sábado, 8 de mayo de 2010

LA LEY ANTIINMIGRANTE EN ARIZONA
CIERRA UNA VALVULA AL DESEMPLEO NACIONAL

La demolición de las fronteras para dar paso al libre flujo de mercancías y capitales, junto con la eliminación de los aranceles, es una de las leyes impuestas por la globalización neoliberal a efecto de que los monopolios y el capital financiero procedentes del imperio sustraigan la riqueza de las economías débiles, más nunca debe pensarse -porque se caería en una ingenuidad- que la teoría del “libre comercio” se traduzca algún día en la libertad de tránsito de nuestros compatriotas en suelo norteamericano.
Quienes demandan un gesto de bondad para los nuestros en la casa del vecino país simplemente caen en el error por ignorancia de la historia y de las leyes de la concentración del capital; el libre flujo de mercancías y capitales, no de seres humanos, es una demanda permanente de las economías imperialistas sobre nuestros pueblos que nos debe inducir a arreglar las grandes causas socioeconómicas de nuestro subdesarrollo, para que los compañeros trabajadores no sufran esa afrenta en casa ajena.
La recién expedida Ley SB1070 del estado de Arizona cierra una válvula al desempleo nacional. Desconoce la gran aportación económica y cultural de nuestros trabajadores al desarrollo de ese punto de la unión americana; es una norma de orden xenofóbica, racista, que violenta los derechos humanos establecidos por la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios, dictada en el seno de la ONU.
En el plano demográfico, de acuerdo con el censo 2000 de EU, de los 1.3 millones de habitantes, el 82 % es de origen mexicano. En el terreno laboral, según el mismo censo, el 18 % del empleo está en manos de mexicanos, documentados e indocumentados. No hay la menor duda del duro golpe que recibirán en su economía nuestros compatriotas que laboran sin documentos en ese estado, y ante tal atropello, el pueblo de México tiene el deber de solidarizarse con ellos porque son parte de nuestra nacionalidad.
Lo que es totalmente inadmisible es la doble moral con que reaccionan las fuerzas políticas dominantes respecto a este caso, baste citar unos ejemplos. La Conferencia Nacional de Gobernadores (CONAGO), “expresó su rechazo e indignación por la ley antiinmigrante enviando una carta a la gobernadora de Arizona, en la cual, los mandatarios estatales del país consideran que la única salida política es que se dé marcha atrás a esta norma”. Con el mayor de los descaros, los jefes políticos de los estados expulsores de mano de obra, desconocen olímpicamente la parte de responsabilidad que les corresponde como resultado de la aplicación de sus políticas hambreadoras.
Lo mismo sucede con los pronunciamientos y actitudes circenses de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión y las bancadas legislativas del PRIAN. Los que ahora protestan contra la ley antiinmigrante portando un pin en su saco no les ha temblado la mano a la hora de aprobar el alza de impuestos para fregar al pueblo, esos políticos de baja ralea, insensatos, antes que aquí, quieren arreglar la problemática de nuestros paisanos allá en Arizona.
La clase política neoliberal se manifiesta indignada por esa ley fascistoide porque golpeará a nuestros trabajadores que huyen del país por el hambre; están pidiendo en todos los foros que se dé marcha atrás a esa norma persecutoria, cuando éllos han dictado en México las leyes que han propiciado el éxodo. Con qué calidad moral critican esa ley, cundo no han hecho nada por desmontar la criminal política salarial; cómo se pueden apropiar de esa bandera con una mano, cuando sostienen con la otra la bandera del régimen hambreador que castiga el poder adquisitivo y genera la pobreza insultante de la mayoría de los mexicanos.
La reforma migratoria que se le demanda al régimen de Obama tampoco es la solución, lo que hay que hacer es aplicar en nuestro país una política fiscal distributiva de la riqueza y generar empleos dignos y bien remunerados, que el salario cumpla cabalmente con los preceptos constitucionales del bienestar social, a efecto de que el trabajador permanezca con los suyos en su lugar de origen y no tenga que emigrar en busca de un mejor nivel de vida.
La solución de fondo no es tanto como meter la nariz en un problema que nos atañe pero que está fuera de nuestras fronteras, sino arreglar nuestra propia economía para que el país deje de expulsar a su gente por falta de empleo y un aceptable nivel de vida. Desmontar el modelo económico y a la clase política que lo sostiene es la solución inaplazable; los alaridos patrioteros que estamos escuchando en la campaña mediática contra la ley antiinmigrante de Arizona sólo buscan distraer y ocultar la grave responsabilidad de los autores de la pobreza que sufrimos los que estamos aquí. A los mexicanos que sean deportados de Arizona nuestro apoyo sin reservas, su país debe recibirlos con los brazos abiertos, algún día comprenderán que la solución está aquí, luchando por lo que es suyo.

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