sábado, 24 de enero de 2009

El mundo sigue cambiando

EL COLAPSO DEL IMPERIO YANQUI
FINALIZA LA ETAPA DEL MUNDO UNIPOLAR

Las leyes de la dialéctica son inexcusables, el mundo sigue cambiando. Después de la II guerra mundial surgió la guerra fría y el mundo bipolar. Por un lado se fortalece el campo socialista liderado por la Unión Soviética, y por otro, el imperialismo norteamericano se afianza en la economía e instrumenta el Macartismo como política exterior para perseguir y detener el avance de los partidarios del nuevo régimen social.
Esa bipolaridad en las relaciones internacionales termina en los años noventa con la desintegración de la URSS, y comienza la etapa unipolar comandada por los EU, la cual está por finalizar en la presente década. La irrupción de los nuevos escenarios a partir de ahora dará como resultado un mundo multipolar que sepultará la aplastante hegemonía estadounidense que se mantuvo durante los últimos años.
El colapso del imperio yanqui no es una invención o un simple deseo subjetivo de sus adversarios ideológicos, es una realidad prevista por sus propios cuadros a su servicio. Permítanme comentar con ustedes un reporte de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, la cual emitió sus previsiones a nivel planetario. En ese análisis se sostiene que antes del año 2025 estallarán grandes conflictos por el dominio de mercados y materias primas. El reporte, divulgado recientemente por el Consejo de Inteligencia Nacional, es el cuarto documento de esta naturaleza emitido en Washington para tratar de perfilar los posibles escenarios internacionales futuros.
Los analistas estadounidenses auguran un superpoblado y complejo mundo multipolar, sumamente fragmentado, donde Estados Unidos tendrá una mermada influencia. Tal dictamen implica que el orden internacional que resultó después de la Segunda Guerra Mundial tendrá una mutación y aparecerán en escena nuevos protagonistas como: Brasil, Rusia, India y China, los que podrán imponer otras reglas de juego, a partir de su creciente influencia.
Un aspecto crucial del documento es la advertencia de que si la desigualdad entre los países del Norte y del Sur sigue profundizándose y especialmente si se agudiza la situación de crisis interna en Estados Unidos, aumentará la presión social y pueden ocurrir estallidos populares sin precedentes.
A partir de dicha tesis, es previsible la repetición de escenarios similares a los vividos durante la presidencia de Franklin Delano Roosvelt, donde las protestas populares por el desempleo y la miseria le obligaron a tomar medidas “populistas” que eran vitales para evitar la hecatombe de todo el sistema capitalista en aquella época.
El informe expresa que ya pasó a la historia la era en la cual el predominio norteamericano se daba por descontado, argumenta que en la nueva situación mundial el sistema occidental perderá todo su esplendor a mediano plazo y pronostica que la Unión Europea estará muy dividida, lo que impactará negativamente en el poderío militar que hoy detenta la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en esa región.
La comunidad de inteligencia se pregunta cómo sería una página del diario de quien ocupe la presidencia de Estados Unidos en el año 2020, en caso de que la ciudad de Nueva York sea blanco de un potente huracán, quede inundada y fuese necesario evacuar a millones de personas, incluidos los miembros de la Asamblea General de ONU.
Al describir la posible respuesta del hipotético mandatario, contextualizada en los males causados por el calentamiento global y la contaminación ambiental, el documento señala que el pueblo norteamericano pagará un muy elevado precio en vidas humanas.
A la tragedia contribuirá la acumulación de desastres naturales, ocurridos de forma casi consecutiva por el acelerado deshielo de los polos, y el consiguiente bajo rendimiento agrícola de la nación, lo que significa menos alimentos para cada vez más número de seres humanos.
Otra característica importante del nuevo pronóstico es la ausencia de la tradicional excesiva confianza en que las reservas petrolíferas aún no explotadas alcanzaban para satisfacer la demanda de los próximos 100 años, afirmación que apareció más de una vez en estimados de la administración Bush. Todos los analistas serios han desechado las fantasías bushianas y están intentando poner en la opinión pública los escenarios reales del desastre energético -y por lo mismo económico- que apenas comienza.
La población del planeta se incrementará en mil 500 millones de habitantes, lo que aumentará la ya elevada presión sobre los hoy menguados recursos energéticos, alimentarios y acuíferos, y desatará una espiral de implicaciones impredecibles, todo eso agravado por la eventual proliferación descontrolada de pandemias peligrosas para toda la humanidad.
Estas predicciones en realidad no son nuevas. Desde 1997 uno de los principales estrategas norteamericanos se pronunció a favor de una guerra contra Rusia y China para evitar que la hegemonía de Estados Unidos decayera en el siglo XXI, como se pronostica oficialmente en el estudio de la comunidad de inteligencia.
En su libro "The grand chessborad", Zbigniew Brzezinski estima que "desde que los continentes comenzaron a interactuar políticamente hace unos 500 años, el verdadero centro del mundo ha sido la región conocida como Eurasia, un imaginario territorio que va desde el este de Alemania y Polonia, extendiéndose a través de Rusia y China hasta alcanzar el Océano Pacifico".
El mapa de esta zona incluye también al Medio Oriente y a casi toda la India. Similar concepto geopolítico fue repetido por el presidente Bush en su alocución al Congreso unos días después de los atentados del 11 de septiembre, de ahí que no resulta casual el despliegue masivo de fuerzas norteamericanas en centenares de nuevas bases militares en la región, con el evidente objetivo principal de intimidar a Rusia y China.
La correlación de fuerzas y los escenarios geopolíticos en que tendrá que actuar el gobernante demócrata Barack Obama serán por demás complicados, porque quiérase o no, después del desastre financiero iniciado en 2008 en su país y sus amplias repercusiones a nivel mundial, además de las sucesivas rebeliones de los pueblos hambrientos, tendrá que ser el primer presidente de la nueva etapa multipolar que se vivirá en el mundo. La fuerza arrolladora de las expectativas positivas que ha levantado en su propio pueblo y fuera de él, lo obligará a responder ante el juicio de la historia.

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