martes, 10 de marzo de 2009

¡SALVEMOS A MEXICO!
LA IRRITACION SOCIAL FRENTE AL PROCESO ELECTORAL
“Paletas, paletas…hay paletas, de fresa, limón, vainilla, de coco…hay paletas, llévelas, llévelas”, pasaba frente a mi lugar de trabajo un ciudadano más que se suma a la llamada economía informal, el humilde paletero, mi compañero de militancia y amigo Sebastián, estrenando nuevo oficio en la búsqueda de la supervivencia, me saludó y empezó a contar sus desgracias.
“Ya no trabajo mas en la maquiladora, cerró sus puertas y echó a la calle a todos sus trabajadores, yo fui uno de ellos…ahora qué voy a hacer -me pregunté-, a mi edad no es fácil encontrar empleo, menos con la crisis actual. Tengo tres hijos que mantener, ellos quieren seguir estudiando, se las arreglan como pueden, la educación es muy costosa y a puro pedir se la llevan. Esta semana lo más que he ganado son 50 pesos en un día, de ahí para abajo. Con ése dinero hay que comer y sostener los gastos de la casa, y ajustarnos el cinturón haber hasta dónde llega, ¡hasta que reviente!, porque ha de saber usted que Televisa está lanzando una campaña publicitaria para enseñar al pueblo “la cultura del ahorro”, con motivo de la crisis económica; nadie debe gastar más de lo que gana, entonces nos está condenando a millones de mexicanos a morirnos de hambre”.
Despedí la plática del compañero con un amargo sabor de boca ¡no es posible tanta injusticia! Y luego hay quienes, con la barriga llena se preguntan porqué aumenta de manera tan alarmante la violencia social.
Seguí barriendo la banqueta frente al negocio donde trabajo, no acababa de digerir la angustia cuando pasa frente a mí un hombre joven con apariencia de campesino, en lamentables condiciones, casi descalzo: “una ayudita, señor, quiero pasar a trabajar al otro lado, voy a Tijuana haber si tengo suerte, necesito que me regale unos dos pesos pa’ comprar un virote, no he comido nada desde ayer”. Pero mi amigo, desde dónde viene usted -le pregunte-, desde Chiapas, me dijo. Pero no le conviene ir a los Estados Unidos, ahora menos que nunca –le dije- los paisanos se están regresando solos, sin que la migra los tenga que echar, no hayan trabajo y se tienen que devolver a su país. Y se lo digo con conocimiento de causa, varios familiares míos que radicaron allá en los Estados Unidos ya se están regresando; Hay un éxodo de inmigrantes latinos hacia sus países de origen, no le conviene ir allá.
“Pues esas noticias también nos han llegado allá –replicó el aspirante a ilegal- pero tampoco en Chiapas hay trabajo, no hay nada qué comer, es un polvorín, nuestras familias se están muriendo de hambre, la desnutrición es la única que nos acompaña, los quelites y las verdolagas ya nos enfadaron. Todos los que nos venimos a la aventura, en busca de un sueño pa’ que nuestros hijos coman, es porque no nos queda otro camino; antes que morir con los brazos cruzados preferimos morir en el intento”. Le di mi lonche y despedí al humilde joven deseándole la mejor de las suertes. Esa amarga realidad que vive el pueblo debería verse reflejada en los periódicos -me dije-, la difícil experiencia recogida de éstos humildes labriegos es la misma que flagela a millones de mexicanos, cada una es digna de ser recogida por un reportero y plasmada en un periódico, con igual o más valor que la declaracionistis de funcionarios públicos y de gobierno, o de la clase empresarial.
Ese dolor que se ahoga en las gargantas de los miserables no puede ser contenido por mucho tiempo, la irritación social puede estallarle en las manos al régimen que promueve “el reino de las oportunidades”. El proceso electoral es una oportunidad inmejorable para que el pueblo elija razonadamente a sus representantes. Que eche a la basura toda la propaganda hueca y sin compromisos reales, que sepa que con su voto puede seguir el mismo camino de infortunio o rectificarlo. Es hora de que las sufrientes clases proletarias lleven con su voto a unos de sus representantes legítimos a la máxima tribuna del Congreso de la Unión, para que desde esa altura se escuchen sus reclamos: fin a las restricciones salariales y aumento del poder adquisitivo de los trabajadores. Es la única solución para elevar el nivel de vida del pueblo, para fortalecer el mercado interior, para que las empresas no cierren. Habiendo mayor capacidad de compra todos ganan, y México se salva de un estallido social que podría ser de incalculables consecuencias.

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