sábado, 2 de agosto de 2008



LA INICIATIVA DE REFORMA ENERGETICA PRIISTA
EL PLAN “B” DE LA ESTRATEGIA PRIVATIZADORA

Por fin, el PRI acaba de dar la cara y fijar su postura en torno a la reforma energética al presentar formalmente su iniciativa al Senado de la República. Se despejaron dudas de si el revolucionario haría valer en los hechos su eslogan publicitario de “modernizar a Pemex sin privatizarlo” o se alineaba a la inercia neoliberal que lo ha gobernado durante un cuarto de siglo.

Había cierta ingenuidad de parte de algunos actores políticos y comentaristas que se tragaron el anzuelo sembrado por el discurso demagógico y engañoso de la cúpula priísta, quienes creyeron que con sólo negar la privatización en sus intervenciones era un indicativo del retorno de las banderas nacionalistas y las causas populares al PRI. Pero no fue así, la cúpula tricolor acaba de ratificar su postura, no a favor del pueblo de México, sino su unión conyugal con la derecha y el capital financiero que gobiernan al país desde hace cuatro sexenios.

Solamente cayendo al terreno subjetivo y alejado de la realidad se podría haber esperado una actitud distinta a la observada en la presentación de la iniciativa energética. Manlio Fabio Beltrones, una de las cabezas más visibles del priísmo neoliberal, se encargó de presentar con la firma del partido tricolor el Plan “B” de la estrategia privatizadora comandada por el capital financiero y la derecha.

¿Acaso alguien esperaba otra cosa distinta? Recordemos que Beatriz Paredes, siendo aún candidata a la dirigencia del PRI sostenía que: “es fundamental que levantemos la mirada, avizoremos el horizonte de futuro y le digamos a la nación que somos el partido que tendrá la capacidad de reformarse, de construir su cuarta etapa para ser el PRI del siglo XXI”. ¿Y cuál es esa etapa de la que hablaba la tlaxcalteca? Una etapa priísta que corresponda con la asunción de la derecha al poder, lo que equivale al rompimiento del hilo conductor bajo el cual ese partido mantenía su ideología y su programa desde su génesis. En los hechos, esta etapa corresponde al deslinde definitivo de sus orígenes ideológicos sostenidos en el nacionalismo revolucionario. La etapa a la que se refería Beatriz Paredes es la adecuación definitiva del priísmo a la ideología neoliberal de derecha, y la consecuente muerte de sus referentes históricos.

Sigamos recordando que Beatriz Paredes tenía prisa en mostrar su nueva filiación. Apenas estrenando su papel de dirigente decidió darle color a su investidura y manifestar su entrega; el primer acto con el que inició su mandato debía ser relevante para poder enviar un mensaje a los mercados sobre cuál sería su relación con el gobierno de la derecha. La dirigente y la fracción parlamentaria tricolor, se reunieron el 7 de marzo de 2007 en el salón Adolfo López Mateos de la residencia oficial de Los Pinos para -según una nota de prensa-, degustar un riquísimo menú compuesto por: ensalada de tres quesos, sopa de hongos, arrachera con rajas poblanas y papa al horno; como postre, pastel de tres leches con salsa de rompope.

En plena luna de miel se desbordó el romanticismo. Felipe Calderón, Beatriz Paredes Rangel y los legisladores priístas comieron en el mismo plato, “en un ambiente de tolerancia en la diversidad”, tal como suele llamársele ahora al colaboracionismo, a la complicidad y a la sumisión, términos adecuados para definir la conducta asumida por el PRI del siglo XXI. La prensa dio cuenta de ese encuentro “familiar” cuyo propósito fue preparar el ambiente para acordar las contrarreformas del calderonato, entre ellas, la privatización energética.

La teoría burguesa de que el papel del Estado debe ser neutral, colocándolo al centro y por encima de la lucha de clases está hoy más desprestigiada que nunca, es una teoría insostenible a la luz de los hechos. La actual polarización de la sociedad ha dado muerte al centrismo ideológico donde se auto ubicaba el tricolor. Aquellos defensores del centrismo han sucumbido ante un grupo compacto de neoliberales derechizados y bien definidos; el pluriclasismo y la lucha de clases que se daba al interior del tricolor ha terminado para dar paso a una etapa definitoria donde la derecha del PAN y el PRI se han uniformado totalmente para seguir sosteniendo la dictadura neoliberal en México. Con ello se confirma la teoría científica de que el Estado es la violencia organizada de la clase social en el poder.

La privatizadora y antinacional iniciativa priísta, presentada por el senador Beltrones, no sólo es tanto o más antinacional que la de Calderón, sino que viola también la Declaración de Principios del PRI, los cuales sostienen el principio de que el petróleo es propiedad de la nación y se pronuncia contra todo intento de privatización del patrimonio de los mexicanos. Es un hecho que la iniciativa no representa el sentir de las bases del tricolor donde hay militantes que participan de buena fe, es más bien la determinación exclusiva de la cúpula derechista que lo gobierna desde hace varios lustros.

La iniciativa priísta, constituida en el Plan “B” de la estrategia privatizadora es una copia fiel de la calderonista. Por ejemplo, en la iniciativa de Ley de Administración de Pemex, de 49 artículos que contiene 28 fueron copiados casi textualmente, y todos ellos son profundamente nocivos para la soberanía energética del país. La misma iniciativa sostiene que: “El Ejecutivo federal podrá constituir, por decreto, organismos descentralizados con carácter estratégico, filiales de Petróleos Mexicanos, con el objetivo de realizar, por cuentas de aquél, las actividades de construcción de ductos y los servicios de refinación del petróleo, transporte, almacenamiento y distribución de hidrocarburos y derivados de éstos, que forman parte de la industria petrolera. Dichos organismos filiales serán propiedad exclusiva de Pemex y se constituirán a propuesta de su Consejo de Administración.

“En los términos -sigue diciendo la iniciativa- de su propia Ley Orgánica, Petróleos Mexicanos y sus organismos subsidiarios, así como los organismos filiales referidos en el párrafo anterior, estarán dotados de plena autonomía de gestión y presupuestaria, incluyendo la regulación para la contratación de obras, adquisiciones, arrendamientos y servicios”. De esta manera, la propuesta planteada por el PRI contempla la posibilidad de firmar contratos no sólo por licitación pública, sino también por adjudicación directa, como los que ya existen con las petroleras internacionales Halliburton y schlumberger.

Tenemos ahí, entonces, la generosa puerta de entrada para que las transnacionales reciban todos los contratos que quieran de la paraestatal. A manera de ejemplo, Pemex puede decidir crear una filial que se dedicará a la refinación de petróleo, misma que podría ser una refinería en operación, como la de Cadereyta o Ciudad Madero. En tal virtud, éstas refinerías ya convertidas en una “filial estratégica de Pemex” y dada su autonomía de gestión; podrían asociarse con Exxon, Shell o Halliburton, para ampliar o construir la propia refinería o una nueva en cualquier porcentaje de participación porque al final, serían esas petroleras extranjeras las que llevarían a cabo las actividades de la cadena productiva, y con ello se violaría la Constitución, al transferir esas actividades estratégicas y por tanto, parte de la renta petrolera a la iniciativa privada.

Por las demás cuestiones, como las relativas al Órgano de Gobierno de Pemex, a los llamados Comités de Transparencia, a la “autonomía de la paraestatal”, al manejo de la deuda, ingresos excedentes, bonos ciudadanos y licitaciones, es prácticamente lo mismo que ha propuesto Felipe Calderón. Como bien lo dijera el último exponente del anterior priísmo nacionalista, el patriota Manuel Bartlett Díaz, “la iniciativa del PRI, es la misma jeringa pero con diferente bitoque”.

Después de un largo proceso privatizador, el momento histórico en que vivimos es el más crítico y peligroso para la soberanía energética de la nación. Nunca como ahora, el pueblo había recibido tanta presión de los centros financieros y las petroleras transnacionales para arrebatar un patrimonio público estratégico como lo es el petróleo. Las pinzas se cierran al máximo mediante la fuerza corruptora del capital monopolista, ganando adeptos a través de una inescrupulosa campaña mediática y quebrando resistencias donde las hay.

Los enormes intereses económicos, la avaricia y las bajas pasiones que despierta el petróleo en la iniciativa privada, ha obligado a los vendepatrias a poner a prueba toda su astucia, inteligencia y capacidad coercitiva de que disponen para asegurar el éxito de su encomienda. Están actuando al mismo tiempo en las tres mayorías parlamentarias buscando lograr una carambola de tres bandas, y engañar al pueblo con una supuesta reforma “consensuada” entre las tres fuerzas políticas mayoritarias en el Congreso de la Unión.

Con estas acciones se pone al descubierto ante la opinión pública que la estrategia privatizadora cuenta con tres planes: el Plan A, es la iniciativa presentada por Calderón y su partido; el Plan B, es la iniciativa del PRI presentada por el senador Manlio Fabio Beltrones; y el Plan C, es la iniciativa que presentará en unos días más el PRD, hoy en manos de la facción menchevique, oportunista y colaboracionista, comandada por Jesús Ortega; tres planes en un solo proyecto privatizador. Se pretende que ante el evidente fracaso de la iniciativa calderonista (plan A), el panismo y el perredismo colaborador apoyen la iniciativa presentada por el PRI (plan B); o bien, tanto panistas como priístas apoyen la iniciativa que presentará el PRD de los “Chuchos” (plan C), que tendría que contener las mismas características de las ya presentadas. Según los desnacionalizados, ése sería un mensaje positivo de “civilidad” política a las fuerzas del mercado.

El proyecto privatizador de tres bandas está blindado contra la posibilidad de la toma de las tribunas del Congreso de la Unión, por parte de los legisladores integrantes del Frente Amplio Progresista (FAP), pues se ha ventilado ya que en el eventual “tribunazo” no participarían los integrantes de Nueva Izquierda, liderada por Jesús Ortega, dejando solos en la acción a los partidarios del Presidente Legítimo de México, Andrés Manuel López Obrador.

Tanto Héctor Larios, líder de la bancada del PAN, como Ruth Zavaleta, presidenta de la Cámara de Diputados e integrante de la corriente NI del PRD, han sostenido que la toma de las tribunas legislativas no detendría la reforma energética. A final de cuentas se atienen a los oscuros y antinacionales “acuerdos pactados”, y no necesitan del espacio físico del Congreso de la Unión para llevar a cabo ese atraco a la nación. Dirán que bien pueden sesionar en una sede alterna facilitada gratuitamente por las petroleras transnacionales y la Coparmex.

Ante estos hechos, es urgente revisar con detenimiento la situación patrimonial de la cúpula de integrantes de Nueva Izquierda, entre ellos, Jesús Ortega, Guadalupe Acosta Naranjo, Ruth Zavaleta y Graco Ramírez, pues está circulando en la internet la versión de haber recibido 18 millones de dólares de parte de generosos proveedores y del régimen de derecha, para que cumplan su tarea en favor de la reforma energética privatizadora. En la celebración de los foros de debate organizados por el Senado de la República, los vendepatrias fueron derrotados ampliamente, pero aún así la batalla por el petróleo se encuentra en su fase más crítica y no dudamos en ningún momento del poder de cooptación del dinero, ni de las marrullerías empleadas por los privatizadores.

En ese escenario adverso crece la responsabilidad del nacionalismo defensivo que comanda López Obrador, quien tendrá que hacer acopio de la experiencia histórica para conducir al pueblo a la victoria, frente a las insanas pretensiones de las petroleras transnacionales y los vendepatrias.
(*) Miembro de las brigadas nacionales Vicente Lombardo Toledano, en defensa de la industria petrolera nacionalizada.

Comentarios: gacetaproletaria@yahoo.com.mx
gacetaproletaria.blogspot.com

No hay comentarios: