sábado, 31 de enero de 2009

La Inconformidad Social y Sufragio

ANTE EL DESPLOME DE LA ECONOMIA MUNDIAL
EL REPUDIO POPULAR SE VOLCARA EN LAS URNAS ELECTORALES
Las noticias sobre el colapso de la economía recorren el mundo. El nerviosismo paraliza los mercados de capitales, quiebras financieras en todos los niveles, miles de industrias lanzando obreros a la calle y aumentando la presión social existente. Salvo honrosas excepciones, los analistas hablan del tema en términos técnicos financieros, ciñéndose estrictamente a las evaluaciones aritméticas, como si la agudización de los problemas económicos que vive el mundo se estuvieran dando por generación espontánea y sin paternidad a quien reclamar.
Los defensores del evangelio del absolutismo del mercado ahora reclaman la intervención del Estado con cargo al erario público para salvar sus negocios. Actitud comprensible de los agiotistas y usureros, sólo si nos atenemos a la interpretación marxista que nos dice que el Estado es la violencia organizada de la clase social en el poder. Tan cierta es la interpretación científica del gigante de Tréveris, que el reclamo de auxilio estatal por parte de los hombres de negocios, es porque consideran de su propiedad esa maquinaria que se constituye en calidad de Estado mayor de la clase social explotadora.
El Fondo Monetario Internacional, el mismo artífice de la recesión económica mundial, el que ha impuesto sus recetas depredadoras al mundo, el verdadero culpable y cuyos resultados desastrosos salen a la vista, nos sale con la novedad de que “el mundo vive una etapa de profunda desaceleración”. En su informe denominado Panorama Económico Mundial, sentencia y condena a la economía global a sufrir un desplome generalizado durante el presente 2009, cuyo crecimiento global será de apenas el 0.5 por ciento, la peor tasa registrada desde la Segunda Guerra Mundial.
Según los sacerdotes del capitalismo que trabajan como analistas al servicio del FMI, los decrementos en la economía afectarán a todos los países: Estados Unidos caerá 1.7 por ciento; la zona Euro un 2.0 por ciento; Japón un 2.6 por ciento; Reino Unido un 2.8 por ciento, y Rusia un 0.7 por ciento. China e India, a pesar de la crisis, seguirán siendo los principales motores del crecimiento mundial -según el reporte- pues el gigante Chino, gobernado por su partido comunista, crecerá un 6.7 por ciento, y el Indio un 5.1 por ciento. Latinoamérica crecerá durante 2009 un raquítico 1.1 por ciento, sobresaliendo modestamente Brasil con un crecimiento de 1.8 por ciento.
Ante ese panorama de angustia e incertidumbre se están revelando los pueblos en todos los continentes. En los Estados Unidos, madriguera de los centros financieros y los monopolios, mismos que han conducido al mundo a la actual debacle, el repudio popular a la nefasta era bushiana se volcó a las urnas y llevó al poder a Barack Obama buscando una solución a sus problemas. Desde el momento mismo de su toma de posesión se observó el tratamiento de los problemas económicos bajo una óptica liberal y más cercana a la teoría burguesa del Estado, concebido como un ente ubicado por encima de la lucha de clases “para favorecer a todos por igual”.
El gobernante Obama, en apoyo a su programa de rescate económico, mismo que implica la aprobación del Congreso de un paquete por 825 mil millones de dólares que serán utilizados para reducir impuestos, crear empleos y ayudar a las familias en peligro de sucumbir a los embargos hipotecarios, ha dicho: “el año pasado se perdieron 2.6 millones de empleos en EU, y éste lunes nada más, nos enteramos de otros planes para recortar otros 55 mil plazas laborales; ésta es una llamada de atención a Washington de que la gente nos necesita y quiere que actuemos inmediatamente. Duplicaré -dijo Obama- nuestra capacidad para generar energía renovable, se bajará el costo de los cuidados de salud y se mejorará la calidad de los servicios, se modernizarán miles de salones de clase y enviaremos a más jóvenes a las universidades. Además, insertaremos miles de millones de dólares en los bolsillos de las familias trabajadoras por medio de recortes tributarios de aplicación inmediata”.
Mientras una esperanza de salvación cobija al pueblo norteamericano desde La Casa Blanca, en Francia, el descontento popular por las consecuencias de la crisis económica y por la política gubernamental insensible ante los reclamos se volcó a tomar las calles, en una clara muestra unitaria de la clase trabajadora de aquel país. El pasado 29 de enero se realizó la más grande manifestación de los últimos 20 años, dos millones quinientos mil ciudadanos inconformes tomaron las calles en 200 ciudades. En París, los cuatro kilómetros que separan las plazas de la Bastilla y de la Opera vieron desfilar al mayor número de manifestantes del país, con unos trescientos mil participantes en la jornada unitaria de sindicatos. El reclamo multitudinario se dejó escuchar en sus gargantas, todos a una sola voz, contra la sangría de los puestos de trabajo y contra el deterioro del poder adquisitivo a que los ha conducido la derecha gobernante. Las pancartas más leídas durante la conglomeración parisina reclamaban: “una ayuda para los trabajadores similar a la que han dado para salvar a los bancos”; “el dinero de los banqueros debe venir a nosotros”; “ellos son el problema, nosotros la solución”.
Similar al repudio y descontento del pueblo francés mostrado en sus multitudinarias manifestaciones, en nuestro país el conductor de los reclamos sociales es Andrés Manuel López Obrador, el único conductor de masas que sigue llenando el Zócalo capitalino con un pueblo insurgente que escucha con atención su programa reivindicatorio. Lo que Obama hace ahora mismo en los Estados Unidos, lo propuso antes Obrador en su campaña presidencial, y fue calificado por la derecha reaccionaria y su candidato como irresponsable, pues bajo la óptica gerencial los recursos públicos sólo deben servir a las necesidades del sector privado y no para resolver las necesidades de la población.
Guillermo Ortiz, el titular del Banco de México, acaba de informar que nuestro país decrecerá el 1.8 por ciento en 2009, y se prevé que mes tras mes irá anunciando previsiones a la baja, como para no asustar a los inversionistas, igual que lo ha hecho desde el año pasado. Desde luego que tales previsiones hechas públicas no le gustaron a Felipe Calderón; de inmediato lo mando regañar a través de los medios calificándolo de “catastrofista”
Las tiranías impuestas por la globalización neoliberal se están derrumbando ante el empuje de los pueblos y, es evidente que el gobierno calderonista tiene miedo de perder el poder, sabe muy bien que la devastación económica que sufre el pueblo repercutirá definitivamente en el actual proceso electoral que se vive. El repudio popular, la angustia y la creciente pobreza buscan a los culpables de la desgracia, y ya los ha ubicado, despachan como gobernantes en Palacio Nacional y Los Pinos. Los escenarios del castigo popular ya tienen fecha, es el próximo 5 de julio, día de las elecciones. El sufragio de tanta gente engañada por el régimen del Bien Común hablará por sí mismo.

No hay comentarios: