martes, 23 de febrero de 2010

EN LA INSTAURACION DEL FASCISMO EN MÉXICO
NI SUFRAGIO EFECTIVO NI DEMOCRACIA EFECTIVA
A raíz de la pérdida del registro del Partido Popular Socialista desde 1997, el único partido que se distinguía por su definición ideológica clasista y por los esclarecidos debates que ofrecía en la Cámara de Diputados siempre a favor de los intereses de la clase trabajadora, las clases marginadas se quedaron sin voz verdadera en el Congreso y en todos los órganos de gobierno. Hoy, sin ningún contrapeso ideológico de calidad, todos los poderes de la unión están secuestrados por la oligarquía gobernante y las fuerzas políticas neoliberales dominantes en beneficio exclusivo de sus intereses.
En verdad el panorama es desalentador, pero, ¿acaso significa esto que las transformaciones sociales son imposibles ahora? ¡No!, de ninguna manera están canceladas. Porque estamos convencidos que no es desde el poder establecido de donde surgirán las iniciativas de las grandes transformaciones sociales que demanda con urgencia la nación. Es, como en todos los tiempos, de los marginados sin voz, de las clases sufrientes, donde tendrán que iniciarse los grandes cambios sociales y la consecuente liberación de la ominosa dictadura que padecemos; esto siempre y cuando, de la acumulación de fuerzas populares resulte un frente nacional organizado que logre establecer un programa que le de una dirección adecuada a la espontaneidad de las masas. La liberación de la clase obrera tendrá que ser obra de ella misma: Karl Marx; Sólo el pueblo puede salvar al pueblo: López Obrador. Teniendo en cuenta estas premisas fundamentales es como trataré de abordar de manera breve la pretendida reforma política que actualmente impulsa Felipe Calderón.
Colgándose de una realidad de la que él es el jefe político responsable, el espurio titular del poder ejecutivo propone al pueblo las soluciones contrarias para resolver la problemática que pretende corregir. En una parte de la exposición de motivos de la iniciativa presidencial sostiene: “nuestra democracia aún está lejos de expresar y representar plenamente la voz y el sentir de los ciudadanos en decisiones de leyes y políticas públicas, así como de resolver aquellos problemas que sólo pueden atenderse a través de la participación política. Tenemos que pasar del Sufragio Efectivo a la Democracia Efectiva”.
La pretendida reforma enumera sus propuestas de la manera siguiente: primero, elección consecutiva de Alcaldes y Jefes Delegacionales; segundo, elección consecutiva de legisladores federales; tercero, la reducción del número de integrantes tanto en la Cámara de Diputados como en la Cámara de Senadores; cuarto, la propuesta de aumentar el mínimo de votos necesarios para que un partido político conserve su registro y tenga acceso al financiamiento público; quinto, la iniciativa ciudadana; sexto, candidaturas independientes; séptimo, segunda vuelta para la elección del Presidente de la República; octavo, fortalecimiento de la Suprema Corte de Justicia y; noveno, iniciativa preferente y referéndum.
Como se puede observar, la iniciativa no contempla reforma alguna al Poder Ejecutivo, que es, sin lugar a dudas, el responsable directo de los grandes problemas que afronta el país en materia de seguridad pública, de salud, educación, desempleo, marginación, pobreza y descomposición social. Bajo la óptica calderonista, “en la disociación de política y ciudadanía” el régimen de derecha se lava las manos y traslada las culpas a los otros órdenes de gobierno.
El maestro Vicente Lombardo Toledano, siendo diputado, presentó por primera vez, en 1961, la iniciativa del Partido Popular Socialista en demanda de la reelección de los legisladores para crear la carrera parlamentaria. Ahora la derecha reconoce implícitamente la validez de la propuesta de autoría lombardista y la propone como inédita y novedosa. Es básicamente la misma propuesta en dos tiempos y escenarios diferentes; el marco histórico en que Lombardo presentó dicha iniciativa fue uno donde se destacaba el crecimiento económico del país al ritmo del 6 por ciento anual, y el proyecto social de la Revolución Mexicana se encontraba en su fase constructiva. Resultaba lógica la correspondencia a ese escenario positivo en lo económico, conducido por el poder ejecutivo, el trasladarla al poder legislativo con la creación de la carrera parlamentaria para formar los verdaderos cuadros legislativos, con experiencia probada, capacidad teórica, conocimientos de la historia y la realidad nacional, que fueran capaces de producir las leyes que el proceso revolucionario en marcha demandaba, de ahí su validez.
La misma propuesta de la reelección de diputados, ahora en boca de los panistas es oportunismo puro, dado que ésta como todas las medidas contenidas en la pretendida reforma política están enmarcadas en una profunda crisis económica que la hace inviable, en virtud de que la prioridad de hoy es resolver primero el problema del crecimiento económico y la elevación de los niveles de bienestar de la población; cuestiones que se pueden resolver desde las atribuciones del ámbito del poder ejecutivo sin necesidad de cambiar ordenamiento alguno, sólo cumpliendo la Constitución vigente. Al trabajador sin empleo lo primero que le preocupa es cómo llevar de comer a su familia, el que un legislador se pueda reelegir o no es una cuestión intrascendente por ahora.
Igual podemos decir en cuanto a la reducción del número de integrantes de las cámaras legislativas, que dicen pretender, por un lado, mayor eficacia en el trabajo legislativo, y por otro, un ahorro importante de recursos públicos. La ineficacia y el dispendio persistirán aún si se toman esas medidas, porque la composición de las cámaras seguiría siendo la misma, que es en su esencia, la sobre representación política de las clases dominantes con ausencia absoluta de representantes de la clase obrera. Porque si de resultados se trata, éstos sí que han abundado pero a favor de una sola clase social privilegiada, pues la insultante concentración de la riqueza es legitimada año tras año por el poder legislativo; mientras que la ineficacia y los nulos resultados del poder legislativo han sido en cuanto a su complicidad por el estado de miseria en que vive la mayoría del pueblo. El problema del legislativo es pues su integración uniclasista y no pluriclasista como debiera ser, por lo menos en teoría. Lo que se requiere es una transformación cualitativa de su composición, que sus integrantes surjan de las distintas clases sociales que componen la sociedad, que haya partidos políticos de la clase obrera con representación en las cámaras, a efecto de que en los debates legislativos se de la misma lucha de clases que vive el pueblo; esto es, que el verdadero pluralismo de las ideas sea una realidad en los máximos órganos colegiados de la representación popular. En cuanto al argumento de reducir el número de legisladores para ahorrar fondos públicos es totalmente intrascendente y superficial, dado que si en verdad se quiere ahorrar basta con reducir el presupuesto de las cámaras a efecto de que su operación sea más austera y republicana.
Por cuanto a la propuesta de aumentar el mínimo de votos necesarios –del 2% al 4%-para que un partido político conserve su registro y tenga acceso al financiamiento público, lo que podemos decir es que tal pretensión va dirigida principalmente a cerrarle la puerta en definitiva a los partidos progresistas y de la clase obrera, buscando hacer del sistema de partidos un triunvirato entre PAN-PRI-PRD, todos al servicio de la misma causa liberal, compartiendo el poder mediante alianzas familiares entre unos y otros según convenga en cada caso. ¿Cómo se puede entender este engendro de iniciativa cuando en su exposición de motivos habla de querer encontrar “la forma de ampliar los canales de participación ciudadana en las decisiones colectivas”, ¿Es acaso elevando el porcentaje de votación necesaria para conservar el registro de los partidos como se pretende lograrlo?
Las candidaturas independientes, fase superior de la democracia de mercado. Privatización de la política y herramienta para la pulverización de las fuerzas del campo progresista. Esta es otra de las falacias profundamente reaccionaria de la publicitada reforma calderonista, la cual es presentada como la salvación de nuestro régimen democrático ante la reprobación popular del sistema político y sus desastrosos resultados. Abrir los espacios para que compitan en igualdad de circunstancias “los candidatos de la sociedad civil”, es la solución para hacer más atractiva la participación de novedosas y múltiples opciones al electorado, dicen aquí y allá sus promotores.
Las candidaturas independientes no tienen como destinatario el que cualquier hijo de vecino pueda participar como candidato en un proceso electoral, es la puerta para que los grandes magnates multimillonarios salten a la palestra política cuando los privilegios de su clase social se vean amenazados por un candidato fuerte del campo progresista. Es otra de las coartadas perfectas de la minoría rapaz, de hecho, son la llave para abrir los candados impuestos a la legislación electoral vigente. A cambio de la “libertad” de contratar guerra sucia en espacios de televisión, suprimida en la legislación vigente, quieren la institucionalización de las candidaturas independientes. Esta herramienta ya probó su eficacia para dividir al electorado cuando la derrota de la candidatura de la derecha era ya un hecho. Hay que recordar la ilegal participación del Dr. Simi, el autodenominado candidato independiente, el que usando una bandera engañosa y falaz denominada “Simisocialismo” logró quitarle muchos votos al candidato de la Coalición por el Bien de Todos, en el proceso electoral de 2006. El mismo magnate y dueño de la cadena de farmacias de Similares anduvo pregonando públicamente que el triunfo de Felipe Calderón se lo debían a él; fue público y notorio que dicha candidatura se constituyó en uno de los instrumentos financiados por los monopolios y la derecha criolla, para arrebatarle el triunfo al candidato de las fuerzas progresistas, Andrés Manuel López Obrador.
La propuesta de la segunda vuelta para la elección de Presidente de la República está confeccionada única y exclusivamente para resolver un escenario como el que observamos en el año 2006. La oligarquía y las fuerzas políticas de su propiedad están previendo desde ahora un escenario adverso a sus intereses en la próxima sucesión presidencial; temen con sobradas razones que el candidato de las fuerzas democráticas y patrióticas los derrote nuevamente y quieren tener una segunda oportunidad para arrebatar el poder.
Esta fórmula responde a la necesidad de elevar a la categoría de norma jurídica la eterna “alternancia” entre el PRI y el PAN, cerrando toda posibilidad de victoria a los candidatos cuyo programa entre en choque con el modelo neoliberal y el estatus establecido.
Si en una segunda vuelta electoral se enfrentan los candidatos punteros de la derecha y la izquierda adivine usted a cuál de los dos candidatos apoyaría el PRI, pues claro que al de la derecha, eso ya lo vimos en el 2006 y lo seguiremos viendo infinitamente. Lo mismo sucedería si el candidato puntero del PRI se enfrenta en segunda vuelta con el candidato de la izquierda, entonces el PAN sin dudarlo ni tantito lo apoyaría con sus votos, todo sea con tal de evitar una transición real a favor de los intereses del pueblo. Está perfectamente claro, la plutocracia busca asegurar su perpetuidad en el poder mediante la segunda vuelta electoral. Todos los pleitos superficiales entre la familia neoliberal y los desencuentros teatrales que siempre les hemos observado y que los medios magnifican, son superados rápidamente cuando la continuidad de los privilegios de clase se encuentra en peligro.
Para concluir el tema diremos lo siguiente en torno a la pretendida reforma política del calderonismo: Primero, ningún partido en el poder legisla para entregar el poder de que disfruta sino para preservarlo; a menos de que se trate de una táctica para prolongarse a través de otro partido con iguales intereses; segundo, lo que no esté en la agenda de prioridades del pueblo, son sólo labores distractoras con las que el régimen de derecha pretende ocultar el descontento popular; tercero, la prioridad del momento a resolver es el desastre económico y la miseria general del pueblo; cuarto, el país demanda verdaderas transformaciones sociales, políticas y económicas, pero éstas no vendrán por iniciativa de la dictadura neoliberal y las fuerzas que la sostienen, sino del mismo pueblo cuando imponga su poder en los órganos de gobierno y; quinto, a la alianza que se está dando entre las fuerzas de la derecha para preservar el poder, debe corresponder la alianza entre las distintas fuerzas del campo democrático y patriótico para evitar que el PAN siga hundiendo al país. La pretendida reforma política no es más que la instauración del fascismo, y en él ni el voto ni la democracia son efectivos.

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