sábado, 10 de julio de 2010

NADA QUE FESTEJAR EN RECIENTES ELECCIONES
EL PUEBLO NO PUEDE HACER SUYAS LAS VICTORIAS AJENAS
La democracia de Mercado se agotó. Las fuerzas políticas de la tiranía oligárquica PRI, PAN, PRD y compañía, sufren cada vez más para arrancarle el voto al pueblo en sus afanes de legitimidad. La democracia de mercado y sus instituciones, productos naturales del modelo económico neoliberal, la que publicita los candidatos cual luminarias del espectáculo en vez de la confrontación verdadera de ideologías y programas, ha mostrado en estas elecciones recientes su agotamiento total. El estado general que guarda el país, de zozobra y caos en todos los ámbitos de la vida nacional, cuya responsabilidad absoluta recae en los partidos con registro legal del actual sistema de opresión, no respalda en modo alguno la pretensión de llevar a los electores a las urnas para legitimar su estancia en el poder.
Ante la magnitud del descrédito de los partidos políticos actuales, como de la basura de gobernantes que producen, una de dos cosas tendrá que pasar para recomponer el rumbo del país: se rescata la tesis avanzada sobre la democracia impuesta en el artículo tercero de nuestra Carta Magna por el Constituyente de Querétaro, la que afirma que debemos considerar a la democracia ´´no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo´´. O bien, el grado de sojuzgación máxima a la que ya hemos arribado empujará al pueblo a desechar la vía electoral para satisfacer sus viejas querellas y demandas históricas.
Cuando un ciudadano se queda en casa en vez de acudir a cruzar un emblema y depositarlo en la urna es que no ve en esa acción ningún beneficio que involucre su situación material. No se ve representado su interés en ningún partido ni candidato alguno, de ahí resulta el abstencionismo tan alto que se ha registrado en estas elecciones. Una abstención de un jefe de familia obrera significa que no desea respaldar ni legitimar a los que sacrifican su bienestar, pero se reserva el derecho a hacerse justicia por propia mano. Si el salario oficial que le asignan cada año no le alcanza para cubrir las necesidades básicas de la familia, él tendrá que completar el gasto de alguna manera al margen del orden jurídico.
Gobiernos ilegítimos sostenidos por minorías, tal es el resultado del proceso electoral reciente. Chihuahua se posicionó como la entidad con mayor nivel de abstencionismo al registrar un 64.2%, es decir que de cada diez ciudadanos sólo cuatro decidieron emitir su voto. En segundo lugar se posicionó el Estado de Tamaulipas con el 61.3%, seguido de Quintana Roo, con 58.47%ñ Hidalgo con el 52.25% de votantes que no salieron a sufragar.
En Baja California y Chiapas, donde la elección fue para diputados locales y alcaldes, las cifras arrojan que el abstencionismo fue del 68 y del 69 por ciento respectivamente en estas entidades apenas tres de cada diez electores acudió a las urnas, es decir, el 33% de ciudadanos con derecho a votar. En otras entidades se cantó la victoria contra el abstencionismo al haber rebasado apenas el 50% de participación ciudadana en las urnas. Aún con esa baja participación del pueblo los partidos y sus candidatos participantes celebran sus ridículas victorias a rabiar, sin un gramo de vergüenza afirman que ha sido un ´´triunfo de la democracia´´
Ante este panorama tan preocupante reflexionemos sobre una de las principales razones de que el pueblo no quiera ir a votar. De acuerdo con el pensamiento marxista, los partidos se distinguen por los intereses de la clase social a la que sirven, sea la clase trabajadora o la burguesía, por eso existen uno o varios partidos de la burguesía y debe haber un partido de la clase obrera, por lo menos, para que el menú del régimen democrático sea verdaderamente plural. La situación es distinta, sin embargo, en la realidad de nuestros días: ninguno de los que participan con registro del IFE se reconoce como partido de la clase trabajadora, ninguno lo es. De hecho, desde que en 1994 le fuera cancelado su registro al Partido Popular Socialista, en un ultraje salinista a la legalidad, no ha habido partido alguno con autorización jurídica para participar en elecciones que represente los intereses de la clase obrera y el pueblo.
En las recientes elecciones locales que se llevaron a cabo, participaron varios partidos que tienen diferencias, pero éstas no tienen que ver con distintos enfoques ideológicos ni clasistas; tampoco se distinguen por los programas que expresan en sus documentos básicos, ni por sus posturas ante los grandes problemas de México, los relacionados con la economía, la sociedad, la política, ni sobre la visión histórica, el presente ni el porvenir de la nación. Por el contrario, tienen una gran cercanía por la manera en que conciben las cuestiones torales y lo que se proponen hacer al ocupar los puestos de elección por los que compiten. Por eso en la realidad, es natural lo que de acuerdo con la teoría política sería inconcebible, las alianzas entre los que se dicen de izquierda con los que se asumen de derecha. Por ejemplo, es un hecho que no constituye ´´violación de principios´´ -porque ningún partido electoral que se diga de ´´izquierda´´ enarbola hoy tales principios-, ni cabe el símil de mezclar ´´agua con aceite´´, puesto que no tienen tales diferencias; de hecho son muy afines.
Por eso mismo es algo cotidiano otro hecho que teóricamente sería absurdo, el pase de uno a otro partido de sus figuras destacadas: Gabino Cué, quien ganó las elecciones en Oaxaca derrotando al PRI, se formó como funcionario en los gobiernos priístas y allí adquirió lo que para él sean sus ´´principios´´, en el ala reaccionaria del PRI. Por eso es normal que ahora aparezca como miembro de Convergencia, de Dante Delgado, su amigo, mentor y aliado político más cercano. Diódoro Carrasco, hoy prominente panista, también hizo su carrera en el PRI. Rafael Moreno Valle, quien derrotó al tricolor en Puebla, hoy panista, militó asimismo en el PRI. Igual sucede con Mario López Valdez, de Sinaloa.
No es casualidad, por tanto, que en las tres entidades en que el PAN, respaldado por el PRD y otros, emergiera ´´vencedor´´, sus candidatos vengan de la misma matriz y no haya entre ellos un solo panista o militante de otro partido de larga trayectoria, puesto que obedece a un fenómeno ya cotidiano, la transmigración de los políticos profesionales, siempre en busca del mejor botín posible.
Lo cierto es que, como ya se dijo, los partidos que participan en las elecciones hoy en día no se distinguen porque elaboren proyectos diferentes. Sus pleitos con lenguaje rudo se circunscribe a ciertos momentos, sobre todo en los procesos electorales, pero nada tienen que ver con ideas, principios ni proyectos; sólo expresa la aguda lucha que libran por ganar puestos con altísimos sueldos y acceso a riquezas ilícitas con impunidad.
Así, vistas las cosas desde el punto de vista de la clase trabajadora y su ideología, desde el enfoque de los intereses populares, en las elecciones estatales del domingo 4 de julio pasado, quien perdió fue el pueblo, en tanto que los neoliberales y entreguistas ganaron, puesto que consiguieron formalizar otro periodo para seguir por el mismo rumbo, sin cambio real alguno, empobreciendo más a los que ya han explotado hasta el extremo, saqueando a la nación sea con administraciones priístas, panistas o panperredistas, que exactamente lo mismo da.
Con el obsoleto y caduco régimen de partidos la oligarquía nos presenta un callejón sin salida; en el menú de la democracia neoliberal no hay más que de una sola sopa. Frente a ese estado de dominación brutal, el pueblo tiene que organizarse para superar esta tragedia que vive el país, tal vez la sucesión presidencial de 2012 sea la última oportunidad de reivindicar la vía electoral para resolver las añejas contradicciones sociales, políticas y económicas que demanda el pueblo. Por lo pronto, de las recientes elecciones nada hay que festejar, el pueblo no puede hacer suyas las victorias ajenas.

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