberanía en materia farmacéutica. Que el propio Estado se encargue de producir los medicamentos necesarios para cubrir la demanda de todo el sector público de salud, y elimine el intermediarismo y la especulación que hacen de la medicina un producto inalcanzable a la mayoría de los mexicanos. Dicho en otros términos: cerrarle la puerta a las multinacionales farmacéuticas y desarrollar nuestra propia industria nacionalizada; nuestro pueblo merece eso y más.
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