sábado, 14 de noviembre de 2009

“O SON ELLOS, O SOMOS NOSOTROS . . .”
EL GRITO LIBERTARIO DE LA CLASE TRABAJADORA


El pasado miércoles 11 de noviembre culminó una primera etapa de lucha en contra de la extinción de la Compañía de Luz y Fuerza, que la dictadura de la oligarquía nacional a través de su brazo electoral ejecutor el Partido Acción Nacional (PAN) impulsó.
Las primeras medidas que la lucha organizada ha alcanzado hasta el momento son: entrega de la demanda por despido injustificado y el pago de salarios caídos para los 44 mil trabajadores de Luz y Fuerza ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje; la resolución favorable de la juez Guillermina Coutiño Mota que otorgó la suspensión definitiva ante acto reclamado en vía de amparo sobre la extinción de la Compañía de Luz y Fuerza que presentó el SME. Cabe destacar aquí que la misma juez desechó por ser notoriamente improcedentes la queja por la cual la Secretaría de Energía y Hacienda pretendían impugnar la suspensión provisional otorgada al SME; es también fundamental la controversia constitucional contra el decreto de extinción que presentó la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, aunque ésta haya sido denegada. Los hechos anteriores demuestran el amplio rechazo que las medidas inconstitucionales del gobierno calderonista ha provocado en muchos sectores del país.
El Paro Cívico realizado, representa un paso más en la organización de un gran frente nacional que se construye día a día y acción tras acción en la defensa, primero de los derechos violentados al SME y en general en contra de las condiciones laborales de sobreexplotación en que ha incurrido el sector patronal para extraer capital de la fuerza de trabajo de la clase obrera.
El Paro Cívico, más allá de los simples números, representa cualitativamente un grado superior de organización donde confluyen las mejores fuerzas progresistas, patrióticas y nacionalistas, en torno a una demanda central; organizaciones sociales, políticas, campesinas, sindicales han unido su voz de repudio a la política neofacista que se implementa desde el gobierno federal en contra del movimiento obrero organizado. Más allá de las diferencias ideológicas, políticas y tácticas, a todos los mexicanos nos unen en estos momentos la comprensión de que sólo la unidad en torno a un objetivo concreto nos permitirá alcanzar con éxito nuevas metas de desarrollo.
Los hechos evidencian, más que el discurso oficial, la lucha comprometida y combativa del SME que se había constituido en un obstáculo para que las grandes corporaciones transnacionales pudieran acceder a la infraestructura eléctrica y utilizarla para hacer grandes negocios con las telecomunicaciones de tercera generación. Para nadie fue sorpresa que apenas se haya decretado la extinción de CLyF y con ello disolver al SME, aparecieran las bases de la licitación, para la concesión de las fibras negra y óptica y que el senado, mediante una iniciativa promovida por el PRI y el PAN hayan eximido de pagar impuestos a las grandes corporaciones (sobre todo a televisoras) por el uso de la red e infraestructura eléctrica que ahora está concentrada en la CFE.
El SME continúa abanderando la lucha y junto con el apoyo de un gran número de organizaciones decidió poner bandera de huelga en todos los centros de trabajo, manifestando que la materia de trabajo subsiste por disposición del juzgado del D.F que ordenó la suspensión de la resolución de la Junta Federal del Trabajo que iba dar por terminada la relación. Multitud de organizaciones participaron en el paro cívico el 11 de noviembre, entre estas sobresalen las principales organizaciones magisteriales de la coordinadora, el Sindicato de Telefonistas, sindicatos universitarios como el de la UNAM, UAM, Universidad Michoacana, la de Chapingo, el Sindicato de Antropología, de Bachilleres y prácticamente todas las organizaciones campesinas del país, la CCC, la CIOAC, la UNORCA, la CNC, entre otras. Todas las organizaciones que participan en el Diálogo Nacional, el Frente Sindical Mexicano, el Sindicato Mexicano del Tornel, el sindicato de Trabajadores del Metro, así como varias organizaciones sindicales más.
El Paro Cívico representa un gran movimiento social que sumado junto con el Movimiento en Defensa de la Soberanía y la Economía Popular, representan los dos grandes actores que asumen la defensa del pueblo de México. El movimiento obrero democrático que encabeza el SME es sin duda el comienzo de una intensa lucha social en defensa del pueblo; hoy están definidos claramente los campos, de un lado se encuentran en la trinchera los representantes de las mejores fuerzas del país cuyo único interés es el de construir un México más justo, más equitativo y sacar de la pobreza a los millones de mexicanos hundidos en ella y del otro lado, se encuentran los viejos y nuevos servidores del capital, los explotadores que lucran de la explotación de la fuerza de trabajo y aquellos que sólo les interesa obtener ganancias insultantes, así tengan que matar a la mitad de la población de hambre. Es decir, de un lado la clase explotada y del otro los explotadores.
Ante los graves problemas que afronta la nación es necesario que el frente nacional que se ha levantado en torno del SME sea llevado hasta sus últimas consecuencias, que son, la liberación del pueblo de las garras del imperialismo norteamericano y la construcción de una patria justa y libre de miseria. Decía un columnista que la llamada Reforma del Estado era la panacea que resolvería por sí misma todos los conflictos actuales, pero desde mi punto de vista no es así por las siguientes razones: la reforma del Estado tiene que surgir, necesariamente, de una reforma económica. De no ser así, es como querer construir una casa comenzando del techo hacia abajo. Y si la hay, sin comenzar por la reforma económica, ésta no será una reforma del Estado sino una contrarreforma, un remiendo para reafirmar el estatus actual.
En la circunstancia histórica en que vivimos, con la derecha encaramada en el poder de manera ilegítima, no puede haber reforma del Estado porque los politicastros del neoliberalismo de derecha no tienen ni la más mínima intención de cambiar la estructura económica, por el contrario, su trabajo consiste en reafirmarla. La reforma del Estado no puede ser un cambio cualitativo que surja de la nada, por generación espontánea, ésta tiene que darse, necesariamente, como resultado de un proceso revolucionario victorioso que instale en el poder a un nuevo régimen político y una nueva clase de gobernantes; sólo entonces podrá darse una auténtica reforma del Estado. Lo que se habla ahora en torno al tema sólo son chismes elevados a la categoría de principios, mismos que, de prosperar, nos llevarían a reafirmar el estatus actual. No hay otra alternativa, para que el pueblo de México recupere su destino histórico es indispensable desmontar la estructura económica neoliberal y a sus servidores que despachan en Palacio Nacional; el SME ha dado el primer paso, el pueblo hambriento de justicia sabrá hacer lo demás.

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