domingo, 11 de abril de 2010

10 DE ABRIL, XCI ANIVERSARIO LUCTUOSO
LOS EMBATES DE LA DERECHA CONTRA EL LEGADO ZAPATISTA

El 10 de abril de 1919 cayó abatido el general Emiliano Zapata en la hacienda de Chinameca, estado de Morelos. Creador del Plan de Ayala y padre del agrarismo mexicano, cuyas ideas fueron elevadas a rango constitucional por el Constituyente de Querétaro, principalmente en el artículo 27 de nuestra Carta Magna. A 91 años del aniversario luctuoso, y en el marco de las celebraciones del centenario del inicio de la revolución armada de 1910, las banderas revolucionarias y el legado que él defendió a costa de su propia vida siguen siendo desmanteladas por las mismas fuerzas reaccionarias que combatieron a sus hombres, y que hoy por desgracia tienen el mando en el país.
Digamos que la parte ideológica, es decir, los intelectuales del zapatismo como lo fueron, Antonio Díaz Soto y Gama, el profesor Otilio Montaño y Gildardo Magaña, entre otros, quienes acompañaron y diseñaron las demandas del ejército del caudillo del sur al grito libertario de “Tierra y Libertad”, hoy siguen sufriendo los embates de las clases directoras en aras de beneficiar a la clase neolatifundista y a los intereses del capital privado extranjero.
El negro sexenio de Carlos Salinas de Gortari se encargó de mutilar el principal legado zapatista llevado a la Constitución de 1917 con el fin de satisfacer las viejas demandas de la derecha, preconizadas desde su surgimiento como Partido Acción Nacional en 1939, durante el gobierno patriota del general Lázaro Cárdenas. La clase política dominante integrada por el prianato, cuyo reinado absoluto inició en el sexenio salinista, contrarreformó el artículo 27 para privatizar el ejido y abrir la puerta para que el capital privado instaure las leyes del mercado en el suelo regado con la sangre del caudillo del sur y sus hombres. Sus resultados negativos son evidentes: despojos de tierra a los campesinos, abandono gubernamental del campo, y 10 millones de labriegos que han sido expulsados por el hambre del sector rural y obligados a cruzar la frontera hacia los Estados Unidos en busca de la sobrevivencia.
En el mismo sexenio salinista sienta sus bases ideológicas el neoporfirismo, dando lugar también a la contrarreforma de la Ley de Inversión Extranjera, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 27 de noviembre de 1993. La citada ley permite en su artículo décimo, indirectamente, a través de la participación extranjera en sociedades mexicanas, que los extranjeros adquieran derechos en la zona prohibida por la Constitución, por lo cual debemos establecer que, el antecedente para abrir la puerta a los apetitos sobre nuestro territorio fronterizo y costero marítimo, fue la contrarreforma salinista en la citada ley. Resultado de ese atentado a la nación es la extranjerización paulatina de nuestras playas; grandes extensiones territoriales a lo largo de nuestras mejores costas ya fueron cerradas al tránsito de los connacionales.
El asunto es que, las fuerzas apátridas empeñadas en cercenar la integridad territorial del país siguen trabajando todos los días en su proyecto entreguista. Si el pueblo no lograra parar en seco a la banda de ladrones que entregan lo que no les pertenece en la próxima sucesión presidencial, el futuro inmediato que nos depara es la balcanización desintegradora que se seguirá llevando a cabo, dado los apetitos extranjeros sobre nuestro territorio en alineación con las actuales fuerzas políticas dominantes que hoy nos conducen al despeñadero.
Hace tan sólo unos días, varios senadores de la LXI Legislatura del H. Congreso de la Unión, encabezados por el panista Javier Castelo Parada, presentaron un proyecto de Decreto con la intención de reformar la fracción primera del artículo 27 de la Constitución. Se demanda eliminar la zona prohibida actualmente por la Carta Magna, que señala que los extranjeros no pueden tener propiedades en dominio directo en una franja de cien kilómetros a lo largo de las fronteras y de cincuenta en las playas territoriales.
La eliminación de tal prohibición significa que los extranjeros, léase el capital monopolista y financiero que gobierna al mundo, personas físicas o morales, podrían adquirir en esas mencionadas zonas territoriales infinidad de propiedades dado el enorme poder económico de que disponen. Así, las fronteras con Guatemala y Belice, y sobre todo, los más de tres mil kilómetros que colindan con los Estados Unidos, estarían expuestas a servir en cualquier momento como cabezas de playa a los apetitos imperiales; una vez eliminado el actual escudo que protege nuestra integridad territorial asentado en el artículo 27 de la Carta Magna, todo puede ser posible.
No puede ser mayor la estocada que se pretende a nuestra soberanía e independencia nacionales por parte de las fuerzas santaneras de nuestro país. Actualmente las zonas prohibidas por el constituyente para el dominio directo de extranjeros están protegidas por las leyes del Estado mexicano, al derogarse tal prohibición dejan de serlo y el país pierde el control directo en esas zonas hasta hoy protegidas. Los extranjeros adquirientes estarían en aptitud de impedir la penetración a los terrenos que les pertenezcan en propiedad, dada la tradición jurídica de respeto a la sacrosanta “propiedad privada” por parte del Estado burgués.
La convicción apátrida de las fuerzas que enarbolan la citada iniciativa les impide ver -si no es que sean peones a sueldo de los apetitos imperiales-, que los capitales extranjeros son poseedores de mayor fuerza económica que los nacionales. Los mexicanos solamente pueden ejercer los recursos y medios de defensa que previene nuestro propio sistema jurídico, en cambio los extranjeros, personas físicas o morales, gozan de la protección de su país. Por lo mismo, están en aptitud de ejercer los recursos de defensa internos del país en que se encuentran, pero si éstos medios no les ofrecen resultados favorables, pueden solicitar la protección del país a que pertenecen, y tal protección puede derivar a una intervención diplomática o militar. Un antagonismo de intereses entre el propietario extranjero y la nación se convierte en un conflicto entre dos países. En Europa, el país que más sufrió de interposiciones diplomáticas a favor de extranjeros fue Turquía y, en América, el país más afectado por intervenciones militares y diplomáticas ha sido el nuestro; la historia de hostilidades y agresiones que ha sufrido nuestro pueblo por parte de los Estados Unidos es real, no es fruto de nuestra imaginación colectiva.
La globalización neoliberal y los embates de la reacción contra el legado del general Emiliano Zapata y nuestra experiencia histórica continúan en su proyecto de cercenar y debilitar la integridad de la nación, para entregarla en charola de plata a los apetitos imperiales. Existe el peligro real de que si el pueblo no logra ponerse de pie y sacudirse a la dictadura apátrida que nos gobierna, la nación que ha sido forjada a base de tanta sangre derramada se nos vaya de las manos, y un día seamos extranjeros en el territorio que nos vio nacer.
Ante las presentes y futuras acechanzas la tarea es levantar la conciencia nacionalista del pueblo para que se levante y luche, que organice las barricadas para cerrar el paso a los vendepatrias y vuelva a conquistar todo lo que ha ido perdiendo a manos de los enemigos históricos que hoy se han adueñado del poder. Recordar en este aniversario luctuoso el legado del general Emiliano Zapata, el caudillo del sur y padre del agrarismo mexicano, es recordar al mismo tiempo la obra de todos los hombres valiosos que han dejado la vida en la construcción de esta patria; nuestra obligación moral y patriótica es defender la nación que heredarán nuestros hijos.

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