domingo, 12 de julio de 2009

VICENTE LOMBARDO TOLEDANO
CXV ANIVERSARIO DE SU NATALICIO
El próximo 16 de julio se cumple el 115 aniversario del natalicio del maestro Vicente Lombardo Toledano. Por ese motivo, esta columna que escribe uno de sus más humildes discípulos se honra en presentar a mis estimados amigos y lectores de este espacio, como una forma de homenajearlo y rendirle merecido tributo a este excepcional mexicano, la transcripción textual de un artículo del escritor y periodista Antonio Rodríguez, publicado por la Revista Siempre en el número 318, el 29 de julio de 1959, cuyo título es “Lombardo: 65 años en el nido de la tormenta”.
El artículo comienza su disertación de esta forma: “Vicente Lombardo Toledano pertenece al número de esos hombres excepcionales -un Juárez, un Cárdenas. Un Diego Rivera- que se miden por la estatura de sus enemigos, y por la ola de pasiones y de controversias que desencadenan. Político que ha vivido en el drama de los grandes dramas sociales de su tiempo, Lombardo tenía fatalmente que haber dejado, en su paso por el mundo, una cauda grandiosa de opositores y una densa estela de odios.
Es el destino que en otros países han tenido que sufrir los verdaderos dirigentes, los agitadores y los revolucionarios, por haberse enfrentado a la sociedad establecida con el objeto de transformarla. Al igual que con ellos, y dentro de la escala personal que le corresponde, los sectores de la sociedad a quienes su lucha ofende, han sido implacables con Lombardo. Pocas gentes en América han sido atacadas en este siglo con tanta saña, durante tan largo tiempo y en una escala tan amplia como lo ha sido Lombardo por las fuerzas conservadoras del Continente. Y esto, como lo decíamos antes, es buen patrón para medir la grandeza de su talla.
Las fuerza regresivas del capital jamás le perdonarán lo que él ha hecho por organizar a los obreros proporcionándoles un arma de lucha para la defensa de sus intereses y las potencias infinitamente poderosas del imperialismo tampoco olvidarán lo que él ha dicho y hecho para sustraer a los pueblos de América de su red esclavizante y colonialista.
Lo extraño y contradictorio está en que Lombardo se convierta, a la vez, en el blanco de dos fuegos opuestos, el que sobre él disparan los más reaccionarios sectores de América, y el que no cesan de dirigirle los comunistas ortodoxos del país. Acusado por unos de ser el brazo derecho de Moscú en el Continente y de pretender implantar el comunismo en nuestras latitudes. Lombardo es juzgado, por otros, como un teórico demasiado abstracto que se abstiene de llevar la lucha hasta las últimas consecuencias.
Temible para los que lo señalan como el cerebro de todas las conspiraciones y el brazo oculto de todas las asonadas, el fundador de la CTM sufre la censura de los que quisieron verlo más aguerrido y menos estratega. Y en tanto que unos lo consideran el enemigo por excelencia del orden, de las instituciones y de las autoridades; otros se atreven a decir que él sólo es auténticamente severo en la crítica a las dictaduras ajenas.
Lo que nadie, absolutamente nadie, podrá poner en duda es su entrega absoluta, no de un año o dos sino de varias décadas, a las causas más progresistas de su pueblo; su fidelidad, sin tregua, a la causa del socialismo mundial; su fe absoluta, jamás empañada por la más insignificante duda acerca de la liberación final del hombre y su honradez intachable.
Una incursión, aunque brevísima, por su compacta biografía de intelectual y de político, lo comprueban hasta la saciedad. Atraído siempre por los problemas de la cultura y dotado de una capacidad para la adquisición de conocimientos que la madurez no ha menguado, Lombardo estudia simultáneamente, a la edad de 21 años, la profesión de abogado y la de profesor de filosofía.
En 1916, esto en la época convulsionada de la Revolución que no permitía a sus hombres ocuparse de los problemas de la cultura, Lombardo Toledano, junto con Alfonso Caso y otros intelectuales, funda la Sociedad de Conferencias y Conciertos que echa al país, sobre la tierra que la sangre no acababa aún de humedecer, la semilla de la obra cultural que tanto habría de distinguir al nuevo régimen del antiguo orden porfirista.
Vemos después a Lombardo, en plena juventud, dirigir, en calidad de Secretario, a la Universidad Popular Mexicana, que inicia en el país una importante actividad cultural dedicada a la clase trabajadora. Al mismo tiempo que comienza su labor docente como catedrático universitario en la Preparatoria, -hacia 1917, 1918- el futuro sociólogo se liga al movimiento obrero al asistir, como representante de la Universidad Popular, a la fundación de la CROM, abriéndose entonces, en él y para siempre, las dos ramas fundamentales de su personalidad: la de maestro y la de líder obrero.
Desde esa fecha en adelante Lombardo no dejará nunca de hacer coincidir su vocación de educador y de sociólogo con la de luchador por los ideales que lo obsesionan. Ahora publica su “Ética” (1919) y sus “Definiciones de Derecho Público”, después inicia su actividad de periodista revolucionario en “El Heraldo de México”, al lado de Martín Luis Guzmán, Enrique González Martínez, Porfirio Barba Jacob y otros; casi por la misma época organiza la Liga de Profesores del Distrito Federal, que es, de hecho, el primer sindicato que funda.
Su paso por el Gobierno del Distrito Federal: Como Oficial Mayor es breve, pues prefiere asumir la Jefatura del Departamento de Bibliotecas de la Secretaría de Educación Pública, recientemente entregada a Vasconcelos, para realizar ahí una obra eminentemente popular de la cual destacan la publicación de folletos, la creación de bibliotecas circulantes, la edición de la revista: “El Libro y el Pueblo”
Conciliando siempre la docencia y la militancia organiza el “Grupo Solidario del Movimiento Obrero” y desde la Escuela Nacional Preparatoria, que ha partir de 1922 dirige, impulsa la enseñanza científica, estimula las actividades de carácter cultural, revisa los programas de estudios y da apoyo inusitado a la pintura mural, pagando de los fondos de la escuela, y de su propio sueldo, los honorarios de los artistas.
Es tan intensa y de tal modo conocida la actividad de Lombardo a partir de entonces que resulta tan innecesario recordarla como imposible resumirla en unas cuantas páginas. Todos sabemos que él dirige la CROM, crea la CTM, organiza la CTAL, funda la Liga Socialista de México, y agrupa a un buen sector de las izquierdas de México en el Partido Popular. Combate en su época al fascismo; orienta a la opinión pública acerca de los problemas fundamentales de las ideologías coetáneas; dá una vigorosa aportación a la lucha contra Franco en los momentos de peligro para la humanidad, moviliza a la clase obrera de México contra Hitler, Mussolini e Hirohito.
Emprende polémicas que duran semanas y meses, sobre temas educativos y filosóficos; muestra la superioridad de su razonamiento y de sus conocimientos sociológicos en una controversia, que se hizo famosa, con Antonio Caso; viaja al extranjero y le sobra tiempo para organizar el apoyo del proletariado a la Reforma Agraria que Cárdenas impulsó. La expropiación petrolera es mérito que recae por entero al pueblo de México, y puede decirse que sin Cárdenas tal vez no fuera posible llevarla a cabo, pero nadie puede ignorar el papel decisivo que en la organización de la lucha, imprescindible para el trascendental acto, representó el entonces líder de la CTM Vicente Lombardo Toledano.
Al mismo tiempo que dirige a los obreros en sus luchas, y pone a los filósofos en ridículo en el transcurso de espectaculares controversias, Lombardo Toledano publica libros, sustenta conferencias, edita revistas, prepara tesis de carácter filosófico y andando el tiempo emprende una gira, por todo el país, como candidato a la Presidencia de la República, que le permite establecer un diálogo con el pueblo, llevándole orientación de primer orden, sin intermediarios de ninguna especie, sobre los problemas de México y del mundo.
Trabajador incansable (es autor de numerosos libros, tesis, informes, relatos de viaje y hasta de poemas) Lombardo jamás abre paréntesis a sus obligaciones e incluso durante sus frecuentes viajes al extranjero (conoce toda Europa, toda América, ha recorrido la URSS y China Popular) envía puntualmente a la revista ¡SIEMPRE! Su acostumbrado artículo.
Dueño de un método que le permite desentrañar el hilo de los fenómenos sociales en la gran maraña de nuestra época, Lombardo Toledano sabe exponer su pensamiento, por medio de la palabra escrita o hablada, con una secuencia lógica y una fluidez natural y una claridad tan diáfana que vuelve comprensible el más árido tema. Hace poco, escuchando, sin verlo directamente, un discurso suyo, creíamos que él lo estaba leyendo, tan perfecta era la concatenación de las ideas, tan lógico el desarrollo de la tesis y tan abundante el manantial de conocimientos, que saltaban naturalmente, como en una charla elocuente y rica. Nos dimos cuenta, después, que se trataba de una oración verbal, magníficamente estructurada, en la cual la forma y la idea se entrelazaban en un equilibrio perfecto.
La propaganda que contra Lombardo se ensaña, critica su oratoria. No obstante, pocos oradores existen en México que logren prender tanto al público sin recurrir a artificios de jilguero de concurso, tan sólo por la solidez de los conceptos y la claridad de la exposición, como el presidente del P.P.
Numerosas y de la más variada índole son las críticas, las acusaciones y los ataques que a Lombardo diariamente le dirigen los enemigos de la clase obrera y también sus aliados del campo revolucionario. Aquéllos, adoloridos por su excesivo extremismo; éstos indignados con lo que consideran demasiada condescendencia con el poder público e inoperancia en la lucha por los principios. De una cosa, fuera de duda, nadie podrá acusarle: ni de imitar a los líderes en su venalidad; ni de seguir a los hombres públicos en su falta de respeto a los haberes de la nación. Oficial Mayor del DF.; dos veces diputado, Gobernador de Puebla; Director de la Preparatoria; Líder de una Central Obrera; amigo, coterráneo y condiscípulo de presidentes, Lombardo Toledano podría tener siquiera la vigésima parte de lo que, con menos méritos, posee cualquier líder recién electo, o cualquier parvenu de la política. Lombardo vive con dignidad, sin pobreza, pero sin la mínima ostentación, en una casa discreta, que pudo haber sido comprada con sus sueldos de abogado, de profesor de filosofía, de funcionario y de escritor.
Inmediatamente después de su inevitable derrota como candidato a la Presidencia de la República, el autor del “Diario de un Viaje a China”, “Ética”, “El Derecho Público y las Nuevas Corrientes Filosóficas”, etc., vino a la redacción de ¡SIEMPRE! a pedir trabajo como colaborador. Y desde entonces se ha quedado como una de las más fieles, brillantes y esclarecidas plumas de esta revista donde la derecha y la izquierda coinciden en un punto: en el respeto a la profesión y en el deseo sincero de servir al pueblo de México, dentro de sus leales convicciones.
Sobra decir que estas líneas distan mucho de ser el panegírico de un lombardista. No lo somos. Pero quisiéramos tener mayor elocuencia para expresar en los debidos términos el respeto que un hombre de tan elevada estatura es acreedor. Tiempo vendrá en el cual pueda establecerse, con toda serenidad, un balance de sus aciertos y desaciertos como político, para homenajearlo después, fuera de toda bandería, como uno de los hombres más relevantes de su tiempo.
Por ahora se puede ya decir que pocos, muy pocos, de los revolucionarios de ayer, han podido llegar a los sesenta y cinco años, con un pensamiento tan vivo, una obra tan fecunda, un idealismo tan fresco, una moral tan íntegra, y una fe en los destinos finales del hombre, tan inquebrantablemente, como el gran mexicano a quien en este aniversario rendimos aquí pálido homenaje”. Aquí termina el artículo del periodista, escritor y crítico de arte Antonio Rodríguez, el cual dedicó su entrega semanal a la revista ¡SIEMPRE! para hacer un juicio sobre la vida y obra de Lombardo, cuando éste cumplía 65 años de edad. La enorme obra teórica y práctica seguirá alumbrando el camino al pueblo de México en su lucha por su total independencia y la emancipación de la clase trabajadora.

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