DE LA TOMA DE LA BASTILLA A LA TOMA DE PALACIO NACIONAL
LA DIALECTICA DE LAS REVOLUCIONES SIGUE INALTERABLE
Las leyes universales del desarrollo dialéctico de los pueblos siguen su curso de manera inalterable. El pasado 22 de noviembre, al iniciarse la cuenta regresiva rumbo a la celebración del centenario de la Revolución Mexicana el 20 de noviembre de 2010, se llevó a cabo una multitudinaria convención que reunió en el Zócalo capitalino (DF) a todas las fuerzas insurgentes que trabajan en la organización del Programa Alternativo de Nación, cuya bandera enarbola Andrés Manuel López Obrador. A tres años de resistencia civil y pacífica de la presidencia legítima de México resultaba necesario hacer un balance del trabajo logrado hasta ahora y desde luego, plantearse las nuevas metas y objetivos de la lucha para los tres años siguientes, cuya última finalidad es sin lugar a dudas, la toma del poder durante la sucesión presidencial del año 2012.
El Zócalo capitalino es el corazón de la nación, es la plaza cívica de todos los mexicanos. Es el espacio físico donde se han escrito varias de las páginas más brillantes de la historia nacional, y hasta ahora, en nuestros días, sigue siendo el lugar por excelencia de las más grandes manifestaciones populares. La historia nos dice que fue el lugar de la concurrencia multitudinaria que recibió la comitiva triunfante de Francisco I. Madero, en 1911, hecho que marcó el fin de la dictadura porfirista. En 1914, fue también el lugar del arribo del ejército de la Convención de Aguascalientes, con los generales Emiliano Zapata y Francisco Villa al frente de 50 mil soldados armados; pocos años después, fue el lugar de la congregación popular que se reunió el 18 de marzo de 1938, para vitorear la medida patriótica de la expropiación petrolera realizada por el presidente Lázaro Cárdenas, hecho que contó con el apoyo del sindicalismo revolucionario a cuyo frente se encontraba Vicente Lombardo Toledano.
En la misma Plaza de la Constitución, más conocida por el pueblo como Zócalo capitalino, en estos últimos años que han transcurrido bajo la tiranía que ejerce sobre el pueblo la dictadura neoliberal de derecha, ha sido el lugar donde millones de gargantas han estado demandando, a voz en cuello, el fin de las políticas apátridas y empobrecedoras que sostiene el régimen actual. El Zócalo se inunda por primera vez en la historia con muchedumbres desafiantes, superiores al millón de almas, cuando la simbiosis entre el PRI y el PAN decretaron en la Cámara de Diputados en 1999 la negación del derecho de López Obrador a participar en la contienda presidencial; esa magna concentración popular logró que Vicente Fox reculara en sus pretensiones de hacer a un lado al tabasqueño del proceso electoral.
Durante el proceso de la consumación del fraude electoral en 2006, y hasta ahora, en las convenciones que ha llevado a cabo la presidencia legítima de México en ese mismo lugar, emblemático de la nación, se ha confirmado una y otra vez la voluntad de millones de mexicanos de seguir en pie de lucha, sin desmayo y sin descanso, por llevar adelante y hasta sus últimas consecuencias el programa emancipador enarbolado por Andrés Manuel López Obrador, el conductor de masas más reconocido en nuestro país. En los momentos actuales, todo el que lucha por desagraviar a la nación del martirio a que ha sido sometida durante los últimos años, necesariamente tiene que ser partícipe del Frente Amplio Progresista y la presidencia legítima de México, cuyo papel es el de ser eje aglutinador del conjunto de fuerzas políticas y sociales que demandan la transformación revolucionaria de la sociedad. Del Zócalo de las multitudes al Palacio Nacional sólo hay un paso.
La dramática realidad no puede ser peor, pues el camino por el que hasta ahora nos han conducido los gobiernos neoliberales nos tiene cerca del abismo, al borde de una confrontación violenta entre los mexicanos, y ha sumido al pueblo en la más grande miseria y desesperación.
La privatización de la economía nacional, de la tierra y de las instituciones de gobierno, y la que se hace de manera permanente con la educación pública y la seguridad social; la contención salarial y, por consecuencia, la pérdida del poder adquisitivo de los salarios; la disminución del presupuesto destinado a la educación, a la salud, y a la ciencia y tecnología; la política antisindical del gobierno federal; la eliminación de subsidios directos al pueblo y la creación de otros destinados a premiar la incapacidad y corrupción de la gran burguesía (como el IPAB-Fobaproa). Además, el aumento de los impuestos y la creación de nuevos; el encarecimiento de productos y servicios que proporciona el Estado a sus diferentes niveles (como el transporte, la recolección de basura, el agua potable, el diesel y la gasolina); la apertura indiscriminada a las inversiones extranjeras; el comerciar casi exclusivamente con los Estados Unidos de Norteamérica, y otras políticas de gobierno de corte neoliberal, lo único que han conseguido es agudizar las contradicciones propias del régimen capitalista dependiente y subdesarrollado en el que vivimos, generar la crisis que estamos padeciendo y poner en grave peligro la paz social en nuestro país.
Más de lo mismo es el camino que propone el gobierno federal panista, la reacción y los neoliberales en general, es lo que “recomiendan” todos los días el FMI y el BM, instrumentos financieros de los países imperialistas, y hoy hasta la devaluada Organización de las Naciones Unidas (ONU), ahora poniendo de pretexto a los pobres entre los pobres; pero este camino ya es rechazado por la inmensa mayoría de mexicanos, por todos los que no votamos por el PAN en las elecciones federales realizadas en este año, por el simple hecho de que esas políticas van en contra del progreso y del pueblo y de la nación
En vez de debilitar la educación pública y la seguridad social, se debe aumentar su presupuesto para hacerlas de mayor calidad y con cobertura universal, apegadas siempre al espíritu constitucional. Se propone sustituir la política de contención salarial por otra que haga que los salarios recuperen su poder adquisitivo, fortaleciendo así el mercado interno y mejorando el nivel de vida de los mexicanos; en lugar de disminuir el presupuesto destinado a ciencia y tecnología, y a las instituciones de educación superior, impulsa su incremento real para lograr nuestro pleno desarrollo e independencia en este aspecto, y su vinculación con nuestra economía. Antes que pensar en eliminar subsidios destinados al pueblo, se propone crear empleos para que los primeros se hagan innecesarios, y, eso sí, desaparecer aquellos destinados a enriquecer a los más ricos, como el IPAB-Fobaproa, en el que se gastan miles de millones de pesos de manera criminal; en sustitución de la política de aumentar los precios en los bienes y servicios que proporciona el Estado y los particulares, este camino revolucionario implica implementar el control de precios y la escala móvil de salarios.
Lejos de aumentar los impuestos y crear otros, se debe implementar una política fiscal integral bajo el principio de que paguen más quienes más tienen, menos quienes menos tienen y nada quienes nada posean; en vez de que nuestro país siga siendo un paraíso para las inversiones extranjeras, se propone regular su presencia en nuestro territorio, admitiéndolas sólo con carácter complementario, en áreas no estratégicas de la economía y en las que no signifiquen un peligro para nuestra seguridad, desarrollo e independencia nacional, impulsando, por lo contrario, a la pequeña y mediana industria nacional.
Finalmente, la vía abierta por la Revolución Mexicana implica que en lugar de comerciar casi exclusivamente con los Estados Unidos de Norteamérica, urge diversificar nuestro comercio exterior para hacerlo con la mayor cantidad de países posibles y en condiciones de real beneficio mutuo, porque de esta manera nuestro país evitará la dependencia enfermiza que hoy padecemos respecto a la economía norteamericana.
Implementar estas medidas es una garantía para darle una salida progresista a la grave crisis por la que atravesamos, porque contribuirían a aliviar las contradicciones que le dieron origen, es decir, habría una menos injusta distribución de la riqueza, aumentaría el bienestar del pueblo y el poder adquisitivo de los salarios, se fortalecería el mercado interno y la economía nacional empezaría a crecer sostenida y sanamente, con independencia y progreso social, fórmula que no inventamos nosotros, sino que es fruto de la experiencia acumulada por los mexicanos desde su lucha por la Independencia hasta la época actual, pasando por la Reforma y la Revolución Mexicana iniciada en 1910.
Sin embargo, el gobierno federal panista nunca pondrá en práctica estas medidas debido a su esencia reaccionaria, por estar al servicio de la gran burguesía nacional y trasnacional, por ello la importancia de vigorizar al FAP y al movimiento encabezado por López Obrador, de convertirlos en un gran frente, lo más amplio posible, de las fuerzas democráticas, patrióticas, progresistas y antiimperialistas, continuador de las luchas históricas del pueblo mexicano, para hacer realidad la formación de un gobierno integrado por dichas fuerzas y capaz de implementar un programa como el ya señalado.
Parafraseando al maestro Vicente Lombardo Toledano, genial líder de la clase obrera mexicana, diríamos que la Revolución es como un tren, en cuyo trayecto unos se suben y otros se bajan, pero que al final, más temprano que tarde, inevitablemente llegará a su destino, y a cada uno de nosotros, como individuos o como organizaciones, nos corresponde decidir si lo abordamos y arribamos junto con él al México con el que soñaron Hidalgo, Juárez, Morelos, Villa, Zapata, Madero, los Flores Magón, Lázaro Cárdenas y el propio Vicente Lombardo Toledano, entre muchos otros grandes mexicanos. Hoy más que nunca es necesario desmontar a la derecha del poder para llevar la revolución a Palacio Nacional. “No nos arredramos ante ningún poder que atente contra nuestra dignidad. No aceptamos ser esclavos en nuestra propia tierra. ¿Qué queremos? Arriba los de abajo, arriba los pobres y abajo los privilegios: AMLO”
sábado, 28 de noviembre de 2009
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