viernes, 3 de diciembre de 2010

El País que Soñó la Derecha y la Bifurcación del Ejército
La tragedia nacional que vivimos hoy es el país que soñó el PAN. Reunidos en plenaria las clases oligárquicas y reaccionarias en el Auditorio Nacional con su jefe político y militar, Felipe Calderón Hinojosa, para festejar la ´´decena trágica´´ del panismo en su paso por el poder, justo en el año del centenario de la Revolución Mexicana, mandaron un mensaje claro al pueblo: el país de hoy es el que soñaron durante largo tiempo y a diez años de haber tomado las riendas es ya una realidad. Para completar el cuadro, el hermano gemelo que integra la dictadura política, el priismo neoliberal, como aquel clásico ´´el comal le dijo a la olla…´´, ha estado valorando los balances negativos de la gestión panista durante la última decena olvidando que no son diez sino 28 años de involución prianista los que se han cargado sobre las espaldas del pueblo.
´´México no se merece la tragedia de regresar a lo antiguo, a lo autoritario, a lo irresponsable´´ según lo dijo desde el púlpito del Auditorio Nacional el que cobra como presidente, confrontándose no sólo con el PRI al que le debe la silla, sino con todo el pueblo, el que percibe que hoy México es más autoritario, más antidemocrático, y más desigual que ayer. La más reciente encuesta de Mitofsky arroja los siguientes resultados: el porcentaje de mexicanos pesimistas con la economía al cumplirse cuatro años de calderonismo llega a 87 por ciento. Por lo que respecta a la política, más de tres de cada cuatro mexicanos consideran que hoy vivimos una condición peor a la que se tenía hace un año; la seguridad es vista como peor por el 83 por ciento de los mexicanos, y el 59 por ciento de los encuestados piensa que el país va por el rumbo equivocado. De esta medida es la reprobación popular a la gestión gubernamental de la derecha, pero ellos insisten en que van por buen camino, que el de hoy es el país que soñaron construir desde que eran oposición, a saber: el reino de la concentración de la riqueza a favor de las oligarquías y en detrimento de las grandes mayorías, un país más dependiente y menos soberano, entregado a los designios del capital financiero y monopólico; ése es el modelo de país que han soñado con insistencia desde que la generación de conservadores del siglo XIX trajeron a Maximiliano para que gobernara el país.
Lógicamente, la terquedad de estas clases retardatarias ha repercutido negativamente en vastos sectores de la población, llegando incluso al interior de los cuerpos armados del país. Uno de estos resultados es el inevitable divorcio entre las dos corrientes que cohabitan dentro de las instituciones armadas, una escisión que puede devenir en la rebelión del Ejército de origen popular y nacionalista que sobrevive en las jerarquías inferiores de la tropa, contra la cúpula castrense subordinada a su comandante en jefe, Felipe Calderón, el que impuso a la milicia el carácter de Ejército de élite, defensor de la oligarquía y el Estado reaccionario, garante de la institucionalización de la pobreza y represor del pueblo en todas sus modalidades y manifestaciones sociales.
Hay una teoría que corre de boca en boca, entre especialistas en la materia y en la prensa alternativa e independiente que recorre las redes de internet, sobre la inminente intervención militar yanqui en nuestro país, un hecho que de concretarse plenamente agraviaría al pueblo tan hondo como sus cimientos históricos. El pretexto de hoy para la intervención militar en nuestro suelo es la guerra fallida de Calderón contra el crimen organizado, y ante ello, las fuerzas castrenses se están viendo obligadas a tomar posiciones de acuerdo a sus propias convicciones, alejándose de los principios de la lealtad tradicional a su comandante supremo.
A continuación, quiero compartir con ustedes, amables lectores, una síntesis de un documento redactado por especialistas en la materia, que han recogido el sentir de distinguidos miembros del Ejército respecto a una inminente intervención militar yanqui en nuestro país, el comunicado dice:
Lunes 22 de noviembre de 2010
Focos rojos en Sedena ante posible intervención de EU. Militares en activo, generales y coroneles –que ocupan cargos operativos en el Ejército Mexicano– manifiestan su preocupación ante la posible intervención militar de Estados Unidos en México. Se muestran frustrados por la política de Felipe Calderón, obsequiosa ante los duros del Pentágono, y advierten que se construye el “escenario” para el ingreso de tropas estadunidenses a territorio nacional. Señalan que una parte del caos y la violencia en ciudades mexicanas es inducida desde el exterior con la anuencia del gobierno federal. Especialistas en seguridad nacional coinciden en que se generan las condiciones que justifiquen una “cooperación más estrecha” en el plano militar entre ambos países
Zósimo Camacho: El pasado 18 de junio, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) calificó como “superpotencia” a las bandas del narcotráfico que operan en México. El hecho apenas mereció unas líneas en páginas interiores de algunos medios impresos. Pero militares de la Segunda Sección del Ejército Mexicano (encargada de las labores de inteligencia) terminaron por desesperarse: observan como inminente la llegada de tropas estadunidenses al país, una demanda de los sectores castrenses más duros de la Defensa Nacional de Estados Unidos.
“Institucionales”, acostumbrados a callar sus diferencias con los civiles y renuentes a comentar las discrepancias al interior de las Fuerzas Armadas, esta vez los militares prefieren hablar. Señalan que parte de la violencia que se ha desatado en las últimas semanas podría ser “inducida”. Y acusan al gobierno de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa de preparar el “escenario” para una intervención estadunidense abierta.
Aseguran contar con información de que los atentados con carros bomba (uno realizado en Ciudad Juárez, Chihuahua, el 16 de julio, y dos más en Ciudad Victoria, Tamaulipas, el 26 de agosto de 2010) pudieron no ser obra de las bandas de narcotraficantes. Incluso, es probable que no hayan sido realizados por mexicanos.
“No es el modus operandi de los cárteles ni de los grupos armados con reivindicaciones políticas”, dice uno de los divisionarios que solicita mantener bajo reserva su identidad. Agrega que en círculos castrenses existe inquietud ante la desestabilización del país y las acciones del gobierno federal que, más que contenerla, parecen propiciarla.
Las declaraciones a Contralínea de militares en activo del Ejército son válvulas de escape y señales de lo que ocurre en el ámbito castrense. A decir de Guillermo Garduño –especialista en Fuerzas Armadas e investigador adscrito a la Universidad Autónoma Metropolitana y conferencista en el Colegio de la Defensa Nacional–, los militares están desesperados porque los comanda un grupo de civiles que “ni idea tiene de lo que son las Fuerzas Armadas”. México no ha creado una elite civil que conozca al Ejército Mexicano, a la Marina Armada de México ni a la Fuerza Aérea.
De acuerdo con los generales y coroneles que solicitan no revelar sus nombres, la supuesta “estrategia” para permitir el ingreso de tropas estadunidenses a territorio mexicano con los menores costos sociales contaría con dos vertientes: al interior, donde se buscaría que la propia sociedad mexicana demande más “seguridad” sin importar el origen de la “ayuda”; y al exterior, en el que los países consideren que la intervención sería “humanitaria”, ante bandas criminales que han superado al Estado mexicano.
Las presiones, en ascenso. En el estudio La globalización del delito: evaluación de la amenaza del crimen organizado trasnacional, presentado el pasado 18 de julio, la Oficina de la Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito señala que la “superpotencia” mundial de criminales organizados “ha generado una guerra por territorios y nuevas rutas entre bandas de traficantes, particularmente en México”.
Ya antes, el informe de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, aprobado para su publicación el 25 de noviembre de 2008 y dado a conocer en enero de 2009, Joint Operating Environment. Challenges and implications for the future Joint Force (JOE) –título cuya traducción sería Contexto de la Operación Conjunta. Desafíos e implicaciones para el futuro de las operaciones de las Fuerzas Conjuntas– advirtió que el Estado mexicano podría ser incapaz de mantener la estabilidad en los próximos años. Y colocó al país como un Estado fallido con características similares a Afganistán. En el mismo documento, el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos “recuerda” que “un México inestable podría representar un problema de seguridad de enormes proporciones” para ese país.
Las presiones estadunidenses fueron subiendo de tono y de número. El 10 de marzo de 2009, el director de la Inteligencia Nacional de Estados Unidos, Dennis Blair, señaló que México no controlaba todo su territorio. Para julio de ese mismo año, el informe La narcoinsurgencia de México y la política antidrogas de Estados Unidos –del Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército, dependiente del Pentágono– planteó que México vivía “una transición del gansterismo tradicional de asesinos a sueldo a terrorismo paramilitar con tácticas de guerrilla”. Además, el 17 de ese mes Janet Napolitano, secretaria de Seguridad Interior de Estados Unidos, declaró que el Ejército Mexicano había fracasado en su lucha contra el narcotráfico en la fronteriza Ciudad Juárez.
Sin embargo, a partir de la segunda mitad de este 2010, el discurso de las autoridades estadunidenses y de la ONU ha sido cada vez más contundente: México es incapaz de controlar a las bandas del narcotráfico y su ineficiencia es una amenaza a la seguridad de varias regiones del mundo, incluyendo Estados Unidos.
“Todo se va acomodando”. El embajador Henry A Crumpton, exoficial de operaciones clandestinas de la Agencia Central de Inteligencia y excoordinador de la lucha contra el terrorismo en el Departamento de Estado, aseguró que México vive una “narcoinsurgencia”. A principios de septiembre pasado, en una entrevista con Wall Street Journal, Crumpton reconoció que ese concepto es “particularmente incendiario” para los mexicanos por su temor histórico a que el ejército de Estados Unidos se ponga al frente de la lucha antinarcóticos.
La secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, retomó el concepto vertido por Crumpton y, el 8 de septiembre, agregó que México “se está pareciendo más a como se veía Colombia hace 20 años”. En esa misma declaración, defendió el Plan Colombia, del que, aseguró, sí dio resultados en la lucha contra el narcotráfico.
“Todo se va acomodando”, dice a Contralínea un general que solicita mantener bajo reserva su nombre. Llamar “superpotencia” al narcotráfico es considerar que las Fuerzas Armadas de México no son suficientes para combatir a una “amenaza mundial”. El “peligro” de una intervención es real, agrega.
En efecto, oficiales estadunidenses consultados por Wall Street Journal explicaron que “el gobierno mexicano parece estar cada vez más abierto a una mayor cooperación, debido a que la situación de seguridad está empeorando”. En declaraciones publicadas el mismo 10 de septiembre, el embajador mexicano en Washington, Arturo Sarukhán, dijo: “Hemos alentado a Estados Unidos a mejorar y profundizar la cooperación con México”.
A los agentes de la Oficina Binacional de Inteligencia –establecida en agosto pasado y anunciada en marzo de este año, luego de las reuniones de “alto nivel” celebradas en México entre la plana mayor de seguridad nacional de Estados Unidos y sus pares mexicanos– se suman los “Cuerpos de Paz”.
La intervención blanda. Especialistas consideran que, como nunca desde la Revolución Mexicana, el país se encuentra al borde de una intervención militar estadunidense. Coinciden en que mientras más desestabilizado se encuentre el país, mayores serán las posibilidades de que marines “colaboren” en territorio mexicano. “Ése [el de la intervención] es el tema en los círculos de la inteligencia en México”, señala Abelardo Rodríguez Sumano, investigador del Centro de Estudios sobre América del Norte de la Universidad de Guadalajara. El especialista en temas de seguridad nacional de México y Estados Unidos señala que la intervención estadunidense tendría como origen el “vacío” -con todo propósito- que han dejado las autoridades mexicanas.
“No hay un consenso en el sistema de seguridad nacional en cuanto a la relación con Estados Unidos. Estamos desarticulados en el aspecto de la ‘colaboración’. Hay sectores, como el de la Marina [Armada de México], que la quieren. Y otros, como el del Ejército [Mexicano], que se resisten. Y mientras no haya acuerdo y se generen estos vacíos estratégicos, los estadunidenses los van a ocupar. Ellos sí tienen claro qué quieren respecto de nosotros.” Para el doctor Guillermo Garduño Valero, la intervención no es un hecho del futuro inmediato: “Ya está ocurriendo”. Agrega que los propios estadunidenses consideran que no son necesarias en este momento las tropas de ellos en el país.
“Se trata de una guerra de ellos; pero que la libran, como la mayoría de ellas, a lo largo de su historia, fuera de su territorio. Ellos ya están aquí. Ya intervienen, pero los que ponen las vidas son los mexicanos”, asegura. Al final, concede: “Cuando las instituciones mexicanas se agoten, entonces sí tendrán que responder ellos directamente… Y va a ocurrir”.
Para Jorge Luis Sierra, especialista en seguridad nacional y Fuerzas Armadas, la preocupación de los sectores militares mexicanos ante una posible intervención estadunidense no es nueva. El egresado del Centro de Estudios de la Defensa Nacional, de la Universidad de la Defensa Nacional en Washington, explica que después del ataque a las torres gemelas en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, la inteligencia militar mexicana advirtió que Estados Unidos querría instalar bases militares en México. La advertencia habría quedado plasmada en un documento elaborado en 2003: la minuta de la reunión de las dos generaciones de maestría en seguridad nacional que las Fuerzas Armadas mexicanas imparten. Se trataría de la elite castrense egresada del Colegio de la Defensa Nacional (a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional) y la del Centro de Estudios Superiores Navales (a cargo de la Secretaría de Marina).
Abelardo Rodríguez señala que incluso para el sector militar más duro de Estados Unidos, el Departamento de Defensa, los marines debieron desplegarse en México desde hace meses. “Pero históricamente está visto que una vez que Estados Unidos se instala en algún país, es muy difícil que salga”, advierte´´. Hasta aquí la breve síntesis del documento recibido en mi correo, como dije ya, no es invento del que esto escribe, fue producido por especialistas mexicanos en seguridad nacional. En el mismo se advierte de la inminente entrada de los ´´marines´´ yanquis a nuestro país para salvarnos del crimen organizado. Esos son los logros soñados de la derecha, quieren recorrer nuestra frontera del Río Bravo hasta el Río Suchiate, para gozar de la protección del imperio. El pueblo de México, más pronto que tarde sabrá cobrarse esa villanía.

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